Casi 10 años después, el accidente militar de Hoyo de Manzanares (Madrid) sigue sin resolverse
Realizaban un ejercicio de adiestramiento de desactivación de explosivos para su posterior despliegue en Líbano; uno de los heridos graves, el teniente de Infantería de Marina José Manuel Candón (abajo a la derecha), y su abogado, Juan Jesús Blanco, relatan en Confilegal la trayectoria judicial y administrativa del caso; en la imagen grande el funeral, arriba los militares fallecidos y abajo los heridos de gravedad.

Casi 10 años después, el accidente militar de Hoyo de Manzanares (Madrid) sigue sin resolverse

Ocurrió en febrero de 2011 en la Academia de Ingenieros. Se saldó con cinco militares muertos y dos heridos graves
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07/9/2020 07:00
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Actualizado: 06/9/2020 19:48
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24 de febrero de 2011. Academia de Ingenieros del Ejército de Tierra, en Hoyo de Manzanares (Madrid). Campo de Tiro de ‘El Palancar’. 

8 militares de Tierra e Infantería de Marina realizaban un ejercicio de instrucción consistente en una detonación controlada de 8 minas contra-carro. Pasadas las 10.00 de la mañana, durante la preparación del ejercicio, detonaron.

La explosión segó la vida a cinco militares y otros tres resultaron heridos, dos de ellos muy graves. 

La unidad de Infantería de Marina con sede en San Fernando (Cádiz) estaba concentrada en la base de El Goloso (Madrid) para preparar el despliegue al Líbano. Iban a formar parte de una Unidad de Cascos Azules. 

Los fallecidos son el sargento Sergio Valdepeñas Martín, de 35 años; el sargento Mario Hernández Mateo, de 33; el cabo Miguel Ángel Díaz Ruiz, de 25, los tres del Batallón de Zapadores Mecanizado número XII de El Goloso, del Ejército de Tierra, y el sargento primero Víctor Manuel Zamora Letelier, de 44 años, y el cabo primero Javier Muñoz Gómez, de 36, ambos de la Brigada de Infantería de Marina de San Fernando.

Resultaron heridos de gravedad el teniente José Manuel Candón Ballestero, y el sargento primero Raúl Alfonso González Fernández, en la actualidad brigada, y Herminio Álvarez Gómez, leve. Los tres formaban parte de la Brigada de Infantería de Marina. 

Entre los fallecidos se encontraban «algunos de los mejores expertos en desactivación de explosivos» de nuestras Fuerzas Armadas, señaló la entonces ministra de Defensa, Carmen Chacón. Habían pasado por Líbano, Kosovo, Bosnia, Irak, Afganistán, Haití… 

“Se preparaban para desactivar explosivos y salvar vidas en Líbano cuando han perdido las suyas”, explicó Chacón. 

Los dos heridos graves quedaron con «más de un 95% de minusvalía». El Ejército les concedió el retiro por incapacidad.

Casi 10 años después, este accidente militar es el más antiguo en territorio español que sigue sin resolverse.

«Justicia tardía, no es Justicia», destaca en Confilegal el teniente José Manuel Candón Ballestero (Medina Sinodonia, Cádiz, 1976), uno de los militares heridos graves, más conocido como Pepe Candón, quien junto a su abogado, Juan Jesús Blanco, relata en este diario el periplo judicial y administrativo del caso. 

El teniente de Infantería de Marina José Manuel Candón, de 43 años, en una foto actual tomada para este reportaje; cuando ocurrió el accidente tenía 34 años, un hijo con siete años y una niña de 6 meses.

«Después del trágico suceso, tanto los heridos como los familiares de los fallecidos -sus viudas y huérfanas- iniciamos una lucha judicial contra el Ministerio de Defensa, la que siempre fue nuestra casa, pero nos hemos visto envueltos en una orfandad tutelar«, explica Candón.

«Consideramos que Defensa nos ha dado la espalda hasta el mandato de Margarita Robles«, señala.

