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¿Acertó el Rey Felipe VI en Colombia? Sí

¿Acertó el Rey Felipe VI en Colombia? Sí
Felicísimo Valbuena, catedrático emérito de periodismo y experto internacional en comunicación, explica las razones históricas del acierto del Rey Felipe VI –haya sido voluntaria o involuntariamente– en no ponerse de pie al paso del sable de Simón Bolívar, el llamado "libertador", durante la ceremonia de toma de posesión del nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro.
11/8/2022 12:45
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Actualizado: 12/8/2022 08:05
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Las ideas y los hechos que voy a exponer aquí tienen su origen en una Escuela de Verano sobre la Historia de España a la que asistí hace quince años. Me llamaron la atención dos profesores, Ángel Lozano y Joan Arnau, que explicaron una concepción sobre España y su Historia, distinta y superior a las que conozco.

Les dije que publicaran un libro con todo lo que iban diciendo cada día. Hasta ahora, no lo han hecho. Lozano murió en 2017. Sería un libro muy necesario, con interpretaciones potentes.

Y ahora, voy a entrar en materia.

LA IMPORTANCIA DE INGLATERRA Y SU POLÍTICA EN EL SIGLO XIX

Tras la guerra de la Independencia contra la invasión napoleónica y el consiguiente quebranto del poder estatal que se produce en la península, Inglaterra despliega un vasto plan político, económico, militar y diplomático para azuzar los movimientos independentistas americanos.

Francisco de Miranda, considerado “El precursor de la Emancipación Americana”, José de Sanmartín y Simón Bolívar recibirán de Londres toda la financiación, cobertura política y diplomática y apoyo militar que necesiten para derrotar a los ejércitos españoles en América, romper los vínculos políticos con la península y alcanzar una independencia tutelada política y económicamente por Inglaterra.

Sin este apoyo decisivo, no hubiera sido posible la independencia de América, al menos en la forma y en el momento que se produjo.

Karl Marx, que conocía muy bien la situación de España, dictamina que «las tropas extranjeras, compuestas fundamentalmente por ingleses, decidieron el destino de Nueva Granada» (Colombia).

La legión británica (compuesta por 1.100 hombres), así como los oficiales ingleses, el apoyo de la marina de guerra y el constante envío de buques repletos de armas y avituallamientos para los insurrectos, jugaron, de este modo, un papel determinante en la independencia de los virreinatos de Perú, Nueva Granada y Río de la Plata, es decir, todo Centro y Sudamérica.

Mientras las antiguas colonias británicas forman, tras su independencia de Inglaterra, un solo bloque en el Norte, en el Sur se inicia, tras la independencia de España, una fragmentación sistemática en unidades cada vez más pequeñas.

Lograda la independencia, existen en cada uno de los 4 Virreinatos fuertes tendencias a constituirse como una única nación.

Así, Bolívar intenta crear la Gran Colombia (formada por Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Ecuador); San Martin, las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina, Paraguay, Uruguay, la parte sur de Perú y de Bolivia…).

Hay también diversos intentos de unión entre México y las Provincias Unidas de Centroamérica.

El «libertador» Simón Bolívar ordenó la decapitación de cientos de prisioneros españoles –incluyendo a los enfermos–, como bien relata La Gazeta de Caracas el 2 de mayo de 1815 (Fuente: Universidad Católica Andrés Bello; publicado por el blog «ContandoEstrelas»).

¿LIBERTADORES?

Uno de los puntos más controvertidos de la fragmentación hispana radica en la valoración de los dirigentes  que lo hicieron posible. Joan Arnáu ha estudiado muy bien esta cuestión.

Bolivar, Miranda, San Martin, O’Higgins son considerados como padres de la patria en muchos países americanos. Pero un repaso a sus méritos levanta el velo de heroicidad.

Miranda residía en Londres, donde se entrevistó con el primer ministro Pitt para financiar una intervención en Venezuela. Recaba también el apoyo de EE.UU. En Inglaterra funda la logia masónica Gran Reunión Americana, con fuertes conexiones con el gobierno inglés, y destinada a conspirar por la independencia.

Bolívar, San Martín y Bernardo O’Higgins, además de pertenecer a esa logia, retornaron a América en barcos ingleses y acabaron convertidos en presidentes o jefes militares.

Marx se rió de Bolívar en su artículo “Simón Bolívar y Ponte”. «Parecía la llave de nuestra pasada independencia y resulta la ganzúa de nuestra futura conquista». Estas amargas palabras las pronunció uno de los dirigentes criollos al valorar el apoyo inglés a la separación de la Península.  

Fueron necesarias décadas para darse cuenta de que los celebrados Estados independientes se habían convertido en el territorio colonial de las grandes potencias.

Londres sí lo tenía claro desde el principio.

Karl Marx conocía muy bien los acontecimientos. Se rió del «libertador» Simón Bolívar en su artículo «Simón Bolívar y Ponte».

INGLATERRA IMPIDIÓ QUE SE CREARAN NACIONES GRANDES EN HISPANOAMÉRICA TRAS LA INDEPENDENCIA

El gobierno inglés, con la colaboración, aunque en un papel secundario, de EE.UU. y Francia, se opone rotundamente a cualquier tipo de agrupación.

Para ello utilizarán cualquier arma: reconocen individualmente a las unidades más pequeñas, proceden a firmar acuerdos comerciales por separado, creando intereses opuestos en las diferentes oligarquías.

Potencian las aspiraciones de cada uno de los caudillos militares, que se enzarzan en interminables guerras civiles que dan como resultado la más absoluta fragmentación. Cuando esto no fue posible, recurrieron a la intervención directa.

