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Los «pseudoescépticos», sus falacias y cómo manipulan las pruebas

Los «pseudoescépticos», sus falacias y cómo manipulan las pruebas
El autor de la columna es el doctor Felicísimo Valbuena, catedrático emérito, asesor de comunicación y periodista.
11/7/2019 06:20
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Actualizado: 07/6/2022 16:20
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Quiero comenzar exponiendo dos de los motivos que he tenido para ir escribiendo varias columnas sobre los pseudoescépticos:

1.- Animar a que periodistas, sobre todo jóvenes, con ganas de dar a conocer asuntos importantes, escriban uno o varios reportajes de investigación sobre el gran escándalo de los “pseudoescépticos”.

Estoy convencido de que, si escriben y publican, van a ser candidatos serios a ganar un premio de periodismo español, europeo o mundial. Los “pseudoescépticos” quieren dejar sin trabajo a miles de profesionales, basándose en fundamentos ridículos.

Se han llegado a ilusionar con que dos ministros, la breve Carmen Montón, exministra de Sanidad y el exastronauta Pedro Duque, ministro de Ciencia, fueran los instrumentos de su plan.

Carmen Montón no ha desaparecido del panorama, a pesar de haber cesado como ministra de Sanidad por una revelación periodística.

La podemos ver pontificando en las televisiones sobre asuntos que, es muy dudoso, ella domine.

Por tanto, los profesionales que se sientan perjudicados harían muy bien en tomar nota de cualquier declaración de Montón, puesto que actúan para favorecer los intereses de los “pseudoescépticos”.

Carmen Montón, exministra de Sanidad.

Lo mismo podemos decir del insignificante Duque.

Es difícil encontrar en la lista de ministros de la Democracia alguno que, como él, no se priva de apoyar descaradamente a un “lobby” como el de los “pseidoescépticos”.

Así es que, si sigue de ministro, conviene seguir sus declaraciones como la sombra sigue al cuerpo.

Pedro Duque, ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. Foto: EP.

2.- Ofrecer pruebas, a quienes hayan iniciado procesos judiciales, de la falta de fundamento sólido de quienes van presumiendo de ser científicos. Los “pseudoescépticos” no ofrecen argumentos sino “mantras”.

Repiten simplezas como los papagayos.

El filósofo presocrático Heráclito afirmaba: “Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”.

Lo mismo puede decirse de los escritos de los “pseudoescépticos”: No resisten una segunda lectura.

¿Por dónde empezar?

Averiguando a) la identidad de quien elaboró en 2011 la lista de lo que él/ella denominó “pseudoterapias”…

Primer asunto pendiente: ¿Quién es el/la autor/a de la lista de las “pseudociencias”?

La célebre lista apareció como Anexo I en el documento “Análisis de situación de las terapias naturales”, del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. 

Esta información es muy importante, porque quien elaboró esa lista en 2011, apostilló: Elaboración propia a partir de la información extraída de diversas páginas de Internet”.   

Después, quitaron esa nota a pie de página, seguramente por miedo de quien la elaboró a recibir muy molestos y onerosos litigios.

Ahora bien, si esa lista no tiene dueño, entonces es “mostrenca”, es decir, que no tiene dueño conocido.

Y si la APETP (Asociación para Proteger al Enfermo de las Terapias Pseudocientíficas) la ha hecho suya, entonces ha de atenerse a las consecuencias en el debate en los medios y en los tribunales.

Esta misma lista fue publicada por el Consejo General de los Colegios Oficiales de Médicos de España.  Como muy bien se plantean Ana Gimeno-Bayón y Ramón Rosal, Doctores en Psicología y Directores del Instituto Erich Fromm de Psicoterapia Integradora Humanista (Barcelona):

“No nos queda más remedio que preguntarnos si no es intrusismo profesional el que unas personas que no son profesionales de la Psicología ni de la psicoterapia opinen y condenen lo que no conocen”.

“También hay unos Farmacéuticos a favor de la evidencia científica.

