Antoni Bayona, exletrado mayor del Parlamento catalán: “Ahora parece que aquello no iba en serio”
Toni Bayona admira la formación de los políticos vascos, explica en esta entrevista.

Antoni Bayona, exletrado mayor del Parlamento catalán: “Ahora parece que aquello no iba en serio”

Acaba de publicar "No todo vale. La mirada de un jurista a las entrañas del procés"
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02/3/2019 06:15
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Actualizado: 01/3/2019 23:37
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“No todo vale” la mirada de un jurista a las entrañas del procés es el libro que ha escrito Antoni Bayona, de 65 años, letrado Mayor del Parlament catalán, hasta junio de 2018, sobre los sucesos que vivó de primera mano y que han culminado en el juicio que se celebra en el Tribunal Supremo contra los acusados por vulnerar la legalidad.

El libro, publicado por Península, aúna la visión jurídica con la amenidad del relato con una mesura y ponderación impecables.

En esta interesante entrevista con Confilegal, Antoni Bayona, que se vio en la tesitura de dejar su cargo, considera que “la sociedad debería hacer una  reflexión sobre lo que ha pasado, sobre los líderes políticos que lo han gestionado, y sobre el hecho de que ahora parece que aquello no iba en serio”.

Bayona es doctor en Derecho, letrado del Parlament de Cataluña y profesor de la Universidad Pompeu Fabra. Ha sido miembro del Consell Consultiu de la Generalitat, del Consell de l´Audiovisual de Catalunya y director del Institut d´Estudis Autonòmics.

¿Cuáles son las claves que da en el libro para entender el «procés»?

Lo que he intentado es al menos dar unas claves para intentar explicar lo que ha sucedido y encontrar algunas razones. Yo he sido un espectador privilegiado desde mi posición de experto en el ámbito jurídico y sin embargo este no es un libro jurídico, sino una obra que intenta combinar varios elementos desde la perspectiva del jurista

¿Y cuál es su conclusión?

Pues que si se emprende un camino que viene de lejos en el tiempo, con causas  de hace mucho, y que al final implica el decantarse por una vía de ruptura y desconexión con el marco constitucional, lógicamente desde punto vista jurídico se plantean unos problemas, porque todo el «procés» se quiere amparar en un concepto de democracia que es como muy genérico, en estado bruto como digo yo, y pasando por encima de la legalidad, lo que es incompatible con un Estado de Derecho.

Este camino tuvo su culminación con la aprobación de unas leyes y una declaración de independencia que no se sabe muy bien en qué consistió.

En el libro me pregunto si de verdad se declaró la independencia, y francamente creo que fue un gesto, una representación y no un intento serio de culminar el camino emprendido

¿Una representación que puede salirles muy cara a los protagonistas y a la sociedad?

Habrá que ver cómo valora los hechos el Tribunal Supremo, pero realmente las consecuencias sociales han sido importantes y negativas y aún no ha terminado nada, se abren muchas incógnitas, la primera de ellas las sentencias, que tendrá mucha repercusión en la sociedad catalana y en segundo lugar el proceso electoral abierto, cuyo resultado pueden cambiar mucho los escenarios.

«El ‘procés’ se quiere amparar en un concepto de democracia que es como muy genérico, en estado bruto como digo yo, y pasando por encima de la legalidad, lo que es incompatible con un Estado de Derecho»

Vive usted en Barcelona, ¿se ha vuelto incómoda la convivencia?

Quizá se exagere un poco, la convivencia en general se mantiene, no ha pasado nada grave, aunque hay determinados partidos que intentan llamar la atención dramatizando la situación.

Pero sí, es cierto que Cataluña era una sociedad abierta, tolerante, europea y el proceso no le ha ido bien a su imagen como país serio y responsable.

La sociedad debería hacer un juicio, una reflexión sobre lo que ha pasado y sobre los líderes políticos que lo han gestionado, y sobre el hecho de que ahora parece que aquello no iba en serio.

¿Se sienten engañados?

Se ha jugado con elementos elementales, esenciales y primarios del sentir de la gente, mucha apariencia por parte de los políticos, mucha credibilidad por parte de los ciudadanos, una ilusión alimentada de que era todo muy fácil, cuando es extremadamente difícil porque un Estado tiene la obligación de defender su integridad territorial. Políticamente, desde el Gobierno tampoco ha habido mucho esfuerzo por encontrar una salida.

