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Pongamos que hablo de Manuel

Pongamos que hablo de Manuel
Sobre estas líneas, el autor de esta columna, José Luis Sariego Morillo, abogado especialista en derecho de familia.
17/8/2022 06:48
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Actualizado: 18/8/2022 08:45
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Manuel es un hombre al que conocí hace unos años.

El primer contacto con él fue por teléfono.

Al otro lado del móvil se escuchaba una voz apagada y temblorosa. Comenzó pidiéndome perdón por las horas a las que me llamó (9:30 de la noche de un viernes invernal). Tenía miedo de volver a casa y no sabía qué hacer.

Le pregunté, y me dijo que trabajaba de funcionario en un juzgado de lo mercantil, que estaba casado desde hacía diecisiete años con su mujer (enfermera) y que tenía dos hijos.

Tras esa breve información, hice lo que hay que hacer en estos casos: escuchar y tranquilizarlo.

Adquirí bastante experiencia a comienzos de los años 90 cuando asesoraba, de forma gratuita, dos veces por semana, a una asociación de mujeres que sufrían malos tratos.

Un trabajo bastante complejo cuando en aquellos tiempos no se contaba con los medios y la información (y formación) que tenemos hoy. Aún recuerdo acompañar a alguna mujer a una comisaría en la que nos conminaban a acudir al juzgado a denunciar porque no nos hacían ningún caso.

Recuerdo también, cuando en 1997 y en una comparecencia de medidas provisionales, logró una clienta mía que un juez de familia advirtiera al marido maltratador que le daba 24 horas para salir de casa y le dijo textualmente que: “iba a llamar a la policía municipal de su pueblo para que vigilase que él no pudiera acercarse a menos de 500 metros de ella y de su casa, porque su mujer tenía derecho a ir a comprar el pan sin miedo”.

Esta anécdota la conté de forma mucho más amplia en el capítulo del libro publicado por la editorial Dykinson “Familia y violencia” en 1998«, que recogía las ponencias del Congreso de la Asociación Española de Abogados de Familia sobre familia y violencia.

Debo decir en honor a la verdad que aquel juez, hoy fallecido, nos permitió exponer las numerosas pruebas que habíamos recabado antes de presentar la demanda. Logramos, por ejemplo, que la médico de familia fuera a testificar todo lo que sabía de la vida de nuestra clienta. Entonces los médicos no contaban con los protocolos de hoy.

LO QUE PIDE UNA VÍCTIMA ES VIVIR EN PAZ Y LEJOS DE QUIEN LA MALTRATA

Uno aprende con los años que cuando una persona decide pedir ayuda, nunca hay que ir directamente a la cuestión, sino que hay que ser práctico. Lo que suele pedir una víctima es vivir en paz, lejos de quien le maltrata.

Y ese debe ser nuestro objetivo.

En los primeros momentos hay que trasladar un cierto grado de confianza y que la persona que te pide ayuda se sienta cómoda en la conversación y, sobre todo, tras mostrar un breve interés por su situación laboral y familiar, hay que dejarle hablar.

Cuando la persona maltratada en el entorno familiar se decide a pedir ayuda a un extraño, los primeros momentos de recibir ayuda son vitales para su mejor interés.

Manuel, como otras tantas personas que piden ayuda para salir de una terrible situación de malos tratos continuados, suelen tener lo que se denomina la visión de túnel.

Los episodios de violencia que han sufrido no les dejan ver el bosque. Y tampoco suelen pensar a largo plazo, sobre todo los hombres. Todo ello, es fundamental tenerlo en cuenta y saber tranquilizar y serenar a quien te pide ayuda.

Manuel intentaba explicarme en cinco minutos toda su vida de forma desordenada y a trompicones.

Pero hay que frenar ese impulso como sea, tras el desahogo inicial. Una vez que has escuchado determinados detalles de la vida de Manuel, es cuando hay que intentar poner un poco de orden en la conversación.

Le pregunté a Manuel si tenía miedo, si tenía algún amigo o familiar al que pedir ayuda urgente a fin de encontrar un sitio seguro donde ir. Manuel me dijo que su madre tenía una casa grande donde podía irse a vivir.

Me contó que no quería darle disgustos a su madre, pero que había que hacerlo. Semanas más tarde, Manuel me contó que su madre se quedó más tranquila al saber que su hijo estaba a salvo en su casa.

Le pregunté si tenía miedo de que a sus hijos les pudiera pasar algo. Me dijo que sí y que su hijo mayor, Manolo, le tenía mucho miedo a su madre. En los últimos años, su hijo recriminaba a la madre constantemente por el maltrato que sufría Manuel, y el hijo pasó a ser una nueva víctima de su madre.

Le pregunté en qué momento podría ir a su casa de forma segura y si podía ir acompañado de un familiar o amigo. Me contó que su mujer trabajaba de enfermera en el hospital y que, al día siguiente, entraba en el turno de tarde.

RECOGER SUS COSAS DE FORMA SEGURA

Le dije que teníamos que tomar una decisión inmediata: volver a casa esa misma noche como si no hubiera hablado conmigo y evitar todo enfrentamiento con ella.

Aprovechar para hablar con su hijo, si podía y, decidir coger toda su ropa y enseres personales imprescindibles y marcharse junto a sus hijos a la casa de su madre al día siguiente, mientras la mujer estuviera trabajando.

Como otras personas en situaciones similares, Manuel me preguntó si eso no era un delito de “abandono de familia” o algo peor (secuestro de los niños) y le contesté que no se preocupase, que cuando estuviera en casa de su madre con los niños a salvo, yo mismo le mandaría un mensaje por SMS al teléfono de su mujer, presentándome como abogado y comunicándole la decisión de él de pedir el divorcio y la custodia de los niños y que, por favor, se lo trasladase al abogado que contratase.

Y que después le mandaría a su esposa un segundo mensaje informándole dónde estaban los niños, pero pidiéndole que se abstuviera de acudir al domicilio de la abuela.

Algún lector se preguntará por qué no suelo aconsejar ir a denunciar este tipo de maltrato que sufren muchos hombres en el contexto familiar.

Con la legislación actual y con los protocolos de la Secretaría de Estado de Seguridad para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, si Manuel hubiera decidido ir a una comisaría para presentar una denuncia por malos tratos (sin apenas pruebas), el resultado final podría haber terminado con Manuel esposado y detenido.

Los protocolos de la Policía y de la Guardia Civil, cuando un hombre va a denunciar malos tratos, es proceder llamar a declarar a la esposa denunciada.

En la inmensa mayoría de los casos que he visto, la esposa suele defenderse acusando a su marido de malos tratos y ello conduce inexcusablemente, a la detención inmediata de la víctima. En este caso podría haber sido Manuel.

Es más usual de lo que se cree que ocurra esto que he relatado y, además, no se cuenta en los medios de comunicación. En algunos casos similares, hemos denunciado a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado por detención ilegal de una víctima de un delito y por un delito de abandono de perseguir delitos.  

Manuel apenas tuvo tiempo de obtener la documentación necesaria (ex artículo 770.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil) para presentar una demanda de forma urgente.

REDACTAR UNA DEMANDA DE MEDIDAS PROVISIONALES

Así que lo que suelo hacer en estos casos, es redactar una demanda de medidas provisionales sin aportar estos documentos hasta que el juzgado nos requiera para ello. Es muy importante hacerlo de esta manera, con el fin de evitar que a Manuel lo denunciaran por un presunto delito de sustracción de sus hijos.

En este caso, la demanda se presentó el lunes siguiente por la mañana, ante el juzgado decano de su ciudad. Le enviamos al móvil de Manuel copia junto con el justificante de la presentación.

Cuando el juzgado nos requirió para aportar el poder y los certificados preceptivos, Manuel ya los había obtenido.

A los 6 días de que Manuel abandonara su casa junto a sus hijos, se puso en contacto conmigo una abogada en nombre de su esposa y pudimos comenzar a negociar las condiciones del divorcio.

En principio, se estableció de mutuo acuerdo un régimen de visitas de la hija pequeña con su madre dado que el hijo mayor no quería, bajo ningún concepto, irse con su madre por el miedo que le tenía.

Pasaron varias semanas hasta la comparecencia de las medidas.

En ese tiempo, Manuel encontró a poca distancia de la casa familiar, un piso de alquiler con el objetivo de no alejar demasiado a los niños del colegio y de los amigos.

Debo decir que en la comparecencia salió a relucir la situación de malos tratos que recibían tanto Manuel como su hijo mayor, por parte de la esposa y madre. Pero la jueza y la fiscal decidieron que había que adoptar medidas sin tener en cuenta esos hechos.

EN ESPAÑA NO HAY JUZGADOS ESPECIALIZADOS EN LOS MALOS TRATOS QUE SUFREN LOS HOMBRES

Lo lógico hubiera sido inhibirse y remitir el asunto al Juzgado competente. Pero, en España, no hay ningún juzgado especializado en los malos tratos que sufren los hombres e hijos a manos de sus parejas y madres.

