En las recientes elecciones presidenciales ha ganado Donald Trump, de lo que todavía algunos no se han repuesto (y de lo que algunos otros ya se estarán arrepintiendo) pero habría que preguntarse si esa elección podría tener algunas consecuencias jurídicas.
Y la respuesta es que sí. Aunque pueda parecer un poco arriesgado decir eso.
De las ideas centrales de Donald Trump destacamos:
Todavía se recuerda la frase que decía un abogado refiriéndose a la quiebra de la Barcelona Traction: dará de comer a generaciones de abogados.
Algo parecido ocurrirá con Trump y los abogados.
Parece que en los despachos americanos tendrá tres efectos disintos:
Así las cosas, cabría pensar en el auge de los despachos ingleses, pero éstos a su vez sufrirán los impactos del «Brexit», cuyos verdaderos efectos están por ver.
Por tanto, creo que los grandes beneficiados podrían ser los despachos no anglosajones en una doble dirección:
Por mucho que Donald Trump quiera parar la globalización, ese intento es como querer poner puertas al campo: esa integración seguirá produciéndose.
Si los despachos anglosajones quedan fuera de ese proceso, aunque sea por una temporada, el mismo tendrá lugar entre despachos europeos.
También las inversiones estadounidenses e inglesas se pueden resentir, pero estas seguirán viniendo, tal vez de terceros países.
Lo que yo veo, pues, es que los despachos anglosajones mirarán más a sus propios mercados una temporada, y que aumentará allí su actividad litigiosa contra sus gobiernos.
Los despachos del resto del mundo pueden esperar a que se normalice esa situación o aprovechar esa oportunidad para crecer en ese resto del mundo, ocupando el lugar que van a dejar los paralizados despachos anglosajones.
No digo que estos vayan a desparecer de Europa, pero sí que vivirán unos años de parálisis e incertidumbre que pueden y deben aprovechar otros despachos.
Creo que los despachos no anglosajones bucarán alianzas entre sí y veremos uniones intraeuropeas o con despachos sudamericanos.
El tiempo dirá.