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Era de la globalización, era de la información

Era de la globalización, era de la información
Javier Puyol es el socio director de Puyol Abogados, una boutique legal especializada en el mundo de las nuevas tecnologías y el cumplimiento normativo. Confilegal.
20/6/2016 07:55
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Actualizado: 19/6/2016 19:14
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Si algo es característico del mundo de hoy, en los países capitalistas desarrollados, es el transporte y la comunicación tal como se vislumbra en la enciclopedia us.es. El desarrollo de la comunicación y de la transmisión de información es una de las características peculiares de nuestra civilización desde que se inventara la imprenta de tipo móviles hacia 1450 por Johannes Gutenberg.

Desde entonces, el libro se ha convertido en el medio ideal y central de conservar y transmitir información, ideas y cultura.

Además, la nueva técnica puso al alcance de cualquiera la edición de miles de ejemplares de libros, con lo que su precio se abarató y la Iglesia perdió el monopolio de la copia de libros, y de su selección.

La tecnología del siglo XX ha multiplicado y perfeccionado los canales de transmisión de noticias e ideas.

El teléfono, la radio, la televisión, la prensa, Internet, etc. transmiten ideas y noticias rápidamente y a distancia.

La información y el conocimiento, han permitido concebir servicios nuevos y crear numerosos empleos.

Pero, también, se han transformado las tareas tradicionales y hoy en día trabajan con información la mayoría de los empleados y las empresas. La información se ha convertido en un valor en sí misma.

En la actualidad, el acceso a la información es muy fácil por parte de cualquier persona del mundo desarrollado, y es posible guardarla en múltiples soportes y de diferentes formas. Se pueden guardar textos, imágenes y sonidos.

Ante esta avalancha de información el individuo debe saber discriminar, aprender a utilizar la información como vehículo de cultura y no como acumulación de datos apenas entendibles.

La comunicación se entiende como intercambio de información, y no sólo de recepción. Debe existir un emisor, un canal y un receptor, pero debe funcionar en ambos sentidos. Aunque habitualmente, en los medios de comunicación de masas han funcionado en un solo sentido, hasta la llegada de Internet.

Gracias a la revolución de las telecomunicaciones, la complejidad de los soportes donde se recibe y se guarda la información necesita cierta especialización: emisor, codificador, canal, descodificador, receptor. Hoy en día quien no sea capaz de utilizar el descodificador no tiene acceso a gran parte de la información, y por tanto se encuentra en desventaja en la sociedad.

Cada uno de los medios de comunicación, y de los medios de comunicación de masas, tienen un lenguaje y una manera de transmitir el mensaje. La prensa, tanto diaria como semanal, mensual, etc., emite mensajes escritos que permanecen en el medio indefinidamente, y es posible consultarla en cualquier momento.

La radio emite mensajes sonoros, hablados, que permanecen unos segundos en el medio, por lo que frecuentemente hay que repetirlos.

En la televisión los mensajes también permanecen unos segundos, y es necesario repetirlos, pero el sonido está apoyado por la imagen, con lo que el mensaje llega mejor.

Internet es un medio, fundamentalmente, escrito, aunque también sonoro e icónico, pero los mensajes permanecen durante mucho tiempo en el medio y se pueden consultar en cualquier momento, tanto si son escritos como si son sonoros o icónicos.

No obstante, no permanecen indefinidamente, sino sólo mientras lo decida el que emite el mensaje.

SOCIEDAD PRODUCTORA DE SERVICIOS Y OCIO

Esta explosión de medios de información ha sido posible por el paso, en los países desarrollados, de una sociedad productora de bienes a una sociedad productora de servicios y ocio, que ha ido de la mano de la expansión tecnológica y la creación de una sociedad del bienestar. Probablemente, el grado de respeto de los derechos humanos en un país depende de que los ciudadanos los demanden y los reclame, y esto es más fácil, y frecuente, en una sociedad informada y tecnológicamente compleja.

La Sociedad de la Información, para Raul Trejo, es la expresión de las realidades y capacidades de los medios de comunicación más nuevos, o renovados merced a los desarrollos tecnológicos que se consolidaron en la última década del siglo: la televisión, el almacenamiento de información, la propagación de video, sonido y textos, han podido comprimirse en soportes de almacenamiento como los discos compactos o a través de señales que no podrían conducir todos esos datos si no hubieran sido traducidos a formatos digitales.

La digitalización de la información es el sustento de la nueva revolución informática. Su expresión hasta ahora más compleja, aunque sin duda seguirá desarrollándose para quizá asumir nuevos formatos en el mediano plazo, es la Internet.

Una sociedad industrial (como noción habitual en la tradición sociológica) no es sólo una sociedad en la que hay industria, sino aquella en la que las formas sociales y tecnológicas de la organización industrial impregnan todas las esferas de la actividad, comenzando con las dominantes y alcanzando los objetos y hábitos de la vida cotidiana, y tal como se señala en Wikipedia, los modos de desarrollo tecnológico son los dispositivos mediante los cuales el trabajo actúa sobre la materia para generar producto.

Cada modo de desarrollo se define por el elemento que es fundamental para fomentar la productividad en el proceso de producción.

Así, en el modo de desarrollo agrario, la fuente del aumento del excedente es el resultado del incremento cuantitativo de mano de obra y recursos naturales (sobre todo tierra cultivable) en el proceso de producción, así como de la dotación natural de esos recursos.

En el modo de producción industrial, la principal fuente de productividad es la introducción de nuevas fuentes de energía y la capacidad de descentralizar su uso durante la producción y los procesos de circulación.

En el nuevo modo de desarrollo informacional, la fuente de la productividad estriba en la tecnología de la generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos.

