Entrevista | Marcos García Montes: “La Justicia es una lotería en todos los sentidos”
La segunda pasión de Marcos García Montes, después del ejercicio de la abogacía, es la música. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.

Entrevista | Marcos García Montes: “La Justicia es una lotería en todos los sentidos”

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14/9/2015 00:00
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Actualizado: 05/4/2024 23:16
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Si alguien tuviera que hacer una historia de los últimos 40 años de la Abogacía española a través de los grandes casos, uno de sus protagonistas principales, sin duda, sería Marcos García Montes.

Su padre, militar de profesión, le dijo que “se moriría de hambre como abogado”. Se equivocó. Él, ahora, con lo que más disfruta es con la música. ¿Es un abogado rockero o un rockero abogado?

Hacemos la entrevista en su despacho, en la madrileña calle de Fernando el Católico. Es un día muy emotivo para él. Acaba de recibir la noticia de la muerte de José María Ruiz Mateos, de quien fue abogado.

Su voz se quiebra cuando habla de él.

“Lo conocí en 1987, en prisión. Estaba en la enfermería, con un cliente mío, un policía local que había matado a su esposa. Me llamó para preguntarme si le podía llevar sus temas penales. Fue así de simple”, recuerda mientras los ojos se tornan acuosos.

“Me acuerdo que me dijo una cosa al salir de cárcel: ‘Marcos, tú eres el tipo de abogado bueno que funciona muy bien, pero nunca hubieses sido el abogado del emperador de Rumasa’. Y yo le contesté, con una sonrisa: ‘Y yo he defendido al emperador de Rumasa’”. Nos dimos la mano.

¿Ha sido su abogado hasta el final?

Hasta el final con él. Por cierto, todavía estamos pendientes de una demanda que presentamos, en su  nombre, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo contra el Estado español porque todavía no se le ha pagado el justiprecio por la expropiación de Rumasa, en 1983.

Ganamos el caso en 1993. Fue la primera sentencia en la que se condenó al Reino de España. Ni el Gobierno de Aznar ni el de Zapatero ni el de Rajoy han hecho nada por este tema.

¿Cuánto dinero era?

Mucho. 18.000 millones de pesetas. La última vez que estuve con José María fue en el Hospital Gregorio Marañón, donde le llevaron, después de ser encarcelado en Soto del Real por orden del juez. ¡Con 84 años y mal de salud! Aquello fue una monstruosidad.

José María estaba muy contento cuando nos vimos. Al marcharme me cogió la mano y me dio un beso en ella… [se emociona].

«En 1993 ganamos ante el TEDH la primera sentencia contra el Reino de España condenándolo por la expropiación de Rumasa. El Estado todavía no ha pagado»

Usted fue el abogado que llevó la acusación popular, precisamente en nombre de Ruiz Mateos, contra los acusados en el caso Filesa. De haber existido la “doctrina Botín” ese juicio no habría tenido lugar, ya que la Fiscalía retiró la acusación, ¿no es cierto?

Con la doctrina Botín, no. Pero con la doctrina Atutxa, sí. Habrían sido condenados igualmente.

Gracias a la acción popular pudimos hacer justicia. Fueron condenados el entonces responsable de las finanzas del PSOE, el diputado Carlos Navarro, y el senador socialista, Josep María Sala.

Y no sólo en el caso Filesa, también en los casos Fondos Reservados, CESID, GAL, Ibercorp, Roldán y muchos otros. Mi compañero Fernando Salas y yo contribuimos a limpiar España de la corrupción. Y cuando creímos que se había acabado para siempre, han aflorado el caso Gürtel, el de los ERE de Andalucía, el del 3 por ciento de Convergencia…

¿Cuál fue el primer caso de corrupción que usted llevó?

El primero, el pionero, fue el de Juan Guerra González, el hermano del entonces vicepresidente del Gobierno socialista, Alfonso Guerra. Por eso fue muy complicado conseguir su condena. Juan Guerra utilizaba el despacho de la delegación del Gobierno en Andalucía en nombre de su hermano en su interés.

Conseguimos una cosa muy importante: que la prevaricación, que la tenía que cometer un funcionario público, pudiera aplicarse también a él como autor por inducción a la prevaricación. No era un funcionario público pero el Tribunal Supremo lo condenó como inductor.

