Miquel Fortuny: «Los ‘compliance officers’ van a marcar una nueva época en la economía española»

Miquel Fortuny: «Los ‘compliance officers’ van a marcar una nueva época en la economía española»

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18/5/2015 00:00
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Actualizado: 06/3/2023 16:24
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No sólo es uno de los grandes especialistas en el cumplimiento normativo que viene. Es uno de los grandes ‘evangelistas’ en este campo. Se explica con ejemplos claros y avanza que esta nueva figura sin duda marcará un antes y un después en la economía. No hay otra.

TEXTO E IMAGEN: CARLOS BERBELL Y YOLANDA RODRÍGUEZ. 

Miquel Fortuny es socio director de Fortuny Legal. Sobre sus espaldas tiene ya  20 años de profesión. Es una de las mentes más preclaras en el mundo de la abogacía y un innovador. Lleva en su interior las semillas de un Richard Suskind, porque sabe y le gusta comunicar. En palabras y con conceptos que todo el mundo entiende.

Un ejemplo es la nueva figura del “compliance officer”, el responsable del cumplimiento normativo que las empresas españolas están obligados a tener y lo que esto supone.

En esta entrevista explica qué, quién, cómo, cuándo y porqué.

Hablemos del responsable del cumplimiento, del ‘compliance officer’. ¿Es una gran oportunidad de empleo para mucha gente?

Ahora mismo creo que sí. Lo que pasa es que aún no se sabe muy bien el futuro profesional, en que va a derivar. Es decir, qué tipo de retribuciones, qué tipo de condicionantes y de formación se necesita. Pero, sin duda, es un futuro para muchos abogados que quieren especializarse en esta materia y tener una seguridad dentro de una empresa.

Falta por ver cómo se desarrollará esa profesión tanto a nivel legislativo como remunerativo.

Usted lo explica muy bien en sus vídeos, con el ejemplo del código de la circulación y el papel de la policía, haciendo que se respete.

Sí [se ríe], alguien me ha dicho, Miquel, los Mossos te van a dar un premio al final.

«EL ‘COMPLIANCE OFFICER’ SIN DUDA ES UN FUTURO PARA MUCHOS ABOGADOS QUE QUIEREN ESPECIALIZARSE EN ESTA MATERIA»

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Lo hace fácil. Y se retrotrae a los grandes casos estadounidenses, como el de la Lockheed y Enron, que están en los orígenes de esta nueva figura que hemos importado en nuestro Código Penal. Y nos preguntamos, si aquí hubiera existido ese responsable de cumplimiento casos de corrupción, como Gurtel, no habrían sucedido. ¿O sí?

Correcto. Con matices. El responsable del cumplimiento máximo de una empresa es su administrador. Por lo tanto, el responsable de que una compañía sea ética es el que manda.

Y el que manda ha existido siempre.

Si el que manda no quiere controlar, porque quiere mirar hacia otro lado, porque no se entera o porque a él le interesa fomentar eso, ese es un problema de cultura latina en este país.

Yo vivo esto del “compliance” como una tabla rasa.

Leo los periódicos y veo el caso Innova, el caso…, y me digo: ya estamos acabando. Ya queda menos. Estamos limpiando. Y ahora aparece el “compliance”, que dice, ‘chavales, a partir de ahora vamos a hacerlo bien’.

Vamos a hacer que la gente crea en España, que crea que tenemos empresas éticas. Pero, ojo, si el método de “compliance” no tiene una filosofía instaurada en el cuerpo, en el corazón de la organización, ni los mejores manuales del mundo mundial de prevención van a servir.

[ÚLTIMO VÍDEO BLOG PUBLICADO POR MIQUEL FORTUNY EN WWW.COMPLIA.ES TITULADO «LA OCASIÓN HACE AL LADRÓN», EXCEPTO CON UN BUEN COMPLIANCE PROGRAM: https://youtu.be/rTiapYUlBoc]

¿La existencia del responsable de cumplimiento hubiera evitado el caso Bankia?

