El magistrado Moralo era «el tapado» en la conexión Cuatrecasas

El magistrado Moralo era «el tapado» en la conexión Cuatrecasas

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30/11/2015 00:00
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Actualizado: 30/11/2015 00:00
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Sebastián Moralo, el elegido como nuevo magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo, era “el tapado” de una operación discreta que tuvo como “muñidor” a Mario Macías Castaño, el vocal abogado de Cuatrecasas.

Porque fue Macías el que movió al grupo conservador, una vez descartada Mari Luz García Paredes, a apoyar la candidatura de Moralo, de 55 años, como la alternativa clara y como la única que contaba con la bendición del “alto mando del Consejo”, léase Carlos Lesmes, el presidente. 

Sobre la mesa estaba también la de Rubén Jiménez, de 67 años, presidente de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, candidato en tres ocasiones anteriores, cuyo mérito y capacidad, con 42 años de profesión a sus espaldas, cinco de los cuales fue vocal del CGPJ, estaba más allá de cualquier duda. Era una candidatura solvente. 

O la de Ana María Orellana, de 53 años, magistrada de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, miembro de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), como Jiménez.

Es cierto que también Moralo reunía todos los requisitos para ser elegido, en términos de mérito, capacidad profesional y por sentencias realizadas, como bien nos han apuntado varios compañeros suyos, que lo conocen bien y lo aprecian. 

Entonces, ¿por qué un CGPJ de mayoría conservadora se decanta por Moralo en vez de a por Jiménez u Orellana? 

Sólo hay una explicación: la relación personal existente entre Moralo y Macías, que éste no reveló a sus compañeros.  

Macías -socio del poderoso despacho de abogados Cuatrecasas, Gonçalves Pereira- se había convertido en vocal del CGPJ, en enero de este año, después de que dimitiera su antecesora, Mercé Pigem, elegida a propuesta del mismo grupo parlamentario en el Senado, que lo propuso a él: Convergencia i Unió (CiU).

Desde su aterrizaje en el CGPJ, Macías, de 50 años, magistrado en excedencia, especialista en contencioso-administrativo, director general de Asuntos Contenciosos de la Generalitat de Cataluña entre 2002 y 2003, sintió una afinidad personal y profesional con Lesmes, de 58 años. Y una eficacia probada. 

De ello dan fe sus más estrechos colaboradores, en especial Gerardo Martínez Tristán, que, en este caso, impulsó la fallida candidatura de García Paredes. 

UNA ESTRELLA EMERGENTE 

Macías es la estrella emergente, dentro del CGPJ, sin formar parte del sanedrín de los siete vocales que conforman la Comisión Permanente, donde se lleva el día a día del Consejo. 

Nacido en Barcelona, el hoy vocal del CGPJ ingresó en la carrera judicial en 1990. Fue juez en el  Primera Instancia e Instrucción 4 de Rubí. Luego pasó al Juzgado Penal Único de Terrasa y al Juzgado de lo Contencioso-Administrativo 3 de Barcelona. 

Durante dos años fue profesor de la Escuela Judicial de Barcelona y se afilió a la conservadora APM.

En 2005 pidió la excedencia de la judicatura para marcharse a Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, donde presta sus servicios desde entonces. 

La elección de Moralo es la mejor prueba de su creciente influencia personal en el órgano de gobierno de los jueces.

De hecho, hay una norma no escrita en el CGPJ: los vocales se miden por los candidatos que proponen… y que sacan. 

Para Macías, Moralo, al que conoce desde, al menos, 2010, es su primer éxito relevante. Y éste recurrió a él -como suelen hacer todos los candidatos y suele ser costumbre con las personas que conocen, por otra parte-, cuando tuvo la certeza de que se encontraba entre los elegidos seleccionados por la Comisión Permanente en funciones de Comisión de Calificación. 

Moralo, hasta el jueves magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), y Macías formaron parte del profesorado en el primer Master en Abogacía que la Facultad y el Departamento de la Universitat Pompeu Fabra –muy vinculada a CiU- pusieron a rodar en el curso 2010-2011. 

En el mismo colaboraron cuatro importantes despachos de abogados: Garrigues, Roca Junyent, Uría y Menéndez y Cuatrecasas, Gonçalves Pereira. 

Macías impartió impartió Litigación Administrativa y Moralo Litigación Laboral. 

Ambos volvieron a repetir, como profesores, en el curso siguiente, 2011-2012, del mismo Master; lo mismo que los cuatro despachos. 

Los dos cursos posteriores, 2012-2013 y 2013-2014, Moralo se pasó al Master en Abogacía que impartía la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), formando parte de un claustro de profesores en el que no figuraba Macías, pero sí Dimitry Berberoff Ayuda, actualmente jefe del Gabinete Técnico del Tribunal Supremo y hombre de total confianza del presidente Carlos Lesmes. 

Un Master, este de la UIC, en el que también colabora, de forma directa, el bufete de Macías, es decir, Cuatrecasas, Gonçalves Pereira. 

Macías, abogado y profesor vocacional, ha mostrado interés por los cursos de formación continua, que lleva a cabo el CGPJ de forma regular para actualizar los conocimientos profesionales de jueces y magistrados. 

Su intervención, durante el último pleno, criticando duramente la gestión de la misma, induce a pensar que quiere jugar un papel más protagonista o quizá hacer nuevas propuestas que pudieran hacer entrar a otras instituciones educativas del mundo del derecho para enriquecer esta formación en un espacio en el que, hasta ahora, tienen poca chance.

LA IMPORTANCIA DE LA SALA CUARTA

Con la elección de un magistrado como Moralo, en sustitución del progresista Jordi Agustí Juliá, el equilibrio actual de la Sala de lo Social va a comenzar a resentirse.

A lo largo de los tres últimos años, las sentencias de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo, favorables a los derechos de los trabajadores y contrarias a la reforma laboral del PP, se han visto contestados desde el partido del Gobierno y desde foros empresariales. 

La más importante tuvo lugar el 22 de diciembre de 2014 al restaurar la ultractividad de los convenios colectivos. Esta Sala decidió que tenían naturaleza contractual y que no caducaban aún después de haber expirado. 

Una segunda fue la que anuló el ERE de Coca-Cola al haber vulnerado la empresa el derecho de huelga por utilizar «esquiroles». 

Jordi Agustí Juliá ha sido el primero. Detrás vienen otros dos «pesos pesados» progresistas:  José Luis Gilolmo, dentro de nueve meses, y Fernando Salinas, en un año y ocho meses. 

PARA SABER MÁS: 

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