El fraude empresarial se dispara ante la falta de políticas de prevención claras

El fraude empresarial se dispara ante la falta de políticas de prevención claras

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25/3/2017 05:58
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Actualizado: 24/3/2017 19:39
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El estudio anual del fraude corporativo elaborado por la consultoría Winterman refleja que el fraude interno, cometido por personal de la misma empresa, es el que más aumenta en comparación con los resultados de 2015. Curiosamente en julio de ese año se hizo un cambio normativo importante en el Código Penal. Pese a que las políticas de cumplimiento normativo son obligatorias no parece que sean el muro de contención del fraude.

Del mismo estudio se extrae que sobre el absentismo laboral, otra de las tipologías típicas de fraude empresarial, aproximadamente el 30% de las bajas son fingidas o exageradas para no acudir a trabajar. El coste de este absentismo fraudulento es de casi 2.000 millones de euros que deben asumir las empresas españolas.

Winterman, la agencia especializada en sistemas de prevención y detección del fraude empresarial, ha presentado el  Informe Anual de Fraude Corporativo 2016 en base a los más de 3.400 casos que la compañía ha investigado a lo largo del último año en España. Su trabajo se centra en ayudar a las empresas y corporaciones, organizaciones públicas y privadas, a gestionar las amenazas internas y externas, para que puedan adelantarse a cualquier contingencia con superioridad informativa, robusteciendo con ello los procesos de toma de decisiones.

Las conclusiones del estudio revelan que el fraude financiero ha aumentado más de un 16% en relación a 2015 y el fraude empresarial un 6,1%. “La crisis económica, la baja percepción del riesgo y la poca contundencia de las víctimas a la hora de denunciar son algunas de las causas de este incremento”, afirma el director general de Winterman, Enric Vilamajó.

Desde su punto de vista “Estamos viviendo una época complicada en la que la gente, ya sea porque no quiere aminorar su ritmo de vida o porque está pasando dificultades económicas, opta por transgredir la ley. Además, en España hay que sumar un factor cultural importante y es que el engaño, el fraude y la mentira no están penalizados socialmente. Damos por sentado que, quién más quién menos, todo el mundo que puede comete algún fraude».

A su juicio ese talante que hay en nuestro país es “algo impensable en otro tipo de culturas. Y a todo esto también hay que añadir otro detonante que son los escándalos continuos y reiterados de casos de corrupción político y corporativo por parte de grandes empresas, bancos, etc. Lo que lleva a las personas a pensar que “si los que deben dar ejemplo son corruptos, yo también puedo hacerlo”.

El fraude interno se dispara y la fuga de información

A lo largo de 2016, el 67% de los casos de fraude empresarial investigados son de carácter interno, es decir, que ha sido cometido por personal de la misma empresa, por empresas proveedoras y/o subcontratadas.

En este ámbito, la tipología de fraude que más ha aumentado (casi un 60% con respecto a 2015) es la relacionada con la fuga de información de carácter confidencial. Cabe destacar también que cerca del 80% de este tipo de fraudes son cometidos por personal con acceso autorizado a los datos. La percepción del valor de la información ha crecido exponencialmente en los últimos años y por este motivo se ha convertido en uno de los activos más atacados.

“Actualmente existe una falta de control interno de los datos en las empresas debido a la baja percepción del fraude como riesgo potencial y a la creencia de que el daño que se puede generar no puede llegar a ser significativo. Dos errores graves para los empresarios que quieran evitar este tipo de delitos”, asegura Vilamajó.

En su opinión, la forma de parar esta escalada tiene que ver con que “para proteger contra el fraude lo primero es sensibilizar que el fraude es posible y un problema cuotidiano. La mayor parte de fraudes internos se producen porque la empresa no toma medidas de control y porqué cree que no puede ser víctima de un fraude. Así, lo primero sería concienciar a las empresas españolas de que el fraude es una realidad y un riesgo más que hay que controlar. Y a partir de ahí, aplicar una política de detección y prevención adecuada”.

El fraude a las aseguradoras también crece

El fraude financiero ha aumentado casi un 30% en comparación con los resultados de 2015 y se han superado los 2.350 casos investigados entre los que destacan el blanqueo y la evasión de capitales; los fraudes con tarjetas de crédito y los fraudes en transacciones de comercio electrónico.

La consultora también ha detectado que los fraudes a las compañías aseguradoras han incrementado un 10,8% en diversas modalidades como: reclamaciones fraudulentas (por siniestros, robos, etc.); fraudes en el momento de contratar la póliza, reclamaciones de accidentes no producidos y reclamaciones de indemnizaciones por decesos no producidos.

En este caso Vilamajó indica que “en el caso de fraude a entidades aseguradoras, el origen del incremento es una situación económica de los defraudadores inferior a la de hace un tiempo. Aquí influye además la falta de contundencia de las compañías para castigar a quien comete el fraude: no se denuncia ni se judicializa el caso. Esto hace que el defraudador perciba que “no pasa nada por probarlo. Si sale bien, sacaré un dinero, y si no, no habrá ninguna investigación”.

“El sensible repunte de la actividad empresarial fomenta una sensación de estabilidad que ha generado un incremento de casos de absentismo laboral y supone un importante impacto económico para las empresas españolas”, añade. “Del resultado de nuestras investigaciones se extrae que aproximadamente el 30% de las bajas son fingidas o exageradas para no acudir a trabajar. Podemos concluir que el coste del absentismo fraudulento es de casi 2.000 millones de euros que deben asumir las empresas de este país”, concluye.

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