Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu: “El abogado del futuro ya está aquí”
Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu y diputada de la Junta de Gobierno del ICAM, durante su ponencia en la Escuela de Práctica Jurídica de la UCM. Foto: Confilegal

Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu: “El abogado del futuro ya está aquí”

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25/4/2025 05:35
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Actualizado: 25/4/2025 11:31
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Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu y diputada de la Junta de Gobierno del ICAM fue la encargada de clausurar la primera edición del Diploma de Alta Especialización en Inteligencia Artificial y Derecho de la Escuela de Práctica Jurídica de la UCM con una ponencia titulada “El abogado del futuro”, cargada de visión estratégica y sentido práctico

Con su estilo directo y reflexivo, Klimt advirtió que el modelo de negocio de la abogacía, tal como lo conocemos, “necesita ajustarse», «es un desafío que afecta a todos los despachos del mundo”.

En un contexto de cambio acelerado, la adaptación ya no es opcional, sino una exigencia diaria. El punto de partida es claro: “Tenemos que refundar la sociedad como la conocemos. Y eso comienza por decidir qué está bien y qué está mal. Para eso está la ética”.

A partir de ese marco, explicó, se pueden diseñar las regulaciones necesarias que protejan a las personas en un entorno dominado por la inteligencia artificial.

Europa, a su juicio, tiene un papel clave en este debate. “Es cierto que llegamos tarde a la carrera tecnológica frente a China y Estados Unidos, pero podemos liderar el marco de valores. Lo hicimos con la protección de datos y lo podemos hacer otra vez: si quieres operar en nuestro territorio, juegas con nuestras reglas”.

Este «efecto Bruselas«, como lo calificó, es el arma regulatoria más potente de Europa. “No seremos los generadores de tecnología, pero podemos ser la salvaguarda del sistema”.

La sostenibilidad como nueva brújula jurídica

Otro de los vectores que, según Klimt, deben integrarse en el replanteamiento de la profesión es la sostenibilidad. “El diseño efímero ya no es viable. La sostenibilidad ha pasado de ser un concepto ambiental a convertirse en una pauta normativa transversal, sobre todo entre las nuevas generaciones que lo exigen”.

En ese sentido, destacó el papel de la abogacía en el diseño de modelos jurídicos duraderos, responsables y humanos. “Estamos yendo del mundo tangible al mundo intangible, y eso obliga a dominar disciplinas como la gestión de intangibles, la propiedad intelectual o el cumplimiento normativo, que ya no son nichos, sino troncales”.

Mabel Klimt: “El abogado del futuro no será solo jurista. Será también gestor, comunicador, estratega, y sobre todo, alguien que sepa moverse en la incertidumbre con criterio ético y capacidad de adaptación”.

Nuevas estructuras y desafíos globales

La socia directora de Elzaburu señaló que el derecho, por naturaleza, es territorial, pero vivimos en una realidad interconectada. “El componente internacional va a pasar a ser protagonista. Vamos a necesitar más tratados, más organismos, más cooperación jurídica global”.

Con ironía, reconoció su escepticismo ante la hiperregulación: “Yo tengo una posición un tanto subversiva ante la hiperregulación, porque me gusta mucho el Derecho romano«. Y en este sentido, aseguró que si tenemos una bases solidas podemos reconstruir. Eso sí, alertó que, sin una adecuación legal sostenible, “ni siquiera las aseguradoras van a poder seguir funcionando”.

Su defensa del Derecho romano fue, en realidad, una llamada de atención sobre la necesidad de legislar con más inteligencia, claridad y visión a largo plazo, especialmente en ámbitos tan delicados y cambiantes como el de la inteligencia artificial.

Tecnología, automatización y abogados «como un lujo»

En su análisis del futuro de los despachos, Klimt no eludió escenarios incómodos: “Radicalizar la automatización es inevitable. Puede llegar el momento en que el abogado humano sea como un lujo, reservado para casos complejos”.

Aun así, recalcó que la abogacía tiene una ventaja competitiva: la calidez humana. “La diferencia estará en las soft skills: empatía, negociación, comprensión del contexto del cliente. Lo que no pueda replicar una app es lo que debemos ofrecer nosotros”.

También apuntó a una transformación de los propios equipos profesionales: “Los grupos de trabajo ya son necesariamente multidisciplinares. Necesitamos ingenieros, tecnólogos, psicólogos. Y eso exige implantar un plan tecnológico firme en todos los despachos”.

En este escenario, también destacó el peso del Derecho internacional y transfronterizo, impulsado por la globalización tecnológica. “El Derecho sigue siendo territorial, pero el mundo ya no lo es. Vamos a necesitar marcos comunes, tratados, convenios. La figura del abogado internacional va a adquirir un protagonismo crucial”.