Según informa, bajo la dirección de Robles, los afectados han visto, a través del Portal de Transparencia y una serie de peticiones, «un cambio de criterio a la hora de llevar estos casos». «Se le ve más empatía que sus predecesores. Con nosotros todavía no, pero estamos viendo en otros casos que la cosa está cambiando», indica. 

«Además, a finales de 2019 se llevó a cabo la publicación de un nuevo manual que recoge los procedimientos a seguir para el manejo de municiones y explosivos y evitar nuevos accidentes», apunta.

Funeral por los fallecidos en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares; lo presidió el entonces Príncipe Felipe. Foto: MD

El Rey durante la imposición de condecoraciones a título póstumo a los fallecidos. Foto: MD

Don Felipe saludando en el funeral al herido leve en el accidente, Herminio Álvarez Gómez.

SU DENUNCIA

Los afectados del accidente denuncian que aquel día se iban a llevar a cabo una serie de ejercicios de desactivación de explosivos en los cuales el material que se les proporcionó aquella mañana «no estaba ni en las condiciones técnicas ni de seguridad óptimas para poderlos realizar».

«Ese material explosivo, esas minas, se encontraban catalogadas como inútil, estado 40″, expone el oficial Candón, y aclara que el estado de catalogación de las municiones puede ser útil, consumo preferente e inútil, entre otros, según el estado de conservación.

Candón manifiesta que el material con el que trabajaron aquel día, según el informe técnico del Ejército de Tierra que obra en las actuaciones, «se declaró inútil, estado 40, en diciembre de 2010, con lo cual nunca debió ser utilizado». 

«¿Qué quiere decir esto? Que no se puede emplear para ejercicios de adiestramiento. Está terminantemente prohibido por las normas vigentes, por el peligro que entraña. Sin embargo, se utilizó, y durante la preparación del ejercicio detonaron las 8 minas contra-carro, además de una carga explosiva supletoria. En total, más de 60 kilos de explosivo militar», expone.

José Manuel Candón relata que el equipo del Ejército de Tierra se encontraba apilando el material explosivo en la zona donde iban a realizar la práctica cuando detonaron.

A Candón le trasladaron al Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, donde le estabilizaron las perforaciones que tenía. 

Se despertó más de un mes después. «Y cuando lo hice no podía hablar porque tenía hecha una traqueotomía, no veía y no sabía ni donde estaba. No sabía si mis compañeros estaban vivos o muertos», rememora.

Una imagen de Candón en el hospital; lleva 35 operaciones (ojos, oído, estética, maxilofacial, extracción de metralla…)

«Poco a poco me quitaron la traqueotomía, me operaron de los ojos y vi un rayito de claridad. Vi una bata verde. Entonces empecé a tener motivación para tirar hacia adelante», prosigue.

Cuando ocurrió el accidente Candón tenía 34 años, un hijo con siete años y una niña de 6 meses.

Perdió el ojo derecho -lleva una prótesis-, y en el izquierdo conserva sólo entre un 15 y un 20% de visión. También ha perdido prácticamente el oído derecho y parte del izquierdo, y le han quedado quemaduras por todo el cuerpo. 

«Tengo metralla casi en el 80%, en toda la parte frontal. Me arrancó parte de la piel de los brazos, de las piernas… Estuve casi un mes en la UCI y me he tenido que someter a 35 operaciones: desde reconstrucción facial, a maxilofacial, ojos, oído, extracción de metralla…», expone.

El otro compañero herido grave, Raúl González, también perdió el ojo derecho debido a la onda expansiva y con el izquierdo ve aproximadamente un 10%, tiene hipoacusia por estallido de tímpanos, parte del cráneo reconstruido con piezas de titanio, y le han quedado diferentes marcas estéticas.

