Benito Gálvez: «No es cierto que la justicia militar sea a la justicia lo que la música militar a la música»
Benito Gálvez Acosta se jubila como magistrado de la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo tras nueve años de servicio. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Benito Gálvez: «No es cierto que la justicia militar sea a la justicia lo que la música militar a la música»

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22/2/2015 00:00
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Actualizado: 22/2/2015 00:00
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Benito Gálvez Acosta (Sevilla, 1947) es uno de los ocho magistrados de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. Acaba de ser nombrado miembro de la Sala de Gobierno del Alto Tribunal para los próximos cinco años. Gálvez posee el preciado don de gentes. Piensa que con independencia económica el poder judicial sería diferente y lamenta el desconocimiento que hay sobre la jurisdicción militar.

TEXTO E IMAGEN: CARLOS BERBELL Y YOLANDA RODRÍGUEZ

Benito Gálvez es juez desde hace 43 años. Durante diez años, hasta 2009, fue presidente de la Audiencia Provincial de Almería. Posee una experiencia en gestión gubernativa que muchos envidian; el secreto de su éxito se debe -entre otras cosas- a su capacidad personal de comunicación.

En esta vida ha elegido ser juez, pero es fácil imaginárselo en pasadas vidas como conquistador en la América de los siglos XV y XVI, o virrey en Cuba, en el XIX, o jurídico militar en la guerra civil española. Precisamente su persona sirvió como inspiración para uno de los personajes de la novela “El psicópata. Un policía a la búsqueda de un asesino en serie en el Madrid de la Guerra Civil”: el coronel Benito Gálvez, presidente de un consejo de guerra del Ejército Republicano. 

Desde 2009 es magistrado de la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo. Forma parte de un club de 81 elegidos, que es la plantilla que conforma el Alto Tribunal. 81 elegidos de un total de 5.100 jueces y magistrados. Sabe lo que eso significa. Por ello, ha dado el paso al frente para regresar a la gestión. A lo que conoce.

Se suele decir que la justicia militar es a la justicia lo que la música militar a música. ¿Comparte usted este dicho?

No [se ríe abiertamente]. No es verdad que la justicia militar sea a la justicia lo que la música militar a la música. Eso es desconocer la materia que nos ocupa. Y mucho.

Si se dice con buena intención, es muy elogiable. Porque si planteamos la cuestión así, alguien puede enarcar las cejas y decir que la música militar tiene también sus entretelas.

La música militar enardece al individuo para cumplir sus funciones.  No olvidemos que la música, en sus orígenes, tiene sus reminiscencias en las motivaciones más ancestrales del ser humano.

Y sobre la jurisdicción militar le diré que es tan compleja, tan complicada como cualquier otra. Y se lo puedo decir con conocimiento de causa. Porque he pasado por las jurisdicciones civil, penal y laboral, que conozco muy bien.

La militar es singularmente compleja porque es una mezcla, una mixtura, de la penal y de lo contencioso-administrativo.

¿Es más difícil que las demás?

Las jurisdicciones no son especialmente difíciles o fáciles. Hay que tener un conocimiento suficiente de cada una de ellas y saber cómo deben aplicarse. Esta especialidad jurisdiccional, la militar, es multidisciplinar. Básicamente aquí aplicamos derecho administrativo y derecho penal.

«LA JURISDICCIÓN MILITAR ES SINGULARMENTE COMPLEJA PORQUE ES UNA MEZCLA, UNA MIXTURA, DE LA PENAL Y DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO»

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Hace un año y medio ocurrió un caso de una capitana juez togada que investigaba un caso y cuando ante un coronel, para interrogarlo, el coronel la puso firmes. ¿Se puede ser un juez independiente siendo militar?

La jurisdicción militar es militar. Afecta a un estamento, a una institución, que está constituido sobre principios de jerarquía y disciplina. Toda la vida militar se levanta sobre ellos.

Ahora bien, unas fuerzas armadas en las que el arbitrio personal pudiera actuar no son viables, sobre todo teniendo en cuenta que su objetivo podría conllevar la entrega de la propia vida.

En su marco funcional, cualquier juez militar es absolutamente independiente, inamovible, responsable, sometido al imperio de la ley. Como cualquier juez civil. Lo cual no impide que, en el marco de la relación estatutaria, el superior o el inferior deba tener el comportamiento normalizado en ese marco de jerarquía.

