Entrevista | Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu: “Nuestro objetivo principal es convertirnos en el despacho de referencia en gestión de intangibles”
Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu, una firma que cumple ahora 160 años de historia y que es puntera en propiedad industrial e intelectual.

Entrevista | Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu: “Nuestro objetivo principal es convertirnos en el despacho de referencia en gestión de intangibles”

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28/1/2025 00:45
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Actualizado: 27/1/2025 22:47
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Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu, encabeza uno de los despachos líderes en propiedad industrial e intelectual. Bajo su dirección, esta firma, con 160 años de historia a sus espaldas, ha evolucionado hacia la hiperespecialización e innovación tecnológica.

«Nuestro objetivo principal es convertirnos en el despacho de referencia en gestión de intangibles», afirma Klimt, quien apuesta por un enfoque integral que combina asesoramiento legal y estrategias de negocio.

En definitiva, ofrecer respuestas más ágiles y eficientes a sus clientes.

Klimt cuenta que encontró su vocación por la abogacía a raíz de un problema familiar. Un desahucio. “Me marcó profundamente y despertó mi sentido de la justicia”, recuerda.

Aunque su especialización en propiedad intelectual surgió por casualidad, encontró en este campo un área fascinante y con gran potencial.

Al frente de un equipo interdisciplinar de 155 personas, es muy optimista respecto al futuro, Klimt está convencida de que el despacho seguirá creciendo, enfrentando desafíos como la hiperregulación normativa y la transformación digital. Con su visión estratégica y compromiso, Elzaburu se consolida como un referente en el sector legal.

Además, como diputada del Colegio de Abogados de Madrid, combina sus responsabilidades con pasión: «Disfruto mucho con mi trabajo, porque ayudar a resolver problemas siempre es gratificante».

Mabel Klimt cuenta que encontró su vocación por la abogacía a raíz de un problema familiar. Un desahucio. “Me marcó profundamente y despertó mi sentido de la justicia”, recuerda.

¿Por qué se hizo abogada?

Mi padre todavía se lo pregunta. Cuando le dije que iba a estudiar Derecho, me dijo: “¿Y tú? ¿Esto por qué?”. Claro, ¿qué hice yo? [Risas]. En mi casa los chascarrillos entre abogados e ingenieros –mi padre es ingeniero– están al orden del día. Todo empezó cuando, con unos 13 o 14 años. Mi familia tuvo un problema con un desahucio, en la casa de mis abuelos.

Me pareció un tema de justicia de tal calado que me marcó. Primero pensé en ser notaria, pero cuando mis profesores me dijeron que la sociedad se iba a perder un gran abogado si no me dedicaba a ello, me lo replanteé. Y aquí estamos.

Por suerte, todo se resolvió. Todavía sigo siendo una gran creyente en la justicia, con sus defectos y sus luces y sombras.

¿Por qué especializarse en propiedad industrial e intelectual?

Esa es una gran pregunta y casi le diría que fue por casualidad. Yo estudié Derecho en Argentina, donde la propiedad intelectual e industrial no era parte del currículum. Cuando llegué a España y tuve que convalidar mi título, me apunté al máster de Derecho Privado del Colegio de Abogados.

Entre las asignaturas, había una dedicada a estos temas. Me pareció fascinante, aunque al principio pensé: “Esto aquí no tendrá mucho recorrido profesional”. Pero resultó que había más necesidad de lo que imaginaba. Una cosa llevó a la otra, y el sector me dio el lujo y el privilegio de ser académica de cine. Incluso hice un máster en Cine y Televisión, y aquí estamos.

«Este año cumplimos 160 años, y desde nuestra fundación, el asesoramiento en este ámbito ha cambiado mucho. Por eso buscamos construir un ecosistema de profesionales que complementen este tipo de asesoramiento».

Elzaburu es una firma especializada en propiedad industrial e intelectual. Evidentemente, ser una firma especializada tiene un valor añadido, ¿verdad?

