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Maltrato infantil en procesos de familia

Maltrato infantil en procesos de familia
Sobre estas líneas, el autor de esta columna, José Luis Sariego Morillo, abogado especialista en derecho de familia.
30/7/2018 06:15
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Actualizado: 29/7/2018 20:53
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Es un tema muy espinoso, hablar en esos tiempos de maltrato a la infancia, en los que prima una ideología con tintes totalitarios sobre la realidad, sobre la ciencia, sobre la política, sobre la justicia y, lo que es mas grave, sobre la humanidad.

La infancia constituye un grupo muy numeroso de nuestra sociedad, pero apenas tienen voz en los medios, en la política y mucho menos, en la Justicia.

Hace unos años, en 1998 («Violencia y Familia»; Editorial Dikynson) escribía sobre la violencia que sufrían las mujeres en el ámbito doméstico, y el motivo de sus raíces.

Así, en aquellos tiempos hablaba de las distintas formas en que se intentaba explicar el por qué surge la violencia que sufren las mujeres en el ámbito de la pareja.

Existía la creencia de que, en las mujeres maltratadas, se da el síndrome de Estocolmo, esto es, que llegan a justificar a sus maridos agresores y comprenden sus actitudes, y es por ello que no son capaces de pensar por sí mismas.

Es cierto que se suele dar este tipo de síndrome en los casos de malos tratos, pero no sólo eso, como sabemos ahora.

Existía la creencia que en el fenómeno de la violencia doméstica se suelen dan situaciones de masoquismo en la relación de pareja.

Pero ello no es así, ya que los malos tratos son causa de la aparición del masoquismo y del sadomasoquismo, y no a la inversa, como se solía creer, aunque hay excepciones.

Se explicaba la violencia doméstica desde la perspectiva cultural de que la situación de la mujer era secundaria a la del hombre, y justificar la dependencia económica y psicosocial de aquella, frente a éstos.

En un estudio realizado en el Estado de California en los años 90 por la oficina del programa de atención a víctimas y agresores del Estado, sobre mujeres maltratadas, golpeadas y violadas, más del 90% reconocieron que el hecho de meter en la cárcel a sus agresores, violadores, y maltratadores, no les sirvió a ellas de nada.

Se sintieron utilizadas por las asociaciones, la fiscalía o por sus abogados, que eran, al fin y al cabo, los auténticos protagonistas de los juicios.

La víctima era utilizada tanto por la Justicia como por los medios de comunicación para crear un estado de opinión concreta en el público en general.

El público, en cambio, opinaba justo al contrario, resultando que casi el 90% de las personas encuestadas como público no implicado en el suceso, se sintieron más seguras y satisfechas, porque los agresores estuvieran en la cárcel, lejos de la sociedad.

Ó sea, que las víctimas sienten una cosa muy diferente del gran público y de lo que opinan las instituciones.

Basta ver el fracaso de las medidas de prevención en España, para comprobar que esto es así.

Nos dejamos influenciar por personas (clase política y medios de comunicación) que quieren solucionar los problemas desde arriba hacia abajo, pero llevamos años comprobando que esto no funciona así como así.

El fracaso de las políticas de prevención en el maltrato a la mujer en España se demuestra con un simple dato: Desde que se aprobó la ley orgánica 1/2004, las denuncias han aumentado desde la 25.000 de aquellos años, a las 166.260 del año 2017.

Se supone que se aprueban leyes, para solucionar un problema de la sociedad, pero no para agravarlo hasta este punto.

También es curioso el dato que las mujeres que denuncian malos tratos en los últimos 15 años, en un porcentaje cercano al 85%, estaban en pleno proceso de ruptura de la pareja.

¿Qué tienen las leyes de divorcio en España que producen tantas víctimas?

En aquel libro me planteaba determinadas preguntas, que hoy en día siguen sin tener una respuesta clara, ya que en España toda violencia doméstica se reduce a un solo motivo, el machismo, como si la humanidad no fuera mas que un sistema unicelular.