En definitiva, que si debe un saludo militar a un superior debe plasmarlo en su actitud y ejercer su jurisdicción con plenas facultades.

O sea, que si un juez togado está investigando el asesinato de un general y el sospechoso principal es el coronel, debe preguntarle de una forma respetuosa, como por ejemplo, ‘mi coronel, con todo respeto, ¿mató usted al general?’.

Lo que haya que hacer. Incluso pronunciar aquello de ‘a sus órdenes, mi coronel’. Todo dentro del marco del respeto debido. Sí, por supuesto. Respetando las formas, que son esenciales. Pero la autoridad jurisdiccional del juez togado prima sobre la función militar que representa el coronel.

En el caso que usted comentaba, el coronel tuvo que plegarse a la juez togada y responder a su interrogatorio. No le quedaba otra.

¿Cuáles son los casos más comunes que se ven en la Sala de lo Militar?

Teniendo en cuenta que la jurisdicción militar, como marca la Constitución y las leyes específicas, está estrictamente ceñida a lo castrense, la normativa a aplicar, y a enjuiciar, es el Código Penal Militar y las leyes de responsabilidad disciplinaria de las Fuerzas Armadas y Guardia Civil.

No olvidemos que la Benemérita es un instituto armado de naturaleza militar. Por eso sus miembros, en cuanto instituto jerarquizado en sus relaciones de subordinación están integradas en el marco de la jurisdicción militar. No en el marco policial. La Guardia Civil es…

… una policía militar.

No. Como le decía, es un instituto armado con funciones policiales. En el marco de esas funciones policiales, la competencia se encuentra en la órbita de la jurisdicción civil y penal. En el marco de sus funciones de subordinación se halla sometida a la disciplina y al derecho penal militar.

Y sobre la pregunta que me había hecho, en el ámbito penal pueden suscitarse casos de abandono de residencia, de abandono de destino, por ejemplo.

También el consumo de drogas en la milicia y en la Guardia Civil tiene un componente muy determinante. Porque teniendo en cuenta que las Fuerzas Armadas tienen a su disposición armas, quien maneje ese tipo de material no puede, de ninguna manera, perder la plenitud de su conciencia con ningún tipo de drogas.

Por lo tanto, la ingesta de drogas, estupefacientes, incluso el alcohol, está también determinada como una responsabilidad severa en el marco disciplinario.

En el marco del Código Penal Militar, delitos contra la hacienda militar.

Afortunadamente, las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil no son colectivos en los que se prodigue la delincuencia.

«LOS JUECES SOMOS TAMBIÉN CIUDADANOS. NO VIVIMOS EN BURBUJAS AISLADAS. TENEMOS FAMILIA, HIJOS PARIENTES Y AMIGOS Y SABEMOS LO QUE SUCEDE A NUESTRO ALREDEDOR»

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¿Los casos de acoso sexual en el Ejército son los más incómodos para esta Sala?

No, en absoluto. En las Fuerzas Armadas este aspecto tiene una tutela muy especial. Hay establecidos unos márgenes muy estrictos para que no pueda confundirse lo que es la convivencia militar, como compañeros, y la jerarquía. Para que nadie haga uso de los galones por intereses personales.

En esos casos hay que aquilatar muy mucho el por qué, el cómo y el cuando se producen determinadas situaciones.

Cuando este tipo de casos emergen en los medios de comunicación, ¿la publicidad que se genera suele preocupar a la Sala de la que usted forma parte?

No. La sensibilidad, sobre estos casos, por parte de los jueces, es común a todos los órdenes jurisdiccionales. Es lógico que los medios de comunicación se interesen por ellos, porque son de interés para la ciudadanía.

Pero no olviden que nosotros, los jueces, somos también ciudadanos, que no vivimos en burbujas aisladas. Tenemos familia, hijos, parientes, amigos y colegas. Nada de lo humano noes es ajeno. Sabemos lo que sucede a nuestro alrededor y la importancia que tienen casos como estos. Pero estamos obligados a actuar de acuerdo con la ley. No somos diferentes a los jueces de otras jurisdicciones.

Yo he sido componente de un tribunal, presidente de una Sección y de una Audiencia Provincial en los que he tenido que resolver asuntos de esta índole, de violencia de género, maltrato, etcétera, con mis compañeros. Y aquella sensibilidad no es diferente de la que aquí tenemos. Es la misma.