Por eso, insistió en que el abogado del futuro no puede limitarse a conocer las leyes nacionales. “Debe manejarse en entornos multiculturales, entender la lógica de las instituciones europeas y globales, saber trabajar con ingenieros, economistas, tecnólogos. Es un operador jurídico en red”.

Una carrera jurídica más ágil

Para Klimt, el ejercicio de la abogacía ya no consiste solo en aplicar normas, sino en generar valor desde la interpretación jurídica en entornos cambiantes, con herramientas nuevas, bajo una presión creciente y con una ética profesional reforzada.

“Los tiempos han cambiado. Ahora el cliente no quiere esperar dos semanas para una respuesta. Te escribe por WhatsApp y espera que tengas una solución. Eso implica ser más rápido, más eficiente y más proactivo. Y también más humano”.

También llamó a revisar el modelo tradicional de carrera profesional. “Antes, para ser socio necesitabas 10 o 15 años. Hoy los jóvenes ya no quieren eso. Quieren una vida. Tenemos que escucharlos y rediseñar el camino”.

Vaticinó que habrá segundas carreras profesionales, donde los abogados senior puedan aportar sus experiencias en otros sitios.

En este punto, apuntó a la universidad y a los colegios profesionales: “La academia tiene una deuda con los estudiantes. Hay que enseñar negociación, psicología, herramientas tecnológicas… y rediseñar los planes de estudio, quizás con ciclos formativos, reválidas o certificaciones por competencias”.

«La abogacía tiene que estar ahí, porque el valor de muchas empresas ya no está en lo físico, sino en lo intangible”

Hiperespecialización

Durante su intervención, Mabel Klimt dejó claro que la abogacía está atravesando una transformación estructural sin precedentes, impulsada por la revolución tecnológica, los cambios normativos y las nuevas demandas sociales. “Estamos viendo emerger nuevas disciplinas que hace una década ni siquiera existían en el mapa jurídico”, afirmó con contundencia.

El ejercicio tradicional de la profesión —aquel abogado generalista, todoterreno, capaz de abordar cualquier consulta desde un despacho unipersonal— “tiende a desaparecer”. En su lugar, se impone un modelo de hiperespecialización, donde la profundidad técnica y el conocimiento del entorno tecnológico son claves.

“El abogado de toda la vida, que sabía un poco de todo, ya no tiene cabida. Vamos hacia perfiles especializados que entiendan los contextos y puedan traducir las necesidades del cliente en soluciones jurídicas prácticas y, sobre todo, ágiles”, aseguró.

En este sentido, explicó que esta transformación se traduce en el crecimiento de nuevas ramas jurídicas que hasta ahora eran consideradas subespecialidades.

“El abogado del futuro no será solo jurista. Será también gestor, comunicador, estratega, y sobre todo, alguien que sepa moverse en la incertidumbre con criterio ético y capacidad de adaptación”.

Puso como ejemplo el ámbito de la gestión de intangibles, que agrupa materias como la propiedad intelectual, las licencias de software, la protección de datos, el diseño algorítmico, los derechos digitales o la gestión reputacional en entornos virtuales.

“Venimos de un mundo tangible, de cosas que se podían contar y contabilizar. Hoy trabajamos con activos inmateriales: marcas, algoritmos, datos, contenidos digitales. La abogacía tiene que estar ahí, porque el valor de muchas empresas ya no está en lo físico, sino en lo intangible”, subrayó.

El papel del abogado in-house

Klimt reivindicó el papel creciente del abogado in-house: “Antes era un rara avis; hoy es el alma de la fiesta. Las sanciones son cada vez mayores y el conocimiento profundo del negocio es esencial”.

Este nuevo ecosistema obliga, según Klimt, a repensar el propio modelo de formación jurídica, tanto en la universidad como en los despachos, incorporando asignaturas horizontales como negociación, psicología, tecnología y habilidades de comunicación.

Además, subrayó la importancia creciente del cumplimiento normativo (compliance), no solo en empresas cotizadas o multinacionales, sino en todo tipo de organizaciones. “No basta con cumplir la ley. Hay que demostrar que has hecho todo lo posible para cumplirla. Y eso nos obliga a documentar, prevenir, anticipar riesgos jurídicos… y a convivir con la incertidumbre”.

“El abogado del futuro no será solo jurista. Será también gestor, comunicador, estratega, y sobre todo, alguien que sepa moverse en la incertidumbre con criterio ético y capacidad de adaptación”.

Con esta visión panorámica, Mabel Klimt dibujó un retrato del futuro de la abogacía exigente, pero también lleno de oportunidades para quienes abracen el cambio.

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