Entiendo que sí, porque si el “compliance” funciona, los controles saltan. Es como tener un radar en la carretera. Si el radar funciona, está bien parametrizado, homologado y es apto, cuando uno pasa a 130 km/h, salta.

Ese radar te saca una foto y luego eso va a una comisaría, desde donde se notifica y se sigue una serie de gestiones. Porque el sistema prevé que eso sea así.

Yo siempre digo que los tipos de delitos de corrupción recalcitrante que hay, que duran años, que son endémicos, se hubieran evitado con un responsable de cumplimiento.

Porque la razón de ser del “compliance” es prevenir, detectar y luego reparar.

Es intervenir para que aquel cáncer no se convierta en metástasis. Aquí tenemos empresas con unas metástasis brutales.

Ahora, además, por primera vez en la historia, las empresas, las personas jurídicas, son responsables penales. Hasta hace pocos años sólo lo eran las personas físicas. Las empresas, en este nuevo terreno de juego pueden desaparecer, incluso.

Sí, en los casos más graves podrían llegar a disolverse, o a suspenderse sus actividades. El prototipo es la multa.

La finalidad del “compliance” es que si tú tienes un problema que es individual no se acabe convirtiéndose en un problema mercantil-societario para todos. ¿Por qué? Porque si tú no tienes un buen sistema de riesgos esa multa puede acabar afectando gravemente a la sociedad porque igual hay que hacer un ERE. Porque hemos cometido un delito y nos meten una multa de 22 millones de euros, como a un club de fútbol.

¡22 millones de euros para una organización normal es cerrar! ¡Es enviar a no sé cuánta gente a su casa! ¡Es no poder devolver no sé cuantos créditos!

La finalidad del “compliance” es que el delito cometido por un delincuente individual no acabe creando un problema tóxico para toda la organización por el que tengan que responder terceras personas e intereses totalmente inocentes.

Ese es su fundamento.

Por eso es fundamental que la gente de arriba, la que manda, esté concienciada para transmitir esa ética empresarial.

Habrá que ver cómo encaja esto en un país latino, como España.

También les digo que no nos queda otra. Al final habrá que ser ético y también parecerlo. El “compliance” puede ayudarte a parecerlo, pero  no es suficiente porque te van a pillar con el carrito del helado.

Hay que serlo y parecerlo.

«LA FINALIDAD DEL ‘COMPLIANCE’ ES QUE EL DELITO COMETIDO POR UN DELINCUENTE INDIVIDUAL NO ACABE CREANDO UN PROBLEMA TÓXICO PARA TODA LA ORGANIZACIÓN»

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¿Se puede aplicar a los partidos políticos?

Sí. La ley, la responsabilidad penal corporativa, sale en 2010. Entonces se excluyó a los partidos políticos y a los sindicatos. Se dieron cuenta del gazapo y en el 2012 incluyeron a los partidos políticos y a los sindicatos.

Por hechos cometidos a partir de ese año.

Recientemente el Congreso de los Diputados aprobó la Ley Orgánica de control de la actividad económico-financiera de los partidos, que prohíbe la condonación de la deuda, por parte de las entidades financieras a partidos políticos. Ahí tendrá que jugar un papel central el responsable de cumplimiento, para evitar que no se produzca, ¿no es así?

A partir de que entre en vigor esa ley, habría que analizar los riesgos del partido político en su entorno, en sus procesos, como es su relación con los bancos, y ver qué tipos de delitos se podrían dar en esas condonaciones u operativas bancarias con el partido.

De hecho, me consta que bastantes partidos políticos ya están haciendo sus códigos y sus programas de cumplimiento normativo.

¿Usted sigue la serie estadounidense de abogados “The Good Wife”?

No.

Pues en ella el gobernador del Estado de Chicago tiene una figura, una ‘asesora ética’, que trabajaba codo con codo con el jefe del gabinete. Su función era avisar de lo que se podía hacer y lo que no se podía hacer, desde ese punto de vista. Se parece mucho al responsable de cumplimiento normativo, al “compliance officer”…

La idea es esa. Es que sea un resorte interno de la empresa para prevenir que se pueda cometer un delito. Es la figura que garantiza que la organización va a velar por el cumplimiento de la ley y va a evitar que se cometan delitos.