“Creemos que tampoco los farmacéuticos están preparados para juzgar acerca de una materia, la psicoterapia, que les es ajena y que tiene el inconveniente de que no les da ningún beneficio económico, ya que no recomendamos medicamentos (ni convencionales, ni no convencionales).

“Así que, acerca de nosotros, no tienen nada que decir.  En todo caso, lamentar que no hayamos optado por la psiquiatría, para consumir sus productos”.

Mucho peor fue que también la hizo suya el Instituto de Salud Carlos III, de Madrid.

Incluso, ha habido algún Colegio de Psicólogos, como el de Murcia, que se ha plegado a las presiones de Fernando Frías, como si sus responsables fueran papel de fumar o mantequilla de Soria, y han llegado a negar los locales del Colegio a Psicólogos Colegiados para tratar de sus problemas. Me he ocupado de este incidente en una de mis columnas anteriores. Espero que dicho Colegio se quite algún día ese baldón.

… y b) identificando a quienes revisaron en 2018 la lista de 2011 y la dieron por buena.

Es muy importante identificar a esas personas porque la consecuencia de su dictamen puede ser que miles de profesionales se queden sin trabajo.

Ya me he referido al Informe que elaboraron Ana Gimeno-Bayón y Ramón Rosal, los doctores citados.

Aquí pongo el enlace de ese Informe.

Leerlo es comprobar que está a mucha distancia de cualquier documento que hayan elaborado los “pseudoescépticos” y el Instituto de Salud Carlos III:  https://www.psicoterapiahumanista.es/ca/agenda-ca/93-articulos/213-nuestra-posicion-ante-el-plan-ministerial-contra-las-pseudociencias.html

En resumen: La norma más segura a la que podemos atenernos en todo este asunto es no dar algo por supuesto: Ministerios, Colegios profesionales e Institutos de renombre pueden fallar. Y fallan. Por tanto, hay que esperar, ver y responder.

Una de esas respuestas puede ser recoger firma personales o a través de Change.org, pidiendo que den la cara y se identifiquen los de las listas, de 2011 y de 2018.

El nivel científico de los “pseudoescépticos”: No saben definir

En cualquier ciencia, hay términos de primer orden y de segundo orden.

Los cuatro de segundo orden son: Definiciones; Divisiones/Clasificaciones; Modelos y Demostraciones.

Pues bien, los “pseudoescépticos” se entretienen formando la clasificación de lo que ellos denominan “pseudociencias”, basándose e Internet.

Con todo el respeto al trabajo de los becarios, da la impresión de que la Lista de 2011 es de los que encomiendan, en muchas empresas, a un becario.

Éste detesta el trabajo que realiza, pero que no tiene más remedio que hacerlo, porque así puede figurar que tiene “Experiencia profesional” y, además, ganar unos cientos de euros sin tener que pedírselos a sus padres.

Quien tenga interés en averiguar cómo trabajan los “pseudoescépticos” puede encontrar en la Página Web de la citada APETP un documento titulado: ¿Qué es una terapia pseudocientífica?

Ahí encontramos varios párrafos que conviene resaltar: “En ciencia sólo es aceptado lo que podemos confirmar mediante evidencias científicas, un tipo especial de evidencia que se obtiene mediante el uso de un método fiable de estudio al que denominamos método científico”.

Es decir el/la autor/a de este párrafo no sabe definir, puesto que una de las reglas de la definición es que “lo que se define no debe entrar en la definición”.

Como dice el lenguaje coloquial, “la primera, en la frente”, que significa: “Esto no puede empezar peor”.

Otras muestras: “Un método será científico siempre que sea capaz de obtener evidencia científica”.

“La evidencia que obtenemos al emplear este método es objetiva. Se trata de un hecho objetivo que…”

Cómo reducir al absurdo las afirmaciones de los “pseudoescépticos”

Esta forma de ignorancia a la hora de definir se presta a un tratamiento humorístico. Pondré un ejemplo de cómo, en otra ocasión, reduje al absurdo la definición de “comunicación política” que ofreció un profesor de Universidad cuyo nombre voy a omitir porque no viene al caso.