En primer lugar, veamos por qué los hombres utilizamos la violencia física, psicológica, social, económica contra las mujeres, para resolver nuestros conflictos de pareja.

Veamos en primer lugar por qué los hombres golpean a las mujeres:

Los psiquiatras suelen defender la tesis de que toda violencia doméstica y de los abusos de poder (sexual, físico, psíquico, etc.) están causadas por problemas psicopatológicos.

Lori Heise, en un estudio para Organización Panamericana de la Salud de 1994, afirmaba que la violencia conyugal es causa de la existencia de psicopatologías, y no un efecto de ellas.

Tan sólo un 24% de los casos registrados, estaban motivados por enfermedades mentales de los agresores.

Otra explicación que se explicaba entonces es que existen hombres más propensos a ser violentos, bien por el temperamento, bien porque este tipo de actitudes se heredaban de los padres, ora de forma biológica, ora por haber aprendido conductas violentas en la infancia.

Desde el punto de vista sociológico y antropológico, la violencia conyugal, se interpreta como una de las formas de superioridad física del hombre sobre la mujer, en el seno de una sociedad en la que la obtención de los recursos, depende de los hombres.

La tesis feminista tiene su pilar básico en la afirmación de la existencia de la desigualdad entre hombres y mujeres, y dicha desigualdad, es el caldo de cultivo de situaciones de dominio del hombre hacia la mujer, que se desarrollan tanto en los ámbitos privados como públicos, en casa, en el trabajo, etc.

Cierto sector de la Psicología Evolutiva y de la Educación, define la violencia conyugal como algo que se ha aprendido en el seno de la familia, en el colegio, en la tele, etc.

Estamos rodeados y rodeadas de modelos variados, pero fundamentalmente a los niños se les educa para ser fuertes (cuando se caen y hacen daño les solemos decir que no ha sido nada) mientras que las niñas se las educa para que sean sumisas y protegibles (cuando se caen y hacen daño solemos abrazarlas y mimarlas).

A los niños se les suele regalar juguetes masculinos, y a las niñas juguetes femeninos, siendo aquellos más relacionados con la acción y el ejercicio físico, (incluso violento a veces), que los de las niñas, que suelen ser juguetes más acordes a su sexo.

Una tesis muy extendida es la que nos da la psicología clínica, y es que el hombre que golpea a una mujer, ha crecido en un contexto que ha creado en el hombre, muchas inseguridades.

Padres violentos, madres manipuladoras o sobreprotectoras, progenitores con trastornos de personalidad, tales como el narcisismo o de carácter histriónico, etc.

Harley en 1987 nos decía que los hombres llevamos miles de años percibiendo el conflicto en el entorno doméstico, como una amenaza de que van a perder el control de sus vidas, y han aprendido a resolver este tipo de situaciones con el uso de su fuerza, incluso la violencia sexual.

Luis Rojas Marcos mantenía que el ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona, es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas, tanto en los hombres como en las mujeres. 

Bananal en 1991, mantenía que el elemento básico para la producción del maltrato no es la existencia de agresividad, sino la presencia de personas en desigualdad de poder.

Sostenía yo mismo en aquellos años, que el control absoluto sobre otra persona no existe, y el más exitoso, sólo garantiza obediencia y genera resentimientos, aun cuando la pareja asuma voluntariamente el papel de ser la parte subordinada de la relación.

Ciclo de la violencia

Nos preguntábamos hace años por qué las mujeres tardaban tanto en salir de una relación donde sufrían alguna forma de violencia.

Ya en 1984, Walkerexplicaba la violencia doméstica con la denominación del Ciclo de la violencia, en la que se dan tres fases: Construcción de la tensión en la pareja, fase de la violencia física o psíquica (que es la menos duradera en el tiempo), y la tercera fase la del arrepentimiento del agresor o agresora.

