Las filtraciones periodísticas y su papel en la Justicia

Las filtraciones periodísticas y su papel en la Justicia

En la  historia reciente ha habido algunas filtraciones periodísticas memorables, que también han provocado juicios paralelos e investigaciones judiciales que han culminado con dimisiones políticas y/o penas de prisión. Casos que aparecen en primera plana de manera espectacular y se les da seguimiento por días, semanas y en ocasiones hasta años.

La prensa ha destapado, a través de las filtraciones, grandes casos de espionaje político, entramados empresariales fraudulentos, modelos de financiación del terrorismo, blanqueo de capitales, escándalos diplomáticos…, asuntos todos ellos que tienen unas consecuencias legales que van más allá de los implicados y, en muchos casos, afectan también a los propios periodistas.

Una de las mayores filtraciones y colaboración periodística de la historia, es la de los Papeles de Panamá, que acaba de lograr el Premio Pulitzer 2017, el más prestigioso del periodismo mundial.

Aunque existen otros muchos ejemplos de filtraciones periodísticas que han hecho tambalearse estados, partidos, políticos o instituciones.

Baste con recordar algunos casos Wikileaks, Gürtel, los papeles de Bárcenas, los correos de Miguel Blesa, la lista Falciani u otros más antiguos coso el Caso Filesa o los GAL.

Todos esos casos han llegado a los tribunales y han copado las portadas y parrillas de televisión. Y es que para los periodistas las filtraciones son una herramienta del trabajo diario, pero siempre hay que tener en cuenta quién filtra y para qué.

Podemos recordar casos como el Watergate, donde la investigación  llevada a cabo por los periodistas del Washington Post, Bob Woodward y Jonathan Bernstein -gracias a la filtración de garganta profunda- demostró que el robo sucedido en la sede demócrata había sido pagada con fondos del CREEP, (Comité de reelección del Presidente Nixon), lo que provocó su caída.

O “Los papeles del Pentágono”, que enfrentó en el Tribunal Supremo estadounidense (que opera también como Tribunal Constitucional) al New York Times con el Gobierno por la participación en la Guerra del Vietnam, tras las filtraciones del funcionario Ellsberg, empleado de la corporación RAND.

Algo más reciente, en el año 2002, también gracias a una filtración se pudo hacer tambalear a la Iglesia Católica Boston como muestra la película Spotlight.

En ella se narra la el trabajo de un equipo de reporteros del periódico “The Boston Globe” que investigó una serie de casos de pederastia cometidos durante décadas por curas de la institución eclesiástica en el estado de Massachussets.

La archidiócesis de Boston intentó ocultar la publicación de estos hechos, al salir a la luz gracias a una filtración.

La filtraciones, siguiendo la definición del politólogo Stephen Hess, es la «cesión de información parcial, prematura y desautorizada». Eso sí,  según quién haga la filtración y por qué, nos encontramos con diferentes tipos:

– FILTRACIÓN SINCERA: Es una filtración intencionada por la institución y forma parte de la política comunicativa. Aquí, el propio jefe de comunicación es el encargado de pasar información a un medio amigo como un premio. Luego, esa información se pasará al resto de los medios, con lo que se teledirige, en parte, esa información.

A veces, determinadas acusaciones informan a los medios sobre el avance de una investigación o los siguientes pasos que van a dar. Puede ser una estrategia para mantener el interés sobre un asunto que se se alarga mucho en el tiempo.

– FILTRACIÓN GLOBO SONDA. Consiste en revelar una propuesta que se está considerando para probar o no su viabilidad o su aceptación entre la ciudadanía. Esta la emplean mucho los Gobiernos. Es una estrategia política de testeo de la población que se lleva a cabo con la colaboración de uno o varios medios informativo. (Bajada del sueldo de los funcionarios, subida del IVA, bajada del IRPF…)

– FILTRACIÓN TORPEDERA. Quien filtra es la oposición o una persona que quiere dinamitar la política de la institución. También sirven para denunciar alguna irregularidad. Suelen ser filtraciones por venganza. Ésta es la más común.

Se trata de una táctica empleada habitualmente por personas de relevancia que ocupan lugares estratégicos en empresas, instituciones, partidos políticos, dentro del ámbito judicial, etc.

– FILTRACIÓN CONTRAATAQUE. No se limita a difundir información perjudicial sobre otra parte, sino que además la enmascara. Aquí podríamos analizar el Caso de Miguel Blesa.

La filtración de los correos electrónicos, enmascaró, en parte, la mala instrucción llevada a cabo por el juez Elpidio Silva, como confirmó en su sentencia el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Una sentencia que ratificó el Tribunal Supremo, inhabilitándole por más de 17 años. También se enmarcaría en este apartado los correos que facilitó Diego Torres en el Caso Urdangarín…Etc.

Los profesionales de la información, no deben confundir el periodismo de investigación con el de filtración interesada. Y, por desgracia, en los medios cada vez tenemos más de lo segundo.

Además, tampoco conviene olvidar que en nuestro país, filtrar información clasificada (como son los casos  Wikileaks o las revelaciones de Snowden) sí es delito, de acuerdo con el Código Penal, tanto para el que accede a esos documentos como quien los copia y difunde. También para el medio, aunque lógicamente éste puede ampararse (como suele hacer) en el secreto profesional del artículo 20 de la Constitución Española, que le protege.

Aquí chocan los límites a la libertad de expresión y el derecho a facilitar información. Un dura lucha que ha resuelto en varias sentencias tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal Constitucional.

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