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Cumplimiento normativo e inteligencia anticipativa en la contratación, negociación e inversión

Cumplimiento normativo e inteligencia anticipativa en la contratación, negociación e inversión
Antonio J. García-Berbel, abogado, doctor en Derecho y detective especializado en la investigación económica y mercantil.
13/12/2022 12:00
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Actualizado: 14/12/2022 10:11
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El órgano de gobierno de toda organización asume una triple responsabilidad: Primera: Asegurar que la organización cumpla con las expectativas de sus grupos de interés; segunda, garantizar la calidad en la toma de decisiones a la hora de contratar, negociar o invertir; tercera: Evitar, minimizar o anular posibles daños y perjuicios derivados de errores cometidos en operaciones de contratación, negociación o inversión.

La consultoría preventiva (inteligencia anticipativa) refuerza la calidad de las decisiones.

Resumo en estas líneas algunas ideas básicas que traté en una reunión con empresarios celebrada en Arcos de la Frontera (Cádiz) el pasado miércoles 2 de noviembre de 2022, organizada por el Foro de Liderazgo, Cumplimiento y Buen Gobierno.

El objeto del ‘meeting’ fue crear un espacio de diálogo, reflexión y debate sobre la importancia de la consultoría estratégica preventiva (o inteligencia anticipativa) en la toma de decisiones en el ámbito de la contratación, negociación e inversión.

La rapidez con que se producen las transformaciones económicas, políticas y sociales es vertiginosa y está condicionando las formas de relacionarnos en todos los ámbitos de la vida. La incidencia en la actividad económica es evidente. Los escenarios cambian demasiado rápido y pronosticar es cada vez más complejo.

Con este panorama conviene actuar con las debidas cautelas y prudencia a la hora de tomar cualquier decisión en una organización. Esas cautelas deben ser máximas cuando se trata de contratar, negociar o invertir, porque está en juego el propio patrimonio y, en caso de las empresas, además, su reputación.

Seguridad jurídica y confianza económica

La seguridad jurídica es un supuesto esencial para el desarrollo normal de las relaciones económicas. Los mercados funcionan eficazmente cuando en las relaciones jurídicas y humanas existe la confianza de que sus actores cumplen con las leyes y con los propios compromisos adquiridos. Sin embargo, la realidad nos enseña que no es así.

Por un lado, las leyes son complejas y temporales. Recientemente asistimos en España al final de la moratoria concursal, que implica que las empresas y los empresarios asumirán un escenario nuevo, con otra reforma de la ley concursal para trasponer la Directiva sobre reestructuración e insolvencia.

Por otra parte, son cada vez más frecuentes los incumplimientos contractuales. Las estadísticas judiciales confirman el aumento de la litigiosidad. A la hora de contratar, negociar o invertir, conviene ser previsor y adelantarse a escenarios complejos, teniendo en cuenta que la perfección no existe y que ningún escenario es el ideal ya que todas las decisiones humanas se basan en datos incompletos.

No es bueno ser confiados. Conviene tener elementos ciertos de juicio que garanticen la solvencia y buena fe de los agentes que intervienen en todas y cada una de las operaciones de la organización. Las presunciones en los negocios no suelen ser buenas consejeras.

Inteligencia anticipativa. Herramientas de alerta temprana (HAT)

El planteamiento y ejecución de todo negocio jurídico u operación mercantil (en particular cuando es de gran envergadura y conlleva repercusiones importantes) debe fundamentarse sobre la adopción de las medidas previstas en relación con los objetivos a conseguir en cada una de sus fases.

En toda operación de contratación, negociación o inversión encontramos, al menos, tres fases: la inicial o ideativa, la intermedia o de desarrollo de la idea, y la final o de ejecución.

En la etapa ideativa es preciso elaborar una hoja de ruta escrita que anticipe los posibles escenarios y también contemple los riesgos a asumir. Es lo que algunos llaman «memoria descriptiva» de un proyecto. Adelantarse a los riesgos contribuye al buen fin de cualquier operación, sabiendo también que calcular el futuro con perfecta precisión es casi imposible.