¿Está funcionando el “compliance officer” en Estados Unidos?

Es donde tienen más tradición de “compliance” y donde han desarrollado más esta función de cumplimiento normativo. De hecho, allí existen varios tipos de “compliance officer”, como el “data privacy compliance officer”, que es el de privacidad y protección de datos, el “tax compliance officer”…

Al final esto es muy sencillo, es que cada empresa tiene un abogado especializado en cada cosa y le llamamos “officer”, o responsable. Perfecto.

Es como si ustedes y yo tuviéramos una empresa con setenta empleados y tenemos al abogado especializado en fiscal, que nos hace el cumplimiento normativo fiscal, al abogado especializado en penal, que nos hace el cumplimiento normativo penal.  La empresa tiene que cumplir una normativa y cada pata de esa normativa va supervisada por un especialista.

E implementamos estos mecanismos para que sea más eficaz. Pero el “compliance officer” no deja de ser un especialista en una determinada materia que tiene que velar por el cumplimiento normativo para que se lleve a efecto.

«LA FIGURA DEL ‘COMPLIANCE OFFICER’ NO ES AGRADABLE, ES COMO UN POLICÍA QUE TIENE FACULTADES DE CONTRO

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O sea, de alguna manera es, de alguna forma, actualizar el viejo concepto del “temor de Dios”, desaparecido en nuestro tiempo. El no hacer algo por temor a que te cojan.

De alguna forma, sí. Es como un policía. No es una figura agradable. Porque tienes que reportarle, porque está supervisando, porque tiene facultades de control, y te puede entrar, en un momento, dado en un ordenador. 

Las empresas tienen que hacer una matriz de riesgos y controles. ¿Puede explicarnos qué es esto?

Es coger un papel y definir los riesgos que tengo de cometer un delito, en mi empresa.

Por ejemplo, riesgos de infectar a la sanidad Pública, de cometer un delito fiscal, de cometer un delito de blanqueo de capitales.

¿Y cómo lo controlo? Pues estableciendo tres controles diferentes, de este tipo, de este otro y de este otro.

Es como si un médico te dice que tienes una enfermedad latente y te somete a un tratamiento preventivo. Para ello tiene que controlarte, hacerte análisis de sangre, pruebas de peso. Una serie de pruebas, en suma, que verifiquen que ese riesgo sigue estando ahí. Hay un riesgo, me trato y controlo. Eso es el “compliance officer”.

Entonces, si tú a un juez le dices, mire, señoría, yo detecté ese riesgo, porque me hago chequeos médicos regulares. Cuando apareció la enfermedad, me sometí a tratamiento y la vencí y ahora me estoy sometiendo a unos chequeos médicos regulares para asegurarme que estoy bien, le estoy demostrando que ese riesgo está controlado.

¿El “compliance officer” está obligado a denunciar si se ha cometido un delito dentro de la empresa?

Ese es el gran debate. De hecho, la Ley de Enjuiciamiento Criminal obliga a cualquier ciudadano que ha presenciado un delito a denunciarlo. Es una norma imperativa y habría que denunciarlo, sí.

El problema es determinar si el secreto profesional del “compliance officer” puede ampararse en la lealtad profesional. Si habiendo detectado un delito, habiéndolo puesto en conocimiento de sus superiores para que pongan fin a esa actividad, tiene que ir más allá.

El exfiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce, estuvo en la Fundación Areces y lo dijo muy claro: señores, la Ley de Enjuiciamiento Criminal obliga a denunciar. Punto pelota.

Hay un secreto profesional en juego, si es abogado. Pero tal vez no sea abogado, sea economista.

Todo esto habrá que verlo. Es una cosa sobre la que no hay jurisprudencia, pero hay una obligación muy clara.