Sí, nosotros hemos evolucionado de la especialización a la hiperespecialización. Nuestro objetivo principal ahora es convertirnos en el despacho de referencia en gestión de intangibles, un concepto más amplio que el asesoramiento tradicional en propiedad intelectual e industrial.

Esto se debe a que los límites de nuestra práctica profesional están en constante evolución, como ocurre con fenómenos recientes como la inteligencia artificial.

Este año cumplimos 160 años, y desde nuestra fundación, el asesoramiento en este ámbito ha cambiado mucho. Por eso buscamos construir un ecosistema de profesionales que complementen este tipo de asesoramiento.

Han hablado en alguna ocasión del “acompañamiento 360”. ¿Se refiere a eso?

Exactamente, Elzaburu no solo ofrece asesoramiento, también establece y ofrece estrategias de negocio

Elzaburu no solo ofrece asesoramiento, sino también estrategias de negocio. ¿Cómo equilibran estos dos aspectos para cumplir con las expectativas de sus clientes?

Cada cliente requiere un enfoque fluido y flexible según sus necesidades. Intentamos ser parte de su equipo, pero en algunos casos nos toca diseñar la estrategia desde cero.

En otros, el cliente ya tiene clara su estrategia, y nuestro rol es acompañar, debatir opciones o ejecutar lo planificado. No es igual el asesoramiento en un caso que en otro.

En el contexto de transformación digital en el que seguimos inmersos, ¿qué innovaciones tecnológicas ha implementado Elzaburu para mejorar la gestión de los derechos de propiedad intelectual?

Desde 2023 comenzamos a implementar procesos de automatización. En 2024 dimos el salto a herramientas con inteligencia artificial y este año queremos radicalizar aún más esas prácticas. Nuestros clientes buscan respuestas más ágiles, mayor precisión y control de costes.

Para alcanzar este objetivo, apostamos por la combinación de un equipo altamente especializado, herramientas tecnológicas avanzadas y tarifas competitivas.

El verdadero desafío radica en equilibrar estos tres elementos para que la excelencia técnica y la innovación no entren en conflicto con un modelo económico accesible para los clientes. Ese equilibrio es, en cierto sentido, el núcleo de nuestra estrategia.

«Elzaburu cuenta actualmente con 155 empleados, 13 socios; 45 abogados especializados en propiedad industrial e intelectual»

¿Cómo gestionan la creciente demanda de atención de los clientes, incluso fuera de horarios normales?

Respetamos siempre el derecho a la desconexión digital de nuestros trabajadores. Pero para nosotros no es una novedad, ya que desde siempre hemos trabajado con clientes extranjeros. Nos adaptamos a las diferencias horarias para responder con agilidad.

Klimt: «Estamos incorporando herramientas de IA en el trabajo diario. Hemos creado un grupo piloto que será agente de cambio y formador para el resto de la firma».

¿Cuántas personas forman parte de Elzaburu?

Elzaburu cuenta actualmente con 155 empleados, 13 socios; 45 abogados especializados en propiedad industrial e intelectual. La firma destaca por su enfoque interdisciplinar, gracias a la presencia de socios con perfiles tan diversos como ingenieros, físicos, químicos y especialistas en biotecnología.

Además, la firma cuenta con un equipo altamente especializado en el ámbito de la Propiedad Intelectual, compuesto por 10 agentes europeos de patentes, 13 agentes europeos de marcas, 15 agentes de la Propiedad Intelectual, y 3 árbitros de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).

Este enfoque permite abordar los proyectos desde una perspectiva integral, mucho más allá de la mera elaboración de contratos.

Todos los despachos hablan siempre de la burocracia, de la cantidad de leyes que hay, de los cambios normativos que se están produciendo cada día más y de la híper regulación, sobre todo en el mercado europeo. ¿Cómo lo afrontan desde aquí?