La «definición» que daba era ésta: «Comunicación política es la producción, difusión e intercambio de símbolos y representaciones cognitivas acerca de la política, con la consiguiente generación de percepciones y reacciones sobre la política»

Ante todo, el autor de esta «definición» da ya por supuesta la definición de política.

Por tanto, esta «definición» viola una de las leyes de la definición: Lo definido no debe entrar en la definición (círculo vicioso: La Lógica es ciencia y arte que transmite  las reglas lógicas).

Esta «definición» tampoco tiene una diferencia específica. Se parece a esas figuras de feria, en las que un visitante sólo tiene que poner su cabeza para fotografiarse con el vestido inmóvil que elija, sea un traje de torero o un faralaes.

Si sustituimos la palabra «política» por perfumería (o cocina, o agrimensura, o timo, o pintura, arquitectura, escultura, jardinería, enterramiento, y así sucesivamente)… la «definición»  valdría para cualquiera de ellas.

«Comunicación de la perfumería es la producción, difusión e intercambio de símbolos y representaciones cognitivas acerca de la perfumería, con la consiguiente generación de percepciones y reacciones sobre la perfumería».

O «Comunicación de los servicios funerarios (antes, pompas fúnebres) es la producción, difusión e intercambio de símbolos y representaciones cognitivas acerca de los servicios funerarios/pompas fúnebres, con la consiguiente generación de percepciones y reacciones sobre los servicios funerarios/pompas fúnebres».

Por tanto, también viola otra de las leyes: La definición debe ser convertible con lo definido. Aquí, la «definición» es mucho más amplia que lo definido.

Incluso, la «definición» se adaptaría mejor a esos sectores de la realidad. Efectivamente, el autor emplea la expresión «percepciones y reacciones», en la que parece actuar la confusa presencia de una idea de conducta psicológica que no viene a cuento (las reacciones podrían ser hormonales; se adaptaría mejor a la cocina, perfumería, etc).

Es decir, el autor debería haberse expresado así: «percepciones y reacciones políticas sobre la política».

Con lo cual, habría puesto peor las cosas.

La «definición» incluye una redundancia identificada, con la ridiculez: «símbolos y representaciones cognitivas»; ¿cómo podría hablarse de símbolos sin representaciones cognitivas, o viceversa? ¿quién es el mago capaz de esa proeza?

Por tanto, un trabajo que recomiendo a quienes se sienten perjudicados por los “pseudoescépticos” es reducir al absurdo sus afirmaciones.

No hay arma más poderosa que el humor para desenmascarar a quienes se dedican a decir que combaten las falacias, cuando son ellos/as mismos/as las que se dedican a fabricarlas.

Es fácil comprobar que quienes repiten el mantra “Seamos serios”, “Vamos a ser serios”, “Comportémonos de manera seria”, pueden ser las personas más inconsistentes en su conducta. Sus palabras no tienen reflejo en sus hechos.

No viven como piensan y acaban pensando como viven. Por eso, las dianas que prefieren los grandes humoristas son los pomposos, a los que convierten en impostores.

Los “pseudoescépticos” esconden la partitura de donde extraen su “música”

Al ocuparse de qué lo que ellos llaman “evidencia científica”, afirman lo siguiente; “Que la creencia sea susceptible de ser confirmada empíricamente y tenga características lógicas que posibiliten la evaluación científica.

En este sentido, las dos características más relevantes es que no se trate de una idea de tipo metafísico -es decir, que las consecuencias de su validez o invalidez puedan ser captadas por los sentidos- y que pueda ser tanto confirmada como desconfirmada – es decir, que la hipótesis pueda ser tanto correcta como incorrecta”.

Entonces, ¿por qué no dicen que estas afirmaciones están tomadas de la teoría de la ciencia de Karl Popper?

Eso es lo que cabe preguntarse. Quizá es porque han oído campanadas sobre la “falsación”, pero desconocen a Popper.

Y aunque lo conozcan, hay dos cuestiones fundamentales:

¿Es que Karl Popper a) es una fuente indiscutible y b) el autor de la teoría más sólida de la ciencia?

Respuestas: a) No y b) No.

Vayamos con a).