«La mayor parte del material utilizado explosionó y además el personal que iba a utilizar ese material era desconocedor de este estado de inutilidad y del peligro real que acarreaba su utilización», expone el abogado Juan Jesús Blanco Martínez, letrado gallego con despacho en Conil de la Frontera (Cádiz), quien representa a los dos Infantes de Marina heridos graves, y también a la viuda de Víctor Zamora Letelier.

«Es como si a un paracaidista cuando se va a lanzar al vacío, en lugar de un paracaídas homologado, le suministran una sábana amarrada con cuatro cordeles», señala el letrado a modo de símil.

El letrado Juan Jesús Blanco, director del bufete Blanco Abogados, con dilitada experiencia en todo lo que afecta a la materia militar y de la Guardia Civil.

Candón lamenta que casi 10 años después del trágico accidente, prácticamente se encuentran en la casilla de salida.

«Desde 2018, cuando se reactivó el caso, volvemos a estar en la casilla de salida. Esto siguen siendo unas diligencias previas y no hay atisbo todavía de que se vaya a elevar a sumario», argumenta. 

El abogado de Candón informa que han pasado por sede judicial tanto testigos, como peritos, como documentos e informes de la Guardia Civil y de Defensa «de valor esencial para la causa, que están pendientes de dilucidar por la juez».

«Actualmente se están aportando nuevas pruebas, evidencias palmarias que acreditan que la munición aquel día estaba inútil, estado 40, y que sin ningún género de dudas apuntan a que esa es la causa fundamental de la explosión», explica Blanco.

PERIPLO JUDICIAL

En octubre de 2013, la entonces titular del Juzgado Togado Militar Territorial número 11 de Madrid archivó la causa.

En 2016, el exministro ‘popular’ Pedro Morenés «firmó la resolución dando carpetazo al procedimiento y disipó cualquier posibilidad de indemnización a las víctimas y nuestras familias», relata el teniente Candón apesadumbrado.

Apunta que «cuando pides la responsabilidad patrimonial al Ministerio de Defensa, eso pasa principalmente por tres despachos». «El instructor del expediente vio favorables las indemnizaciones e hizo un informe para que las víctimas fuéramos indemnizadas; y eso luego fue a la Asesoría Jurídica del Ministerio de Defensa, que informó en sentido desfavorable a las indemnizaciones que nos pudieran corresponder, y Morenés las negó», relata este teniente retirado.

Explica que cuando un militar tiene un accidente, le corresponde una pensión y el seguro colectivo que tienen contratadas las Fuerzas Armadas.

Ese seguro, en el caso de las viudas fue de 22.500 euros, y en el caso de los heridos graves de unos 30.000.

«La asesoría jurídica del Ministerio de Defensa dijo que con eso era suficiente. Para nosotros no lo es. Si un compañero tiene un accidente haciendo deporte y se muere de un infarto, a la viuda le corresponde lo mismo. ¿Cómo va a corresponder lo mismo por una muerte accidental en el cuartel que cuando te han dado un material caducado y obsoleto?», manifiesta Candón indignado.

Entonces, presentaron ante la Audiencia Nacional (AN) un recurso contencioso-administrativo contra la decisión de Morenés.

Blanco informa que la AN «de forma sorpresiva y en contra del criterio que venía manteniendo en otros casos similares, dictó sentencia negándole el derecho a percibir la responsabilidad patrimonial que reclamaban».

En 2016, los afectados presentaron un recurso de casación ante el Tribunal Supremo contra esa resolución, que no fue admitido a trámite.

«Entonces nos quedaban dos vías: Recurrir en amparo ante el Tribunal Constitucional o pedir la reapertura de la vía penal, que fue lo que hicimos, porque en un primer momento habíamos pensado que había una predisposición en Defensa a hacer frente a esa responsabilidad patrimonial y permitimos que el auto por el cual se archivaba la causa penal guardara un cierto silencio sobre las responsabilidades que se habían puesto de manifiesto. Se nos negó en primera instancia, e interpusimos un recurso de queja, que prosperó y se reabrió la causa», informa Blanco.

