«Los relevos generacionales siempre pesan, pero en las empresas familiares se genera una tensión máxima»
Diego Cabezuela Sancho, socio director del despacho Círculo Legal, señala la tendencia de entremezclarse los asuntos íntimos y los profesionales en las sucesiones en los puestos de responsabilidad. Foto: Virgilio González/Confilegal.

«Los relevos generacionales siempre pesan, pero en las empresas familiares se genera una tensión máxima»

Según Diego Cabezuela Sancho, socio director del despacho Círculo Legal.
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02/6/2023 06:30
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Actualizado: 01/6/2023 23:51
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Los conflictos son una parte connatural en la gestión de las sociedades, y los abogados lidian a diario con las desavenencias entre los socios. Es algo que forma parte de la naturaleza humana, como explica Diego Cabezuela Sancho, socio director del despacho Círculo Legal, aunque destaca que en las empresas familiares, surgen por motivos «más personales», algo como define como el «talón de Aquiles» de este tipo de compañías.

«Otras sociedades tienen motivos de naturaleza económica y estratégica como razón de sus desencuentros, pero en las empresas empresas familiares no tienen que ver tanto con el dinero, pero son difíciles de evitar», dice Cabezuela, añadiendo que estos problemas surgen independientemente del tamaño de la compañía, «incluso en algunas muy potentes», y que las situaciones personales, como los divorcios, pueden hacer que entren en crisis.

Las sucesiones son uno de los puntos de mayor impacto en las empresas. «Los relevos generacionales siempre pesan, pero en las empresas familiares se genera una tensión máxima», indica el abogado, reiterando la tendencia de entremezclarse los asuntos íntimos y los profesionales.

En palabras de Cabezuela, «el fundador empieza la sociedad desde cero, pero el equipo de la siguiente generación no siempre está formado, con lo que los cargos de responsabilidad no pasan a un cuadro profesional sino a los hijos y cónyuges».

Así, una manera de proteger la sociedad es buscar un equilibrio entre la familia propietaria y la necesidad de dar paso a las estructuras profesionales al cubrir los puestos. «Que el puesto de gerente o director financiero no pase a alguien únicamente por tratarse de un familiar», según Cabezuela.

Los protocolos familiares en los pactos parasociales sirven precisamente para establecer criterios profesionales y atender el carácter familiar de la empresa, una solución que lleva aplicándose desde hace varios años. Sin embargo, se observan todavía instancias en las que «estas empresas no superan el impasse, desaparecen o pierden la pujanza que tenían», dice Cabezuela.

Soluciones para las sociedades

Los pactos parasociales son contratos firmados por los socios, con grados variables de complejidad, que pueden abarcar «prácticamente todo» lo que tenga que ver con el plan de acción de una empresa, como la decisión de cómo votar en ciertas materias en un sentido determinado, si se amplía el capital o no, los planes de expansión, etcétera.

«Un buen sistema de pacto es una forma de ayudar a planificar la vida de la empresa y a suavizar los roces. no improvisar frente a las contingencias», subraya Cabezuela, añadiendo que «son esenciales para las ‘startup’ para prevenir conflictos». «Se suelen cumplir, pero a veces no, cuando cambian el mercado y las previsiones».

«A veces se elige mal un socio, como quien elige mal la pareja, porque hay poco en común en cuanto a la distribución de beneficios, qué hacer con las inversiones», dice. «Incluso si no hay actuaciones malvadas, sino diferencias de pensamiento más grandes sobre las estrategias y participaciones, expansión, puede haber luchas de poder, que no son personales, pero que prosiguen en el tiempo y se vuelven colosales».

Un error común es que los socios conviertan los problemas en asuntos personales cuando deberían tratarse de los intereses de la sociedad y de cada uno, como apunta Cabezuela, que recomienda «tener una cabeza fría e intentar negociar hasta donde se pueda, porque lo que importa es la cuenta de resultados de balance»

Ya en medio de una crisis, puede terminar en un pleito en tribunales. «Es como ir al médico, no se cura a la primera», dice Cabezuela. En su opinión, «un procedimiento judicial no es deseable, pero no es una tragedia y no tiene que afectar necesariamente la actividad de la empresa».

También afirma que en España hay «buenas jurisdicciones de lo mercantil, con magistrados especializados y confiables», y hay medidas cautelares para prevenir los abusos y figuras penales para manejarlos, «pero el problema está en los tiempos de resolución, que no recuperan el ritmo que tenían en el 2019, primero por los efectos de la pandemia y después, por la sucesión de huelgas de los letrados de la Administración de Justicia y de los funcionarios».

«Las compañías pueden tener una plantilla interna de abogados, pero en litigios suelen buscar ayuda externa, especialmente en temas muy enconados o cuando se buscan responsabilidades penales», dice. «Siempre es preferible llegar a un acuerdo de la mano de asesores que velen por los intereses económicos de los clientes al aconsejarlos y defender sus intereses, pero sin inquina».

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