“La clave de la concepción de Popper, es la doctrina del nexo negativo entre las teorías y los hechos. La teoría se desarrolla en virtud de su propia fuerza, como una vegetación que se forma, si no con células, si con proposiciones (proposiciones que tienen sentido, aunque no sean verificables).

Pero cuando alguna de sus proposiciones (o un conjunto de ellas) no se»adapta» al plano de los hechos  arrastrando de paso a la cadena deductiva contrarecíproca- resulta desmentida, falsada.

Y una proposición será científica cuando, perteneciendo a un sistema orgánico, pueda ser «falsada» (porque si no ocurriera así, la proposición sería tautológica o simplemente metafísica).

“Esta tesis suscita ya una gran dificultad en torno a las Matemáticas, cuyas proposiciones parece que no pueden ser desmentidas por los «hechos».

¿Habrá que concluir que las Matemáticas no son ciencias, sino lenguajes puros, una suerte de música coherente que nada dice sobre la realidad, o inventar un concepto ad hoc de falsación?

“En la gnoseología de Popper los hechos (digamos: el material del campo científico) no intervienen positivamente en el «metabolismo» científico. Su función es negativa, como «falsadores» de diversos tipos”.

Y ahora, con b).

Pienso, y no pocas personas estamos dispuestas a discutirlo con “pseudoescépticos”, que la Teoría de la Ciencia o Teoría del Cierre Categorial, de Gustavo Bueno, es muy superior a la de Karl Popper. Bueno la expone en 5 tomos, publicados en Editorial Pentalfa.

Los “pseudoescépticos” harían muy bien en leerse de la página 802 a la 1259, y ahí encontrarán las 55 ocasiones en que Bueno se ocupa de Popper.

Por cierto, la partitura de la extensa cita sobre Popper que antes he reproducido es de Gustavo Bueno.

La anticientífica manera en que el “pseudoescéptico” Angelo Fasce Clemente “investiga” sobre la Terapia Gestalt y la descalifica

La citada APETP, una de las organizaciones de los pseudoescépticos, ha introducido un cambio en la lista de las “pseudoterapias”. En su página Web, antes tenía colgada la lista de 2011, en la que figuraban 139 “pseudoterapias”.

En 2019, la lista solo consta de ¡69!. Es decir, 70 “pseudoterapias” menos.

Ángelo Fasce Clemente en la ficha en la que aparece en la página web de la APEPT

¿No es para que algunos se consuelen? Por ejemplo, no aparece el Análisis Transaccional como “pseudoterapia”, cuando en 2011 aparecía junto a Ángeles de Atlantis. Probablemente, el becario entregó el trabajo a quien se lo había encargado y éste se creyó que en España no había personas inteligentes. Pues resulta que sí las había y las sigue habiendo.

Éstas inmediatamente se dieron cuenta de la realidad: “Compendio es dispendio”. ¿Cómo puede sintetizarse una terapia en tres o cuatro líneas?

Según el escritor John Dos Passos, fue Mark Twain quien afirmó: “cada minuto nace un tonto”.

Según otros, fue el empresario circense P. T. Barnum.

Sea quien sea el autor, quien parece regir su actividad mental por esta frase es el pseudoescéptico Angelo Dante Clemente. No sólo él; algunos más. Pero él destaca porque se atreve a hacer cosas que dan risa… si no tuviera consecuencias en la vida profesional de muchas personas.

Resulta que no ha dudado en creer que puede demoler una escuela de psicología en pantalla y media de ordenador. Por ahora, ya se ha ocupado de unas pocas, pero importantes.

En otra columna me ocuparé de lo que ha hecho con algunas de ellas. Ahora, me voy a centrar en  su dictamen sobre la Terapia Gestalt.

En 676 palabras, cree liquidar a la Terapia Gestalt.

Voy a ir desmenuzando las afirmaciones de Fasce y ruego a los gestaltistas que no se sulfuren y tengan paciencia. Adelanto que el problema no es de la Gestalt sino de Fasce. Lo que está en juego es si él es un investigador serio o un “bluf”: “persona o cosa revestida de un prestigio falto de fundamento”.