«Con lo cual, al estar en la causa penal, volvemos al punto de partido y a las posibles responsabilidades que se puedan derivar una vez resuelta la causa», apunta el letrado.

En el recurso de queja presentaron un informe del perito Luis Oria.

Alegaron que la causa «se había cerrado sin quedar claras las responsabilidades que se habían puesto de manifiesto. Era más que evidente que había una serie de actuaciones que no se habían investigado: La trazabilidad de la munición, dónde se había guardado aquel día, el estado de catalogación en el que se encontraba, la cadena de custodia de la munición…». «Consideramos que se había pasado de puntillas por encima de una serie de hechos que no se habían tenido en cuenta judicialmente», señala el oficial.

El Tribunal Militar Territorial número 1 de Madrid estimó en marzo de 2018 que se reabriera la causa.

Ese mismo día se notificó el cambio de juez, y pasó a manos de la nueva titular del Juzgado, Patricia Moncada Lázaro, comandante auditor, y hasta entonces titular del Juzgado Togado número 12.

«Moncada llevó a cabo nuevas testificales y documentales que entendemos que van a resultar esenciales en la nueva resolución de la causa», señala Blanco.

La juez togada solicitó a finales de 2018 un informe a los Tedax, y en marzo del año siguiente fue el careo del mismo y la ratificación.

«A la luz de informe, quedaron evidencias de que lo que se había actuado con anterioridad no había aclarado suficientemente los hechos, habida cuenta de que había puesto de manifiesto que la munición estaba inútil, en estado 40, cuestión que en un primer momento no había sido advertida por los Tedax«, relata el abogado.

Informa que en marzo de 2019 pidió una serie de actuaciones e imputaciones.

«Desde entonces estamos a la espera de la resolución de esa petición hecha a la juez», señala Candón.

«Tenemos plena confianza en la Justicia, pero esto se nos eterniza, y la Justicia tardía, no es Justicia», recalca.

LO QUE RECLAMAN 

En primer lugar, piden que «se reconozca la verdad de por qué se produjo el accidente».

«Simplemente solicitamos el esclarecimiento de unos hechos que a nuestro parecer fueron negligentes por parte de un órgano dependiente del Ministerio. Que se haga Justicia y se reconozca de una vez por todas que los explosivos que estábamos usando por su estado nunca debieron ser utilizados ya que su catalogación técnica de inútil prohíbe su manejo», explica el teniente.

«Y sobre todo queremos evitar se repitan estos episodios y que se produzcan nuevas víctimas», agregan tanto Candón como Blanco.

Candón manifiesta que «los accidentes no son cuestión de mala suerte, sino que en su inmensa mayoría son fallos humanos o a consecuencia del mal estado del material».

«Está reconocido por activa y por pasiva que nos dieron un material caducado y prohibido su uso, que ha tenido unas repercusiones gravísimas para nosotros y nuestras familias», señala.

«Y la Justicia por definición no es otra cosa que la voluntad perpetua y constante de dar a cada uno lo suyo. Y la administración militar tiene una deuda muy grande con mis clientes y con sus familias», añade el letrado.

«Además, el Ministerio de Defensa tiene la posibilidad y la oportunidad de rectificar y mitigar estos efectos sin necesidad de que haya que recurrir a los órganos judiciales», apostilla Blanco.

«Una vez que obtienes la verdad, se hace justicia. Y una vez que se hace justicia, se reparan los daños ocasionados. Ya es hora de que la administración reconozca su error y por fin viudas, huérfanas, familiares y heridos obtengamos la justicia que nos merecemos, se conozca la verdad y se reparen los daños ocasionados para que casi 10 años después podamos descansar tranquilos y honrar por fin la memoria de los fallecidos con una decisión jurídica o administrativa justa y acertada», reclama Candón.

«Y reparando los daños económicos y morales ocasionados», agrega el abogado.