Pues la verdad es que no puedo esconderle que este año es uno de los grandes desafíos. La hiperregulación es un tema crucial. Por ejemplo, tenemos normativa pendiente de transponer a la legislación española que, aunque no está aún implementada, ya sabemos que nos va a afectar. Por ello, intentamos anticiparnos lo máximo posible y poner medidas preventivas.

En el ámbito del Compliance, hemos decidido darle especial prioridad este año. Vamos a reevaluar y, probablemente, reestructurar algunos procesos, desde el inicio de la prestación de servicios hasta la gestión posterior. Nos hemos enfocado, por ejemplo, en simplificar la carga administrativa para los clientes, tanto en la etapa inicial como en el uso de plataformas, ya que cada cliente maneja sus propios sistemas para Compliance, facturación o “know your client”.

De momento, hemos dimensionado la plantilla adecuadamente para hacer frente a esta carga, pero ahora buscamos optimizar los procesos para gestionar todo esto de manera más eficiente. La carga administrativa y las obligaciones de “reporting”, especialmente con clientes de gran volumen y presencia internacional, nos imponen desafíos adicionales.

Es un tema recurrente en todos los despachos, sin duda.

Totalmente. Cada cambio normativo implica adaptarse y, muchas veces, no hemos terminado de digerir un cambio cuando ya hay uno o dos más en camino. Esto nos obliga a ser estratégicos en cómo afrontamos estas obligaciones.

Además, como despacho, no podemos permitirnos fallos en cumplimiento normativo; debemos ser ejemplo, y trabajamos a diario con esa mentalidad. Pero sí, es un desafío enorme y constante.

La inteligencia artificial está transformando muchos sectores, incluido el legal. ¿Cómo está impactando en los servicios que ofrece Elzaburu, especialmente en el ámbito audiovisual?

Estamos incorporando herramientas de IA en el trabajo diario. Hemos creado un grupo piloto que será agente de cambio y formador para el resto de la firma. La IA ya agiliza tareas como resúmenes de reuniones y asignación de notas en tiempo récord. Sin embargo, la adopción no es homogénea: los perfiles jóvenes la abrazan con entusiasmo, mientras que los más senior pueden mostrar más reticencias. A largo plazo, esto obligará a una reconversión generalizada.

En cuanto al sector audiovisual, la IA genera oportunidades en áreas como postproducción y animación, pero también desafíos en el ámbito de la propiedad intelectual. Hay debates pendientes sobre la protección de contenidos creados con IA generativa y sobre quién es el autor legítimo. Mientras no haya claridad legal, algunas plataformas prohíben su uso para garantizar que los contenidos sean completamente originales.

La creación de textos con IA no está reconocida legalmente como autoría. ¿Qué opina al respecto?

Es un debate complejo. Hay varias posturas. Por un lado, hay quienes argumentan que el creador del “prompt”, al aportar las ideas o las instrucciones específicas, está ejerciendo una labor creativa que debería ser reconocida como autoría. Sin embargo, también hay quienes defienden que el “prompt”, por detallado que sea, no tiene carácter suficiente para generar una obra protegible, porque las ideas en sí mismas no son protegibles según el marco legal actual.

La propiedad intelectual se basa en la expresión de esas ideas, y eso lo está realizando la inteligencia artificial, no el ser humano.

Otro aspecto interesante es que muchas herramientas de inteligencia artificial se entrenan utilizando enormes volúmenes de datos y contenidos previos, que incluyen obras protegidas por derechos de autor.

Esto nos lleva a otro debate: ¿estamos hablando de obras derivadas? Si la inteligencia artificial genera algo que, estadísticamente, está basado en esas obras previas, ¿no deberíamos considerar algún tipo de retribución para los autores originales? Por ejemplo, sin esas obras previas que han alimentado el modelo, el resultado generado por la IA no existiría.

Entonces, ¿podríamos pensar en algo así como un sistema de gestión colectiva?

