El Derecho siempre presente en el cine…menos en España
Pilar Miró, la desaparecida directora de cine, solía preguntarse por qué nosotros, los españoles, no sabemos hacer películas de juicios. Y es lógico que se lo preguntara. Porque en las películas de juicios contienen las semillas para las mejores historias.
En su seno anidan el conflicto, la lucha entre el bien y el mal, entre lo correcto o lo incorrecto. Entre lo que es ético y lo que no lo es, en una palabra.
Es un misterio. Y sin embargo, como espectadores nos bebemos las series y las películas sobre jueces, abogados y fiscales que vienen del otro lado del Atlántico.
Como guionista no es necesario ser un especialista en derecho o justicia para construir una historia memorable. Y si no que se lo pregunten al director estadounidense, de origen austriaco, Billy Wilder, guionista a su vez de En bandeja de plata, entre otros.
No hay nadie que no alabe el trabajo de Wilder, a quien Fernando Trueba llamó Dios cuando recogió el Oscar a la mejor película extranjera por Belle Epoque, allá en 1993. Y pocos recuerdan que En bandeja de plata era un filme sobre la aplicación del derecho a un caso concreto.
Recordemos el argumento: Harry Hinkle, al que da vida Jack Lemmon, es cámara de televisión que ha sido embestido por un jugador de rugby americano mientras estaba retransmitiendo un partido. El hecho le produce una lesión leve. Su cuñado, Willie Gringich, al que representa Walter Matthau, es un hábil y competente abogado –también un tipo ruin, manipulador y carente de escrúpulos-. Gringich convence al cámara para que finja una grave lesión de espalda con el fin de obtener una indemnización de la compañía Seguros Reunidos mediante la preceptiva interposición de una demanda de responsabilidad civil. El objetivo es forzar a la aseguradora a llegar a un acuerdo.
Wilder, sin ser licenciado en derecho ni haber ejercido la abogacía, construyó, con En bandeja de plata una historia memorable que pasó a la historia del cine.
Las películas son retratos de la contemporaneidad. Son capaces de narrar mensajes y argumentos concretos, que se asemejan o imitan la realidad a la que representan. Por ello, tienen la capacidad para moldear nuestros gustos, opiniones y comportamientos, etc., la mayoría de las veces sin que nos demos cuenta y, en muchos otros casos, sin sospecharlo siquiera.
Algo que hemos podido apreciar en películas como Acción Civil, Doce hombres sin piedad, Philadelfia, Anatomía de un asesinato, Matar a un ruiseñor, Testigo de cargo, Algunos hombres buenos, Veredicto final, La tapadera, Cadena perpetua, El juicio de Nuremberg o Kramer contra Kramer por citar a algunos de los clásicos sobre cinematográficos que han abordado el Derecho.
Hay que reconocer que en España se han hecho algunos filmes, con cierto éxito, es cierto, pero pocos, relacionados con el mundo del Derecho, como por ejemplo El Crimen de Cuenca, de la mencionada Pilar Miró, Stico, Las cartas de Alou, El verdugo o Las aguas bajan negras. Pero son minoría.
Los medios audiovisuales son hoy la más poderosa herramienta de la que puede disponer una sociedad para transmitir lo que es, cómo funciona y de lo que está hecha. Por eso es importante conocer cómo funciona la justicia en nuestro país, cómo son los juicios aquí.
Mientras sigamos mirando a los Estados Unidos, sin interesarnos cómo es nuestro propio mundo judicial, un mundo en el que hoy se dirimen todos los conflictos que enfrentan a los ciudadanos, seguiremos siendo alienígenas en nuestra propia tierra.
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