Ustedes son ocho magistrados en esta Sala de lo Militar. Cuatro son como usted, jueces civiles. Los otros cuatro son militares. Son dos orígenes diferentes. Si nos lo permite, “lebreles de diferentes camadas”…

[Se ríe]. Somos un tribunal escabinado. La jurisdicción militar es una jurisdicción especializada. Y lo es por razón de que, por una parte, tiene un componente estatutario, y por otro, se ejerce sobre un marco jerarquizado en el que la disciplina es un bien consustancial a tutelar.

Desde esa perspectiva, la especialidad que tiene la jurisdicción militar se observa en el marco de su estructura orgánica. Y se integra por los órganos jurídico-militares. Podríamos enumerarlos de abajo a arriba: los juzgados togados, los tribunales territoriales y el tribunal militar central. Nuestra Sala es el órgano que cierra la cúspide de la jurisdicción militar, porque la aúna con la ordinaria.

Esto lo consiguió la Ley Orgánica del 4/87, de competencia y organización de la jurisdicción militar, por la que se creó la Sala de lo Militar.

El objetivo de la 4/87 era armonizar y conciliar estas dos ramas: la jurídico-militar y la jurisdicción ordinaria.

¿Cómo lo hace? La Ley Orgánica estableció que estaría configurada por cuatro miembros de la carrera judicial y otros cuatro procedentes de lo jurídico-militar.

De la Armada, del Ejército de Tierra y del Ejército del Aire…

Hoy en día ya no es así. Hasta ese año 87 había jurídicos-militares de los tres Ejércitos. Desde ese momento se fusionan en un cuerpo único.

¿Y cómo visten? Porque antes cada uno llevaba el uniforme de su Ejército.

Un uniforme caqui verdoso.

«EL ÓRGANO QUE CIERRA LA CÚSPIDE DE LA JURISDICCIÓN MILITAR, PORQUE LA AÚNA CON LA ORDINARIA, ES LA SALA DE LO MILITAR DEL TRIBUNAL SUPREMO»

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¿Y qué ocurre con los señores jurídico-militares cuando se convierten en magistrados de la Sala de lo Militar? ¿Qué graduación poseen?

Normalmente el más alto grado. Son generales consejeros togados. Equivalente a generales de División. De dos estrellas.

Como ustedes saben, hay generales de una estrella, que son los generales de Brigada. Generales de dos estrellas, que son los generales de División. Y de tres estrellas, que son tenientes generales.

Luego hay generales de Ejército, que son los Jeme, que tienen cuatro estrellas.

El empleo de general consejero togado es el más alto grado del escalafón jurídico-militar.

¿Y cómo se les promociona al Tribunal Supremo, se preguntarán? Por una vía que está establecida en esa Ley Orgánica. El ministro de Defensa propone una terna, tres señores de lo jurídico militar, al Consejo General del Poder Judicial. Y el Consejo elige a uno. Por eso se dice que aquí, en la Sala Quinta, se produce la fusión de esta jurisdicción especializada con la jurisdicción ordinaria.

¿Estos generales consejeros togados en el momento en que se convierten en magistrados de la Sala Quinta pierden su naturaleza militar?

Claro. Inmediatamente. Pasan a la situación de retiro. Nada de pasar a la reserva. 

¿Está minusvalorada la jurisdicción militar?

Es desconocida. No está minusvalorada porque cuando no se conoce algo no se puede valorar. Una vez que la conoces, despierta entusiasmo. Sobre todo para aquellos que tenemos el acicate del conocimiento del mundo militar.

El pasado 26 de noviembre usted fue elegido miembro de la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo. Sobre un censo de 81 magistrados, usted, junto con su compañero Antonio del Moral, consiguieron 33 votos cada uno. Fueron los más votados. ¿Qué es lo que le empujó a dar ese paso?

Vengo participando en procesos de elección desde que me convertí en juez. Cuando me eligieron para ser miembro de la Sala de lo Militar, en 2009, yo era presidente de la Audiencia Provincial de Almería. Un puesto que ocupé durante diez años.

Y antes presidí, desde 1994, una sección de esa misma Audiencia. Son más de veintitantos años implicado en cuestiones gubernativas, más allá de lo jurisdiccional.

