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Opinión | Objetivo: cambiar la percepción que la ciudadanía tiene del abogado

Opinión | Objetivo: cambiar la percepción que la ciudadanía tiene del abogado
Jesús Garzón es socio de la firma Garzón Abogados. En su columna propone un replanteamiento de lo que la abogacía ha venido siendo hasta ahora. Foto: Carlos Berbell/Confilegal.
10/6/2024 06:30
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Actualizado: 09/6/2024 19:20
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Veo a compañeros preocupados por el aumento de la inteligencia artificial, por el exceso de competencia, por la dureza del día a día, por el cambio excesivos de leyes

Pero quizás, y solo quizás, nos estemos dejando escapar escapar el cambio en la percepción pública de nuestra profesión.

Convencionalmente, los abogados han sido retratados como individuos fríos y duros, preocupados por su propio beneficio y poco más.

Esto ha llevado a mucha gente a evitar cuidadosamente contratar a un abogado, salvo cuando es absolutamente necesario.

De ahí la importancia de asegurarnos de que la humanidad de los clientes individuales que nos cuentan su historia es la prioridad número uno.

Y mientras nos esforzamos por humanizar nuestro trabajo, también tenemos que asegurarnos de que nuestro comportamiento refleja la compasión, la comprensión objetiva y la inteligencia emocional que busca quien requiere nuestro servicio.

Con cada situación de cliente que se nos presenta, ahora ponemos mucho cuidado en ayudar a que su historia destaque; de modo que un juez o un jurado puedan ver al individuo y no sólo los hechos sobre el papel.

Este enfoque ha cambiado sin duda la forma en que muchos abogados y bufetes colaboran con sus clientes, acercándola a un nivel más humano.

Centrarse en la empatía y la comprensión

Una forma primordial de humanizar la experiencia jurídica es personalizar cada interacción con el cliente. Una de las formas más poderosas de hacerlo es practicar la empatía.

Esto requiere no sólo mostrar comprensión por el punto de vista del cliente, sino también dedicar tiempo a sentir de verdad su historia como si fuera la nuestra.

Una vez que nos desprendemos de las construcciones jurídicas y nos limitamos a escuchar, podemos encontrar un terreno común sobre el que construir confianza y seguridad en nuestra relación con los clientes, en constante evolución.

Practicar la objetividad y la inteligencia emocional

Al tratar con los traumas y problemas emocionales de los clientes, debemos mantener ciertos niveles de objetividad y determinación.

Sin embargo, es esencial practicar la inteligencia emocional e incluso espiritual para comprender realmente la profundidad del asunto.

Por supuesto, siempre existe una delgada línea de la que hay que ser consciente.

Sin embargo, al utilizar estos rasgos y centrarnos sólo en lo que realmente importa -el cliente-, creamos confianza y compasión entre ambas partes.

Incremento de la colaboración y la comunicación

Al explorar formas nuevas y colaborativas de solucionar los problemas legales, abrimos ahora las puertas a la percepción de los clientes individuales.

La relación tradicional entre abogado y cliente ya no es unidireccional, en la que el abogado sólo proporciona orientación y asesoramiento.

Se está aplicando un enfoque más colaborativo en el que se considera a los clientes parte integrante y se les anima a ofrecer sugerencias sobre cómo proceder.

Esto no sólo ayuda a construir un entendimiento mutuo, sino que permite al abogado encontrar las soluciones más adecuadas para las necesidades del cliente.

«Rebranding» de la profesión jurídica

Para enfatizar aún más el cambio en la profesión jurídica, tenemos que trabajar colectivamente para cambiar la percepción que la gente tiene de quién es un abogado.

En lugar de centrarse en ser aristocrático a puerta cerrada, es esencial que el abogado demuestre que es como cualquier otra persona.

Al conectar intencionadamente con clientes de distintos ámbitos de la vida, podemos mostrar empatía con respecto a sus preocupaciones.

Es a través de esta empatía, objetividad, colaboración y cambio de imagen de nuestra profesión como por fin estamos humanizando el ejercicio de la abogacía.

Ya no somos meros abogados centrados en la interpretación en negro de las leyes y la jurisprudencia, sino que somos personas conectadas con la gente que nos rodea.

Y a medida que sigamos humanizando nuestro trabajo, sé que tendremos aún más éxito a la hora de marcar una verdadera diferencia en la vida de nuestros clientes.

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