Natalia Velilla, autora de «Así funciona la Justicia»: «Si los jueces trabajásemos 40 horas de reloj a la semana la Justicia colapsaría»
Natalia Velilla es conocida por su activismo en defensa de los valores constitucionales.

Natalia Velilla, autora de «Así funciona la Justicia»: «Si los jueces trabajásemos 40 horas de reloj a la semana la Justicia colapsaría»

Tengo que reconocer que el libro «Así funciona la Justicia. Verdades y Mentiras en la Justicia española«, escrito por Natalia Velilla (1973), magistrada del Juzgado de Primera Instancia 7, especializado en Familia, de Móstoles, localidad de la Comunidad de Madrid, que acaba de ver la luz, me ha sorprendido muy positivamente. Mucho. Está muy trabajado porque se lee muy bien.

Es un libro valiente y sincero que dice las cosas como son. Sin importar la incorrección política. En muchos aspectos es un puñetazo, un fuerte puñetazo, sobre la mesa.

Cualquiera que quiera conocer cómo es el mundo de la Justicia debería leerlo porque hace trizas la mayoría de los tópicos que están circulando desde tiempo inmemorial, como que la carrera está compuesta mayormente por hijos de jueces. Ella, madre de tres hijos, es una prueba de que no es así. Sacó la oposición en dos años a puritito mérito.

Para los opositores la lectura de este libro debería ser una obligación porque cuenta cómo se llega a juez y qué hay después de la vida de opositor. Y, lo mejor, se mete prácticamente en todos los charcos. Velilla consigue salir ilesa por su sinceridad. Quizá por eso que se suele decir, que a la diosa Fortuna le gustan los osados. La autora, sin duda, lo es.

Natalia Velilla, hay que decirlo, es, por encima de todo, una mujer comprometida.

Pertenece a la Asociación Judicial Francisco de Vitoria. Pero esto no es importante, porque la mayor parte de lo que dice lo suscriben sus compañeros de las tres asociaciones de jueces e, incluso, la mayoría silenciosa de los no asociados.

Es de esa clase de personas cuyo compromiso, cuyo trabajo, cuya entrega, contribuyen a que las cosas puedan cambiar para bien.

Este libro es su aportación a la causa democrática, a la causa de la Justicia, de una justicia mejor. De todo ello hablamos en esta entrevista.

¿Escribir este libro ha sido una necesidad, Señoría?

Buena pregunta. Sí, necesito comunicar lo que siento cuando veo tanto desconocimiento acerca de lo que supone ser juez, estar en un juzgado, cómo funciona la Justicia y los problemas a los que nos enfrentamos.

Si me lo permite decírselo, ha hecho un “strip tease” personal en toda regla. En un libro muy bien escrito, por cierto. Y muy trabajado.

Viniendo de alguien que se dedica a la comunicación y que tiene publicados unos cuantos libros es todo un halago. Lo del “strip tease” ha tenido que ser así: me animaron tanto mi editor como mi familia a contarlo todo desde mis experiencias personales.

¿Le ha costado mucho despojarse del “suajili” jurídico?

He tratado de ser lo más clara posible, ahora que está tan de moda eso de utilizar un lenguaje cercano. Y también he contado con un crítico de excepción que me decía que cambiara algunas cosas, mi marido.

Su libro está lleno de perlas. Como la de que la maldad humana existe. “Hay gente sin sentimientos. Hay gente mala”.

Quizá porque no es un libro solo divulgativo, sino también una reflexión en voz alta. Después de unas cuantas situaciones a lo largo de mi vida profesional, he llegado a la conclusión de que no se puede justificar todo con patologías. Una médico forense a la que quiero mucho me dijo un día: “Natalia, no le des más vueltas. Esta persona es mala. Punto”.

Como en el caso de la madre que mató a su hijo para hacer el mayor daño posible al padre, del que se estaba divorciando. El síndrome de Medea materializado.

Ese caso me afectó muchísimo, y eso que no instruí yo el caso (yo solo llevaba el divocio), sino una muy buena amiga que era juez de instrucción del partido en el que ambas estábamos destinadas. Salió en todos los medios de comunicación y fue un caso mediático. Enfrentarme cara a cara al dolor de ese padre y a la situación creada no fue fácil de digerir.

Recuerdo cada detalle de esa vista de divorcio.