Así reconocen rápidamente la independencia de Paraguay y de Chile y promueven la separación de Uruguay, fomentando varias guerras y sosteniendo a los representantes de los sectores de las oligarquías criollas.

Éstos tienen intereses específicos en obtener ventajosos tratados comerciales con la metrópoli inglesa.

Las intrigas inglesas estarán detrás de la separación definitiva de las Provincias Unidas de Centroamérica de México en 1830 y provocarán, ocho años después, la fragmentación de la República Centroamericana en 5 diminutas naciones (Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala), quedándose además directamente con un trozo de territorio guatemalteco (Belice) y diseñando un fantasmagórico «Reino Mosquitia», en el occidente de Nicaragua.

En el diseño de la Gran Colombia fomentan y azuzan las ambiciones de Antonio Páez, Juan José Flores y Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá -como máximos representantes de las oligarquías criollas exportadoras- hasta conseguir que, en poco tiempo, Venezuela, Ecuador y Bolivia se separen de Colombia y se declaren repúblicas independientes.

Por tanto, y aunque los mandatarios actuales de esos países hispanoamericanos quieran elevar todo lo que quieran el papel de Bolívar, han de reconocer que Inglaterra destrozó los planes de éste.

A ver cuándo reconocen la importancia decisiva de Inglaterra en esa espectacular fragmentación.

La prueba está en que Inglaterra, que consideraba a Portugal como una semicolonia suya, respetó la integridad territorial de Brasil.

Inglaterra se convierte en la potencia política y económicamente dominante en toda Iberoamérica hasta que hace su aparición Estados Unidos como una moderna potencia imperialista.

Estatua de Simón Bolívar en el Parque de María Luisa, en Sevilla. La Asociación Viejos Tercios Españoles, que defiende la instituciñon militar española, pidió a la Alcaldía de la ciudad hispalense su retirada porque Bolívar fue «un traidor al imperio español y un asesino». En la carta que dicha asociación envió al alcalde, recordaba que “el 8 de febrero de 1814, durante las guerras de emancipación americanas, el general rebelde Juan Bautista Arismendi, por órdenes de Simón Bolívar, mandó fusilar a 886 prisioneros españoles en Caracas”.

POLÍTICA INGLESA DE DIVIDIR Y VENCER

El proceso que la película «Queimada» («Burn», en inglés) retrata situándolo en una isla del Caribe, es exactamente el mismo que se está reproduciendo, simultáneamente, entre 1760 y 1840, en toda Iberoamérica.

Además del conocido apoyo económico, militar y político y de la influencia a través de la masonería en los dirigentes de la independencia americana, decenas y decenas de barcos como el que presenta la película –cada uno con su «Marlon Brando» dentro, es decir con un agente de la Marina, del Foreign Office o de los grandes monopolios– recalarán durante ese periodo en todos y cada uno de los grandes puertos comerciales de los cuatro virreinatos.

Y en todos los casos actuarán de la misma forma.

Se infiltran en los núcleos de las oligarquías criollas para ganar influencia en las clases dirigentes coloniales. Ofrecerán tratados comerciales preferentes con Inglaterra, el acceso de sus productos a la metrópoli y la garantía de buscar nuevos mercados en todo el mundo a sus productos.

Todo ello, necesariamente, implica la ruptura de los lazos coloniales y la declaración de la independencia tutelada por Londres, eligiendo y cooptando a los líderes más adecuados para encabezar las revueltas.

Posteriormente, y ya como representantes de los grandes monopolios ingleses, se desharán de los miembros de las oligarquías criollas que no se someten a su dictado, poniendo en su lugar a gobernantes títeres.

Mandarán a las tropas coloniales a sofocar la rebelión de los esclavos jornaleros. Y, cuando lo consideren necesario para sus intereses, no vacilaran en arrasar las plantaciones.

La primera base para poder hacer todo esto ha estado, previamente, en la fragmentación de toda Iberoamérica en Estados lo más pequeños posibles, a fin de dominarlos más fácilmente.

Este fue el resultado de la política del «divide y vencerás» que implementaron los ingleses. Una miriada de países pequeños, fáciles de manejar, en vez de dos o tres grandes naciones que el día de mañana le pudieran hacer la competencia.

BOLÍVAR, ADEMÁS DE SOMETERSE A INGLATERRA, SE DEDICÓ A SER UN GENOCIDA

El Rey Felipe VI hizo bien en no reconocer el mérito de Bolívar. Y uno de los aspectos que el incidente ha traído a la actualidad: Bolívar fue un genocida. Mostraba una rabia especial contra españoles y canarios.

Destacaba a éstos porque defendían la política española.

Como pruebas de ser un genocida, está el “Decreto de Guerra a muerte” y noticias aparecidas en la Gazeta de Caracas.

Un cuadro representando a Bolívar firmando el «Decreto de guerra a muerte».

Por tanto, el Rey ha hecho muy bien en no considerar lo que algunos Presidentes actuales consideran un símbolo patrio. Tampoco hay por qué iniciar una campaña para convencer a los hispanoamericanos de que Bolívar fue lo que fue.

Lo más difícil de probar es lo evidente. Ya veremos si cambia, o no, la valoración de Bolívar.

En cuanto a las protestas de personajes de Podemos, tampoco hay que hacer un esfuerzo especial. Su inteligencia es la que muestran que es.

Si no saben que el siglo XIX fue el siglo de Inglaterra y si no saben qué fue el imperialismo inglés, ¡qué se le va a hacer!

Para abandonar la política como cotilleo, hay que estudiar y pensar.

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