Estas tres fases se dan de forma cíclica, esto es, que tras la tercera fase, al poco tiempo se reproduce la primera.

Los estudios posteriores demostraron que estos ciclos, podrían aumentar en su periodicidad e intensidad, con el tiempo.

También explicaba en aquel libro la teoría de costes-beneficios, donde una mujer aguanta porque le merece la pena aguantar, y los costes de aguantar una paliza son menores a los beneficios que obtiene de vivir con su agresor.

Esta tesis explica por qué muchas mujeres aguantan tanto tiempo.

En estos casos es la mujer la que tiene menor nivel de estudios o no trabaja fuera de casa, y por ello, debe acudir a esta escala de valores para aguantar tanto tiempo sin denunciar.

Una tesis muy divulgada entonces, era la de la dependencia psicológica de la víctima de la persona que le agrede, las técnicas de aislamiento social y familiar (alienación), hasta tener su control absoluto desde el punto de vista psicológico.

Se puede decir que existe un “secuestro” real y emocional de la mujer de aquellas personas que pueden servirle de apoyo.

Recuerdo mi propia tesis sobre la existencia en muchos casos del síndrome de Mauchasen por poderes entre adultos, en el sentido de hacer creer a la otra persona que está o es, una enferma como forma de controlar su vida.

Y por último esta la tesis definida en 1.975 por Seligmande la indefensión aprendida.

La indefensión aprendida es aquella situación en la que se encuentra la víctima de los malos tratos, que haga lo que haga, no valdrá para nada, no servirá para nada, siempre tendrá la sensación que no merece la pena hacer nada, porque haga lo que haga, será criticada, maltratada o golpeada.

Esto es, que conocemos, además de estas ideas, otras muchas que nos hacen “comprender” mucho mejor a las mujeres maltratadas.

Por qué los menores son víctimas de malos tratos invisibles

Y aquí llegamos a explicar el por qué lo niños son víctimas de malos tratos invisibles en nuestra sociedad.

Así, hemos visto niños, sobre todo en procesos de separación o divorcio de sus progenitores, que sufren las mismas formas de maltrato que sufren las mujeres en el seno de la pareja.

Por ejemplo, niños secuestrados por unos de sus progenitores (97% madres y 3% padres) durante un proceso de separación de la pareja, con el objeto de aislarlo del otro progenitor, logrando así obtener el poder absoluto sobre la vida del niño.

Se suele dar con niños entre los 0 y los 14 años.

Niños alienados (inducción al odio al otro progenitor) durante estos procesos.

Se suele dar en niños de entre los 7 a los 14 años, aunque los hemos visto en niños entre los 2 a los 18 años.

Niños que son sometidos a revisiones médicas una y otra vez, y se enferman mucho más de lo normal, tras el divorcio, que se define como Mauchasen por poderes, que puede ser activo o pasivo.

Esto es, progenitores que “enferman a sus hijos a propósito” o bien lo someten a prueba médicas inútiles una y otra vez. Esto suele darse en niños pequeños, y es curioso que sólo conocemos este tipo de maltrato, por parte de madres.

Hay malos tratos mas sutiles, como es el de la ropa o el de las llamadas de teléfono de “control” mental.

Que no son mas que la confirmación de la tesis de Rojas Marcos, sobre el poder mantener el control y el poder sobre la víctima, en este caso, un niño.

La mayoría de asesinatos de niños en España en el ámbito doméstico, curiosamente, se produce en un proceso de ruptura de la pareja e sus progenitores.

Pero los datos que se ocultan es que nada más y nada menos que el 67% de los niños asesinados, lo son por mujeres, siendo el resto de asesinatos perpetrados por hombres.

