Firmas
Cómo se reclaman los gastos por desplazamiento cuando se es convocado como testigo de la Fiscalía
Carlos Berbell es el director de Confilegal. Confilegal.
14/2/2017 18:37
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Actualizado: 15/2/2017 00:37
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No hace mucho me vi citado por la Fiscalía de Talavera de la Reina, Toledo, para comparecer como testigo en un caso que allí se está instruyendo y que tenía que ver con un artículo que había publicado hace un año y medio.
En la cédula de citación que me envió el letrado de la Administración de Justicia, por indicación de la magistrada, pude leer: «Le apercibo que tiene OBLIGACIÓN de comparecer y que, de no hacerlo ni alegar causa justa que se lo impida: Se le podría imponer una MULTA de 200 a 5.000 euros, si no lo hace a este primer llamamiento».
Las mayúsculas, y en negrita, son reproducción original.
Y me recordaban que cuando me personara debía llevar conmigo esa cédula de citación y el Documento Nacional de Identidad.
La verdad es que la fórmula legal que se utiliza mete miedo, ¿verdad?
Pero en ningún lugar me explicaban quién me iba a pagar el desplazamiento.
Madrid dista de Talavera de la Reina 131 kilómetros. Total: 262 km, ida y vuelta.
Me acordaba vagamente del artículo 722 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECRIM).
Lo leí en el ordenador: «Los testigos que comparezcan a declarar ante el Tribunal tendrán derecho a una indemnización, si la reclamaren».
Y añadía, en un segundo párrafo: «El secretario judicial la fijará el mediante decreto, teniendo en cuenta únicamente los gastos del viaje y el importe de los jornales perdidos por el testigo con motivo de su comparecencia para declarar».
Y yo no iba a dejar de reclamarla.
Me chocó, es cierto, que me convocaran en Talavera de la Reina. Llevo mucho tiempo siguiendo al ministro de Justicia, Rafael Catalá, y escuchándole sobre la Justicia electrónica y los grandes avances que se estaban dando.
¿No era más lógico que me hubieran convocado por videoconferencia, en un Juzgado de Madrid, en vez de pedirme que me desplazara a Talavera, haciéndome perder toda la mañana? ¿O que me hubieran requerido que contestara por escrito, que también se podía?
Regrese a la LECRIM. Lo de la videoconferencia me sonaba.
¡Se podía!
Artículo 325: «El juez, de oficio o a instancia de parte, por razones de utilidad, seguridad o de orden público, así como en aquellos supuestos en que la comparecencia de quien haya de intervenir en cualquier tipo de procedimiento penal como investigado o encausado, testigo, perito, o en otra condición resulte particularmente gravosa o perjudicial, podrá acordar que la comparecencia se realice a través de videoconferencia u otro sistema similar que permita la comunicación bidireccional y simultánea de la imagen y el sonido, de acuerdo con lo dispuesto en el apartado 3 del artículo 229 de la Ley Orgánica del Poder Judicial».
Pero no, tocaba ir a Talavera.
Como es lógico, llamé por teléfono al letrado de la Administración de Justicia del Juzgado en cuestión, al que se refería el 722 de la LECRIM. No tenía ni idea de lo que le estaba preguntando: «¿Que cómo tengo que reclamar el desembolso por el desplazamiento a su Juzgado?».
Primera vez que alguien le preguntaba sobre el asunto.
Talavera de la Reina está en la Comunidad de Castilla-La Mancha. Es una de las cinco Comunidades Autónomas, junto con Castilla-León, Extremadura, Murcia e Islas Baleares, que pertenecen a lo que se denomina «territorio Ministerio».
Dicho de otra manera, las cinco Comunidades Autónomas cuyas competencias en Justicia no han sido transferidas sino que siguen siendo gestionadas directamente por el Ministerio del ramo, que dirige Catalá.
Palabras mágicas
Telefoneé al Ministerio y después de un rato largo, la señorita de centralita me pasó a alguien que sabía y que desveló para mí las «palabras mágicas». Porque para esto de la Justicia es como una película de Harry Potter en el colegio Hogwarts; pura magia.
