La polémica filtración sobre la detención de Rodrigo Rato

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25/4/2015 00:00
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Actualizado: 25/4/2015 00:00
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Yolanda Rodríguez, directora adjunta de Confilegal

La tan traída y llevada filtración de la detención y, posterior, puesta en libertad del ex presidente del Gobierno Rodrigo Rato ha vuelto a poner en la palestra el controvertido tema de las filtraciones en las investigaciones judiciales.

Es cierto el día de la detención de Rodrigo Rato circulaba un runrún por todas las redacciones de que se iba a producir. Por eso, muchos periodistas estaban apostados a la puerta de su domicilio en el momento de la entrada y registro de su domicilio, decretada por el Juzgado de Instrucción número 35 de Madrid, a instancias de la Fiscalía de Madrid.

Ahora todos buscan responsables, que si el ministro de Justicia informó al presidente del Gobierno, que si la Fiscal General del Estado, Consuelo Madrigal, estaba al tanto. Que por qué desde la Fiscalía General se opta  porque sea la Fiscalía Anticorrupción y no la madrileña la que lleve este asunto, cuando hace dos meses la Agencia Tributaria había confiado la investigación a la Fiscalía General y ésta no había visto indicios. Muchas preguntas.

Pero conviene aclarar ciertos aspectos relativos a las filtraciones. Como decía Stephen Hess, una filtración es “la cesión de información parcial, prematura y desautorizada”.

Es parcial, porque probablemente sobre esa filtración van a seguir produciéndose informaciones – como hemos visto en el caso de Rato (se pudo evitar, quién lo sabía, por qué ahora…).

Es prematura, porque el asunto sale a relucir antes de que esté maduro (qué pruebas hay contra él, por qué lo llevó la Fiscalía de Madrid. A todo esto se añade que la causa se encuentra bajo secreto de sumario y ni el propio Rato sabe exactamente de qué se le acusa.…)

Y, por último, es desautorizada, ya que no goza de respaldo oficial. Nadie asume su autoría. Nadie se resonsabiliza por ello.

También conviene matizar que una filtración, como la de Rodrigo Rato, o cualquier otra, siempre es interesada. A alguien le interesaba que esa información saliera a la luz pública.

Aquí hay que decir en la historia reciente de nuestra Justicia ha habido algunas filtraciones memorables. Casos que aparecen en primera plana de manera espectacular y se les da seguimiento por días, semanas y en ocasiones hasta años. Baste con recordar algunos casos wikileaks, Gürtel, los papeles de Bárcenas, los correos de Blesa, u otros más antiguos coso el Caso Filesa o los GAL.

Todos los periodistas utilizamos las filtraciones, son una herramienta de nuestro trabajo diario, pero siempre hay que tener en cuenta quién filtra y para qué. 

Dependiendo de eso podemos hablar, siguiendo la clasificación que en su momento hizo el Catedrático de Ciencias de la Información de la Complutense, Felicísimo Valbuena, de:

FILTRACIÓN SINCERA: Es una filtración intencionada por la institución y forma parte de la política comunicativa. Aquí, el propio jefe de comunicación es el encargado de pasar información a un medio amigo como un premio. Luego, esa información se pasará al resto de los medios, con lo que se teledirige, en parte, esa información.

FILTRACIÓN GLOBO SONDA. Consiste en revelar una propuesta que se está considerando para probar o no su viabilidad o su aceptación entre la ciudadanía. Esta la emplean mucho los Gobiernos. Es una estrategia política de testeo de la población que se lleva a cabo con la colaboración de uno o varios medios informativo. (Bajada del sueldo de los funcionarios, subida del IVA, bajada del IRPF….)

FILTRACIÓN TORPEDERA. Quien filtra es la oposición o una persona que quiere dinamitar la política de la institución. También sirven para denunciar alguna irregularidad. Suelen ser filtraciones por venganza. Ésta es la más común. Se trata de una táctica empleada habitualmente por personas de relevancia que ocupan lugares estratégicos en empresas, instituciones, partidos políticos, dentro del ámbito judicial, etc.

FILTRACIÓN CONTRAATAQUE. No se limita a difundir información perjudicial sobre otra parte, sino que además la enmascara. Aquí podríamos poner el ejemplo del Caso de Miguel Blesa. La filtración de los correos electrónicos, enmascaró, en parte, la mala instrucción llevada a cabo por el juez Elpidio Silva, como confirmó en su sentencia el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y acaba de ratificar el Tribunal Supremo, inhabilitándole por más de 17 años. También se enmarcaría en este apartado los correos que facilitó Diego Torres en el Caso Urdangarín.

En el caso que nos ocupa, yo apostaría porque nos encontramos ante una “filtración torpedera”. Y la propia vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, apuntaba también en esa dirección al asegurar que «todos los que tienen una información sujeta al correspondiente deber de sigilo lo tienen que respetar».

Sáenz de samtamaría también admitió, en la última rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, que las filtraciones a los medios de comunicación «son habituales», aunque ha insistido en que el Ejecutivo garantiza la «confidencialidad» de los procesos; y la prueba es que ha proporcionado «los datos» y no «los nombres» de las más de 715 personas investigadas por la Agencia Tributaria tras acogerse a la amnistía fiscal y serles detectadas irregularidades fiscales.

Ahora, habrá que ver si se asumen responsabilidades en el polémico asunto de la filtración sobre la detención de Rodrigo Rato. De momento, la gestión de esta detención y su posterior puesta en libertad ha generado gran malestar en el seno del Partido del Gobierno, donde Rato ocupó cargos de responsabilidad, como la vicepresidencia de Gobierno.

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