«LA LEY DE ENJUICIAMIENTO CRIMINAL DICE QUE CUALQUIER CIUDADANO QUE HA PRESENCIADO UN DELITO TIENE QUE DENUNCIARLO, EL ‘COMPLIANCE OFFICER’ TIENE QUE HACERLO»

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Estamos siguiendo muy de cerca la investigación que está llevando el Tribunal Supremo sobre el caso de los ERE de Andalucía, centrado en cinco aforados. Recientemente declaró una figura clave: el interventor de la Junta de Andalucía. Los “compliance officers” tienen muchas similitudes con la función de los interventores en las Administraciones Públicas, ¿no le parece?

Efectivamente, son como “compliance officers”. Cumplen una función muy similar.

¿Las Administraciones Públicas españolas tienen obligación también de introducir esta figura?

No, sólo partidos políticos y sindicatos, y, por supuesto, las empresas. El Estado no tiene obligación.

¿Y los equipos de fútbol?

También, porque son sociedades anónimas deportivas y tienen personalidad jurídica. La compra de partidos, por ejemplo, es un delito de compra de partidos, de corrupción, entre particulares. Está el caso del Osasuna, del Zaragoza…

El 95 por ciento de las empresas españolas, son pymes, pequeñas y medianas empresas. ¿Todas tienen que tener un “compliance officer”?

No. Todas tienen que tener un sistema de gestión de riesgos delictivos. En aquellas empresas de cuentas de pérdidas y ganancias abreviadas, que facturan como pymes, ese papel lo puede hacer el propio administrador o el órgano de administración.

La figura del “compliance officer” ha existido toda la vida, lo que pasa es que no ha interesado el control de la legalidad, que ahora se tiene que imponer.

¿Cuánto tiempo cree usted que se necesitará para que la figura del responsable del cumplimiento normativo esté integrado en el sistema nervioso del país?

Sinceramente, no se integrará hasta que no se vea a una empresa grande caer. Es mi opinión. Tiene que haber un caso ejemplarizante. Que la gente sienta que le puede pasar a ellos.

«LA FIGURA DEL ‘COMPLIANCE OFFICER’ HA EXISTIDO TODA LA VIDA, LO QUE HA PASA ES QUE NO HA INTERESADO EL CONTROL DE LA LEGALIDAD QUE AHORA SE TIENE QUE IMPONER»

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Un caso como la expropiación de Rumasa, en 1982…

O el caso del Barça ahora. Está teniendo mucho impacto. Los clubes de fútbol están viendo eso. También las empresas. Si eso se puede pasar al Barça, que tiene los mejores abogados del mundo, me puede pasar a mí, que no los tengo.

Cuando caiga una condena fuerte, la gente comenzará a tentarse las ropas.

Como dice el refrán, ‘cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar’. ¿Es eso?

Es eso, sí. Pero no todas las empresas están mal. Hay pymes cuyos dueños tienen una cultura ética brutal.

Este concepto se está extendiendo ya. Hoy en día, ningún inversor con dos dedos de frente va a invertir en una “start up” española que no haya pasado una “due diligence”, una diligencia debida penal. ¿Por qué? Porque yo meto la pasta en tu empresa y si has cometido un delito, y yo no me entero, ¿qué pasa? Yo no saco el dinero y nos vamos al garete todos.

Si yo invierto dinero en una empresa para recuperarlo, de aquí a tres años con beneficios, tendré que tener muy claro que no habéis cometido delito alguno en los últimos cinco años, que es el plazo de prescripción, para que yo pueda sacar mi dinero.

Van a venir los hombres de negro y te van a hacer una “due diligence” penal. Estamos hablando de gente que consigue inversión por más de un millón de euros en una ronda de financiación.

Cada vez más se va a ver en el mundo financiero que te exigen estar auditado en riesgos penales. Porque al final son socios tuyos. Se juegan su dinero.

Banco Madrid.

Es un magnífico ejemplo. ¿Por qué ha caído? Porque no ha tenido los suficientes controles y porque era la filial del banco andorrano. ¿Qué ha hecho la gente? Ha sacado su dinero.

Al final, los que mandan son los inversores.

