Firmas
«In memoriam» de José Gabaldón
01/5/2016 09:54
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Actualizado: 09/3/2021 12:38
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José Gabaldón López, magistrado emérito del Tribunal Constitucional y exvicepresidente de nuestro tribunal de garantías, ha fallecido a la edad de 94 años. Fue el quinto presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura. Manuel Almenar, actual presidente de la APM, y Celso Rodríguez Padrón, portavoz, hacen aquí una semblanza de uno de los prohombres de su historia.
Son inmuerables las ocasiones en las que todos cuantos parcipamos del mundo jurídico hemos leído argumentos y conceptos sobre el modelo de Juez. Independencia por encima de todo. Integridad intelectual. Excelencia jurídica. Tal vez en estas tres virtudes pueda condensarse lo que define el ideal de quien atesora la función constitucional de administrar recta e imparcial Justicia; sin la menor duda, una de las tareas sublimes que se pueden ejercer en un Estado de Derecho.
Si a todo lo anterior se suma un corazón intachable, no podemos menos que agradecer al destino el honor con que nos obsequia al haber conocido a una persona inolvidable.
El reloj que marca el ttiempo, eterno Juez de los siglos, ha dispuesto en el día de ayer la triste noticia del fallecimiento de José Gabaldón.
Un Juez extraordinario, ejemplo de todo cuanto puede concentrar la virtud judicial. Prudencia, bondad, vocación, humildad, excelencia, formación, y un sentido de la vida que nos cautivó sin duda a todos cuantos tuvimos la fortuna de conocerle y de enriquecernos por tanto con su ejemplo.
No solo fue Presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura. Su verdadero «cursus honorum» se ilustra con muchos otros cargos en el ámbito judicial, que responden fielmente a su profunda solidez jurídica.
GRANDEZA HUMANA
Pero tal vez la cualidad mayor de las muchas que definen a José Gabaldón era su grandeza humana. Conversar con él sobre cualquier materia nos hacía sentir una auténtica emoción, al descubrir permanentemente la generosidad al lado de la ciencia, la bondad al servicio de la defensa del Derecho, las profundas convicciones a la vez que una disposición natural a escuchar. Al final, su respuesta sincera, certera y amable; esa transmisión de bondad y prudencia; esa autoridad que tan solo se reserva a quienes son «buenos» en el mejor sentido de la palabra.
Sin duda perdemos con su fallecimiento la presencia de un privilegio. Pero también sabemos que nadie se muere del todo mientras sea recordado.
El magisterio y ejemplo que deja en nosotros José Gabaldón es imborrable. Su fallecimiento, no podemos ocultarlo, nos entristece profundamente.
Pero con toda seguridad, desde el Cielo, seguirá brindándonos esa sonrisa que nos hacía pensar cada vez que nos hablaba, que es posible disponer de un corazón inmenso!
Como el suyo.
Que hoy contempla como resbala una lágrima.
¡Que recordaremos siempre!
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