China lucha contra la corrupción política con una serie de televisión de gran éxito
Los protagonistas de "En el nombre del pueblo", que está batiendo índices de audiencia en China como ninguna serie antes.

China lucha contra la corrupción política con una serie de televisión de gran éxito

Podría habérsele ocurrido a cualquiera de las productoras españolas, porque el fondo es el mismo que en China: la lucha contra la corrupcion. Pero ha sido allí y no aquí. La serie lleva por título «En el nombre del pueblo», la frase con la que comienza la declaración de independencia de los Estados Unidos.

La historia gira en torno a los esfuerzos de un fiscal para perseguir la corrupción en una ciudad ficticia en ese país y cuenta con el apoyo completo del Partido Comunista Chino.

No en vano, su estreno, que coincidió con la campaña contra la corrupcion del secretario general de ese partido, Xi Jinping, está resultando un gran éxito. Similar al de series como «House of Cards» o «Juego de Tronos» en el mundo, por poner dos ejemplos.

Las audiencias, tanto en televisión -se pasa por la cadena Hunan TV- como por la red, «on line», están siendo «brutales». Los índices de audiencia son de un 9  sobre un máximo de 10, en la web de «streaming» Douban, que emula a Netflix en aquel país.

La serie, que consta de 55 capítulos, se puede descargar a través de la red; hasta la fecha se han colgado 38.

El protagonista de la historia es el detective Hou Liangping, que interpreta el actor Lu Yi. Sus antagonistas son Zhang FenguyiXu Yajun– y Sha RuijinZhang Fengyi-, el secretario provincial del Comité del Partido Comunista de la provincia ficticia de fictional province of Handong.

La clave del éxito de «En el nombre del pueblo» se basa en la gran calidad de sus actores, en las tramas policiales, políticas y personales, en los guiones y en la novedad de la temática.

Por ejemplo, en el capítulo de estreno de la serie la historia se centra en un funcionario corrupto del Partido que es detenido en su secreto chalet donde guarda enormes cantidades de dinero metidos en frigorificos, armarios y camas. Una escena con un gran impacto visual basada en un caso real.

Imagen del funcionario corrupto con todo el dinero acumulado. myzaker.com.

El prototipo del funcionario corrupto es Wey Pengyuan, exvicepresidente del departamento de carbón de la Administración de Energía Nacional que fue sentenciado a muerte en 2016 por corrupción.

En otro caso se cuenta la historia de una ventanilla de atención a los ciudadanos de una oficina local que era tan baja que éstos tenían que agacharse para hablar con los funcionarios. Hechos que, al parecer sucedieron en la comisaría de policia de la estación de tren de Zhuzhou, en la provincia de Hunan, o en la oficina de la Seguridad Social de la misma ciudad.

Foto real de los ciudadanos chinos de rodillas hablando con los funcionarios en la oficina de la Seguridad Social en Zhengzhou. youth.cn.

«En el nombre del pueblo» es la primera producción de televisión en China que aborda la corrupción de alto nivel en China desde 2004.

Parte de su presupuesto procede del Supremo Ministerio Fiscal del Pueblo, la principal agencia estatal, responsable de la investigación y de la acusacion en China. La censura, por ello, ha sido mucho más suave, precisamente por el apoyo prestado por las autoridades a la serie.

«En el nombre del pueblo» ha sido alabada por  «El diario del pueblo», el órgano de prensa del Partido Comunista Chino.

«El hecho de que la serie esté basada en hecho reales no sólo hace más comprensible la lucha contra la corrupción sino que también ayuda a crear una mejor atmósfera social contra la corrupción», publicó el periódico.

Sin embargo, algunos disidentes, como el dibujante Rebel Pepper han calificado la serie como un modo de manipular y engañar al pueblo.

Por ogra parte, en opinión de Du Junfei, profesor de comunicación de masas de la Universidad de Nanjing, la serie no es un exito creativo, sino un éxito de autorizacion de creación por parte del Partido Comunista Chino.

La utilización de la televisión para la creación de estados de opinión entre los ciudadanos no es nueva. México, con sus culebrones, es un buen ejemplo de esta extendida práctica.

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