Edith Efron identificó 33 falacias que empleaban los periodistas. Podemos aplicar sus hallazgos al trabajo de Fasce. En el apartado de “Omitir”, distinguió diferentes técnicas. Entre ellas:

Argumentar unidireccionalmente. Fasce expone solo la parte que a él le interesa. “La gestalt es una forma de pseudopsicoterapia que presenta una base teórica tremendamente ambigua, mostrando mucho mestizaje con otras formas de intervenciones. Estrechamente vinculada al psicoanálisis”.

¿Qué es eso de una base teórica tremendamente ambigua?

Fasce presume de que le interesan los problemas demarcación de la ciencia. Pero eso es decir muy poco. Los problemas de demarcación son muy antiguos. Los escolásticos lo planteaban como el problema “de distinctione scientiarum”, sobre la distinción de las ciencias.

Pero hay otros dos problemas muy importantes: La unidad de la ciencia y su desarrollo.

Fasce no soporta la ambigüedad, como les ocurre a los dogmáticos y autoritarios. Le falta formación, anda muy escaso de lecturas para interpretar esa ambigüedad.

Veamos cómo Fasce podría interpretar esa ambigüedad:

Sobre cualquier ciencia hay dos tipos de perspectivas contrapuestas, pero de un modo «dual», reversible (en el sentido incluso de los «ajedrezados reversibles» a la percepción óptica). Una dualidad que podríamos ilustrar mediante un símil:

a) La perspectiva histórico-gnoseológica tiende a ver en cada ciencia una suerte de curso (o «corriente» dotada de dirección, impulso o inercia propios, una vez que está ya «en marcha») asimilable a un río que «discurre» únicamente a través de un cauce. Las incidencias de este cauce (los intereses sociales, militares, económicos) son tan esenciales a la forma efectiva de la corriente como su propio caudal. (Y esto, sin perjuicio de que la corriente pueda, a veces, labrar trechos en su cauce, o recibir eventualmente algún afluente).

b) la perspectiva social-económica contempla las aguas del río como resultado de los afluentes incesantes que el río va recibiendo por los laterales del cauce.

He aquí la “tremenda ambigüedad” que no admite Fasce.

Cuando alguien no tolera la ambigüedad, actúa como un maniqueo.

Por eso, Fasce tampoco admite lo siguiente: “La Terapia Gestalt está unida a algunas religiones orientales, al misticismo, a la mecánica cuántica, teoría de campo, de sistemas e incluso de filosofía fenomenológica y existencialista. También mantiene relaciones con el anarquismo político”.

Se comporta como los estalinistas cuando no admitían el “trabajo fraccional” ni los desviacionismos de derecha o de izquierda. Fasce podría haber actuado muy bien como Trofim Lysenko durante la era de Stalin.

Trofim no admitía críticas y sí criticaba y causaba las desgracias de muchos académicos.

Se cargó la genética en la URSS.

Recomiendo a los profesionales de la Gestalt que se enteren de cuál ha sido y es la vida profesional de Angelo Fasce Clemente.

Prescindir de detalles personales, aunque parezcan decisivos para un retrato psicológico, y centrarse en lo profesional. Importa  cerciorarse de si ha presentado su Tesis Doctoral, que lleva anunciando desde hace años.

Si no la ha defendido, estar pendientes del día y lugar en que va a defenderla. Así, después de él, podrán intervenir los doctores presentes en la Sala, como especifica la normativa.

Si ha defendido su Tesis, ¿en qué repositorio de qué Universidad la tiene entregada? Y si la tiene disponible para que el público la consulte.

Sigamos con las descalificaciones que Fasce lanza:

La gestalt carece casi totalmente de estudios serios específicos, y los serios genéricos no la incluyen dentro de las psicoterapias avaladas para ningún trastorno, ni siquiera para depresión. Existen algunos metaanálisis sobre la efectividad de la gestalt,…”

Vamos a ver:  Por una parte dice que “carece casi totalmente”, pero a continuación afirma que existen “algunos metaanálisis”. Resulta que, según la tabla de Grados de evidencia científica de la Agency for Healthcare Research and Quality, el nivel I)(Primero) lo ocupa la Evidencia derivada de un metaanálisis o bien de diferentes estudios aleatorios.