Lo bueno del “compliance” en España es que está todo por hacer. 

¿Los ‘compliance officers’ van a marcar una nueva época en la economía española?

Así es, los ‘compliance officers’ van a marcar una nueva época en la economía española. Sin duda.

Se ha cambiado la Ley de Sociedades de Capital. Ahora esta ley por fin obliga a que un administrador no pueda vender un activo que represente más del 25 por ciento de los activos totales. Antes el administrador vendía una nave, dejaba a la empresa sin patrimonio, las deudas no se pagaban, concurso de acreedores…

Ahora no te van a inscribir ninguna venta en el Registro de la Propiedad de un activo que, valorado en balance, supere el 25 por ciento. Y eso es una medida de protección a accionistas, trabajadores, bancos, a terceros.

Al final, la conciencia ética es esa. No puedes hacer todo lo que te venga en gana porque te han puesto allí. Ese es el sentido del “compliance”.

El delito debe contemplarse como la consecuencia de una mala gestión empresarial.  Y eso es lo que tiene que arraigar en España. Viene de Estados Unidos.

Si eso lo entendemos, penetrará en la sociedad española.

Tenemos mucho ganado con lo que está cayendo, de imputaciones, en la Audiencia Nacional.

«NOSOTROS HACEMOS UN SERVICIO DE CONSULTORÍA, QUE ES EL ANÁLISIS DE LA EMPRESA Y SU RIESGO DELICTIVO, CON UN PROYECTO DE DEFENSA PENAL CORPORATIVO» 

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Sin embargo, España no está mal situada en el ranking de corrupción mundial. Está en el puesto 22, por abajo, de 300.

Lo que pasa es que se nos ha juntado mucho en poco tiempo. La sensación de calor es mucho más agobiante.

Si esto empieza a funcionar se abre un mercado para ustedes, para su bufete. ¿Qué tipo de servicios van a ofrecer?

Nosotros  hacemos un servicio de consultoría, que es el análisis de la empresa y su riesgo delictivo, con un proyecto de defensa penal corporativo asociado. Es un proyecto pluridisciplinar que tiene una pata de consultoría muy importante y que tiene la óptica del estratega penal.

Si algo de esto falla, yo te lo sabré defender. Pero vamos a identificar los riesgos antes, vamos a prevenirlos. Vamos a planificar todo de antemano.

Ofrecemos al mercado un servicio de gestión y de prevención de riesgos delictivos en las corporaciones, y, además, una defensa penal para empresas y directivos.

En grandes empresas puede llegar a ser multidisciplinar, porque puede comprender infracciones contra la intimidad, datos, fiscal, medio ambiente y contra la competencia.

La profesión ya no es de los abogados es de los profesionales liberales. Estamos hablando de proyectos legales, no de abogacía. Esto va a pivotar por aquí.

Habrá un ‘director de orquesta’ que dirigirá ese proyecto de cabo a rabo y tendrá un especialista en riesgos laborales, otro en riesgos medioambientales, etcétera, y él dará su enfoque jurídico. Enfoque, que no aplicación.

Sus palabras van muy en la línea de lo que está haciendo Karl Chapman con su empresa, Riverviewlaw en el Reino Unido.

El que tenga mejor equipo se llevará el gato al agua. Es que la realidad es compleja, señores abogados. Ya no es la María que no me paga el alquiler. Es que la María, para no pagarte el alquiler, tiene una normativa que la protege. Y ahí se ha jorobado el invento. Hay tanta complejidad normativa que es imposible que un solo abogado pueda interpretar todo eso.

Yo creo firmemente en el abogado preventivo. El abogado del control de riesgos.

¿Por qué se hizo usted abogado?

Un poco por casualidad. Tuve que elegir entre abogacía y periodismo. Elegí abogacía y ha salido bien la historia. Lo que me gustaba de la abogacía es la sensación de servicio público.

Confirmé esa intuición cuando comencé a estudiar y comprobé que se me daba bien, que tenía un talento para defender cosas que me parecían justas.

Me gusta la gente, me gustan las personas. Me gusta comunicar.