Sientes la atracción por esos puestos. ¿Por qué? Porque tienes una inquietud por conocer y participar. Y desde ese conocimiento, intentar, en la medida de tus posibilidades, mejorar el entorno profesional.

No es mucho margen el que tienes en la Sala de Gobierno, hay que reconocerlo. Es muy limitado. Pero se pueden hacer cosas.

La verdad, he tenido la fortuna desde el primer momento de llegar aquí de sentirme muy integrado con mis compañeros de todas las salas. Lo cual tiene su peculiaridad. Porque nuestra Sala es pequeñita. No es como la Sala Tercera, cuyos miembros suman más de la tercera parte de los componentes del Supremo. Es un colectivo interrelacionado diariamente. Siete más yo, ocho.

Estoy muy satisfecho de que me hayan elegido. Y, sobre todo, muy honrado.

«EN LA SALA DE GOBIERNO NO ES MUCHO MARGEN EL QUE TIENES, HAY QUE RECONOCERLO. ES MUY LIMITADO. PERO SE PUEDEN HACER COSAS»

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¿Y qué asuntos tratan ustedes en la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo?

Tiene competencias muy determinadas. Está formada por el presidente, el vicepresidente, los cinco presidentes de Sala, cinco miembros electos –nosotros, yo- y el secretario de Gobierno.

Nos reunimos en la denominada Sala de Plenillos, que está junto a la Rotonda, y que es común a las Salas Especiales, la del 61, la del 39, 40. Es una sala multiuso.

Sobre las funciones, al margen de lo que ya se conoce –reparto de asuntos, turnos, composición de salas, facultad disciplinarias, aprobar expedientes de jubilación, juramento o promesas…-, tiene una función muy importante para la vida doméstica de la casa. Que no está tan determinada en la Ley. Pero se deriva: Es un órgano de conformación de criterio para la gestión de la casa.

Sin embargo, el Tribunal Supremo no tiene autonomía económica. Depende del Ministerio de Justicia. ¿Cómo vería usted que el poder judicial tuviera independencia económica?

Sí, yo creo que ahí sería cuando realmente el poder judicial adquiriría una cota de independencia que, en este momento, se predica pero que no es tanto. Porque no es lo mismo vivir en casa de tus padres para tu subsistencia que vivir en tu propia casa, de tus propios ingresos. La cosa cambia por completo.

¿Qué profesión tenía su padre?

Abogado. Sigue siéndolo, aunque ya no es ejerciente.

¿Tenía bufete?

Sí, mi hermano se hizo cargo de su bufete, en Córdoba, que es de donde procede mi familia.

¿Por qué no quiso ser abogado, siendo el mayor?

Era algo que estaba escrito. Debería ser juez. Aquí hay una tradición familiar que está anclada en la imagen, figura, recuerdo y memoria de mi abuelo, Benito Gálvez. Era juez de instrucción. Ahí arranca la historia. ¿Y qué pasó? Sucedió que mi abuelo falleció muy joven y dejó a mi padre en pañales.

Quedó, en mi casa, la tradición del juez de instrucción Benito Gálvez. Era algo que ya venía dado. Tan natural como la sucesión. Mi padre, que se llama también Benito Gálvez, quiso ser juez de instrucción, pero no pudo por un problema de salud.

El siguiente tenía que ser yo. Lo que no estaba escrito es que llegara hasta el Tribunal Supremo.

Es decir, que si su abuelo se llamaba igual, usted, según la costumbre seguida en Estados Unidos, Benito Gálvez III. ¿Y hay más Benitos Gálvez?

Mi hijo se llama Benito Gálvez y está esperando un hijo, que seguramente se llamará también Benito Gálvez. Una saga de Benitos [se ríe abiertamente].

¿Se considera usted una persona con suerte?

Confío en la divina providencia.

Eso es muy árabe. Porque, ¿dónde nació usted?

Nací accidentalmente en Sevilla, pero yo me crié en Córdoba. Yo soy cordobés.

En el mundo árabe la «baraka», la suerte, es un concepto central…

E incluso no le voy a ocultar de que tengo un cierto fatalismo. Los árabes dicen mehtú. Está escrito.

¿Y hay cosas que están escritas?

El determinismo histórico los árabes lo simplifican en el Mehtú, pero, como Antonio Machado, el camino también se hace al andar. Es lo que me ha enseñado la vida.

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