La magistrada plantea la desaparición del Ministerio de Justicia «porque no tiene sentido» su existencia

Su libro es una obra divulgativa, como cuando explica que en Civil no hay derecho a la última palabra o como cuando cuenta en qué consiste el trabajo de los fiscales, de los letrados de la Administración de Justicia o de los funcionarios.

La idea principal del libro es divulgar y “hacer justicia” con los demás operadores jurídicos que hacen posible que el juez dicte una resolución.

Si bien todo el mundo conoce a los fiscales (aunque muy pocos saben exactamente cuál es su función), casi nadie de fuera del mundo de la Justicia sabe quiénes son los Letrados de la Administración de Justicia y cuál es su función.

Pocos saben que sin LAJ, siquiera temporalmente, no hay juzgado, mientras que puede haberlo sin juez.

La organización de la Administración de Justicia española, en la que tienen competencias el Ministerio de Justicia, las doce Autonomías con competencias transferidas, el Consejo General del Poder Judicial y la Fiscalía General del Estado, es un galimatías.

En el libro me refiero a los juzgados como “los Reinos de Taifas”, porque es el desgobierno absoluto. A la vista están las contradicciones durante el confinamiento, de las que también hablo.

El Ministerio de Justicia declaró hábil el mes de agosto mientras que el Consejo General del Poder Judicial indicó a los jueces que se tomaran las vacaciones preferentemente en agosto. Pues así, con todo.

Sobre el Ministerio es especialmente dura: plantea su desaparición. ¿Por…?

Porque creo que no tiene sentido. Las Comunidades Autónomas son las que deciden en materia de la administración de la administración de Justicia, por lo que poco puede hacer el Ministerio de Justicia por los medios personales y materiales en los juzgados.

Y para aquello para lo que sí tiene competencia -como las retribuciones de los LAJ, Jueces y Fiscales, o la creación de juzgados-, siempre depende de Hacienda, que no le presta demasiada atención.

Es un estructura demasiado costosa para no conseguir mejora alguna de la Justicia, porque proponer leyes sin dotación presupuestaria no creo que sirva de mucho.

La magistrada Velilla con su libro, recién salido de la imprenta.

También critica al CGPJ, su composición, su forma actual de elección, la situación creada en su renovación, que es “el resultado de la perversión de un sistema condenado al fracaso? Cuénteme cómo es eso.

No digo nada que no salte a la vista cada vez que abrimos un periódico. Es tal el nivel de exhibicionismo en la politización de los nombramientos, que se ha perdido el decoro y se airean los pactos y los vetos con total transparencia, para bochorno de todos.

Es el resultado de la perversión de un sistema que nació tocado de muerte y cuya inconstitucionalidad el Tribunal Constitucional no se atrevió a declarar, aunque avisó de lo que podía pasar. Sus pronósticos han sido sobradamente superados por la realidad.

Es muy crítica con la clase política, por ese afán de judicializarlo todo al mismo tiempo que declaran querer “despolitizar” la justicia. ¿Se sienten ustedes utilizados?

Estamos ante una situación bipolar: el mismo diputado o miembro del gobierno (nacional o autonómico) que hoy vilipendia una resolución judicial por “injusta” cuando afecta a alguien de su partido, mañana presenta una demanda por vulneración del derecho al honor por las declaraciones de un periodista o de un político de otro grupo parlamentario. La Justicia es buena cuando les interesa y malísima cuando no les da la razón. Sí, siento que nos utilizan como arma arrojadiza.

¿También por el actual CGPJ?

Yo creo que el actual CGPJ está a otras cosas, con un pie fuera desde hace más de dos años y subsistiendo, sin preocuparse demasiado por la situación de la Justicia.

El Anteproyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal contempla entregar la instrucción a los fiscales. Usted no está de acuerdo. ¿Cree usted que forma parte de esa “politización” de la justicia?

Lo que apunto en el libro es que, sin una modificación del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, no creo que se garantice la independencia de los fiscales instructores.

Y no lo digo yo: un conocido Fiscal de Sala también lo tuiteaba el otro día. Además, no nos engañemos, es tal la inversión que tienen que hacer para que el proyecto se lleve a efecto, que estoy segura de que no se hará.

Mira lo que sucedió con la nueva Ley del Registro Civil, que se hará vieja sin entrar en vigor.