Imagen del teniente retirado en la que se aprecian sus medallas de misiones, méritos y cursos realizados.

CUATRO VECES CAMPEÓN DE EUROPA DE TRIATLÓN CROSS XTERRA Y CAMPEÓN DEL MUNDO DE LA MISMA MODALIDAD EN 2018 

José Manuel Candón siempre tuvo claro que quería ser militar. Su sueño era incorporarse a las Fuerzas Armadas en cuanto cumpliera los 18. Y así fue, en 1995.

Hasta aquel aciago 24 de febrero de 2011, dieciocho años después de su ingreso en el Ejército, había estado de misión tres veces en Bosnia y una en Albania. 

¿Qué recuerda de la explosión? «Sentí como si me arrollara un camión. Me pitaban los oídos, no veía ni oía, me quemaba el cuerpo y me empezó a doler todo. Empecé a gritar. Recuerdo que cuando aterrizó el helicóptero del SUMA agradecí la sensación de frescor de las aspas; me calmó el ardor del cuerpo. No era consciente de lo que pasaba. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue mover los dedos de las manos y de los pies, y al mover estos últimos noté las botas inundadas de sangre. Empecé a escuchar a los servicios de rescate y perdí la consciencia», rememora.

Tras el trágico accidente, el Ejército le concedió a Cándón y a González el retiro por incapacidad.

Candón y González en una exposición de material como adscritos a su Unidad una vez retirados.

Acto de despedida del Tercio de Armada por pase a Retiro de Raúl González y Pepe Candón.

Para Candón, el deporte fue su vía de escape y en la actualidad es cuatro veces campeón de Europa de Triatlón Cross Xterra (2016, 2017, 2018 y 2019), y campeón del mundo de la misma modalidad en 2018 en Hawái.

Imagen del paratriatleta con su guía en Tándem MTB en un descenso del Campeonato de Europa XTERRA 2018 en Alemania.

Candón y Macías posan orgullosos como Campeones de Europa XTERRA 2019 categoría PTVI en Prachatice, República Checa

Emotiva entrada en meta de Pepe Candón y Nicolás Arellano Trigo, sargento primero de IM que fue su anterior guía, en su primer Campeonato Xterra 2017 en Portugal.

El Tándem Candón y Macías en el Campeonato de España TriCross en Almería, en 2019.

Mario Galvín, un buen amigo suyo, le animó a comprarse una bicicleta tándem de montaña y se ofreció a salir con él de guía. «Me entró el gusanillo y me fuí enganchando. De ahí, di el salto al triatlón cross junto a mi guía Jonathan Macías«, explica. 

Hace cuatro años, Candón buscó una carrera que rompiese los límites de cuerpo y mente «para demostrar que cualquiera es capaz de hacer lo que se proponga». Encontraron los Xterra: 1.500 metros nadando, entre 30 y 35 kilómetros de bici y 10 kilómetros de trail de montaña corriendo, es decir, triatlón cross extremo. 

Se estrenaron en 2016 en los Campeonatos de Europa que se celebraron en Zittau (Alemania) y en los que hubo unos 800 participantes. Tardaron seis horas y cuarto en hacer el recorrido y fueron campeones en su categoría, de deficientes visuales.

No paran de conquistar éxitos y de llevar el deporte español a lo más alto.

Pepe Candón y Jonathan Macías, orgullosos de haber obtenido por primera vez en la historia un Mundial XTERRA para una pareja en Tándem, en Hawái en 2018.

Candón sueña con poder representar a las Fuerzas Armadas en sus competiciones futuras.

En la actualidad está recabando fondos para poder volver al mundial en 2021, en Hawái.

«Retroceder nunca, rendirse jamás», dice el paratriatleta gaditano Pepe Candón. Es su lema.

José Manuel Candón y su guía, Jonathan Macias, Jonathan como campeones de Xterra en Golega (Portugal) en 2018. Foto: Cedida

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