Dos científicos chinos desarrollan un programa que identifica a los criminales por su cara con un acierto del 89,5 por ciento

Dos científicos chinos desarrollan un programa que identifica a los criminales por su cara con un acierto del 89,5 por ciento

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28/11/2016 05:59
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Actualizado: 28/11/2016 01:13
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Dos científicos chinos, Xioalin Wu y Xi Zhang, de la Universidad de Jiao Tong, en Shanghai, han desarrollado un programa de ordenador que, afirman, permite identificar a los criminales por su cara con un acierto del 89,5 por ciento evaluando ojos, nariz y boca.

Ese es el resultado del experimento llevado a cabo sobre 1.856 fotos de hombres chinos de edades comprendidas entre los 18 y los 55 años, sin pelo, cicatrices u otras marcas en la cara.

De las 1.856 caras estudiadas 730 eran de delincuentes cumpliendo condena. Y de estos, 235 criminales penados por delitos violentos, “incluyendo asesinatos, violaciones, secuestros, asaltos y robos”, explican los dos profesores en su estudio titulado «Automated Inference on Criminality using Face Images» (Inferencia automatizada sobre la criminalidad utilizando imágenes de caras).

ESTUDIO PARA DESCARGAR (EN INGLÉS): estudio-universidad-de-jiao-tong-shanghai

Para desarrollar el algoritmo (un conjunto ordenado de operaciones sistemáticas que permite hacer un cálculo y hallar la solución de un problema por medio de un ordenador) de esta investigación emplearon cuatro métodos distintos de analizar los rasgos faciales que denominaron «clasificadores». El objetivo era entrenar al programa para que distinguiera entre criminales y no criminales.

Los resultados fueron sorprendentes porque casi una de cada diez veces acertó. Aunque también puede verse de la forma contraria, una de cada diez veces falló; el sistema, por lo tanto, no es infalible. Tiene un 10,5 por ciento de imprecisión, un margen demasiado grande para que, en el futuro, pueda ser adoptado por los Cuerpos o Fuerzas de Seguridad del Estado de los diferentes países.

Sobre estas líneas, dos de las 1856 fotos analizadas y las áreas en las que el programa identifica a los delincuentes.

Sobre estas líneas, dos de las 1856 fotos analizadas y las áreas en las que el programa identifica a los delincuentes.

El programa de los doctores Xiaolin Wu y Xi Zhang, sin embargo, tiene toda la pinta de resucitar al olvidado Cesare Lombroso, médico forense y psiquiatra italiano, que afirmaba que el germen de la criminalidad en el hombre se hallaba en los rastros de nuestros ancestros animales que todavía pervivían en algunos seres humanos.

Afirmaba que el «criminal nato» tenía los ojos achinados, la nariz afilada -como el pico de las aves rapaces-, pómulos clientes, frente baja, estrecha y arrugada, cejas pobladas, brazos largos y dedos puntiagudos y, además, eran zurdos. Su libro, «El hombre delincuente», fue un «best seller» en 1876. Basaba su teoría en el análisis de más de 6.000 delincuentes y la disección de más de 400 cadáveres de criminales.

Sus ideas, con el tiempo, fueron puestas en tela de juicio cuando colegas de diferentes países analizaron con detenimiento la metodología de sus investigaciones. Casi todas las afirmaciones de Lombroso habían tenido su base en una sola muestra de convictos, que no había sido comparada con otra de referencia, de personas normales. Los resultados eran sesgados. Sus hipótesis cayeron en desgracia y fueron olvidadas.

El italiano Césare Lombroso afirmaba que existía el "criminal nato" y que se le podía identificar por su apariencia física, mayormente por su cara.

El italiano Césare Lombroso afirmaba que existía el «criminal nato» y que se le podía identificar por su apariencia física, mayormente por su cara.

El estudio de los doctores chinos sí que tiene esa muestra de comparación y vienen a resucitar las ideas de Lombroso, al afirmar que la cara de una persona, y en concreto la «curvatura del labio  superior» -de media un 23,4 por ciento mayor en los delincuentes-, «la distancia entre sus ojos» -un 5,6 por ciento inferior a las personas normales- y el «llamado ángulo nariz-boca» -un 19,6 por ciento mayor sobre el bigote, desde la punta de la nariz a las comisuras de los labios», permite discriminar entre un criminal y alguien que no lo es.

«Las caras de los ciudadanos respetuosos con la ley tienen un grado mayor de semejanza comparada con las caras de criminales, o los criminales tienen un grado más alto de desemejanza en el aspecto facial que lo normal pueblan», afirman los doctores Wu y Xiang.

Una herramienta muy valiosa para la Policía china

Los resultados del estudio podrían tener un gran valor para la seguridad china, que está desarrollando un avanzado sistema de detección criminal, un «Gran Hermano», a través de una vasta red de vigilancia tecnológica.

De hecho, el gobierno chino ha contratado al Grupo de Tecnología Electrónica China, el segundo contratista de defensa más importante del país, para que desarrolle un «software» predictivo, con inteligencia artificial de última generación, con el objetivo de identificar a las personas no sólo a través de las imágenes en vivo o grabadas, para prevenir que no cometan un acto de terrorismo, y también para analizar sus conductas en la red, las transacciones financieras que hagan, su comportamiento en el trabajo y sus hábitos.

La metodología científica implementada por los doctores chinos no ha sido analizada y contrastada por el mundo académico. Sin embargo, algunos de sus miembros ya se han posicionado en contra. Como la doctora Susan McVie, profesora de criminología cuantitativa de la Universidad de Edimburgo, que ha declarado que «Este artículo no examina la conducta de las personas, se centra en las condenas penales».

«El sistema de justicia criminal consiste en una serie de estadios de toma de decisiones, por la policía, por la fiscalía y por los tribunales. En cada una de esos estadios, la gente se ve afectada por  factores que no están relacionados con las conducta delictivas, tales como los estereotipos sobre quien es más probable que sea culpable», añade.

«Las investigaciones demuestran que es más probable que los jurados populares condenen a personas que aparenten o vistan de una determinada manera. Este estudio puede estar partiendo de estereotipos que pueden llevar a personas a verse seleccionadas por el sistema de justicia criminal por su apariencia más que por la probabilidad de cometer un delito», concluye.

 

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