Henning Beck: «El cerebro no es un almacén de datos, sino un organizador de conocimiento»
El neurólogo Henning Beck, es autor de “Errar es útil. Cuando equivocarse es acertar”, un libro que se ha convertido en un "best seller".

Henning Beck: «El cerebro no es un almacén de datos, sino un organizador de conocimiento»

Según afirma el autor del libro "Errar es útil"

Para Henning Beck, autor de “Errar es útil. Cuando equivocarse es acertar”, la excusa de que uno es un despistado ya no sirve como justificación.

El neurocientífico afirma que ser distraídos, imprecisos y olvidadizos, cometer errores de cálculo y organizar mal nuestro tiempo es precisamente lo que nos permite tener nuevas ideas y tomar las decisiones acertadas.

Un verdadero alivio para casi todos.

En este ensayo, editado por Ariel,  Henning Beck explica que las supuestas debilidades de nuestro cerebro son en realidad su arma secreta, porque el mayor potencial de nuestro pensamiento a menudo radica en el error y la clave está en aprender cómo utilizar esa capacidad cerebral para pensar de una forma más creativa y eficaz.

Beck es bioquímico y doctor en Neurociencia por la Graduate School of Cellular & Molecular Neuroscience, cursó estudios en la Universidad de California en Berkeley y colabora habitualmente con las revistas Wirtschaftswoche y GEO.

Reconocido por sus conferencias y seminarios sobre neurobiología y creatividad, actualmente trabaja en el Scene Grammar Lab.

El autor ha querido demostrar que los errores que comete continuamente nuestro cerebro son los que permiten  desenvolverse mejor en situaciones sociales, así como a la hora de generar nuevas ideas y conocimientos.

«A veces comete errores, sí, pero he aquí la paradoja: es precisamente en nuestros errores y en nuestra falta de concentración donde reside nuestro auténtico poder mental. La mayoría de los supuestos inconvenientes que surgen a la hora de pensar encierran en realidad una gran ventaja”.

Por ejemplo, ¿quién no ha podido recordar de pronto un nombre habitual en su vida o quién no se ha distraído momentáneamente o llegado tarde a una cita por olvidadizo o por haber calculado mal el tiempo?

Pues todos estos errores nos ayudan a construir recuerdos dinámicos, ser creativos y no estar atrapados en una memoria estática.

“Ahora bien, –dice Beck en la obra– este no es un libro que solo pretenda ensalzar los puntos débiles de nuestra mente».

Al fin y al cabo, no todo error tiene algo de bueno. Sin embargo, quien logre entender por qué un cerebro no siempre funciona a golpe de tecla habrá dado un paso decisivo para comprender esos puntos débiles».

«Esto nos permitirá estar más concentrados en el momento oportuno, más abiertos a que surjan ideas creativas o a retener mejor los recuerdos. Es posible que el cerebro sea el mejor ejemplo de cómo convertir un punto débil en una fortaleza”.

HAY QUE HACER SITIO

Según dijo el psiquiatra Sigmund Freud, “Recordar es el mejor modo de olvidar”, pero el neurocientífico afirma lo contrario: “Los recuerdos no son estáticos, no son algo que el cerebro haya almacenado de una vez por todas para después acceder de nuevo a ello.

«Los recuerdos están vivos y no paran de modificarse. Solo de esta manera el cerebro tiene la posibilidad de construir conocimiento nuevo”.

Lo que viene a decir el autor es que a veces hay que “hacer sitio”, olvidar detalles concretos para almacenar nuevos conocimientos.

Las minucias que a veces recordamos, no se sabe muy bien por qué, para el autor no hacen sino crear confusión, por lo que olvidarlas es bueno, porque en este caso “olvidar es un medio para lograr un fin”.

Aunque no lo parezca, el cerebro es ahorrador en la gestión de los recuerdos, se queda sólo con lo más importante y todo lo demás se desecha.

Así se entiende por qué olvidamos tantas cosas: “Bien porque son tan monótonas que el propio filtro cerebral las descarta o bien porque son tan importantes que primero aguardan desordenadas en el subconsciente en estado latente para combinarse más adelante con otra información».

«En sentido estricto no ha olvidado esas cosas, simplemente no las recuerda en este momento”.

Beck afirma que lo que nosotros creemos que son nuestras debilidades, en realidad son nuestras fortalezas.

¿CÓMO APRENDER?

Para Henning Beck, no se trata de acumular hechos y datos sin ton ni son, sino que es mucho más importante mejorar “la capacidad de comprensión y de pensamiento conceptual».

«El cerebro no es un almacén de datos, sino un organizador de conocimiento y despliega todo su saber cuándo no se le trata estúpidamente».

Nuestro cerebro tiene la batalla perdida frente a los programas informáticos y la inteligencia artificial, que son veloces, precisos y eficaces.

“Por tanto, es mucho más importante recordar nuestros puntos débiles, perdón, fuertes, es decir, asumir conocimientos que a veces son inútiles a primera vista, con ganas y descansos».

«Asignaturas como la Historia, las Ciencias Naturales, la Lengua o la Filosofía, es decir, una buena educación general básica, es lo que nos permite formar conceptos y contextos más amplios”, opina Beck en el libro.

LA IMPORTANCIA DE LA MEMORIA Y EL PASO DEL TIEMPO

«Los recuerdos cumplen dos funciones para nosotros: nos permiten crear una identidad propia a partir del pasado y aprender mejor de nuestras experiencias para encarar el futuro. Ambas propiedades no necesitan una memoria estática, sino una memoria flexible y también vulnerable».