«Un caso del que estoy particularmente orgulloso es la condena por la extradición de presos de Guantánamo; el Tribunal Supremo nos dio la razón»

¿Y su primer juicio, de novato? ¿Aún lo recuerda?

¡Cómo olvidarlo! Fue un juicio de faltas por un tema de un agresión. Fui a comulgar a las 8 de la mañana con el padre Pericás, que era franciscano de los del Papa Francisco. Le conté que era mi primer juicio. Recuerdo que llevaba chuletas para el caso de que me encasquetara.

Al final salió bien. Perfecto. Conseguí la absolución de mi defendido. Fue muy importante para mí. Y regresé a la Iglesia para contárselo.

¿Fue tan importante como el del caso Guantánamo?

Ese fue un gran caso. Me siento muy orgulloso de él. Conseguimos que Ahmed Abaderrahaman Ahmed, ‘Hamido’, el llamado ‘talibán español’, fuera puesto en libertad. ‘Hamido’ había sido condenado a 6 años de cárcel por la Audiencia Nacional por un delito de pertenencia a banda armada con pruebas que no se sostenían, procedentes de Guantánamo, donde había estado mi cliente recluido por los militares estadounidenses.

El Tribunal Supremo ordenó su liberación, en julio de 2006 en una sentencia histórica.

Fue la primera vez que ha habido una condena mundial a la extraditación de los presos de Guantánamo. Todos los abogados que representaban a presos que habían salido de esa base, abogados de Dinamarca, Suecia, Francia, Holanda, Gran Bretaña, me pidieron la sentencia. Fue un éxito muy importante.

Usted ha sido testigo de los cambios que ha sufrido la justicia durante estos pasados 40 años. Ha sido testigo y protagonista. ¿Es capaz de hacer un balance?

La Justicia sigue siendo excesivamente lenta. Lentísima. Eso es lo peor de todo. En Estados Unidos el caso Madoff, que era similar al de Afinsa en España, fue juzgado en seis meses y condenado a 150 años de prisión. Aquí han pasado 9 años y todavía está por celebrarse el juicio.

Al caso Filesa le pasó lo mismo. Tardó muchísimo en ser juzgado y se les escaparon la mayor parte de los grandes empresarios del país.

El caso Gürtel va camino de lo mismo, aunque ya se está juzgando una segunda pieza en Valencia. Al caso de los Eres, ¿pues qué quiere que les diga?

Eso no lo entiende el ciudadano. Es imposible.

Como no entiende que sigamos con los asesinatos de mujeres, también de hombres. La violencia es violencia, da lo mismo el sexo. Es algo que nos repugna a todos y que nos da vergüenza. Sobre todo que los maltratadores salgan de prisión al poco tiempo.

«La Justicia sigue siendo excesivamente lenta. Lentísima. Eso es lo peor de todo»

¿Alguna cosa más?

Su politización. Es una pena que la ciudadanía los vea como una correa de transmisión de los partidos políticos. Eso habría que solucionarlo de alguna manera.

Hace diez años el respeto que sentían los ciudadanos hacia los jueces era mucho mayor que en la actualidad. De acuerdo con los últimos sondeos demoscópicos, los jueces están dando un 3 sobre 10, lo cual es un desastre.

Sin embargo, los abogados estamos en un 7 sobre diez. Eso me congratula. Al fin y al cabo, somos un servicios público. Pero los jueces no deberían estar manchados por la politización.

¿Suscribiría usted la frase de que ‘la justicia es una lotería’?

La Justicia es una lotería en todos los sentidos. Si das con un abogado serio, que funciona y que se hace respetar y el caso cae en un juzgado que funciona, entonces el resultado puede ser positivo. 

Los abogados tenemos la obligación de ser diligentes y veladores, y guardianes de los derechos humanos. Entre ellos, a un juicio justo con todas las garantías y en un plazo razonable, lo que se dice aquí dilaciones indebidas.

Yo cuando un procedimiento esta ralentizado por el juzgado, presento un escrito de impulso procesal diciendo que se producen dilaciones indebidas.

Además, que es un delito.

Yo lo presento y lo digo, y allá el juez y sus problemas pero yo presento el escrito.

«Yo, cuando un proceso está ralentizado por el Juzgado, presento un escrito de impulso procesal diciendo que se producen dilaciones indebidas»

¿En qué ha cambiado el funcionamiento de su bufete en estos 44 años de ejercicio?

