Firmas

Su gestión fue un error y un horror, señor Gallardón

Carlos Berbell, Director de Confilegal
16/6/2015 13:00
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Actualizado: 03/3/2016 13:04
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Acabo de leer con estupor sus palabras, señor Ruiz Gallardón, don Alberto. Y de verdad, creo que usted a los ciudadanos nos toma por tontos. Pero por muy tontos. 

Sólo así se explican las palabras que pronunció usted en Sevilla, en la conferencia que dio inaugurando el ciclo de Encuentros Formativos organizados por Thomson Reuters Aranzadi.

Por ello, me veo en la obligación de dirigirle esta misiva pública, con todo el respeto del que soy capaz.

Allí en Sevilla dijo que había que volver al sistema que había al principio del periodo constitucional con respecto a la designación de los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es decir, al que hubiera permitido que los 5.300 jueces y magistrados -mujeres y hombres- eligieran a los 12 vocales de procedencia judicial.

El que tenía en su programa electoral el Partido Popular en las elecciones generales de 2011. Se lo recuerdo. Ese que usted cambió.

Y luego afirmó que existía la percepción, por parte de los ciudadanos, de que se había  producido una politización del Poder Judicial.

Me pregunto cómo ha tenido la caradura de pronunciar esas palabras en público. Me asombra su descaro. Su desvergüenza.

¿Cómo es posible que usted, que ha politizado el sistema de nombramientos de los vocales del CGPJ hasta pervertirlo como nunca antes en la historia, ahora diga que lo justo, lo razonable, hubiera sido hacer todo lo contrario de lo que hizo?

Usted, que ha reformado el órgano de gobierno de los jueces, imprimiéndole una estructura jerárquica más propia de la Fiscalía General del Estado o de una Dirección General del Ministerio del que una vez llevó las riendas y que ha contribuido a laminar el asociacionismo judicial para convertirlo en algo anecdótico.

Usted, que consiguió poner en pie de guerra contra su persona a casi todos los colectivos del mundo de la justicia: jueces, fiscales, secretarios judiciales, funcionarios, registradores, abogados y procuradores.

Y mira que era difícil.

Usted solo, solito, consiguió que los jueces -¡nada menos que los jueces!- le hicieran una huelga. 

Nadie antes se había apuntado «ese honor».

Usted, el «padre» de las tasas, tan contestadas, tan combatidas. Ahora derogadas gracias a la presión constante de colectivos como el de la Brigada Tuitera. 

Su gestión al frente del Ministerio de Justicia sólo se puede asemejar al de un elefante en una cacharrería.

Usted no tuvo errores, señor Ruiz Gallardón. Su gestión, toda, fue un error. Y un horror.

Un fracaso. 

Ahora nos viene con estas. ¿Qué es lo que pretende? ¿Buscar visibilidad para que sus correligionarios del Partido Popular lo vean y piensen en usted como «el salvador», ahora que están padeciendo estos tiempos de angustia política ante la perspectiva de perder las próximas elecciones generales?

Ni usted es Churchill, ni esto es Gran Bretaña, ni estamos viviendo la Segunda Guerra Mundial.

Esto es España y usted está fuera de la política.

Un día, cuando era ministro, tuve el privilegio de escucharle en tres sitios diferentes el mismo día. Tres lugares distintos ante colectivos dispares.

En los tres dijo cosas completamente diferentes, opuestas. Para contentar a los que le escuchaban.

Eso se define con una palabra, que usted conoce muy bien.

Así que deje de mirar al pasado y de decir cosas que nadie cree. Su cupo de credibilidad política se quedó en cero muchos meses antes de que presentara la dimisión.

Lamento mucho, se lo digo con toda la franqueza de la que soy capaz, su mandato al frente del Ministerio de Justicia. Fue una desgracia. 

Soy de los que piensan que si Rafael Catalá hubiera ocupado su puesto jamás hubieramos padecido la pesadilla de su gestión .

Catalá no padece el mal de la arrogancia ni de la soberbia. Sabe escuchar. Sabe negociar. Conoce la maquinaria de la Administración de Justicia mucho más, y con más profundidad que usted.

Lamento que la historia le haya dejado el papel de apagafuegos de los múltiples incendios que usted provocó.

Háganos un favor a todos, señor Ruiz Gallardón: si quiere pronunciar conferencias hágalo sobre perros, por ejemplo.

Tengo entendido que tiene usted uno, al que pasea todos los días por los alrededores del Tribunal Supremo.

De eso sí que sabe.

De gestionar la justicia… A las pruebas me remito.

Que pase un buen día.