¿De dónde viene la expresión ‘¡vete a la porra!’?
Tres variantes de la famosa porra que llevaban los sargentos de los ejércitos españoles, donde se ejecutaban los castigos militares.

¿De dónde viene la expresión ‘¡vete a la porra!’?

“¡Vete a la porra!”. ¿Les suena la expresión? Seguro que si. ¿A quién no le han mandado alguna vez a la porra en su vida? Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra, que diría Jesucristo.

Todos sabemos lo que quiere decir pero posiblemente no sepamos de dónde viene y cómo nació la famosa frase. Su origen es netamente militar y española. Para ser más precisos. Hunde sus raíces en la disciplina y en la justicia militar.

Como ustedes ya saben, desde la antigüedad todos los Ejércitos del mundo han hecho uso de la música para comunicar noticias, transmitir órdenes en el combate, amenizar actos protocolarios o para enaltecer los sentimientos patrióticos.

En este sentido, el duque de Alba, jefe de los Tercios de infantería española que combatieron en Flandes, ordenó la creación de una figura que después copiaron el resto de los ejércitos.

Nos estamos refiriendo a la figura del tambor mayor.

El tambor mayor dependía directamente del Sargento Mayor y se encargaba de transmitir al resto de los músicos de la unidad, principalmente compuesta por pífanos, clarinetes y cornetas, las órdenes que recibían del mando para trasladarlas, a continuación a sus camaradas en armas que estaban combatiendo en el campo de batalla mediante toques de corneta.

LA PORRA ERA UN BASTÓN CORONADO POR UN GRAN PUÑO DE PLATA

El mencionado tambor mayor portaba un enorme bastón coronado por un gran puño de plata conocido por todos como “la porra”.

Cuando nuestros militares, tras una larga marcha, se detenían en un punto y levantaban el campamento lo primero que se plantaba en el centro, por orden del Sargento Mayor, era la mencionada porra.

El lugar se convertía así en el punto de encuentro de la unidad y muy cerca de ella se instalaban las banderas del Tercio.

El sargento mayor, a cuyas órdenes directas estaba el tambor mayor, era el segundo en el mando de la unidad y entre sus cometidos estaban los de velar por el entrenamiento, la instrucción y la disciplina de sus hombres.

Para mantener la disciplina, el sargento mayor tenía la potestad de imponer los castigos que considerara apropiados por las faltas leves cometidas.

Actuaba a modo de juez militar y siempre lo hacía con la fórmula que ustedes ya conocen: “¡Vete a la porra!”.

Cuando el sargento mayor pronunciaba la consabida fórmula, el soldado sabía que a partir de ese momento estaba arrestado y que debía trasladarse al lugar donde estaba clavada la porra para recibir un castigo.

Este procedimiento no era algo que se inventaron los sargentos mayores de los tercios y que se quedó como costumbre.

Las ordenanzas militares de Carlos III dicen expresamente que la porra del Tambor Mayor había de colocarse “en el centro del Campamento y alrededor de la misma tendrán lugar los arrestos correspondientes a las faltas dictaminadas por el Consejo de Disciplina”. Consejo del que formaban parte los mandos del Tercio entre los que se encontraba el Sargento Mayor.

Curiosamente, la figura del Tambor Mayor ha desaparecido de nuestros ejércitos. También la porra. Pero la frase quedó para que nosotros, en la posteridad, la sigamos utilizando.

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