¡Vaya con los metaanálisis!. Uno de ellos examina 38 estudios, nada menos. Y el dictamen final es favorable a la Terapia Gestalt.

Claro que ¿qué son 38 estudios para Fasce? Una menudencia.

Entonces, arremete contra los metaanálisis: “…pero todos están mal diseñados a nivel estadístico, con muestras no homogéneas o inválidas”. Y prosigue:

“Entre los dos más afamados, uno es un estudio absolutamente desfasado que incluye estudios que no tienen el más mínimo rigor en el diseño o en la publicación, y el otro incluye artículos de revistas no indexadas, que evalúan cosas muy disparesy muchos de los resultados son medidos con técnicas de psicometría muy poco rigurosas o inadecuadas”.

¿Qué lenguaje es éste que descalifica todo lo que se le pone delante? Sobre todo, las pruebas que no favorecen su posición. Los cultivadores de la Terapia Gestalt pueden comprobar que se encuentran ante un maniqueo, un autoritario (según la terminología de Theodor Adorno), un dogmático (según el gran estudio de Milton Rokeach), con marcos lingüísticos estalinistas, pero fácilmente rebatible.

“Por otro lado algunos estudios bien diseñados que obtienen resultados positivos no pueden ser considerados como evidencia debido a ambigüedades en la  interpretación…”

Edith Efron denominaba esta técnica como Distorsionar. 

Fasce resume una fuente o serie de fuentes con una gran imprecisión, resultando así un refuerzo o apoyo a su posición sobre la Terapia Gestalt. Sobre todo, la distorsión surge cuando Fasce saca de contexto la posición de la Gestalt, dejando una impresión que es enteramente distinta de lo que quería Fritz Perls, fundador de la Psicoterapia Gestalt.

Fritz Perls, padre de la Gestalt.

En realidad, Fasce Clemente reproduce varios juegos que identificó Eric Berne en su libro Juegos en que participamos. Fasce parece ser adicto al juego Defecto, que Berne expuso con mano maestra:

“Los jugadores de «Defecto» no se sienten a gusto con una persona, hasta que descubren su defecto o falta. En su forma más inflexible puede convertirse en un juego político totalitario jugado por personalidades «autoritarias», y entonces puede tener graves repercusiones históricas. Entonces su íntima rela­ción, con «Hoy en Día», es evidente. En la sociedad suburbana se obtiene la tranquilidad positiva jugando «¿Qué tal lo Hago?», mientras que «Defecto» provee la tranquilidad negativa. Un análisis parcial podría hacer más claros algunos elementos de este juego.

Esta premisa puede recorrer desde el más trivial («El som­brero del año pasado»), hasta el más cínico («No tiene siete mil dólares en el banco»), el siniestro («No es 100% ario»), el esotérico («No ha leído a Rilke»), el íntimo («No puede sostener la erección») o el sofisticado («¿Qué es lo que trata de probar?»). Psicodinámicamente está basado, por lo general, en la inseguridad sexual, y su propósito es ser tranquilizado”.

El doctor Eric Berne, médico psiquiatra, fue fundador y creador inicial del Análisis Transaccional.

También, Fasce practica el juego Además, acumulando acusaciones contra los profesionales de la Gestalt o de otras escuelas. Y también, a ¿Por qué no hacemos esto?… Sí, pero.

Fasce quiere refutar todos los argumentos que se le presentan, buscando dejar el silencio a los adversarios.

Otra de las falacias que identificó Efron es una de las favoritas de Fasce: Culpabilizar por asociación. Veamos cómo Fasce aplica esta falacia a la Terapia Gestalt.

“Por todo ello, la gestalt ha de ser considerada un claro caso de pseudopsicoterapia que, además de la posible evasión de tratamiento, puede tener efectos adversos… La Gestalt promueve el abandono de las responsabilidades, cargando la culpa de los problemas de sus clientes en los demás, especialmente en sus familiares y amigos, generando así una actitud egoísta, egocéntrica y de aislamiento. Este efecto ha sido ampliamente documentado, y puede considerarse muy peligroso.”

