El Quijote, un referente para la Justicia española
Imagen de la serie de TVE 'El Quijote', protagonizada por Fernando Rey y Alfredo Landa.

El Quijote, un referente para la Justicia española

El Quijote, desde tiempo inmemorial, siempre ha sido fuente de inspiración y de referencia. También en materia de Justicia. Si bien la Justicia del siglo XVI nada tenía que ver con la nuestra. Entonces los gobernadores, los corregidores y los alcaldes administraban justicia. Y era lógico. En el Antiguo Régimen las jurisdicciones siempre se superpusieron hasta su desaparición, a principios del siglo XIX, con la llegada de “la Pepa”, la Constitución de Cádiz.

Y en esta materia, la de la Justicia, resaltan por encima de todo los consejos que don Alonso Quijano le da a su fiel escudero Sancho cuando este es nombrado como gobernador de la ínsula Barataria. Son consejos sobre cómo debía administrar justicia de una forma recta y justa y que, por su actualidad, no podemos resistirnos de recuperarlos.

Y es que, a veces, Don Quijote es un loco lleno de lúcidos momentos. En ellos, su locura es la forma más extensa de la razón, como muestra estas brillantes recomendaciones a Sancho a la hora de administrar Justicia.

Don Quijote dice así a Sancho: “Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.

Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malasrazones.

Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.

Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos”.

Estas eran las características que, según Miguel de Cervantes, debían adornar el alma del buen Sancho cuando administrara justicia.

Son consejos que nos llegan desde el túnel del tiempo, después de siete siglos, con un espíritu tan vivo, vigente y actual que bien podría haberse escrito en esta época.

Noticias Relacionadas:
Lo último en Divulgación