Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia: «El límite de la libertad de expresión es el discurso de odio»
Para Ibarra el artículo más importante de la Constitución es el 10, que habla de la dignidad humana. Confilegal.

Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia: «El límite de la libertad de expresión es el discurso de odio»

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17/11/2018 06:15
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Actualizado: 17/11/2018 00:19
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Aunque España está mejor que otros países europeos en comportamiento de tolerancia, no hay que bajar la guardia sobre todo ante la xenofobia y la violencia de género.

Esteban Ibarra, presidente de Movimiento contra la Intolerancia, así lo afirma en esta entrevista con Confilegal coincidiendo con el 16 de noviembre, fecha fijada por la ONU para llamar la atención sobre el respeto y la comprensión hacia los demás.

Ibarra considera que los profesionales del mundo jurídico tienen “un enorme déficit” de formación en esta materia y es categórico al aseverar que “el límite de la libertad de expresión es el discurso del odio”.

El viernes se conmemoró el Día Internacional de la Tolerancia, ¿cuál es el balance de este año 2018?

Esta siendo muy duro, existe un proceso de radicalización en múltiples sentidos que hace aumentar crispaciones y se puede decir que se está generando una gran clima de intolerancia que afecta a España y que yo he denominado desde hace tiempo como un proceso de mundialización del odio.

¿Vamos hacia atrás?

En cierto sentido sí, nunca se avanza en línea recta y propongo la prueba del 9 para verificar esta afirmación. ¿Se aprobaría hoy, en este clima de todos contra todos, la Declaración Universal de Derechos Humanos?

Que cada cual conteste.

¿Alguna  noticia agradable?

Pocas. Pero me agrada que socialmente crezca la conciencia de riesgo por el crecimiento de la intolerancia y también de la necesidad de organizarse para luchar contra sus consecuencias. Ahora se interpreta sin banalizar -antes se hacían bromitas-, y se recupera la memoria de tiempos atrás donde se cometieron barbaridades criminales y totalitarias.

Parece que hay un  incremento de partidos y formaciones de extrema derecha y de ultraderecha en Europa, y en otras regiones del mundo, como Latinoamérica, o como Brasil con Bolsonaro. ¿Debe alertarnos este avance? ¿De qué manera nos influye?

Sin duda y de la extrema derecha en Europa en sentido más amplio, no solo la ultra, porque seguimos sin respuestas adecuadas ante una globalización deshumanizada y la gente se apunta a “caudillos redentores” creyendo que van a solucionar los problemas.

Sin embargo la cuestión pasa por más compromiso con valores democráticos, mejor funcionamiento de nuestro sistema político, más sociedad civil asociada y participativa y sobre todo redistribución democrática del poder y la riqueza.

Hay que reformar, no hay que buscar “revoluciones” demagógicas, hay que mejorar y profundizar la democracia, sin desestabilizar países, ni regiones como la Unión Europea.

¿Incide en este incremento de la ultraderecha la política de Donald Trump?

Por supuesto, el discurso es tremendo, es soporte de todas las formas de intolerancia y encima promueve conductas inaceptables como la cultura de las armas que ya vemos cuánto dolor irreparable produce.

Pero a este personaje le vemos y  se le puede criticar de frente, hay otros que no los vemos, como son aquellas oligarquías financieras, esa Plutocracia que diría acertadamente Federico Mayor Zaragoza, que son capaces de enfrentarnos, generar crisis descomunales  y montar guerras. Esos son peores.

Ibarra con los campos de olivos de Torres, Jaén, de fondo. Confilegal.

¿Cómo ve la situación en España en este aspecto? ¿Nos vemos abocados a un escenario en que aparezcan más partidos de extrema derecha?

Eso parece. A mí que existan más o menos partidos políticos  realmente no me preocupa. Me preocupa la sociedad, en qué onda está y qué es capaz de promover, reaccionar o votar. Y ahora se come el “coco”, en especial a los jóvenes a través de las redes sociales, los móviles e internet.

Suscribo lo que dijo la Comisaria Europea de Justicia,Vera Jourova, sobre   las redes sociales, donde lo que más prevalece es la basura y el odio.

Esto es lo que me preocupa: cómo se desarrolla la personalidad de nuestros jóvenes, muy influidos por las redes sociales,  porque ahí está el futuro de la convivencia democrática.

¿Cómo estamos por tanto de tolerancia? ¿Considera que la sociedad española respeta al otro, al diferente, o se ha relajado en parte ese sentido amable que nos ha caracterizado siempre?

Realmente tanto  España, es decir sus instituciones y sociedad, en comparación con otros países europeos está bastante bien en comportamiento de tolerancia. Lo dicen todas las encuestas internacionales y nacionales y lo confirman los 80 millones de extranjeros que vienen aquí a  descansar.

Hay bastante libertad y respeto hacia la diversidad humana. No obstante hay una campaña incesante de demonización interesada de nuestro país. Que si fascista, racista colonial…qué barbaridades se dicen  a los cuatro vientos y lo dice gente muy joven que ha crecido en una sociedad avanzada como la nuestra.