El funcionamiento sigue siendo, básicamente, el mismo. Con la adopción de las nuevas tecnologías, como es lógico. Yo tengo una máxima: si una cosa funciona, y funciona bien, no hay que cambiarla.

El Bufete Marcos García Montes Abogados funciona a la perfección, como un reloj. Aquí, además, se han formado muchos compañeros que hoy tienen gran éxito en otros bufetes o en otros órdenes de la vida, de lo que me enorgullezco.

Cuando empecé a ejercer como abogado, recuerdo que mi padre, que era militar, me dijo que me moriría de hambre con el ejercicio de la Abogacía.

Y yo le contesté: “Papá, siempre tendré, como se decía en la película Casablanca, París. Siempre tendré la posibilidad de dedicarme a la música, que también me gustaba mucho. Pero en todo caso, voy a hacer lo que siento’. Y lo respetó.

¿Su padre qué profesión tenía?

Era militar del Ejército de Tierra. Medalla militar individual. Mi hermano es coronel de Tierra.

¿Había algún antecedente en su familia?

Ninguno. Lo mío ha sido vocacional. Yo creo que, en el fondo, somos un poco como misioneros de lo jurídico. Fui monaguillo en su día. Fui  músico en su día, que era un poco alegrar la vida a los demás. Nos damos a los demás, cuando vemos que hay injusticias, abogados en su nombre…. A mí me gustaba ayudar a los demás. Acerté con mi profesión. Me encanta. He disfrutado, y sigo disfrutando, mucho. Los abogados somos unos artesanos autodidactas.

Usted ha sido un abogado “a la americana”. De los primeros que entendió la importancia de los medios de comunicación…

Tengo muy claro que los medios de comunicación cumplen una importante labor. Dan información veraz y contrastada. Informan a la ciudadanía. Yo, desde el principio, rompí con aquella imagen de seres distanciados del pueblo, vestidos de negro, en aquellas salas de hace 40 luz, donde había poca luz.

La imagen es fundamental. Yo nunca le he dado opiniones a un periodista. Le he facilitado su trabajo para que él llegara a la conclusión más apropiada.

Lo que nunca he hecho ha sido instrumentalizar a los medios de comunicación para que te apoyen en un caso o en otro.

Cuando un periodista me ha dicho, ‘oye dame a mi la exclusiva que yo pongo lo que tú quieras’ he dejado de hablar con él.

«Lo mío ha sido vocacional. Yo creo que, en el fondo, somos un poco misioneros de lo jurídico»

Usted ha llevado los casos más mediáticos. Por ejemplo, el de Rafi Escobedo, el yerno y ‘asesino’ –judicialmente hablando- de los marqueses de Urquijo. ¿Cómo lo conoció?

Yo llevaba, por aquel entonces, al el ex alcalde de la Jonquera José María Mesquida Paltre, que estaba acusado de intento de evasión de divisas. Me decía, ‘¡Qué pesado, el del caso Urquijo! Compartía celda conmigo y no me dejaba dormir. Toda la noche escribiendo, fumando y tomando Coca Colas!’. Me puso en contacto con él.

Siente usted mucha pasión por este caso.

Es que es un caso absolutamente excepcional. Hoy Rafi Escobedo no habría sido condenado. Cuando el presidente del tribunal le dijo aquello de ‘levántese el asesino’ ya estaba diciendo que estaba condenado. Y la frasecita de que mató a los marqueses de Urquijo ‘solo o en compañía de otros’, incluida en la sentencia, no se habría escrito.

Yo se que en el Supremo hubo una lucha entre los cinco magistrados que formaban el tribunal. Tres querían condenar y dos, absolver. Al final, alguien se llevó el gato al agua y lo condenaron.

Llegué a forjar una gran amistad con Rafi. Sentía un cariño especial por él. Me acuerdo que la familia de Rafi fino a darme el pésame a mí.

Rafi Escobedo, ¿se suicidó o ‘lo suicidaron’?

A Rafi Escobedo lo suicidaron. El juez dijo que lo habían ‘ayudado a suicidarse’ dos personas. Dos personas que, por cierto, al día siguiente salen de la prisión de El Dueso, en Santoña, Santander,  rumbo a la prisión de Palma de Mallorca, donde les concedieron el tercer grado. Es decir, les compraron el silencio.