Contaba en una de las entrevistas que le han hecho que el primer caso que ganó le hizo sentir que esta profesión servía para algo. ¿Se sintió usted como David frente a Goliat?

Totalmente. Eso es lo que más me motiva. Pero esto es muy relativo. Porque a veces veces tienes que defender los derechos de Goliat. Por eso tienes que mantenerte muy equidistante y dar la mejor versión de ti mismo en cada asunto. Y ser muy independiente. Yo me considero un abogado muy independiente

«LA RED ES COMO ANTES LA TELEVISIÓN. SI NO ESTÁS EN LA RED ES QUE NO EXISTES»

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Antes se hablaba del abogado 2.0. Después se habló del Abogado 3.0. ¿En qué Abogado punto cero nos encontramos ahora?

Ahora estamos en el abogado que no es punto cero. Ya no cabe hablar de futuro. Es un presente. Es un abogado que ha aceptado que el mundo ha cambiado. Que no tiene rabia, que no tiene prejuicios preestablecidos y que se está adaptando a esa realidad que está aquí.

Lo digital, lo comunicativo… Obviamente, la especialización y el estudio, son nuestra realidad ahora.

Antiguamente, los clientes venían sólo por el boca a boca. ¿Qué es lo que hace ahora el cliente, según su experiencia?

El boca a boca sigue funcionando. Pero lo que hace el cliente ahora es “googlearte” constantemente. Aunque sea una empresa del IBEX. El director del departamento financiero, como tiene un ordenador –hoy todo el mundo tiene un ordenador, un móvil o una tablet-, teclea en la pantalla la información de la tarjeta de presentación que le has dejado, después de que te has marchado.

La curiosidad mata al gato. Y pone: “Miquel Fortuny”, y empieza a chequearte, para saber quién eres.

La red es como antes la televisión. Si no estás en la red es que no existes. Si no estás en Google el consumidor percibe que no debes ser tan trascendente, porque nadie habla de ti.

Esa es la parte de comunicación que la abogacía comienza a ver. Que el canal es el boca-oreja pero que va complementado por un chequeo en Google.

Google supone el ser o no ser. El estar o no existir.

Lógicamente, hay bocas-orejas que no hace falta chequear. Puedes ser un hiperespecialista. Un Martell, en penal, al que se busca porque se sabe quién es.

El resto de abogados normales mortales necesitan estar en algún sitio donde el cliente pueda cotejar.

Hoy en día el consumo se basa en tres o cuatro presupuestos y cinco alternativas. La información es constante. Por lo tanto, el cliente no se va a quedar con lo primero que le pase por delante.

Algunos de los grandes bufetes están cambiando. Comienzan a aparecer en la red. Sin embargo, el precio, lo que cobran, sigue siendo un hándicap.

Cada vez menos. Pero hay mercado para todos. La cosa consiste en verte como un profesional y ver qué le puedes ofrecer a la sociedad.

Tú, como profesional, puedes querer vender estos cruasans [hay un plato de cruasans de chocolate sobre la mesa]. Bien, pues busca personas que no sean celiacas. Y busca personas que le guste el chocolate.

Es tan sencillo como eso. Una vez que hayas visto cuáles son tus actitudes y tus talentos, y ves qué tipo de clientes puedes tener, descubrirás si hay mercado, que lo hay. Hay clientes para todo el mundo.

Lo que falla, porque la gente no tiene proyección de negocio, es que no tienen definido un “target” de cliente.

Hay abogados caros y abogados menos caros. Y hay clientes que dicen: por un poco menos de precio lo hago contigo, porque me das confianza, porque me has caído bien.

Al final puedes entrar en una empresa porque das un igual valor a otro abogado, pero a un precio más competitivo. Porque no tienes la estructura de los grandes despachos. Porque no te hace falta. Eso es lo que tienes que transmitir al cliente. Le tienes que decir que es lícito que yo te lo haga a un 20 por ciento más barato porque no tengo que pagar a una plantilla enorme.

Y tengo los mismos conocimientos que el socio de Garrigues.