Exacto, esa es una de las propuestas que se están barajando en la comunidad jurídica. Un sistema de gestión colectiva podría permitir que los titulares de derechos sobre los contenidos que han servido de base para entrenar la inteligencia artificial reciban una compensación equitativa. Esto sería especialmente relevante en casos como el del New York Times, que recientemente demandó a empresas que utilizan sus contenidos sin autorización para entrenar modelos de IA.

Sin embargo, esta propuesta no está exenta de complicaciones. Por ejemplo, ¿quién sería responsable de gestionar esa compensación? ¿Cómo se definiría el porcentaje que corresponde a cada creador?

Además, muchas entidades de gestión de derechos, que ya operan en sectores como la música o el cine, podrían verse desbordadas al intentar procesar los datos de millones de obras que han sido utilizadas por sistemas de inteligencia artificial.

Lo que está claro es que, a medida que estas tecnologías se consolidan, vamos a tener que repensar cómo encajan dentro del marco legal actual. Si no se regulan adecuadamente, podríamos estar incentivando una economía de contenidos en la que los creadores originales, que son la base de toda esta creatividad, se vean desplazados o desprotegidos.

Y, en última instancia, sin ese semillero creativo, la innovación podría estancarse. Por eso, necesitamos encontrar un equilibrio: permitir que la inteligencia artificial siga siendo una herramienta poderosa sin perjudicar a los creadores ni comprometer la sostenibilidad económica de la creatividad.

«En España, además, se ha incentivado activamente la atracción de producciones extranjeras, posicionándonos como un hub audiovisual que genera empleo a partir de proyectos internacionales»

Bueno, hay un debate….

Sí, hay un debate francamente interesante. Y sobre todo, surge la cuestión de cómo regular todo esto hacia adelante. Es cierto que podemos establecer normativas para el futuro, pero también hay un gran vacío en cuanto a lo que ya ha ocurrido.

Por ejemplo, los modelos de inteligencia artificial como GPT ya se han nutrido de contenidos creados en el pasado, ¿quién va a pagar por ello? Este tema abre un debate apasionante. Cada vez están surgiendo más cursos de formación especializados en estos temas porque los conocimientos generales que tenemos hasta ahora son insuficientes.

Y como dicen, el conocimiento es poder: cuanto más preparados estemos, mejor podremos gestionar estas nuevas necesidades.

 Al trabajar con producciones internacionales y clientes de distintos tamaños, ¿cómo equilibran las demandas en un mercado globalizado donde las especificidades legales y culturales son tan distintas?

La historia del audiovisual es la historia de coordinar diferentes legislaciones y conceptos. Desde el inicio, el sector audiovisual ha trabajado en coproducciones.

La socia directora de Elzaburu, asegura: «Disfruto mucho con mi trabajo, me lo paso francamente bien y creo que aporto ayudando a la gente a resolver sus problemas. Y, como hay un montón de gente con problemas, siempre tengo mucho trabajo».

En España, además, se ha incentivado activamente la atracción de producciones extranjeras, posicionándonos como un hub audiovisual que genera empleo a partir de proyectos internacionales. Muchas plataformas globales ya tienen aquí sus sedes y gestionan desde España la contratación de talento.

Un ejemplo claro es el concepto de «glocalización» que utiliza Netflix: producir historias universales con elementos locales. Por ejemplo, Parásitos, una película coreana, o “El Juego del Calamar”, que tienen tramas locales pero logran conectar con una audiencia global. Por otro lado, tenemos ejemplos españoles como “La Casa de Papel” o “30 Monedas”, que también logran éxito fuera por su carácter auténticamente local.

El mercado estadounidense entendió esto muy pronto. Durante décadas, usaron el cine no solo como herramienta cultural, sino también como una industria para exportar sus productos y valores. Esa visión, más industrial que cultural, les dio ventaja en la financiación y expansión de sus contenidos.