«A Rafi Escobedo lo suicidaron. El juez dijo que lo habían ‘ayudado a suicidarse’ dos personas»

Usted también llevó el caso del asesinato de Rocío Wanninkhof. ¿Se convenció de que el asesino de la joven fue Anthony King y no Dolores Vázquez?

El jurado popular que condenó a Dolores Vázquez dijo, en su sentencia, que en el asesinato de Rocío Wanninkhof participaron tres personas, una de ellas mujer.

El Tribunal Supremo ordenó la repetición del juicio contra Dolores Vázquez, que había sido condenada a 15 años de prisión, en 2001, por el asesinato de la joven Rocío Wanninkhof. Estimó, por mayoría de tres magistrados a dos, que el fallo estaba mal motivado.

De repente, aparece el ADN de Tony King, que por cierto, era el estrangulador de Londres. La policía española no se había enterado de que llevaba en España dos años. King había sido detenido acusado del asesinato de Sonia Carabantes.

Se le tomó el ADN y se cotejó con el de la colilla del cigarrillo famoso del Royal, que encontraron en la escena del crimen de Rocío. Y dio positivo.

Pero Dolores Vázquez no tenía nada que ver con todo esto.

A Terence Graham, compañero de King, lo acusan de encubrimiento, pero se le excluye del procedimiento porque el nuevo Código Penal –el de Belloch- establece que a los tres años prescribe la complicidad del asesinato. A los tres años había prescrito.

¿Y qué es lo que ocurre? Que a Dolores Vázquez la excluyen, en un principio del procedimiento. Yo recurro pero se decreta el sobreseimiento provisional.

Durante el juicio contra King el fiscal, que en su día acusó a Dolores Vázquez de asesinato de Rocío, cambia de criterio. En vez de tres personas, decide que a la chica la mató una y por motivos sexuales.

El veredicto es absolutamente claro. Hay dos personas que participaron en el asesinato y que no han aparecido. El caso, para nosotros, no está cerrado.

Nos gustaría hablar sobre algo muy personal, como es la ropa. ¿Por qué jamás ha seguido la corriente general del traje gris o azul y ha optado por ropa más… personal?

Es una seña de identidad. Hace treinta años volé a Amsterdam para un asunto de una extradición. Al aeropuerto fue a buscarme el hijo del director de un gran despacho de abogados. Venía con un pendiente, el pelo largo y vestido con un elegante traje y un abrigo. Un tipo muy eficaz y brillante, pude comprobar después.

‘Este es de los míos, juega en mi equipo’, recuerdo que me dije. Lo que hoy es normal antes no era normal. Me di cuenta que yo iba por delante en todo este tipo de temas.

Como dijo Suarez sobre el Partido Comunista: había que legalizarlo porque lo que era normal a nivel de calle tenía que ser normal a nivel legislativo.

¿Nunca ha tenido ningún problema con los jueces por su forma de vestir?

Si, claro. Tuve un incidente gordo en el juicio contra Juan Guerra. Con el presidente de la Audiencia Provincial de Sevilla. Acababa de aprobarse la Ley Orgánica del Poder Judicial, en 1985.

El presidente me dijo: ‘Don Marcos perdóneme, yo le aprecio mucho, pero va con una corbata que no es negra ni tampoco lleva camisa blanca. Por favor, le ruego que se la cambie’.

Le pregunté que porqué. Porque la Ley Orgánica, le dije, no dice que yo tenga que utilizar traje negro, ni corbata negra ni camisa blanca.

Pasa una hora. Enfrente había 20 abogados y yo que no me bajé del burro. Al final se hizo lo que yo quise.

«El veredicto sobre la muerte de Rocío Wanninkhof es absolutamente claro. Hay dos personas que participaron en el asesinato y que no han aparecido»

Un poco provocador, ¿no le parece?

No es provocador. Yo lo que quise demostrar que los jueces, abogados, de todos los que somos operadores jurídicos, se nos tenga en consideración por como escribimos, como hablamos y como defendemos, no como vestimos.

También se lleva la toga del despacho. No utiliza las de las Salas de Togas, que facilita el Colegio de Abogados. ¿Por qué?

