El arzobispo de Granada cesa al rector del Seminario Mayor San Cecilio por una relación de amistad intensa con un seminarista
Este es el segundo escándalo al que ha tenido que hacer frente el arzobispo de Granada, Javier Martínez, después de que estallara el caso de los "romanones" y que un sacerdote fuera acusado por abusos sexual continuado a un joven cuando era niño. EP:

El arzobispo de Granada cesa al rector del Seminario Mayor San Cecilio por una relación de amistad intensa con un seminarista

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24/9/2016 06:54
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Actualizado: 24/9/2016 01:20
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El arzobispo de Granada, Javier Martínez, cesó ayer de sus funciones a José Antonio Vinuesa García, hasta ahora rector del Seminario Mayor San Cecilio, por la relación de amistad intensa y de carácter «posesivo», impropia, con un seminarista de cuarto curso, según Infovaticana, que cita fuentes del propio Obispado.

Martínez ha informado a los seminaristas que Vinuesa ya no tiene autoridad sobre ellos como rector, aunque durante algún tiempo pudiera aparecer oficialmente como tal, en concreto en el acto de apertura del curso que tendrá lugar en los próximos días.

Con esta decisión, Javier Martínez quiere poner fin a un escándalo que ha durado varios días y que ha convulsionado la vida de la Archidiócesis, tras las denuncias de este portal.

Todo comenzó con distintas informaciones que advirtieron a Infovaticana de la relación que el ya erector tenía con el mencionado seminarista.

Con el tiempo, la relación pasó de amistad a un control y seguimiento “impropios”, con carácter “posesivo” (en palabras del propio arzobispo) por parte del rector Vinuesa al seminarista.

Algunos compañeros, hoy ya sacerdotes, revelaron cómo tuvieron que ayudar al joven a esconderse ya que el rector Vinuesa, aseguran, le buscaba por la noche por el seminario. Se dice incluso que llegaron al extremo de tener que esconder a su compañero en un armario, afirma la publicación citada.

Esta diario especializado en la información de la Iglesia Católica, intentó el pasado 14 de septiembre hablar con el arzobispo Martínez para trasladarle las graves acusaciones que pesaban sobre el rector del seminario, pero el prelado declinó contestar.

Las informaciones de este portal empujaron al arzobispo a abrir una primera investigación interna orientada a saber quién había hablado con la publicación.

Tras una segunda información, Martínez tomó declaración formal al seminarista, que se encontraba en Huelva de ejercicios espirituales. Tras ese encuentro aseguró “dar el tema por zanjado”.

Después, una persona la máxima confianza del arzobispo se puso en contacto con la citada publicación para informar que el arzobispo había interrogado el día anterior a la supuesta víctima y que consideraba que todo se debía a una amistad que se había tergiversado maliciosamente, y que por su parte daba también por zanjado el tema y no consideraba que hubiera nada que investigar, añadiendo que el arzobispo enviaría a Roma nota de lo sucedido.

La decisión tomada por el arzobispo Martínez, de apartar a Vinuesa García de su responsabilidad, al frente del rectorado del Seminario, contradicen las afirmaciones anteriores.

ROMANONES

La archidiócesis de Granada ha vivido en los últimos años una auténtica pesadilla después de que un joven del Opus Dei enviara una carta al Papa Francisco para contarle que había recibido supuestos abusos sexuales por parte de varios sacerdotes. El Papa se puso en contacto telefónico con él para pedirle perdón por lo ocurrido.

Aquello dio pie a una investigación judicial que desembocó en la apertura del juicio oral por los abusos sexuales supuestamente cometidos por el padre Román Martínez, que formaba parte de un grupo de sacerdotes conocidos como «los romanones». El juicio se celebrará próximamente en la Audiencia Provincial de Granada.

El padre Martínez negó haber abusado sexualmente del denunciante cuando era menor de edad, por el que, según dijo, sentía el “amor fraterno” de un sacerdote que acoge a las personas que acuden a su parroquia. Y manifestó su disconformidad con el auto que le procesa por un delito de abuso sexual continuado con prevalimiento, castigado con pena de prisión de cuatro a diez años, y sostuvo que nunca se “exhibió desnudo” ante el denunciante.

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