Antoni Bayona fue el letrado Mayor en el Parlamento autonómico de Cataluña durante los meses de septiembre y octubre de 2017, cuando se aprobaron la ley de referéndum y de transitoriedad; él indicó que no eran legalmente viables. De eso habla en esta entrevista.

¿A quién le va a gustar más su libro, a los independentistas o a los no independentistas o constitucionalistas?

No es un libro de parte. He intentado tomar equidistancia, poniendo de relieve el valor esencial del derecho como institución social garante de convivencia que se ha puesto en riesgo por la forma de gestionarlo todo, porque hay que diferenciar el proyecto, apoyado por una base social, con las formas.

Posiblemente no les guste a los independistas pero tal vez les valga para reflexionar sobre sus errores, porque siguen convencidos de que lo hicieron muy bien.

El libro no cuestiona el «procés» en cuanto a idea, sino las estrategias y pone de relieve que se podía haber hecho de otra manera, más lenta, con paciencia perseverancia y negociación, pero de verdad, sin adelantar acontecimientos y luego querer negociar con condiciones irreversibles, porque entonces no eres creíble.

¿Hubiera llegado a buen puerto la negociación con el Gobierno de Sánchez?

Creo que Sánchez llega ya un poco tarde cuando se han radicalizado mucho las posiciones, con un conflicto en fase final, con gente en la cárcel, sometida a juicio, de manera que el margen de maniobra política es más complicado.

El juicio quita oxígeno a la política.

Por otro lado, Sánchez no iba nunca a actuar fuera del marco constitucional como se le exigía.

Y la falta de apoyo del resto de partidos no ayudó y de hecho hizo que terminara antes la legislatura. Ahora con las elecciones habrá que ver como se resuelve, pero el margen de maniobra ahora mismo es muy pequeño, aunque las formas es evidente que han cambiado mucho.

«El nivel de los políticos, también se ha deteriorado, no sólo en Cataluña y esto explica el porqué de que pasaran ciertas cosas que quizá con gente más formada o con otro nivel de preparación no hubieran sucedido»

A su entender, ¿cuáles fueron los errores más graves del Gobierno de Rajoy?

Judicializar el proceso, porque era un conflicto de esencia política y no es bueno que este tipo de confrontaciones políticas lleguen a tribunales, a los que también se pone en una situación que no puede resolver bien, sobre todo cuando hay imputaciones penales especialmente graves.

Desde el punto de vista del Estado de Derecho, el juicio es una verdadera prueba de estrés para el Tribunal Supremo. No va a solucionar nada y según cómo termine puede complicar más las cosas.

¿Y en el caso de los políticos independentistas?

Minusvalorar el valor del derecho por parte del sector público, que considera que está al servicio de la decisión política.

Ha habido mucha astucia política, muy inconsistentes además, porque al derecho no se le puede engañar, aunque tiene unas bases conceptuales que permiten la interpretación.

Creo que no ha habido un asesoramiento como debe ser sobre lo que tenía que ser el «procés». Ha habido mucha improvisación.

¿Ha habido también engaño a la sociedad?

La sociedad catalana se ha creído las ilusiones que les transmitieron a través de las decisiones del Parlament.

También han jugado un papel muy importante la emotividad y la impulsividad, puestas por encima del sentido del realismo.

¿Qué juristas apoyaron o justificaron los argumentos políticos para la ruptura?

Básicamente el relato necesitaba amparo jurídico y se creó un órgano llamado Consejo de Transición Nacional para asesorar el desarrollo del procés y dentro de ese ámbito hubo algunos juristas que asumieron elementos jurídicos para fundamentar la vía de ruptura que a mí me hubiera costado mucho aceptar en un estado democrático de derecho como es el nuestro.

No quiero dar nombres, pero había gente de renombre, catedráticos, abogados, colectivos e incluso ex letrados parlamentarios cuya ilusión les hizo dejar de lado los elementos deontológicos que deben ser propios de la visión de un jurista.

Según Bayona, «ha habido mucha astucia política, muy inconsistentes además, porque al derecho no se le puede engañar, aunque tiene unas bases conceptuales que permiten la interpretación».

¿A qué políticos destacaría para bien o para mal en todo el proceso?

El nivel de los políticos, también se ha deteriorado, no sólo en Cataluña y esto explica el porqué de que pasaran ciertas cosas que quizá con gente más formada o con otro nivel de preparación no hubieran sucedido.

