Con la proclamación otra vez del estado de alarma vuelven a surgir exactamente mismos los problemas que aparecieron en marzo, pero esta vez, agravados. Ahora no va a ser un bache, va a ser un terrible socavón. Esta hecatombe quebrará gran parte de las PYMES de nuestro país.
Además de los ya sobradamente conocidos problemas de UCIS llenas y hospitales absolutamente desbordados, se suma una crisis económica histórica. Es triste ver como los comercios intentan salir a flote y no parando en ningún momento de pedir auxilio.
Las empresas y el pequeño comercio tienen un aguante determinado, es decir, pueden soportar algún mes sin ingresos o poca venta.
Pero seguro que no van a poder aguantar otro cierre, esta vez, se habla ya, nada más y nada menos que 6 meses.
Y es perfectamente normal que no puedan aguantar, o ¿usted sería capaz de aguantar en su casa al mismo nivel de vida, cuantos de los lectores serían capaces de aguantar sin un ingreso en 6 meses?
Esta situación acarrea numerosos problemas legales, como la declaración del concurso de acreedores o la quiebra directa de los negocios entrando directamente en liquidación.
Sueños, esfuerzo, sacrificio e infinidad horas trabajo que han hecho miles y miles de personas diariamente en nuestro país para poder salir adelante para construir un país más fuerte y una vida mejor que se escapan inevitablemente de los dedos de la mano.
Sin liquidez o financiación los negocios están abocados a la quiebra.
A esta quiebra le acompañan cuatro consecuencias fundamentales que son catastróficas, a saber: En primer lugar, la limitación de acceso a financiación, se “cierra el grifo”.
No porque no quieran dárselo, sino porque las leyes de la lógica dictan que se perderá.
¿Usted prestaría dinero a un negocio que va a cerrar?
Nadie deja dinero para perderlo.
Segundo y como consecuencia del anterior, si no generas negocio, ni tienes acceso a financiación, te ves obligado a cesar en la actividad. Se produce el cierre de un negocio que, hasta la llegada del Covid funcionaba, generando riqueza y creando trabajo pero que con esta situación es completamente insostenible.
A la “bajada de persiana” le acompaña la correspondiente quiebra del empresario o autónomo, personas que habían apostado por una vida mejor, luchado por mejorar, por crecer, invirtiendo lo que tenían y ahora por razones ajenas a su voluntad y su trabajo, lo pierden.
Tercero, los despidos del personal, probablemente el más conflictivo y la decisión más dolorosa, tener que despedir a trabajadores válidos y cualificados por cese de negocio.
Personas con familia que van a tener que buscarse la vida porque pasarán a engrosar las filas, ya de por sí numerosas del paro Cuarto y no por ello menos importante, las deudas a terceros que nunca se pagarán.
Aunque una empresa goce de una buena salud financiera, existe la posibilidad de que las mercantiles con las que trabaje, se vean envueltas en esta situación concursal y terminen dejándoles deudas impagadas, perjudicando gravemente a las primeras, porque se ha de recordar que en pocas ocasiones se cobran deudas que no tienen carácter privilegiado.
La reactivación económica no va a ser nada fácil, menos aún si se produce una subida del tipo impositivo, es muy triste observar como llegados a un momento en el que parecía que la sociedad levantaba un poco la cabeza y comenzaba el crecimiento después de la espantosa crisis del 2008, llega ahora una crisis económica mucho peor que la anterior.
Por todo ello, van a surgir con toda seguridad, infinidad de reclamaciones extrajudiciales y judiciales, las cuales se alargarán en el tiempo debido a la cantidad de asuntos y a la reducción de personal.
Los despachos de abogados estaremos al pie del cañón, dando el do de pecho para internar mejorar la salud y viabilidad de las empresas desde el punto de vista legal, trabajando para que puedan salir adelante el máximo número de ellas y defendiendo en todo momento a todos aquellos trabajadores que se queden por el camino.
Es nuestro trabajo y es de justicia arrimar el hombro en estas situaciones tan difíciles e injustas.