Sin duda, el conocimiento y la información son elementos decisivos en todos los modos de desarrollo, ya que el proceso de producción siempre se basa sobre cierto grado de conocimiento y en el procesamiento de la información. Sin embargo lo que es específico del modo de desarrollo informacional es la acción del conocimiento sobre sí mismo como principal fuente de productividad.

El procesamiento de la información se centra en la superación de la tecnología de este procesamiento como fuente de productividad, en un círculo de interacción de las fuentes del conocimiento de la tecnología y la aplicación de ésta para mejorar la generación del conocimiento.

RASGOS DE LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

La nueva de la Sociedad de la Información, se caracteriza por una serie de rasgos altamente definitorios de los caminos que nuestra sociedad en general, y los ciudadanos en particular, están adoptando. Entre dichos rasgos, cabe distinguir, con Trejo, los que se enuncian a continuación:

a). Exuberancia:. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los días.

b). Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario público contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de nuestra vida privada.

Nuestros abuelos (o bisabuelos, según el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del surgimiento de la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extranjero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un buque en una travesía de varias semanas.

La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural al lado de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter celular o móvil.

Los jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por satélite ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década: frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas de navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata.

Esa es la Sociedad de la Información. Los medios de comunicación se han convertido en el espacio de interacción social por excelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, también, una riesgosa supeditación a los consorcios que tienen mayor influencia, particularmente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les llaman en algunos sitios).

c). Irradiación. La Sociedad de la Información también se distingue por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de mensajes.

Las barreras geográficas se difuminan; las distancias físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado reciente.

Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un país a otro.

Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional.

Hoy en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país cuyas coordenadas tal vez tampoco identificamos del todo.

d). Velocidad. La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.

e). Multilateralidad / Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación contemporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos cuantos sitios.

En todos los países hay estaciones de televisión y radio y en muchos de ellos, producción cinematográfica.

Sin embargo el contenido de las series y los filmes más conocidos en todo el mundo suele ser elaborado en las metrópolis culturales.

Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.

f). Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicación convencional (como la que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar información permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores de sus propios mensajes.

En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada.

La gran mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya existen en la Internet.

g). Desigualdad. La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas posibilidades para la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad.

Numerosos autores, especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras de la red de redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte, 1995).

Sin embargo la Internet, igual que cualquier otro instrumento para la propagación y el intercambio de información, no resuelve por sí sola los problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que reproduzca algunas de las desigualdades más notables que hay en nuestros países.

Mientras las naciones más industrializadas extienden el acceso a la red de redes entre porcentajes cada vez más altos de sus ciudadanos, la Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de la gente en los países más pobres o incluso en zonas o entre segmentos de la población marginados aún en los países más desarrollados.

h). Heterogeneidad. En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet se duplican –y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias que están presentes en nuestras sociedades.

Si en estas sociedades hay creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo de eso se reflejará en los nuevos espacios de la Sociedad de la Información.

Pero de la misma manera, puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos, insolencias y crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas en estos medios. Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para manifestaciones de toda índole aunque con frecuencia otros medios exageran la existencia de contenidos de carácter agresivo o incómodo, según el punto de vista de quien los aprecie.

i). Desorientación. La enorme y creciente cantidad de información a la que podemos tener acceso no sólo es oportunidad de desarrollo social y personal. También y antes que nada, se ha convertido en desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e incitaciones de casi cualquier índole a través de los medios y especialmente en la red de redes. Esa plétora de datos no es necesariamente fuente de enriquecimiento cultural, sino a veces de aturdimiento personal y colectivo.

El empleo de los nuevos medios requiere destrezas que van más allá de la habilidad para abrir un programa o poner en marcha un equipo de cómputo. Se necesitan aprendizajes específicos para elegir entre aquello que nos resulta útil, y lo mucho de lo que podemos prescindir.

j). Ciudadanía pasiva. La dispersión y abundancia de mensajes, la preponderancia de los contenidos de carácter comercial y particularmente propagados por grandes consorcios mediáticos y la ausencia de capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen aunarse para que en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la creatividad y el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de conocimientos.

No pretendemos que no haya intereses comerciales en los nuevos medios –al contrario, ellos suelen ser el motor principal para la expansión de la tecnología y de los contenidos–.

Pero sí es pertinente señalar esa tendencia, que se ha sobrepuesto a los proyectos más altruistas que han pretendido que la Sociedad de la Información sea un nuevo estadio en el desarrollo cultural y en la humanización misma de nuestras sociedades.

Por todo ello cabe concluir, tal como afirma Manuel Castell, que en todo el planeta se ha construido una economía global, muy dinámica, entrelazando gentes y actividades valiosas, y desconectando de las redes de poder y riqueza a pueblos y territorios carentes de importancia desde las perspectivas de los intereses dominantes.

El espacio de los flujos domina el espacio de los lugares, y el tiempo atemporal al tiempo del reloj de la era industrial. Predomina un modo de desarrollo en el que la principal fuente de productividad es la capacidad cualitativa para optimizar la combinación y el uso de los factores de la producción basándose en el conocimiento y la información.

La nueva estructura social es la sociedad red. La nueva economía es la informacional-global. La nueva cultura es la virtualidad real.

La lógica de redes interconectadas como formas auto expansivas y dinámicas de la organización de la actividad humana invaden todos los ámbitos de la vida económica, social y cultural.

Hay una transformación estructural de las relaciones de producción, de poder y de experiencia. Va apareciendo una nueva cultura.

Se trata de una transformación multidimensional. Se necesita, por tanto, una nueva política, pues proseguirá la globalidad selectiva que profundizará las diferencias. El siglo XXI se caracterizará por una perplejidad informada. Para mejorar la sociedad se requieren cambios y esperanza.

 

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