La diligencia empresarial obliga a que en la etapa de desarrollo de un proyecto (contratación, negociación o inversión) se adopten como mínimo estas dos precauciones:

1.- Contar con información relevante, razonable, cierta, clara, concisa, inteligible, convincente y factible sobre lo que quiere hacer y con quién lo quiere hacer. Pero ¡ojo! «Información» no significa «inteligencia».

2.- Quien tiene inteligencia, tiene perspectiva; quien tiene menos inteligencia, sólo alcanza a comprender algunos detalles («brand strategy and business strategy are all about seeing the big picture»).

Utilizar Herramientas de Alerta Temprana (HAT). Las HAT son diferentes mecanismos para detectar riesgos e identificar dificultades, lo que permite tomar medidas a tiempo.

Las HAT son muy variadas. Suelen incluirse en los marcos de actuación preventiva de las empresas, también llamados “planes de cumplimiento normativo”. Las empresas que tienen HAT identifican las operaciones dudosas, y las evitan.

La información es crucial en el proceso de toma de decisiones. La investigación para lograr la información juega un papel relevante. Sin información no se deben tomar decisiones.

En todo proyecto de contratación, negociación o inversión, cuanto antes se detecten posibles dificultades o riesgos, antes se podrán tomar las medidas oportunas, y mayor será la probabilidad de evitar un fracaso, a la vez que más ordenado y eficiente será el procedimiento de ejecución del proyecto.

Calidad en la toma de decisiones. Ideas claras. ‘Use your head’

La decisión es la fase final (ejecución) de cualquier operación de contratación, negociación o inversión.

Decidir es un proceso complejo que supone obtener información, analizarla, confrontar alternativas y valorar opciones. En escenarios complejos y de incertidumbre, quien toma una decisión solo tiene control sobre la propia decisión, pero no tiene control sobre el resultado, ni sobre todas y cada una de las circunstancias externas. No podemos controlar los resultados, pero sí que podemos medir y mejorar la calidad de las decisiones en el momento en que se toman.

Una decisión acertada es una decisión que cuenta con la información necesaria. Pero información no equivale a inteligencia, ni decidir significa «auditar información». Para decidir, no sólo hay que estar bien informados. La capacidad de evaluar todas las alternativas juega un papel tan importante como el propio juicio para optar por una de ellas.

Cada decisión refleja los valores y principios (visión y misión) de quien la toma. Las decisiones de calidad no suelen adoptarse dejándose llevar por ocurrencias, motivaciones de difícil justificación o buscando resultados inmediatos.

Los proyectos de éxito se convierten en realidades cuando cada una de las decisiones pueden justificarse con acierto. Un negocio llega a buen fin porque estratégicamente es ordenado y ejecutado conforme a un plan inteligente. La suerte y las casualidades rara vez son la razón del éxito. Hoy día es necesario tener un sistema de gestión de la calidad de las decisiones.

Las organizaciones que tienen planes de cumplimiento normativo fijan reglas eficientes que permiten evaluar mejor los riesgos de las decisiones sobre operaciones de contratación, negociación o inversión; así, son capaces de reducir al mínimo los peligros económicos, legales o reputacionales derivados de sus operaciones. Se trata de métodos y modelos sistemáticos, estructurados y coherentes (trajes a medida) que potencian la creatividad, la inteligencia y el acierto.

Al analizar la calidad de algunas decisiones tomadas en operaciones no productivas, conflictivas, o que fueron un fracaso rotundo, en un alto porcentaje se advierten saltos en el vacío a la hora de determinados riesgos, probablemente por falta de inteligencia anticipativa. La precipitación y la imprevisión por la incapacidad de adelantare a los acontecimientos suele estar en el origen de muchas malas decisiones. Todos conocemos ejemplos.

A la hora de contratar, negociar o invertir, y diseñar proyecto conviene contar con el asesoramiento experto necesario que audite la calidad de las decisiones. De esta forma podremos detectar a tiempo riesgos jurídicos, económicos, patrimoniales o reputacionales.

Las decisiones de calidad tienen una incidencia positiva en la cuenta de resultados de las empresas y en la reputación de las organizaciones.

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