Porque yo soy una persona pulcra. Me lavo 29 veces al día las manos. No soporto ponerme togas con caspa y llenas de sudor.  Además, yo no me pongo chaqueta debajo de la toga, sino que, me quito la chaqueta. Voy en camisa.

En su bufete se tocan todos los palos, desde Derecho Civil, Derecho de Familia, Mercantil, Penal, Penitenciario y Constitucional, con especial atención a derechos humanos. Además, tiene su propio ‘turno de oficio’ y lleva casos como el del supuesto descuartizador de Majadahonda. ¿Por qué no está inscrito en el turno de oficio del Colegio de Abogados?

Me di baja del turno de oficio hace ya muchísimos años, porque resulta que yo cuando iba a un juicio me tenía que hacer tres más de abogados que no iban.

Resulta que hubo un perverso, un demente porque no es normal, que me denunció encima al Colegio de Abogados. Me denunció diciendo que yo  había invadido su competencia. Claro, al final casi le expulsan del Colegio de Abogados, porque no fue a defender a su cliente ni había ido a prisión a verle.

Aquello me disgustó mucho. Hoy la abogacía de oficio está funcionando muy bien con los controles del Colegio de Abogados, pero antes no era así.

Lo que yo hago ahora en mi bufete es un turno de oficio particular. Cuando son pobres, y yo sé que son pobres, pues no se les cobra, o se les cobra una cantidad mínima. En torno a un 10-12 por ciento de los casos son ‘pro bono’, como el turno de oficio.

Hay mucha gente que no entiende que un abogado como usted defienda a un supuesto asesino, como este. ¿Podría explicarlo?

Lo grande que tiene la Abogacía es que considera que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario y que el culpable tiene los mismos derechos que un inocente.

Yo defendí al que todo el mundo decía que era el violador del ascensor de Valladolid. Después de tres meses en prisión, donde lo intentaron matar, aparece el auténtico violador.

Pero en todo caso, aunque sea muy malo y muy culpable, y sea Sergio Morate, tiene derecho a defenderle. Lo que a mí me parece impresentable es que haya abogados de oficio que digan que ellos no pueden defender a un señor que no les gusta porque moralmente no pueden. Esto lo he visto y es impresentable.

¿Juradista o antijuradista?

Soy juradista a muerte. He actuado en 42 juicios con jurado. Creo que soy el que más. El que me sigue ha llevado 20 juicios. El jurado popular es mucho más duro que un tribunal colegiado. Aquí no se trata de que te guste o no el jurado. Se trata de que creas en el jurado porque el jurado es democracia en la forma en que se imparte justicia.

«Soy juradista a muerte. He actuado en 42 juicios con jurado. Creo que soy el que más. El que me sigue ha llevado 20 juicios»

Por último, usted es un hombre de pasiones. Una pasión es la Abogacía y otra… la música. ¿De dónde le viene?

Yo empecé a tocar la guitarra con Paco de Lucía. Lo conocí aquí, en Madrid, en una bodega. Me lo presentaron como Paco de Algeciras. Estaba haciendo aquí el servicio militar en Infantería de Marina. Cuando lo ví toca, me dejé sin habla.

Yo empecé con flamenco, pero, de pronto, salió un disco de unos melenudos: los Beatles. Me metí en el rock. Hicimos un grupo de música rock. Luego formamos los Trebol, con la canción ‘Carmen, Carmen’.

Hace diez años me llamó el pianista de Los Bravos, que tocaba conmigo en Los Trebol, y me propuso hacer un grupo.

Cogimos al bajo de los Pop Tops, de Mamy Blue, Enrique Molina. Al cantante de mi grupo, Carlos Miguel, luego a Adolfo Cánovas y a Rodrigo de Guzmán y ahora tenemos un grupo con el que hacemos cosas benéficas. Lavanda. Tocamos en diversos sitios.

Para mí es una forma de evasión.

¿Le gusta más la música que el derecho?

Pues no lo sé. No sé qué decirle. Tengo 84 guitarras. Creo que soy el que más guitarras posee de España. El de Los Secretos tiene 50.

Aquí, en el despacho, tengo amplificadores, guitarras. Tengo todo. La música para mí es fundamental. Sigo todavía con las uñas largas [se las mira], la gente no entiende que es para tocar la guitarra. Si puedo, toco todos los días una horita y lo que caiga en fin de semana.

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