«Cuanto más recordamos algo, cuanto más embellecemos nuestras ideas, más distorsionamos nuestro recuerdo”, afirma el autor de “Errar es útil” que añade que “solo porque aceptamos los fallos de memoria somos capaces de crear nuevas ideas”.

Además, la sensación que tiene nuestro cerebro del paso del tiempo casi siempre es incorrecta porque es subjetiva, considera.

Es cierto que el tiempo pasa volando en vacaciones o en situaciones placenteras, mientras que la rutina de la vida diaria a veces se hace eterna y también que cuando más mayores nos hacemos más se nos escapa el tiempo entre las manos, al contrario de los largos años de nuestra niñez.

“Por suerte, el cerebro se autoengaña y procura que todo aquello que es variado y emocionante, o que simplemente le hace feliz, se perciba más adelante como algo muy duradero» –asegura el neurocientífico.

«Para que esto ocurra no necesita disponer de más tiempo en ese momento concreto, sino de más intensidad y más variedad, menos automatismos y menos rutina. Ganamos tiempo cuando transformamos los puntos débiles del cerebro en su fortaleza”.

«Los recuerdos cumplen dos funciones para nosotros: nos permiten crear una identidad propia a partir del pasado y aprender mejor de nuestras experiencias para encarar el futuro. Ambas propiedades no necesitan una memoria estática, sino una memoria flexible y también vulnerable», según Beck.

EL CEREBRO NUNCA SE ABURRRE

«El cerebro es capaz de muchas cosas, pero no hacer nada no se le da bien. O pensamos o no pensamos y, en tal caso, estamos muertos. En principio, no existe ningún estado del cerebro en que de verdad no tenga pensamientos».

«Ni siquiera mientras dormimos el cerebro no se tumba a holgazanear sobre nuestra meninge, sino que está siempre activo”.

Este es, según Beck, el punto débil de nuestra mente: “Al no poder desconectar, es responsable de darle vueltas a la cabeza y de cometer errores de concentración. El aburrimiento refuerza esta tendencia y, por eso, sufre rechazo social, pues se considera un defecto”.

El aburrimiento es la hermana pequeña y odiosa de esa Grande Dame que es la incubación de ideas: esa musa que ya en la antigüedad era venerada por su potencial creativo e incluso fue deificada por los griegos«.

«Y con razón, porque, como sabemos gracias a la neurociencia, es una actitud mediterránea ante el trabajo que se encuentra en retroceso, un ingrediente relevante que permite pensar mucho mejor».

«La ociosidad puede ser la madre de todos los vicios, pero al mismo tiempo el ocio es el principio de toda creatividad”, explica.

Esos momentos de ocio o de distracción son los que permiten que el tálamo aprenda a priorizar, a ponderar la información y a prestar atención a varias cosas distintas.

“Las personas creativas se distraen con mayor facilidad, porque sus mecanismos de filtrado no funcionan tan bien como los de las personas menos creativas”. Las pequeñas distracciones pueden por tanto ser inspiradoras”.

MOTIVAR A LAS PERSONAS

“En principio, siempre estamos en esencia motivados. Queremos mostrar lo que sabemos hacer, queremos que nos valoren, queremos mejorar. Nadie quiere estar tirado en el sofá para siempre, sino que quiere un objetivo con el que entusiasmarse».

«Esta es la actitud básica con la que llegamos al mundo, con la voluntad de continuar desarrollándonos”, dice Beck.

Para preguntarse a continuación cuál es la mejor manera de motivar a las personas.

Y él mismo contesta que de ninguna manera, porque esa es una misión imposible.

“La motivación es lo que se activa cuando uno está esperando ser confirmado por los demás como sujeto y por su rendimiento. En ese caso lo único que tiene que hacer es esperar hasta que la motivación aparezca por sí misma”.

¿DÓNDE ESTÁ LA CREATIVIDAD?

“Creatividad no significa que todo se hace bien. Las ideas creativas siempre tienen algo de incorrectas, confusas o raras, porque en cada idea nueva también se esconde la ruptura con un hábito de pensamiento», afirma.

«Nuestro cerebro ha de superar este conflicto interior: debe fantasear y hacer locuras y, a la vez, tiene que ser eficiente y productivo”.

De manera que las buenas ideas no surgen de un área concreta del cerebro, sino que “se desarrollan al dividir un problema en partes, componer equipos flexibles y distintas redes para buscar soluciones, y dejar trabajar con la máxima libertad posible”.

Por tanto, las ideas definitivas no pueden planificarse porque surgen en un proceso dinámico que sigue, en principio, los pasos internos del cerebro: alterna entre concentración y distracción.

En definitiva, para el neurocientífico no son precisamente las personas satisfechas las que transforman el mundo, “pues cuando se está satisfecho, no hay nada que cambiar”. El truco, afirma es “estar insatisfecho con optimismo”.

Y además dice con contundencia que “cuando se trata de aprender algo nuevo, un error es, de entrada, una buena señal. Atreverse a cometer errores solo es el primer paso. Hasta el mayor de los genios comete errores, y es muy probable que por eso haya llegado a ser un genio”.

Así que cuando cometamos algún error, en vez de sentirnos enfadados hay que estar contentos “de ser así de libres para cometer errores y no castigarnos o castigar a otros cuando ocurra algún lapsus. El pensamiento humano se caracteriza justamente por no ser preciso, exacto ni impecable».

«Solo el error de pensamiento nos hace superiores a una máquina sin creatividad. En el fondo, todos nuestros puntos débiles son, de hecho, nuestras armas mentales secretas”, concluye. 

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