AUMENTA LA XENOFOBIA

¿Se ha incrementado el número de denuncias debidas a actitudes intolerantes?

Esto es lo que hay que abordar. Hay conductas xenófobas, homófobas, machistas y otras formas de intolerancia, claro que sí, y hay que denunciarlas porque para atajarlo no se debe mantener esta  situación de infradenuncia. Pero que existan estas conductas no da pie a demonizar un país. No hay muchas variaciones cuantitativas en lo que nosotros detectamos, un ligero incremento, aunque aparecen focos de hispanofobia y catalanofobiacomo nuevos elementos.

¿Cuáles  son los principales asuntos en que nuestra sociedad muestra ese lado oscuro?Más que racismo, aumenta la xenofobia, especialmente tras flujos migratorios o entradas irregulares como se observa de manera incesante. Los episodios dramáticos no están generando una ola de solidaridad y es porque no se entiende muy bien lo que está pasando. Desde  el ámbito de la homofobia se consiguen leyes, pero continúan actitudes de rechazo e incomprensión. La violencia de género es un autentico horror y supone mucha frustración no dar con claves que la reduzcan e incluso la eliminen. Y en general no acaba de acometerse a fondo por las instituciones  tanto los delitos como el discurso de odio que todo lo envenena.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y DISCURSO DE ODIO

¿Cómo analiza el papel de las redes sociales? ¿Han supuesto un agujero por el que se cuela la intolerancia?

Desde nuestro punto de vista es el problema número uno. No se pueden socializar nuestros adolescentes con tanta violencia, sexismo, racismo y todas las fobias e ismos que componen el poliedro infernal de la intolerancia.

La libertad de expresión no es libertad de agresión y menos aún cuando es favorecida, mediante el anonimato e impunidad, su delictiva acción.

¿Qué medidas cree se deben adoptar para garantizar una convivencia adecuada en las propias redes sociales?

Hay que educar para la tolerancia y los derechos humanos y legislar para  poner límites, y esto no es atacar la libertad de expresión, lo digo yo que fui detenido en diferentes ocasiones en la dictadura y la Transición precisamente por defender las libertades, y durante los años 80 por encabezar el movimiento de radios libres.

Pero no vale todo.

Y hay que abordarlo porque no se entra en el fondo de la cuestión.

Sobre estas líneas, Esteban Ibarra, a quien le preocupa mucho la proliferación del discurso del odio.

¿Dónde termina por tanto la libertad de expresión?

El límite esta en el discurso de odio. Lo plantea el Consejo de Europa y la Unión Europea, reclamando y recomendando combatirlo mediante legislación civil y administrativa, con sus correspondientes sanciones económicas y con la legislación penal para los casos graves de este discurso.

La sentencia del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos,  en el caso de Féret contra Bélgica en 2009, sobre el Discurso de odio (Hate Speech), ya recordaba que es crucial “que los políticos en sus discursos públicos, eviten difundir declaraciones que tiendan a alimentar la intolerancia”.Nuestros políticos deberían conocerlas sentencias  del Constitucional y del Supremo que también  van en la misma dirección.

Desde el punto de vista legal  ¿qué leyes cree que es conveniente o que urge modificar? Necesitamos una Ley General de Igualdad de Trato y No Discriminación, una Ley Integral contra los Delitos de Odio que tenga muy en cuenta a las víctimas y modificar el Código Penal para que la protección frente a los delitos de odio sea universal, de manera que no exista colectivos y personas vulnerables que los fanáticos puedan atacar con sanciones escasas.

DÉFICIT DE LOS JURISTAS EN TOLERANCIA

¿Considera necesario que los profesionales del mundo jurídico se formen en tolerancia? Tienen un enorme déficit. No manejan esta terminología, caen en tautologías y oximorones como “tolerancia cero”.

¿Qué es eso? Confunden este valor democrático crucial con la permisividad. Desconocen la Declaración de Principios de la UNESCO sobre Tolerancia que reclama tres dimensiones: respetar, aceptar y apreciar la diversidad cultural y las diferentes manifestaciones de la condición humana, desde la defensa de la dignidad de la persona y los derechos humanos. Les falta mucha comprensión respecto de este tema.

¿A partir de qué edad se debe educar en derechos fundamentales y libertades?

Desde la guardería se debe empezar a enseñar a amar al prójimo, a respetar su dignidad y a hacer entender, con la metodología adecuada a la edad, que  como dice la Declaración en su  artículo 1: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

¿Y a los adultos? ¿Cómo les podemos reeducar? porque eso parece urgente.

A partir de su propia experiencia. Todos tenemos experiencia de sufrir intolerancias y vulneraciones de derechos humanos y aplicando aquella máxima de no hagas a tu prójimo aquello que no quieres que a ti te hagan, o trata a las personas como quieres que a ti te traten, tenemos una oportunidad de hacer entrar en razón ética. Hay que ponerse a la tarea con urgencia.

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