Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga forense: «Puedo equivocarme, pero Gimeno no parece encajar en el perfil de suicida»

|
12/6/2021 06:50
|
Actualizado: 12/6/2021 06:50
|

Es una de las psicólogas legales y forenses más reputadas de nuestro país. Ana Isabel Gutiérrez colabora estrechamente con la Asociación Clara Campoamor y atesora una gran experiencia en casos como el de lo que ya es la certeza de un doble asesinato de dos menores, Olivia, de 6 años, y Anna, de 1 año, a mano de su padre, Tomás Gimeno, de 37 años.

«Puedo equivocarme, pero Gimeno no parece encajar en el perfil de suicida. No me acaba de convencer, visto lo visto. Los perfiles de suicidas por venganza planifican de antemano que se encuentre su cuerpo de forma inmediata con el objetivo de aumentar el dolor de la mujer contra la que han proyectado todo», afirma la psicóloga forense.

Gimeno se llevó a sus dos hijas el pasado 27 de abril, cuando debía devolverlas a su exesposa, Beatriz Zimmermann, después de pasar la tarde con ellas. El pasado viernes el robot submarino de rastreo del buque oceanográfico «Ángeles Alvariño» localizó el cadáver de la  niña mayor a 1.000 metros e profundidad, a unas tres millas de la costa de la isla de Tenerife.

Los restos se hallaron en el interior de una bolsa de deportes a la que el padre había atado un ancla. También había otra bolsa de deportes, vacía, pero que no había sido cerrada bien.

«Este caso es lo que científicamente se ha descrito como un filicidio por venganza al cónyuge, según la clasificación elaborada por Philip J. Resnick, en 1969, sobre una muestra de 131 casos, y que es la que más se utiliza», explica.

«En esta clasificación encaja el síndrome de Medea del que se habla, que tiene su origen en la historia de Medea que mata a sus dos hijos para vengarse de Jasón, su marido, quien había decidido abandonarla por otra. Es un síndrome no científico porque no está contemplado ni en el DSM-IV ni en el CIE-10. Curiosamente, la prevalencia de hombres, en este tipo de casos, es superior al de mujeres», señala.

LOS HIJOS, UNA EXTENSIÓN DE LA MADRE

«El hombre considera a los hijos como una extensión de la madre, contra la que dirige su odio, por eso se habla de violencia vicaria. En los filicidios por venganza, como este, no hay enfermedad mental. Existen, sin embargo, uno o varios trastornos de la personalidad, que no afectan a la imputabilidad. Porque saben lo que hacen».

De acuerdo con la psicóloga forense, son dos los trastornos que confluyen en estos casos, el antisocial y el narcisista.

«¿Que tú me vas a dejar a mí? ¡Te vas a enterar! Eso conlleva una planificación. Y aquí hay un nivel de planificación extremo hasta el punto de que saca 60.000 euros y se construyó una coartada», apunta.

Ana Isabel Gutiérrez, conoce hasta sus más mínimos detalles casos similares como el de José Bretón, que mató a sus dos hijos, de 2 y 6 años, en 2011, lo mismo que el de David Oubel, el llamado parricida de Moraña, que asesinó a sus dos hijas, de 4 y 9 años, en 2015, a las que descuartizó con una sierra eléctrica, entre otros.

«Bretón y Gimeno comparten rasgos antisociales y narcisistas, si bien en el caso de Bretón los narcisistas son más acusados y en el de Gimeno mandan los rasgos antisociales, analizado desde un punto de vista de perfilación indirecta. Gimeno tiene antecedentes de participación en peleas y trifulcas, que no era el caso de Bretón», apunta.

En opinión de la psicóloga forense, este tipo de personas tienen un problema de base: «no saben amar. Tienen una ausencia total de empatía y de compasión. Mientras las cosas sean como yo digo, perfecto. Si no es así, prefiero quemar los barcos».

Ana Isabel Gutiérrez rehuye el término maldad, pero que encajaría como un guante en este caso.

«El término maldad tiene unas connotaciones religiosas que no encajan en la visión científica que, como psicóloga, debo mantener», advierte.

Sin embargo, de lo sucedido se puede desprender que Tomás Gimeno distingue perfectamente entre el bien y el mal y ha elegido hacer el mal, matando a sus dos hijas para castigar a su exesposa, que no hizo lo que él quería. Vino así «de fábrica» y no tiene remedio alguno.

El psicólogo estadounidense, Gustav Gilbert, que estudió a los 24 jerarcas nazis que fueron enjuiciados en Nuremberg, Alemania, entre 1945 y 1946, llegó a precisar lo que era la maldad: La falta de empatía.

«La maldad es la falta de empatía. Es una característica que comparten todos los acusados. La incapacidad genuina de sentir algo por los seres humanos», explicó a su compatriota, Robert H. Jackson, fiscal del caso.

En esta noticia se habla de: