La Ley de Protección, Derechos y Bienestar de Animales va más allá de las ideologías
La torre de Lujanes, edificio que alberga la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, fue el escenario en el que las grandes figuras de la defensa de los animales en España se dieron cita en una jornada de conferencias titulada «Animales, sujetos emergentes en la política el derecho», que tuvo lugar ayer.
El objetivo, en palabras de María Emilia Adán García, decana del Colegio de Registradores, es el de «sentar los principios y objetivos» que hace falta considerar antes de regular las relaciones que tendrá la ciudadanía española con los animales en un espacio de encuentro y debate.
«En la sociedad se puede observar una clara voluntad de regular nuestras relaciones con los animales», afirmó durante la inauguración del evento.
Araceli Mangas Martín, vicepresidenta de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, puso en relieve los antecedentes legales, morales y filosóficos que sentaban las bases del nuevo proyecto de ley, cuando en el derecho empieza a definir a los animales como seres «sintientes», con sus inicios en el Derecho Administrativo que eliminó la definición de las mascotas como cosas o posesiones.
En la mesa titulada «Justicia para los animales», la primera intervención fue la de Sergio García Torres, director general de Derecho de los Animales del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, que empezó señalando cómo cada vez más gente conoce los fundamentos de la protección de animales y participa en acciones que la favorecen, ganándose incluso el apoyo de partidos políticos.
«Esta ley va más allá de ideologías», dijo, apuntando que esta se encontraba en trámite parlamentario «Sigue la estela de las normas impuestas en diferentes comunidades autónomas, pero propone un marco homogéneo».
García Torres planteó que era necesaria también una modificación del Código Penal para proteger a los animales silvestres, aumentar las penas y minimizar la impunidad.
Cada año se producen 300.000 abandonos en España, producto principalmente de la cría indiscriminada para la venta, el fin de la temporada de caza y la situación económica que dificulta el cuidado de la mascota
Según García Torres, el proyecto de ley gira alrededor de tres ejes: sacrificio cero, abandono cero y maltrato cero.
A falta de datos oficiales, refirió a un cálculo independiente de 300.000 abandonos anuales en España, producto principalmente de la cría indiscriminada para la venta, el fin de la temporada de caza y la situación económica que dificulta el cuidado de la mascota.
También incluyó entre las propuestas los cursos de formación para la tenencia responsable de mascotas y eliminar el uso de animales en espectáculos.
Virtudes Azpitarte, registradora de la propiedad y doctora en derecho, planteó unas preguntas a partir de las cuales desarrolló sus argumentos: ¿Cómo se puede convivir con el maltrato animal? ¿Y es acaso el hombre un ser superior a los otros animales?
Este punto de partida dio pie a una disertación que comparaba la lucha por los derechos de los animales con el movimiento feminista y la abolición de la esclavitud. «Todos estos procesos atraviesan tres fases: primero la burla, luego el debate y, por último, la aceptación», dijo Azpitarte.
En este sentido, puso en relieve la necesidad de abarcar a los animales dentro del prójimo, reconociendo su carácter de seres sintientes sin intentar asimilarlos en la idiosincrasia humana.
Así, definió los pasos a tomar como un cambio civilizatorio a través del cual todos los animales, incluyendo los peces y los insectos, al reconocer su capacidad moral. «La legislatura no podrá hacerlo todo», dijo. «Bienvenida cualquier ley de protección, por poca que sea».
Igualdad entre animales y humanos
En conversación con este medio, Azpitarte destacó los obstáculos que enfrenta el movimiento por los derechos de los animales, incluyendo la categorización de animales de producción, que «siguen considerándose cosas» y a los que «se explota y abusa» en laboratorios y mataderos, ámbitos que no contempla la jurisprudencia española, al igual que los espectáculos protegidos por su «interés cultural» en los que el sufrimiento de los animales protagonizan tienen un papel protagonista.
Si bien «la sociedad no quiere tolerar el maltrato animal», Azpitarte señala la enmienda a la totalidad del PSOE a la Ley de Protección, Derechos y Bienestar de Animales responde más a intereses electorales que a un interés real en las criaturas, especialmente al sugerir que no entren los perros de caza en estas consideraciones.
Por su lado, José Luis Rey Pérez, doctor en Derecho y profesor del Instituto Católico de Administración y Dirección de Empresas (ICADE), destacó que, si bien definir a los animales como «pacientes morales» fue un avance significativo, correspondía también considerarlos agentes morales, ampliando, en sus palabras, nuestra esfera moral.
En su opinión, los animales son capaces de tener una estructura moral, algo comúnmente asociado a los ámbitos religiosos y éticos de la humanidad, y pueden aprender en este mismo sentido, lo cual es la base de la domesticación.
«Los animales silvestres viven en comunidad y aprenden en base a la empatía», dijo, haciendo referencia a las leyes que se consideran excepciones para la ley por su utilidad u otros criterios, como las vacas y los perros de raza.
«A partir de la Ilustración, el hombre se ubica en el centro de la existencia», dijo. «Necesitamos ampliar nuestra esfera moral».
Con la última intervención, Enrique Gil Botero, abogado, secretario general de la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos (COMJIB) y exministro de Justicia y del derecho de Colombia, declaró que «estas discusiones permitirán dar interpretación a jurisprudencias que recojan el alma colectiva de la sociedad», dijo.
«La inteligencia no debe ser rasero para conceder derechos», explicó, apuntando que los razonamientos que pretendían no reconocer la dignidad de los animales por su incapacidad de reflexión y lenguaje podían perjudicar a seres humanos con dificultades parecidas.
Así, Gil Botero insistió en que «la compasión y la empatía deben tener el protagonismo» en la jurisprudencia, más allá de la categorización por inteligencia o razonamiento», dando prioridad a la capacidad de sufrir.
Por eso, cualquier conducta «que atente contra un animal» debería conllevar por lo menos «un juicio de reproche», en palabras del letrado», ya que los animales «son parte de nuestra comunidad».
