Inteligencia emocional y gestión directiva son dos conceptos que pueden entenderse como separados cuando en realidad cada vez más se comprenden unidos.
Es verdad que hay quien puede pensar que eso de gestionar las emociones puede hacer que uno pueda ser exigente con su equipo… o que gestionando emociones se baja la productividad; pensar así no es acertado.
Cuando hablamos de emociones, debemos tener en cuenta las necesidades personales para el logro de los objetivos marcados, o lo que es lo mismo, llegar a los objetivos con las personas y no a través de ellas.
Un directivo emocionalmente inteligente combina de forma equilibrada la exigencia como la generosidad a partes iguales.
Ademas de esto:
Todo esto no solo debe hacerse por el resultado empresarial sino por la salud y bienestar de todos los que están en el proyecto.
Este artículo ha sido publicado en la web del autor, www.sebygarcia.es