Si dices las palabras precisas ante el funcionario, el abracadabra, la montaña se abrirá para ti.
Si no, a fastidiarse tocan.
«Llame usted a la Gerencia Territorial del Tribunal de Justicia de Castilla-La Mancha y pregúnteles que cómo es el procedimiento para presentar la ‘nómina de desplazamiento de testigo o perito’ el día que tenga que comparecer. Usted ha sido convocado por la Fiscalía, ¿no es así?», me preguntó la amable voz femenina al otro lado del hilo telefónico.
«Así es», contesté. «Pues hágalo como le he dicho».
La verdad, tengo que reconocerlo, me sentí ciudadano y tratado como tal.
Marqué el teléfono que me había facilitado, de Albacete, que es donde se encuentra la Gerencia del Tribunal Superior de Castilla-La Mancha.
Pronuncié las palabras mágicas: «como reclamar» y «nómina de desplazamiento de testigo o perito».
Que equivalían a «Ábrete Sésamo».
Y Sésamo se abrió.
«¿Le ha convocado la Fiscalía?», me pregunto, otra voz amable. «¿Va a ir en autobús? Si lo va hacer, tiene que llevar el resguardo de los billetes».
«No, voy en coche. En mi coche», contesté.
«Bien, en ese caso, cuente los kilómetros y cuando llegue allí se va usted al Juzgado y le dice al letrado de la Administración de Justicia que ha sido citado como testigo y que va a reclamar la ‘nómina de desplazamiento de perito o testigo’. Y allí se lo harán todo», me respondió.
«¿Así de fácil?», añadí.
«No tiene por qué ser más difícil», añadió la señorita de Gerencia Territorial que me atendió. «Eso sí, lleve usted los datos bancarios, porque se los van a pedir. No los olvide. El abono se lo harán mediante transferencia bancaria».
Viaje sin contratiempos
Realicé el viaje sin contratiempos.
Antes de mi comparecencia, me pasé por el Juzgado en cuestión y al funcionario que allí estaba le expliqué que venía a reclamar los gastos por mi desplazamiento desde Madrid.
«Cuando termine de declarar viene usted aquí y lo hacemos. Sin problema», me dijo.
La cosa terminó a las 15.30. Si hubiera pasado las 16 horas habría podido reclamar la «manutención», la comida. Pero…
Regresé al Juzgado. El funcionario me estaba esperando. Muy amable. Abrió la aplicación del ordenador, donde estaba contenida la «nómina de desplazamiento de testigo o perito» y comenzó a rellenar.
«¿Nombre y apellidos?, DNI, dirección. Datos bancarios. ¿Ha venido usted en autobús o en coche?».
«En coche», respondí.
«Tipo de coche. Matrícula. ¿Kilómetros recorridos?».
Había apuntado 131 desde mi punto de origen en Madrid. 262 en total. «262 kilómetros», apunté.
«¿A cuánto está el kilómetro?», inquirí.
«A 0,19 céntimos. Van a ser… 49,78 euros», dijo. «Me puede mostrar su carnet de conducir», agregó.
«Aquí está». Lo miró.
Luego tecleó el nombre del letrado de la Administración de Justicia, la causa por la que había sido convocado y la parte que había pedido mi presencia. La imprimió y se fue a ver al susodicho letrado.
Regreso pocos minutos después con el documento firmado y sellado, del que me dio una copia.
«Tardarán un poco en pagarle, ya sabe cómo van las cosas. Pero descuide, cobrará», me dijo el funcionario.
Salí de allí, tengo que reconocerlo, con la sensación del deber cumplido, como ciudadano que colabora con la justicia, y con la sensación de que había hecho lo que tenía que hacer: reclamar mis derechos para que esa colaboración no fuera a cuenta de mi bolsillo. No tenía porqué. Está contemplado en los Presupuestos Generales del Estado.
La clavé está en encontrar la fórmula mágica. Doy fe.
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