El auto de medidas resultó de la siguiente forma: custodia compartida por semanas alternas de la hija pequeña y custodia paterna del hijo mayor con un régimen de visitas estándar a favor de la madre. Se atribuyó temporalmente el uso de la vivienda familiar a la madre y se estableció una pensión a favor del hijo mayor y con cargo a la madre de 160 € al mes.

En cuanto a las cargas del matrimonio, éstas se establecieron al 50 % (hipoteca, etc.)

Aunque económicamente para Manuel este auto no era muy favorable, sí logramos evitar que su vida terminase criminalizada en un juzgado de violencia sobre la mujer.

Tras el auto logramos ponernos de acuerdo con la otra parte en el sentido de poner a la venta la vivienda familiar y dejar el resto de las medidas igual. Todo terminó con un “mutuo acuerdo” entre una víctima de malos tratos y su agresora.

A pesar de todo, el último procedimiento en el que hemos tenido que representar a Manuel, es que desde hace 8 meses la madre está incumpliendo la custodia compartida de la hija pequeña.

El método que ha usado es el consabido de presentar una denuncia por supuestos malos tratos a la hija, por parte de Manuel y de su hermano.

Pese a que el juzgado de instrucción correspondiente rechazó las medidas cautelares que la madre había pedido y archivó la causa, la hija sigue sin poder ver a su padre y a su hermano.

Todo porque su nueva abogada de una famosa asociación feminista que asesora al Ministerio de Igualdad, ha decidido recurrir tanto el auto de rechazo de la medida cautelar como el auto del archivo de la causa.

Por ello, tras 8 meses de incumplimiento de una sentencia judicial, ésta sigue sin cumplirse. Seguimos a la espera de la decisión judicial de la Audiencia Provincial correspondiente. 

Manuel nos envió una grabación que había hecho su hijo hablando con su hermana, donde ésta le dice a su hermano que su madre le había dicho que su padre no la quería y que no quería verla más.

CUANDO ME CRITICAN EN REDES SIENTO COMO SI REGRESARA AL PASADO

Cuando en redes sociales o en otros ámbitos me critican por mi lucha contra la ley de violencia de género o contra la Ley Orgánica 8/2021, debo decir que me siento como si regresara al pasado de este país.

Como cuando a las mujeres se les decía en la comisaría que volvieran a casa. O cuando en la familia y en su entorno laboral, se les decía a las mujeres que sufrían malos tratos aquello de que “es lo que te ha tocado”.

Las leyes instauradas por la ideología de género en nuestro país, han puesto a la mitad de la población que representan los hombres, en la misma situación o incluso peor situación que las que vivieron nuestros padres y abuelos en la época de la dictadura y en los primeros años de nuestra democracia.

Cuando las mujeres sufrían malos tratos a manos de sus parejas en casa e iban a pedir ayuda y no se les hacía caso, no solían reaccionar y resignadamente acataban la recomendación de volver a casa con su agresor. Ahora, nadie tiene en cuenta que los hombres, cuando son injustamente tratados, están reaccionando de la misma forma.

Algunos de ellos caen en una depresión reactiva y pueden llegar a reaccionar violentamente.

Hombres maltratados que cuando toman la decisión de huir de quiénes los maltratan, suelen ser víctimas de denuncias falsas por parte de sus agresoras, de forma proyectiva y vengativa.

Leyes que le han dado una credibilidad tal a la palabra de una mujer, que dejan en la mayor indefensión a miles de víctimas cada año. Miles de hombres, pero también miles de niños que sufren malos tratos a manos de sus madres.

Formas tan sofisticadas como la manipulación psicológica a los niños, sustracción física, emocional y psicológica de miles de niños tras un proceso en el que el hombre maltratado pide el divorcio.

Y, sobre todo, miles de hombres que huyen del maltrato y piden la custodia compartida de sus hijos como única posibilidad de poner a salvo a sus hijos ante la creencia de tener nulas posibilidades de obtener la custodia de sus hijos y el alejamiento de éstos de la madre que los maltrata.

Basta ver algunos informes de los servicios sociales, Capsems, Dgaias y demás entidades similares de todo el territorio nacional, para comprobar cómo se está ocultando a los jueces el maltrato familiar cuando el victimario es la mujer o la madre.  

Espero que este pequeño artículo pueda ser útil, aunque sea a un sólo un hombre, a un sólo padre o sólo a un niño que esté sufriendo en sus carnes malos tratos por parte de su pareja, de su esposa o de su madre.

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