Un evento ineludible este jueves hacía coincidir a tres de los grandes protagonistas del momento en el mundo judicial. Félix Bolaños, ministro de Justicia, Francisco Marín, presidente del Tribunal Supremo, y Vicente Guilarte, presidente en funciones del Consejo General del Poder Judicial.
Un encuentro que ha llegado en un momento de máxima delicadeza. Y es que las palabras de Junts per Catalunya en el Congreso de los Diputados sembraban la polémica hace apenas dos días en el Poder Judicial.
Así pues, todas las principales asociaciones judiciales, así como el Tribunal Supremo y el CGPJ, cargaban contra las palabras de la independentista en el Parlamento. Unas palabras que también criticaba Félix Bolaños, pero no sin que antes se notaran las consecuencias dentro de Justicia.
Y es que el presidente del Supremo, Francisco Marín, suspendía la reunión agendada con el ministro socialista tras las acusaciones de lawfare pronunciadas por Junts en el Congreso. Algo que provocaba que, poco después, Bolaños buscase apaciguar las aguas con el alto tribunal, llamando a su máximo dirigente y reubicando la reunión en sus agendas.
Momentos tensos que han sido aparentemente solucionados. Pero que no parecen haber caído en el olvido. No, al menos, tan pronto. Ni para esta redactora.
Y es que este jueves, a pesar del entorno festivo del evento en el que se encontraban los tres dirigentes, la tensión parecía notarse en el ambiente. No entre los invitados, todos ellos relativo al Poder Judicial, pero sí entre los tres protagonistas de las más altas esferas.
Algo que parecían querer disimular a toda costa, entrando en el salón de actos los tres de forma conjunta. Sin embargo, los gestos involuntarios pueden decir muchos, si se presta atención a ellos. Y, ante estos ojos que observaban la escena desde la distancia, el divorcio entre Bolaños y el Poder Judicial parecía estar más que sentenciado.
Puede ser protocolo. O, simplemente, un detalle que a muchos les podría parecer insignificante. Pero que, sin embargo, parece ser un claro reflejo de la situación entre el ministro de Justicia y los principales órganos judiciales.
Mientras el ministro estaba posicionado a un lado del pasillo principal de la sala, los dos presidentes eran colocados juntos. Justo, al otro lado del pasillo. Una distancia que casi sirve para mostrar la distancia que separa a los dos poderes en estos momentos.
Una distancia que no se observaba, sin embargo, entre el presidente del Supremo y su homólogo. No, al menos, para los que estábamos observándoles. Y es que ambos parecían satisfechos con la presencia del otro a su lado. Algo que se podía ver durante el evento, en el que estuvieron intercalando comentarios y sonrisas de aprobación.
Buena sintonía que continuó tras el acto oficial. Así pues, mientras se levantaban y salían del lugar para disfrutar de un agradable catering, Guilarte y Marín continuaban juntos, mientras Félix Bolaños atendía a otras personalidades. Y mientras se aumentaba la distancia entre ellos. Una distancia que era física, pero que parecía ser más que eso.
Tanto es así, que por un momento, esta observadora pareció ver a Vicente Guilarte darse la vuelta, ver a Bolaños a sus espaldas, y continuar con la conversación sin moverse un milímetro.
Gestos involuntarios. Puede que sin intencionalidad, pero que sí pueden llegar a tener mucho significado. Especialmente, en un momento tan sensible del Poder Judicial como es el actual.
Un momento en el que parece que la anormal bicefalia entre Supremo y CGPJ no es un impedimento para la buena sintonía entre los órganos. Pero las últimas novedades políticas sí parecen ser un lastre en las relaciones entre el departamento de Félix Bolaños y el Poder Judicial.
Unas tensiones que parece que ni un evento festivo, ni las próximas fiestas navideñas, ni el catering posterior, con vino y jamón «del bueno» parecen ser capaces de solucionar. Habrá que esperar al año nuevo.