Javier López-Galiacho: «La Fiesta de los toros necesita reconstruirse y reinventarse»
El doctor Javier López-Galiacho, profesor titular de Derecho Civil de la URJC de Madrid y presidente del Círculo Taurino Universitario Don Luis Mazzantini, resaltó la importancia de la Ley 10/1991, de potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos, que ha cumplido este año su treinta aniversario.

Javier López-Galiacho: «La Fiesta de los toros necesita reconstruirse y reinventarse»

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03/5/2021 19:03
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Actualizado: 03/5/2021 19:17
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«La Fiesta no puede echar el cierre. Está pasando por un momento trágico por la pandemia, es cierto. La Fiesta necesita reconstruirse y reinventarse. Y vamos a sacarla todos adelante. A lo mejor no como la conocemos. Porque el espectáculo de los toros necesita una reinvención. Una gran sentada del sector taurino. Hay que dar una repensada a todo el espectáculo, darle la vuelta, para colocarla con seguridad en el siglo XXI».

De esta forma tan apasionada concluyó la conferencia del doctor Javier López-Galiacho, profesor de Derecho Civil de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y presidente del Círculo Taurino Universitario Don Luis Mazzantini, que versó sobre el 30 aniversario de la vigente Ley 10/1991, de potestades administrativas en materia de espectáculos taurinos.

Fue en el Colegio de Abogados de Madrid el martes. La Ley, que cumplió 30 años el pasado 4 de abril, fue obra del entonces senador socialista, Juan Antonio Arévalo, un firme defensor de la tauromaquia.

«Antitaurinos los ha habido siempre. El espíritu del espectáculo pervivirá si vuelve la emoción. Y si vuelve la emoción no hay quien la pueda frenar», añadió.

La disertación fue un sentido homenaje a Arévalo, ya anciano, quien, con dicha Ley y con el Reglamento 145/1996, modernizó el mundo del toro como nunca antes se había hecho. 

«Él siempre reivindicaba que los toros no eran ni de izquierdas ni de derechas, que los toros eran de pueblo. No son de un partido escorado hacia un lado ni de los otros. Por lo tanto, quien se apropia de la Fiesta, yerra, y quien la ataca, también yerra, porque, en definitiva, le están lanzando un misil al corazón del pueblo», explicó el doctor López-Galiacho.

El principal objetivo del senador Arévalo, con la Ley 10/1991, fue el del proteger la Fiesta.

Previamente había creado en la Cámara Alta un estado de opinión sobre la necesidad de regularla a través de una ley democrática que asegurara los derechos de los aficionados a un espectáculo íntegro.

«En 1983 constituyó una Subcomisión en el Senado, para estudiar la situación de la fiesta de los toros, por la que pasaron empresarios, toreros, médicos, intelectuales, periodistas…, para hacer como un libro blanco sobre el estado de la Fiesta», relató López-Galiacho.

El 5 de abril de 1991 se publicó en el BOE esta Ley, «la gran ley en materia taurina», en palabras del profesor.

«Es una Ley corta, de 24 artículos, como le gustaban a él las faenas. Siempre decía que, como comentaba Antoñete, si una faena a los diez pases no te ha puesto en pie, tienes un problema». Estuvo firmada por el Rey Juan Carlos y Felipe González.

«El presidente González no era muy taurino pero tenía grandes aficionados a su alrededor, como Enrique Múgica, José Luis Corcuera o Ramón Rubial, entonces presidente del PSOE», relató López-Galiacho.

Juan Antonio Arévalo.

El senador Juan Antonio Arévalo, en la foto pequeña, un firme defensor parlamentario de la tauromaquia, fue el padre de la Ley 10/1991, la primera de España con rango legal sobre los espectáculos taurinos, vigente hoy en España.

«Hasta ese momento el mundo de la tauromaquia estaba regulado por una orden de marzo de 1962, dirigida a preservar el orden público. Más que a la regulación del espectáculo», explicó.

«Con esta Ley Arévalo aseguró, para el espectador, que desde que el toro salía de la dehesa hasta que entraba en la plaza el espectáculo iba a ser íntegro. Que no estaba manipulado. Que no habían afeitado las astas. Que todo está regulado desde la excelencia. Que todos los intervinientes se conducen con el mayor rigor. Que la tauromaquia no admite la mediocridad», precisó

«También asegura la sanidad del toro de lidia, en cuanto a su sanidad y bravura. Muy importante, también, la figura del presidente, que tiene, no solo, la obligación de evitar la alteración del orden público, que se desarrolla en el reglamento».

La Ley da mucha importancia al asociacionismo taurino de todo tipo, dirigido a la protección y a la salvaguarda de la fiesta.

«Para ello establece un régimen sancionador, entre faltas leves, graves y muy graves, que conllevaban sanciones pecuniarias o bien de inhabilitación», subrayó.

El senador Arévalo también tuvo mucho que ver en la elaboración del Reglamento de 1996, aprobado por Real Decreto 145/1996, de 2 de febrero, por el que se modificó el anterior, de 1992, con el que no estaba muy de acuerdo.

«El reglamento refuerza la figura del presidente, con la supervisión, desde que llega el toro a la plaza, y los reconocimientos. Pero también su actuación desde el palco. Lo que es el tercio de varas, las devoluciones, los indultos a los toros, que dice que en las plazas de primera y de segunda, deben ser excepcionales. Él es el único que tiene la potestad», contó.

Contiene, asimismo, una mención a las enfermerías y servicios médicos, recogidas en la Ley 10/1991, y remite a una normativa específica para todos los festejos taurinos.

«El toreo es el único arte en el que el intérprete necesita al lado a un médico», aclaró. «Un homenaje para estos salvadores».

El profesor recordó que tanto la ley como el reglamento siguen vigentes en aquellas autonomías que no tienen reglamento taurino específico como son Navarra, País Vasco, Aragón, Castilla León, Andalucía y Navarra.

La conferencia del doctor López-Galiacho fue presentada por el profesor Manuel Quintanar, presidente de esta sección del ICAM, de»Derecho de la Tauromaquia».

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