El marketing puede jugar a favor o en contra. Porque esa herramienta, mal utilizada, puede convertirse en un castillo de naipes. El marketing mal ejecutado puede tener sus consecuencias negativas en el futuro. Lo mismo que el marketing bien ejecutado. Esté tendrá sus buenos frutos, sin duda.

«EL MARKETING PUEDE JUGAR A FAVOR O EN CONTRA. PORQUE ESA HERRAMIENTA,  MAL UTILIZADA, PUEDE CONVERTIRSE EN UN CASTILLO DE NAIPES»

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Usted es un abogado atípico, señor Fortuny. Le gustan las cámaras. Y, además, lo hace bien, como hemos podido comprobar a través de sus vídeos. ¿Lo considera una ventaja competitiva?

Yo lo vivo y lo hago por eso. No sólo porque no me da miedo una cámara y me gusta hablar en público, sino porque si creo que si ese es mi talento, ¿por qué no ponerlo?

¿Por qué no hacer disfrutar al cliente antes de tener una cita con él en el despacho? Si viene. Porque puede no venir. Es un arma de doble filo. Igual viene o igual decide que no le gustas, y no viene.

Volvemos a lo del marketing. Si tú crees en lo que haces, si te conoces a ti mismo, como profesional y como persona, y crees que eso es un valor, ¿por qué no exponer ese valor a todo el universo de Google?

Repito: depende del contenido. Tú también tienes que saber que ese vídeo el que lo va a ver lo va a valorar.

Puedes hablar en lenguaje técnico para profesionales, en el canal b2b, o puedes hablar en un formato más elemental y lógico, poniendo ejemplos –que es lo que yo hago-, para un público más universal de clientes con el fin de que puedan entender el mensaje.

Les voy a contar una anécdota que me ocurrió recientemente. En mi video blog hice un vídeo de “compliance”. Poco después recibí un correo electrónico de una persona que era alumno de un master muy importante de “compliance” que se hizo en España. Es el único que se ha hecho, por primera vez.

Y me dijo: ‘Felicidades, Miquel, porque vengo de clase y me pongo tus vídeos y entiendo lo que me acaban de explicar’.

¿Por qué el derecho no se puede explicar de manera que lo entiendan las personas, con ejemplos reales, normales, no con palabras técnicas, pero hablando con propiedad?

Ese correo electrónico me hizo mucha gracia. ‘Vengo de la clase con el doctor fulano y no entiendo nada’.

En una entrevista que hicimos hace tiempo a Ricardo Lorenzetti, presidente del Tribunal Supremo de Argentina, nos decía que la Justicia estaba obligada a comunicar en dos frecuencias diferentes, como si fuera una emisora de radio. Una, para los profesionales, y otra, para los ciudadanos. El concepto es el mismo.

Claro. Son dos frecuencias de radioaficionado. Una en código zulú y otra en código normal. Pero el mensaje tiene que llegar igual a sus destinatarios. Tiene que ser comprendido.

Esto nos lleva a la base de todo, la familia. El hecho de que usted no proceda de una familia de juristas sino de personas que proceden del mundo de la comunicación en estos momentos, ¿puede considerarse una ventaja competitiva?

Mi padre era realizador de televisión. Y mi madre una profesional de la peluquería. Facilita, es cierto, el no haber vivido anquilosado en una ortodoxia profesional. Pero te tiene que gustar la modernidad.

Yo veo que la profesión es muy ortodoxa, muy decimonónica, pero tiene que darse cuenta que estamos en otro sitio. No tiene que ver con que seas profesional o digno sino si estás dispuesto a comunicar de una manera distinta porque el entorno ha cambiado, y es diferente.

Es fundamental asumir esto. Es una ventaja de la que te tienes que aprovechar. Quizá el no venir de un ambiente jurídico me ha permitido permite hacer esto, adaptarme mejor a este panorama cambiante.

Mi hermano es uno de los grandes músicos de jazz de este país y toca con Diego Amador y con…

¿Cómo se llama?