El maltrato económico, de dependencia económica se suele dar cada vez más en las que los niños son las víctimas del mismo. Por ejemplo, cuando le “toca” irse con el otro progenitor (mayoritariamente el padre) los niños van con ropa sucia, o rota. Se suelen entregar a estos niños sin sus juguetes o aparatos móviles.

Otros, en cambio, deciden no ir con el progenitor “visitador” porque éste no puede ofrecerle las ventajas del progenitor custodio. Un cuarto propio, un ordenador, un móvil, ropa cara, etc. Este tipo de maltrato se suele ejercer sobre hijos pre y adolescentes.

Hemos visto que existen niños que son directamente agredidos físicamente, y se produce en ellos el síndrome de la indefensión aprendida, y sienten que aunque digan lo que les pasa, nadie los sacará de dicha situación.

Y siguen paralizados, por el miedo viviendo con el progenitor que les agrede.  En estos casos, vemos que son las madres en un 72% quienes ejercen este tipo de violencia.

Y por ultimo, hemos visto niños enganchados al ciclo de la violencia de sus progenitores, que les piden una y otra vez perdón tras agredirles o maltratarles psicológicamente…, hasta la siguiente vez.

De nuevo, nos encontramos que son las madres, la mayoría de las personas que agreden a sus hijos de esta forma.

Y para terminar, debo hablar de un fenómeno que nadie suele hablar, y es de la violencia sexual hacia los niños.

En este caso, solo nos enterramos de la violencia sexual del padre, o de la pareja de la madre cuando se produce, pero nunca se habla de la violencia sexual de las madres sobre sus hijos.

Adultos que habían sufrido abusos sexuales de niños

Así, en un reciente estudio realizado en los EEUU sobre delincuentes sexuales, tanto mujeres como hombres, se ha descubierto que una inmensa mayoría (85%), habían sufrido abusos sexuales en su infancia, pero lo que no sabíamos era que el agresor era una mujer, en el 56% de los casos detectados en este estudio.

Y hablamos de esto, porque una forma de maltrato que estamos detectando en estos últimos 10 años, es aquel que nos denuncian muchos menores, que justo durante o tras el proceso de ruptura de la pareja de sus padres, son “metidos” en la cama de su madre o de su padre.

A cualquiera le parecería normal que un hijo o hija, se meta en la cama de su padre o de su madre en estos momentos de miedos e inseguridad extrema, pero lo que no es normal es que esto se haga con hijos a partir de los 9 hasta los 16 años, como hemos visto en nuestro despacho.

Afortunadamente no son muchos casos, pero los que hemos tenido conocimiento, la inmensa mayoría están protagonizados por madres y niños varones entre los 10 y los 13 años.

Algunos de estos niños ha reconocido que sus madres los “tocan”, de forma que se hacen sentir muy mal.

Este fenómeno ira en aumento si no somos capaces de detectarlos en un futuro.

Los criminólogos que estudian a asesinos, nos recuerdan que muchos de ellos en su infancia, hacían daño a animales o niños más pequeños (acosador escolar), y que detrás de todo ello existe cierta sensación de obtener el control y el poder.

Para terminar este artículo sobre maltrato infantil invisible, quiero dejar patente que muchas mujeres están reproduciendo los modelos y formas de maltrato hacia sus hijos, que se suponen machistas, cuando en realidad no son mas que modelos humanos de ejercicio del poder y control más absoluto, sea quien sea el agresor o la agresora. Sea quien sea la víctima, adulto o menor.

Hace unos años, nadie creía a las mujeres maltratadas, y ya va siendo hora de que vayamos creyendo a estos niños, que sufren estos tipos de maltrato.

En mi opinión, en el maltrato de un ser humano a otro, no existe una sola explicación, como quieren hacernos ver. Por ello siempre tengo presente en mi memoria, que cuando los gobiernos o un partido defendían un solo credo o una sola idea de la sociedad, producían con ello mucho más víctimas que, cuando la sociedad se fundamenta en la idea democrática del pluralismo de ideas.

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