Sin embargo, con el tiempo, incluso grandes producciones de Hollywood necesitan coproducciones o acceso a mercados europeos para ser rentables. Por ejemplo, en el caso de China, las producciones americanas encuentran barreras, pero si hay una coproducción con un país europeo, esas barreras desaparecen

España, en este momento, encaja perfectamente en el mercado global gracias a los incentivos fiscales, la cantidad de rodajes y la experiencia del talento local. Esto genera un círculo virtuoso en el que cada vez más producciones internacionales eligen España.

«Somos muy optimistas respecto al cierre de 2024 y 2025. El crecimiento que estamos viendo es sostenido, aunque todavía estamos pendientes de analizar algunos detalles clave»

Con respecto al Reino Unido, tras el Brexit, ¿cómo ha afectado eso al sector audiovisual en España?

El Brexit ha sido una oportunidad para España. Reino Unido era un líder en el mercado audiovisual europeo, pero al salir del bloque, ahora compite desde fuera. Esto nos ha beneficiado porque, aunque sigan siendo fuertes, su régimen fiscal y regulatorio es diferente al europeo. España ha sabido posicionarse mejor en este contexto, compitiendo con países como Alemania y Francia, pero ya no con Reino Unido.

Centrándonos en las cifras del despacho. El año pasado alcanzaron una cifra importantísima de 25,5 millones de euros en el 2023, un 10% más del año anterior. Este año, ¿también son optimistas?

Somos muy optimistas respecto al cierre de 2024 y 2025. El crecimiento que estamos viendo es sostenido, aunque todavía estamos pendientes de analizar algunos detalles clave. Aun así, para una práctica profesional tan madura en algunos aspectos como la nuestra, estas cifras y perspectivas son realmente motivo de alegría. La verdad es que sí.

«Creemos en hacer equipo, porque el sentido de pertenencia es clave para retener el talento»

Hablando de talento, hemos visto que atraer y retener a los jóvenes es un desafío para los despachos. ¿Qué estrategias utilizan en Elzaburu para abordar esta cuestión?

Es cierto, la atracción y retención de talento es probablemente uno de los mayores desafíos actuales. En nuestra firma, preferimos apostar por profesionales que podamos desarrollar a largo plazo. Cada incorporación es una decisión meditada, con la idea idealista de que esa persona pueda jubilarse con nosotros. Aunque esto no siempre es posible, intentamos que cada contratación sea un proceso serio, basado en confianza y compromiso mutuo.

Las nuevas generaciones tienen necesidades diferentes. Buscan conciliación, flexibilidad y un entorno laboral que valore el salario emocional. Nosotros hemos implementado herramientas de conciliación y actividades para fomentar el bienestar del equipo: Healthzaburu, nuestro plan de salud y bienestar corporativo, donde a través de actividades deportivas, talleres y eventos internos trabajamos día a día en crear un entorno de cohesión y motivación laboral. Creemos en hacer equipo, porque el sentido de pertenencia es clave para retener el talento.

Además de su rol como directora, también es diputada del Colegio de Abogados de Madrid. ¿Cómo logras equilibrar ambas responsabilidades?

Es un desafío, pero no es algo nuevo para mí. El colegio es tremendamente generoso y cuenta con un equipo de profesionales magnífico que hace que las cosas sean más fáciles.

La gestión del tiempo es clave, y contar con herramientas de apoyo, como resúmenes y tecnología, es fundamental. Aunque no esté exento de desafíos, siempre trato de cumplir con mis compromisos y disfrutar del proceso.

Llega un punto en la vida en el que tienes que asumir que ser perfecto es imposible. A partir de esa autoconciencia, de aceptar que no puedes llegar a todo, decides hacer de corazón lo que crees que es importante y hasta donde puedas dentro de un ámbito de lo razonable. Aquí cito una frase de Walt Disney: «Si haces aquello que te gusta, no trabajarás un solo día de tu vida». Yo estoy un poco en esa línea.

Disfruto mucho con mi trabajo, me lo paso francamente bien y creo que aporto ayudando a la gente a resolver sus problemas. Y, como hay un montón de gente con problemas, siempre tengo mucho trabajo.

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