Resulta que Fasce convierte a la Gestalt en la versión contemporánea del “síndrome de Adán”, que cuando Dios le preguntó por lo que habían hecho, descargó toda la culpa sobre Eva. Este hombre deja abiertos muchos flancos a la hilaridad.

Fasce escribe poco, y en el estilo que ya conocemos, pero ofrece abundantes referencias bibliográficas. La gran mayoría de las referencias podría ser trabajo de un becario.

Él piensa que el lector no va a estar interesado en leer esas referencias. Pero si el lector sí lee esos artículos pacientemente, se da cuenta de que nos encontramos ante alguien que manipula la información de la manera más burda.

Reproduzcamos la última línea de la última cita: “Este efecto ha sido ampliamente documentado, y puede considerarse muy peligroso.”

¿Saben lo que Fasce entiende por “efecto ampliamente documentado”? Un testimonio de tres páginas en un Blog, seguido de comentarios de lectores.

Y otro testimonio de dos páginas, seguido también de comentarios. Entonces, nos encontramos ante una persona muy poca rigurosa y muy dada a las falacias.

Edith Efron calificó lo que hace Fasce como Atacar con doble rasero. Él descalifica a los profesionales de la Gestalt refiriéndose a metaanálisis que no valen, a revistas no indexadas…, pero cuando quiere fundamentar su posición se vale de un Blog con dos breves testimonios. Entonces, ¿qué rigor podemos esperar de quien manipula las evidencias de este modo? Es el mismo proceder que los estalinistas en los juicios públicos.

Ya me he referido en otra columna anterior –“Los “pseudoescépticos”: censores, dogmáticos y metomentodos”– a David Hackett Fisher, el autor que estudió las falacias de los historiadores.

La gran escasez de evidencias de Fasce constituye la Falacia del hecho solitario.

“La falacia del hecho solitario es una generalización desde un único caso. Cuentan una historia, quizá apócrifa, de un científico que publicó una sorprendente e improbable generalización sobre la conducta de las ratas. Un colega incrédulo visitó su laboratorio y cortésmente le pidió ver los experimentos sobre los que basaba su generalización. “Aquí están”, dijo el científico, sacando un cuaderno de una pila de papeles en su escritorio. Y apuntando a una jaula en la esquina, añadió: “Ahí está la rata”.

Edith Efron calificaría la falacia de los dos casos citados como Prototipo falso. Consiste en presentar la opinión de un individuo, afirmando que representa a un gran grupo organizado.

Deja que hable este «falso prototipo» y permanece al margen, como encarnando la neutralidad. Al concederles que hablen como portavoces, está favoreciendo la importancia de esas opiniones. Suele ocurrir con los portavoces de distintos grupos, que no son precisamente grandes.

Conclusión y recomendaciones

Nos encontramos ante un “pseudoescéptico” que demuestra una gran osadía y que ha destacado como uno de los más combativos. Sin embargo, los fundamentos que muestra son débiles.

Éste, junto con otros “pseudoescépticos”, pueden aparecer en los medios de comunicación y presentar como evidencias o pruebas las que son manipulaciones insostenibles.

Por eso, recomiendo a los profesionales de distintas Escuelas, que no dejen ataque alguno sin respuesta. Que aparezcan en los debates, que respondan en la prensa, que se hagan presentes en cualquier encuentro.

Como preparación útil para los debates, pueden hacer algo semejante a lo que Eric Berne expuso en Introducción al tratamiento de grupo.

En 236 páginas expuso los Principios básicos con muchos ejemplos y detalles. En la segunda parte, dedicó 30 páginas a la relación entre el Análisis Transaccional y otras formas de tratamiento.

Y en el libro que dedicó al Guión de vida, se planteó en 45 páginas las objeciones a la teoría del Guión y los problemas metodológicos.

Él sí sabía aplicar el método científico. Lo de Fasce y otros pseudoescépticos es una burla.

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