Llibert Fortuny. ¿Qué le pasó a él? Estudio en Berkeley. Bebió de las fuentes tradicionales del jazz. Cuando regresó a Barcelona creó el jazz electrónico en España. 

Lo bonito es que Llibert vio que el jazz se estaba abriendo a la tecnología. Pero él viene de la tradición más pura del jazz. Viene de John Coltrane, ha tocado con Miles Davies, con Chick Corea… Él sabe dónde toca, ante qué público toca. El público de ahora quiere la tecnología, disfruta con los instrumentos, respetando la esencia.

Su hermano entendió que el mestizaje es el futuro, como siempre ha ocurrido en la historia de la humanidad. El mestizaje, entendido como la adaptación y la adopción de nuevos recursos y formas de comunicación y de expresión.

Correcto. Llibert ha innovado no sólo en eso. En sus conciertos incluso hace una pequeña ‘performance’. Entre tema y tema te hace un pequeño monólogo. Cuenta pequeñas historias o, incluso, chistes, y así se mete a la gente en el bolsillo. El público se ha acostumbrado, en sus conciertos, a que cuando acaba de interpretar el tema, Llibert les va a contar alguna cosa ocurrente. 

«MI PADRE ERA REALIZADOR DE TELEVISIÓN Y MI MADRE PROFESIONAL DE LA PELUQUERÍA. FACILITA, ES CIERTO, NO HABER VIVIDO ANQUILOSADO EN UNA ORTODOXIA PROFESIONAL»

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En su campo, el de la abogacía, usted está haciendo algo similar: innovar. 

A mí lo que me fascina es fijarme mucho en sectores que no tienen nada que ver con el mío y aplicar las herramientas que funcionan en esos sectores en el mío. Haciendo una comparativa ves un universo de cosas más grande que el tuyo propio, de la profesión.

Es arriesgarse, sí, a hacer cosas diferentes, pero ¿por qué no podemos hacer otras cosas que funcionan en otros sectores, como en los de servicios? ¿O es que el nuestro no es un sector de servicios?

Yo a mis abogados siempre les digo que tenemos que conseguir que el cliente nos deje siempre propina. Propina entendida como un buen comentario. Una propina en forma de un apretón de manos y un comentario, ‘Miguel, muchas gracias. Estoy contento’. O ‘buen trabajo, me he sentido respaldado’. Si conseguimos eso es que hemos hecho un buen trabajo.

¿Cuántos abogados son en su bufete?

Ahora ya somos once abogados y, con otra marca que tengo, Complia, el total es de quince.

Mi despacho lo tengo distribuido en dos marcas, Fortuny Legal [www.fortunylegal.com], la matriz, y Complia [www.complia.es]que está dedicada al ‘compliance’.

Luego participo en un despacho que se llama Infojuridic, que se dedica a la gestión de la morosidad comercial. Lo fundamos hace unos cuantos años.

Luego hice un invento, Legal In [www.legalin.es], que era un despacho virtual. Le faltó recursos y tiempo por mi parte. A los proyectos hay que ponerles tiempo o no salen.

La idea era llegar a ese profesional liberal que está todo el día en la oficina, que no puede desplazarse, pero que en servicios de bajo valor añadido, está acostumbrado al entorno digital, no le da miedo y te contrata por Internet.

Una especie de Legalitas…

Y sería una ‘web-shop’, como Legalitas, pero Legalitas te deriva a un despacho. Nosotros queríamos hacerlo todo online. Como si tú te compras un calzado deportivo en Amazon y vas ‘clickeando’ hasta que acabas adquiriendo ese producto. En este caso, este servicio. Fue una investigación de I+D.

¿De aquí a  10 años dónde ve su bufete?

Bien posicionado. Disfrutando mucho. ¿por qué? Porque me lo he trabajado. A mí nadie me ha regalado nada. Me lo he trabajado. Vivo para esto. Yo tengo una hija, y mi primer hijo es el despacho, porque lo tuve antes. Lo cuido como si fuera un hijo. Estoy en todos los detalles. Cuando deje de disfrutar, pararé.

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