¿El CGPJ no es poder judicial pero administra las carreras de los 5.500 miembros de la carrera judicial. Por lo tanto, influye de forma determinante.

Ya lo dijo nuestro Presidente cuando tomó posesión de su cargo en 2013: a los jueces se nos gobierna con el palo (adscripciones forzosas, sustituciones, congelación de los ascensos, juzgados de producción en cadena, refuerzos con imposición del número de asuntos que deban resolverse, etc) y la zanahoria (con puestos discrecionales a quienes se los “ganan”, no necesariamente con méritos objetivos).

«Las cámaras [Congreso y Senado] no cumplen su mandato constitucional de convocar la votación de los vocales. Las cámaras cercenan al CGPJ en sus funciones constitucionales mediante una ley sin sentido juridico. La Nada está ya aquí»

Usted describe tres quiebras fundamentales: los nombramientos discrecionales, las comisiones de servicios y las puertas giratorias. ¿Soluciones?

Transparencia, regulación y publicidad.

¿A las cimas de las más altas cumbres solo llegan las águilas y los reptiles, como decía Napoleón Bonaparte…?

Eso pensaba yo cuando era más joven. Ahora pienso que muchas águilas están hartas de competir contra los reptiles y vuelan a otros lugares. A este paso, emigrarán todas.

“El poder político y las injerencias en la justicia se van extendiendo como la Nada en el cuento de La Historia Interminable, de Michael Ende, arrasando el país de Fantasía y dejando un erial a su paso”, escribe usted. ¿Es eso lo que está pasando?

A la vista está. El CGPJ se tiene que renovar. El CGPJ hace su trabajo (nos guste o no), proponiendo los candidatos y continuando con su trabajo. Las cámaras no cumplen su mandato constitucional de convocar la votación de los vocales.

El CGPJ sigue nombrando a cargos discrecionales pese a estar en funciones. A las Cámaras no les gusta, pero siguen sin hacer su trabajo.

Las cámaras cercenan al CGPJ en sus funciones constitucionales mediante una ley sin sentido juridico. La Nada está ya aquí.

También reprueba duramente la deficiente regulación legal, que propicia colapsos y mala gestión de los procesos. Lo que otro compañero suyo, Jesús Villegas, ha descrito como el “ateroma burocrático”. ¿Tiene solución el enfermo?

Eso es fácil de solucionar: basta con que designen como asesores a gente que lleve a sus espaldas varios trienios poniendo sentencias. No sé a quién preguntan cuando hacen propuestas de reformas legislativas, honestamente.

¿De verdad que si los jueces tuvieran que fichar la justicia colapsaría?

No me cabe la menor duda de que si los jueces trabajásemos 40 horas de reloj a la semana la Justicia colapsaría. Los jueces somos un colectivo que puede pasar las mañanas haciendo mil gestiones y sin embargo destinar los fines de semana y las tardes a dictar resoluciones.

Todos deberían estar una mañana en un despacho de un juez para saber a lo que me refiero. Es difícil trabajar con tanta interferencia.

¿Sigue usted teniendo la sensación, en su trabajo, de estar vaciando el océano a cubos?

Todos los días de mi vida.

Usted cita el 2020 Justice Scoreboard del Consejo de Europa: España es el decimoprimer país de Europa en inversión en Justicia. Y dice, “invertimos mucho en Justicia, pero invertimos mal”.

Es así. España tiene una ineficiente inversión en Justicia. La media europea está en torno a 45 euros por habitante y en España gastamos 88 euros. Si invertimos más que la media y tenemos una Justicia deficitaria, la única respuesta posible es que tiramos el dinero.

¿Con una inversión adecuada se podría terminar con los dos tipos de justicia existentes, a los que se refiere usted, la de las grandes ciudades y la de los pueblos y pequeñas localidades?

Con inversión adecuada pero también con reformas legislativas, reorganización de los medios ya existentes e inversión en Tecnologías de la Información y la Comunicación. Pero de verdad.

Me ha hecho mucha gracia eso que dice de que los jueces son profesionales a los que sistemáticamente todos quieren engañar o persuadir. ¿De verdad que desarrollan un sexto sentido que les convierte en auténticos detectores de mentiras?