Y pongo como ejemplo los políticos del País Vasco, que mantienen un nivel de estudios y formación, y con los que yo me entendería mucho mejor.

Tengo cierta envidia de esa clase política.

¿El libro ha sido un desahogo para usted?

Como una catarsis, aunque yo no tenía idea de hacerlo pero al dejar de ser letrado mayor surgió la oportunidad.

Lo que quería es que no fuera un libro jurídico destinado a una minoría de expertos, sino una obra atractiva y asequible para gente con interés en el tema, y creo que eso se ha conseguido.

¿Se sintió en el disparadero como dice en el libro?

Lo pasamos muy mal, tanto el secretario general como yo, que éramos los que asistíamos a la “cocina” parlamentaria, la Mesa y la Junta de Portavoces.

En las reuniones siempre hay presiones, porque todos los grupos quieren que la opinión jurídica les sea favorable, pero al llegar al punto al que llegamos, con una estrategia que ponía al derecho en el disparadero y en una pinza entre los que querían que actuásemos como jueces e impidiéramos tramitar cosas -lo que además no es nuestra función- y quienes querían que fuéramos invitados de piedra, se nos creó una situación tremendamente incómoda.

«Creo que Sánchez llega ya un poco tarde cuando se han radicalizado mucho las posiciones, con un conflicto en fase final, con gente en la cárcel, sometida a juicio, de manera que el margen de maniobra política es más complicado»

¿Cuáles fueron sus razones para renunciar como letrado Mayor del Parlament?

En un momento determinado pensé qué hacía yo allí, pero tampoco quería abandonar el barco en plena tormenta, aunque sabía que no iba a salir indemne ni personal ni profesionalmente, a pesar de que al final no haya sido tan grave.

Estuve hasta la siguiente legislatura y al repetirse la mayoría independentista, sumado al hecho de que yo también había perdido la confianza, se habló de forma correcta, dado que ambos intereses coincidían.

¿Vive mejor ahora? ¿Cuál es su relación con los partidos, con los funcionarios?

Vivo mejor, aunque estoy de letrado en la retaguardia y lo veo con más distancia, a la expectativa de lo que va a venir, ejerciendo mi trabajo con más normalidad.

Con un sector las relaciones son las mínimas e imprescindibles y con otros la relación es más normal.

Afortunadamente el Parlamento es plural y eso permite hacer el trabajo de otra manera.

¿Le gustaría que Cataluña fuera independiente?

Es innegable que hay una mayoría social que apoya la vía de la independencia bien planteada, pero llega un momento en que la diferencia entre el qué y el cómo la vuelve inviable y lleva al fracaso.

En ese momento yo, como letrado y como ciudadano, hago mi desconexión, primando mi posición profesional.

¿Es tan importante la independencia?

Para mucha gente es evidente que sí.

Se ha creado un imaginario de que es una necesidad y hay que respetarlo, pero debería hacernos reflexionar que se haya llegado a este punto y la falta de capacidad de acuerdo y negociación.

El Título VIII de la Constitución y el modelo autonómico no es puramente racionalista de organización territorial, sino sólo una manera de dar salida a reivindicaciones de nacionalidades históricas.

¿Pero que no lo ha conseguido?

No ha podido satisfacer a mucha gente en Cataluña, ha llevado a la posible ruptura que sigue latente y hay una casi mayoría que desea la independencia, lo que democráticamente tiene un valor.

La legalidad estricta no puede ser la única respuesta.

Cataluña ha primado la democracia por encima de la ley y el Estado la legalidad estricta por encima de un planteamiento político de fondo.

¿Cómo analiza la situación actual?

Hay mucha gente a la que le empieza a pasar factura y muchos independentistas que están incómodos con la situación.

Ahora es cuando empiezan a reconocer que algo no es posible.

Por otro lado, los dos grandes partidos independentistas están divididos y enfrentados entre ellos.

Hay atisbos de moderación, sobre todo por parte de Esquerra, mientras Puigdemont dice ahora que sí se declaró la independencia pero no se implementó.

¿Usted cree a Junqueras cuando dice que ama a España?

Debemos suponer que si lo dijo sería que sí, soy confiado por naturaleza.

¿Cómo ve el futuro cercano?

Ahora la situación hace que sea complicado hacer previsiones, con las condenas y las elecciones pendientes, con el Parlament en estado vegetativo, como yo digo, y con partidos que creen que cuanto peor, mejor…

Hay que tener paciencia y confiar en el mejor de los escenarios.

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