Patricia Arquette y la Ley Lilly (o ley de discriminación salarial)
Yolanda Rodríguez, directora adjunta de Confilegal.com
La reciente entrega de los Oscar de Hollywood, ha vuelto a poner sobre el tapete la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Por desgracia, que las mujeres ganan menos que los hombres es una verdad universal, también en la meca del cine. Y así lo ha denunciado la actriz Patricia Arquette al recoger su Oscar a la Mejor Actriz Secundaria por su papel de madre en Boyhood. “Es el momento de tener el mismo salario”, ha afirmado.
Según un informe publicado hace un año por The Hollywood Reporter, el intérprete mejor pagado fue Robert Downey Jr., que ganó 75 millones de dólares (55,7 millones de euros) entre junio de 2013 y junio de 2014, mientras que su homóloga femenina fue Jennifer Lawrence, que en el mismo periodo se embolsó solo 35 millones de dólares (30,7), es decir, menos de la mitad. Demostrando que la diferencia salarial entre hombres y mujeres es abismal.
Se supone que todos, hombres y mujeres, somos iguales ante la Ley, pero resulta inquietante comprobar que no es cierto. Ni en los denominados países desarrollados, ni siquiera en la meca del cine.
Quizá por ello, la primera Ley que firmó en 2009, el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, fue la denominada Ley Lylly o Ley Igualdad de Salario. Una Ley que pretende corregir la discriminación salarial que sufren las mujeres en el país más civilizado del mundo donde ganan, de media, un 22 por ciento menos que los varones por realizar el mismo trabajo.
La ley recibe su nombre de Lilly Ledbetter, una mujer que sufrió discriminación salarial durante casi dos décadas, mientras trabajó para la compañía de neumáticos Goodyear en una fábrica de Alabama. Al cabo de ese tiempo, se enteró de que ganaba el sueldo más bajo de los 16 supervisores de la planta, a pesar de contar con más experiencia que muchos de sus compañeros varones.
Cuando llevó finalmente el caso a juicio, fue desestimado por el Tribunal Supremo en 2007 por 5 votos contra 4. El argumento para rechazar su reclamación fue que había tardado demasiado tiempo en presentar la demanda y que, por tanto, no tenía derecho a la compensación económica.
Desde entonces, Lilly Ledbette, no ha dejado de luchar y se ha convertido en todo un símbolo contra la discriminación salarial femenina. Obama, con la Ley de Igualdad de Salario consiguió darle la razón al anular el fallo de la Corte Suprema, según el cual los empleados sólo disponían de 180 días para incoar una demanda por discriminación salarial. Pero, la realidad no ha cambiado excesivamente.
En Europa también existe la brecha salarial entre hombres y mujeres que oscila alrededor del 15 por ciento. Por eso, en el año 2007, el Partido Socialista Europeo, organizó una campaña el día 22 de febrero, para reclamar que ese día fuera reconocido como el de “la Igualdad de Salario’, porque las mujeres tienen que trabajar precisamente hasta este día para ganar lo mismo que un hombre ganó en el año anterior. Es decir, las mujeres europeas deben trabajar casi dos meses más (un 15 por ciento) para igualar el sueldo anual de un hombre.
Aquí, en nuestro país, las mujeres contamos con la LEY ORGÁNICA 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, que intenta garantizar que no existe esa discriminación salarial, sin embargo todavía queda mucho camino por recorrer. Se estima que, aún hoy, más de un millón de trabajadoras sufren discriminación salarial. Y, según un reciente informe de UGT esta discriminación se sitúa en el 24 %. Lo que significa que para cobrar una pensión de la misma cantidad una mujer necesita trabajar once años y medio más que un hombre en un trabajo de igual valor.
Y es que la igualdad laboral es uno de los principales desafíos de las sociedades desarrolladas, porque es precisamente en ese ámbito donde se produce una de las mayores discriminaciones que sufren las mujeres.