No nos queda otro remedio. Hoy he tenido un juicio en el que un abogado ha aportado como documento la solicitud de la renta mínima de inserción. En el interrogatorio de su parte, el interrogado ha reconocido que se la han denegado, a preguntas del letrado contrario.

Esa información parcial pretendía hacer creer al juzgador que estaba en una situación precaria. Nos pasamos la vida detectando mentiras o persuasiones. Claro que acabamos aprendiendo.

Una de las «fallas» que más acusa en este CGPJ, prolongado más de dos años en su mandato, es la comunicación.

Explíqueme su original tesis de la “alcachofa litigiosa”. Y póngame dos ejemplos, por favor.

En tan poco espacio es difícil resumir, pero pongo un ejemplo de una modificación de medidas definitivas en un proceso de familia. El demandante basa una solicitud de reducción de la pensión de alimentos en que su salario es de 1.000 euros.

Por mucha prueba que pida contra la contraparte para ver cuánto gana ésta o por mucho que trate de acreditar que el hijo no estudia nada, la alcachofa litigiosa es la comparativa entre lo que ganaba cuando se estableció la pensión y lo que gana ahora, el resto, sobra.

A los abogados a veces les cuesta entender que si no se ha dicho en la demanda que la parte beneficiaria del pago de la pensión ha mejorado su fortuna o no se ha fundado la reclamación en el hecho de que el hijo no aprovecha su formación, no puede decirse en juicio.

La “alcachofa litigiosa” es únicamente la comparativa entre lo que ganaba el demandante cuando se fijaron los alimentos y lo que gana ahora.

Es separar el grano de la paja.

Dice usted cosas fuertes, leídas negro sobre blanco: En España se sigue despidiendo a las embarazas, se continúa acosando sexualmente y se promociona a los varones preferentemente sobre las mujeres por el mero hecho de ser y ser potenciales cuidadoras de hijos.

Porque es cierto. No digo en el libro que los juzgados estén llenos de casos así, pero existen, y da mucha pena que en un país como este se siga penando la maternidad y la lactancia. La corresponsabilidad en la vida laboral, familiar y personal sigue siendo una entelequia en muchos aspectos.

Con la pandemia hemos podido comprobar cómo ha recaído mayoritariamente (no digo exclusivamente) en las espaldas de las mujeres el cuidado de hijos y dependientes. Esa tendencia social hace que las mujeres no estén en situación de igualdad a la hora de optar a un trabajo.

Y sigo: “Me he dado cuenta de que el peor empresario que existe es la Administración: mal pagador, fraudulento y discriminatorio”. Sabe, se agradece su sinceridad.

A veces resulta curioso ver en Sala a Abogados del Estado o Letrados de las Comunidades Autónomas violentos por no saber cómo defender lo indefendible: cesiones ilegales, becarios que son mano de obra barata, contratos temporales encadenados, plazas de interinos que nunca son cubiertas, subrogaciones en contratas de servicios públicos en los que la administración correspondiente se hace la sueca…, nunca imaginé que esto era tan real.

Le propongo, para terminar, un ejercicio de imaginación: Imagínese que usted es la próxima presidenta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo. ¿Qué cinco medidas esenciales tomaría?

El Presidente del CGPJ no tiene tanto poder como para cambiar todo lo que se necesita en la Justicia pero adoptaría las siguientes decisiones:

1. Dictaría un reglamento de designación de cargos discrecionales conforme a las recomendaciones de Europa, en el que se establecieran baremos objetivos de mérito y capacidad.

2. Establecería un sistema de transparencia en todos los actos del CGPJ y, especialmente, en las comisiones de servicio.

3. Ordenaría elaborar un informe para conocer los motivos por los que las juezas y magistradas se postulan en menor medida que sus compañeros varones, para conocer el origen de uno de los motivos por los que no se designan tantas mujeres como hombres para cargos discrecionales.

4. Promovería ante el Legislativo la eliminación de las fases de sustitución y refuerzo en la formación de jueces; eliminaría las categorías de juez y magistrado, dejándolas como algo meramente nominal con ascenso automático; promovería la implantación de la Carrera Horizontal.

5. Crearía un gabinete de prensa potente con un portavoz y potenciaría la creación de la figura del juez divulgador asistido por periodistas. También emplearía recursos para acercar la Justicia a los ciudadanos.

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