En la imagen, algunos de los alumnos de la primera edición del Diploma de Alta Especialización en Inteligencia Artificial y su Impacto en el Derecho, dirigido por Moisés Barrio y por Carmen Muñoz (en el centro de la imagen). También aparece Mabel Klimt, que fue la encargada de impartir la ponencia de clausura. Foto: Confilegal
La Escuela de Práctica Jurídica clausura con éxito la primera edición de su curso de Alta Especialización en Derecho e IA
La Escuela de Práctica Jurídica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha celebrado este miércoles el acto de clausura de la primera edición del Diploma de Alta Especialización en Inteligencia Artificial y su Impacto en el Derecho, dirigido por Moisés Barrio, letrado del Consejo de Estado y profesor de Derecho digital y codirigido por Carmen Muñoz, profesora titular de Derecho Civil y codirectora de la Sección de Inteligencia Artificial (IA).
Un programa pionero que, en palabras de sus impulsores, “ha sido un éxito rotundo” con una acogida sobresaliente.
En él han participado 70 alumnos procedentes tanto de España como de distintos países de Latinoamérica, con perfiles muy diversos: abogados, ingenieros, sociólogos e incluso una doctora”, destacó Moisés Barrio, que agradeció la confianza depositada en esta primera edición de un curso que ya se proyecta como referencia.
Barrio y Muñoz, reconocidos expertos en derecho digital, justicia tecnológica e inteligencia artificial, fueron los maestros de ceremonia de un acto de clausura que contó con una ponencia magistral de Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu y diputada de la Junta de Gobierno del ICAM, titulada “El abogado del futuro”.
Una intervención que abordó los desafíos y transformaciones de la profesión jurídica ante la revolución tecnológica.
Antes de ellos, el recientemente nombrado director de la Escuela de Práctica Jurídica de la UCM, Ricardo Alonso García, fue el encargado de dar la bienvenida al acto y dar la enhorabuena a todos los alumnos.
Un nuevo paradigma jurídico para una nueva época
Durante su intervención, Moisés Barrio expuso el profundo cambio que está provocando la inteligencia artificial en nuestra sociedad: “Vivimos ya en una quinta revolución industrial, cuyas piezas básicas son la inteligencia artificial, la nanotecnología y la biotecnología. Su objetivo: una mayor colaboración entre los humanos y las máquinas. Abre una meta incógnita: la fusión persona-máquina”.
“Estamos rediseñando la condición humana”, afirmó con contundencia, aludiendo a los efectos exponenciales del cambio tecnológico, que ha dado lugar a “fábricas inteligentes donde los sistemas ciberfísicos controlan los procesos físicos y crean una copia del mundo real”.
«Nos encontramos ante una nueva época», aseguró.
Desde el plano jurídico, Barrio insistió en que estamos ante una transformación normativa sin precedentes. “Durante la etapa del liberalismo digital, la innovación se imponía a la regulación. Eso terminó en 2018″. Hoy, «la regulación europea ha tomado una posición central con normas como el Reglamento de Inteligencia Artificial, basado en el paradigma de la seguridad de los productos. El nuevo escenario tecnológico-jurídico ha provocado verdaderos cambios radicales en la profesión de abogado», señaló.
De París al futuro: una mirada global y 5 hitos por cumplir
Por su parte, Carmen Muñoz compartió una visión internacional de los retos legislativos en materia de inteligencia artificial, repasando las recientes cumbres internacionales celebradas en Londres, Seúl y la última de París.
Precisamente en en esta última Cumbre, celebrada el pasado febrero, «se proclamó que la inteligencia artificial debe ser ética, segura, transparente e inclusiva». Y se remarcó que hay que abordar su impacto en el empleo de forma sostenible, explicó.
Muñoz criticó el frenazo en la Directiva de responsabilidad civil por inteligencia artificial, que estaba prevista para votarse en el Parlamento Europeo en 2026, pero que “ha sido retirada ante la falta de consenso y las presiones del nuevo enfoque transatlántico, más centrado en la inversión que en la regulación”.
Además remarcó que “La Unión Europea apuesta ahora por un plan de acción denominado Continente de la IA, con cinco hitos concretos que cumplir como la creación de factorías de inteligencia artificial —ya existen 12, entre ellas una en Barcelona—, una estrategia común de datos; una estrategia de uso de la IA, y aquí recordó que solo el 13% de la Administración pública y de las empresas están haciendo uso de la IA; una red de talento internacional, fomentando la contratación internacional de grandes talentos, las becas y, por último, lograr la simplificación regulatoria (dar un servicio de asistencia para entender la regulación)”, subrayó en su intervención.
Igualmente, propuso que era esencial perder el miedo a este ecosistema, «hay que hacer inmersión, actuar de manera analítica y crítica con todo lo que nos proporciona y aprender y formarnos en el presente para estar preparados para una tecnología que es presente y futuro».
Los retos del abogado del futuro
Los directores de este curso coincidieron en que el ámbito jurídico debe liderar el proceso de transformación. “El abogado debe entender que la inteligencia artificial no es solo el futuro, es el presente. Y debe adaptarse sin perder los principios que sostienen el Estado de Derecho”, advirtió Muñoz.
“Esta revolución no es tecnológica. Es jurídica, económica, social… y profundamente humana”, concluyó Moisés Barrio, antes de ceder la palabra a Mabel Klimt, socia directora de Elzaburu y diputada de la Junta de Gobierno del ICAM, quien cerró el acto con una ponencia sobre “El abogado del futuro”.
En su intervención, abordó los retos a los que se enfrentan los abogados y los despachos.
Klimt advirtió que el modelo de negocio de la abogacía, tal como lo conocemos, “necesita ajustarse”. En un contexto de cambio acelerado, la adaptación ya no es opcional, sino una exigencia diaria. “Todo se transforma en cuestión de días, y eso obliga a reconsiderarlo todo”, «Hay que reevaluar todas las estructuras», sentenció.
En este punto, apuntó a la universidad y a los colegios profesionales: “La academia tiene una deuda con los estudiantes. Hay que enseñar negociación, psicología, herramientas tecnológicas… y rediseñar los planes de estudio, quizás con ciclos formativos, reválidas o certificaciones por competencias”.
También señaló que está produciéndose ya una transformación de los propios equipos profesionales: “Los grupos de trabajo ya son necesariamente multidisciplinares. Necesitamos ingenieros, tecnólogos, psicólogos. -algo que ellos ya tienen incorporado en su despacho, en Elzaburu- Y eso exige implantar un plan tecnológico firme en todos los despachos”.
Y cerró su ponencia con un consejo que resume su visión del abogado del futuro: “La curiosidad debe ser nuestra guía. No hace falta ser ingeniero, pero sí entender lo suficiente para poder traducir lo tecnológico al cliente. El futuro no se estudia: se entrena”.
Posteriormente, se procedió a la entrega de diplomas a los alumnos presentes en este acto de clausura.
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