Xavier Gil-Pecharromán: «La filosofía imperante en los bufetes de hoy es dar más al cliente cobrándole la mitad»
Xavier Gil-Pecharromán es uno de los grandes periodistas jurídicos de España; en la foto aparece con la redacción de El Economista, donde presta sus servicios. Confilegal.

Xavier Gil-Pecharromán: «La filosofía imperante en los bufetes de hoy es dar más al cliente cobrándole la mitad»

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15/5/2017 04:59
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Actualizado: 15/5/2017 00:08
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Xavier Gil Pecharromán ha hecho lo que nadie había hecho antes: se ha internado en el mundo de los grandes abogados españoles y ha volcado la información obtenida en un libro que se ha convertido en un referente obligado para todos aquellos que quieran conocer quienes son los grandes despachos de abogados: «Los abogados del poder».

En él Gil Pecharromán hace una ecografía en 3D de quiénes son y cómo operan en un mundo en el que tienen que dar más por menos para sobrevivir y tener éxito.

Gil Pecharromán es uno de los grandes expertos de dos mundos: el de la economía y el del derecho. Lo sabe prácticamente todo. Desde 2007 es director de la revista jurídica Iuris & Lex y jefe del área de Normas y Tributos del diario económico el Economista. A partir de este mes empieza también a dirigir una revista mensual sobre buen gobierno, ‘compliance’ y responsabilidad social corporativa.

Ha sido secretario de la Asociación de Periodistas de Información económica (APIE) y presidente además de socio fundador de la Asociación de Comunicadores e Informadores Jurídicos (ACIJUR).

Durante quince años trabajó como director de comunicación del Bufete Díaz-Arias y de la editorial jurídica Datadiar. Ejerció también como director de comunicación del Grupo PONS y del Colegio de Gestores Administrativos de Madrid. Fundó la COPE en 1980 y también La Gaceta de los Negocios.

Hubiera sido difícil para cualquier otro hacer «Los abogados del poder».

Era él o nadie.

En el libro se hace la pregunta de qué es lo busca el cliente y se respondes que un experto legal y un consejero. Esto nos lleva a las nuevas tendencias que hay ahora en el mercado, a Richard Susskind, por ejemplo. Él dice que hay darle más al cliente cobrándole la mitad.

Esa es más o menos la filosofía que hay en estos momentos. Es la tarifa fija, sin minutar.  Antes, con la minutación los consejos salían carísimos. Ahora se trata de ser el asesor, el confidente del cliente. Se trata de prevenirle, de decirle cómo tiene que actuar.

Hasta hace cinco o seis años lo que el despacho de abogados hacía era esperar a que el cliente tuviera el problema para ir a los tribunales y estar años pleiteando. En estos momentos lo que se trata es de que no llegue el cliente a los tribunales.

¿Se busca un adivino, alguien que se adelante a los acontecimientos?

No, se busca un analista jurídico bastante intuitivo. En un informe que ha sacado PwC sobre los departamentos internos jurídicos de las empresas, asegura que hay departamentos tan sumamente grandes que podían estar en el ‘Top Ten’ de los bufetes internacionales.  Sin embargo, estos departamento internos tienen que espabilar muchísimo para coger el ritmo que tienen los abogados. Todavía tienen gran dependencia de los abogados externos.

Los grandes bufetes están ahora en plena investigación sobre la inteligencia artificial y  la robótica. Esto va a cambiar mucho el panorama, porque las aplicaciones informáticas van a sustituir a los jóvenes, a los pasantes, y los auxiliares y cada vez será más difícil encontrar gente con experiencia. Se auguran guerras despiadadas por robarse a los abogados con experiencia. Además, la especialización va a generar que cada vez entren más profesionales titulados en materias diferentes al Derecho.

En estos momentos, con las responsabilidades que hay tienen que cambiar esas infraestructuras. Esa asesoría jurídica tiene que depender directamente de la cúpula, del presidente o del consejero delegado, y tienen que estar involucrados en los departamentos, en las comisiones. Y más con el cambio fundamental que ha supuesto la entrada en vigor de la responsabilidad penal de la persona jurídica. Un cambio radical para generaciones de abogados que aprendieron que ‘societas delinquere non potest’.

Está hablando del «sistema Susskind», que  afirma que hay que conocer todos los detalles de la empresa.

Evidentemente. Ese es el futuro de estos bufetes. Si tienes que defender a tu empresa debes conocer hasta el último rincón de la empresa. Y eso ahora no ocurre. Lo que prima es la prevención. Las responsabilidades jurídicas han cambiado, son muy grandes.

Antes el consejero de una empresa no tenía ningún problema si la empresa se hundía o había habido mala gestión, siempre que no hubieses metido mano en la caja. En estos momentos, las responsabilidades penales son grandes. Y también lo son las responsabilidades civiles, se puede ir incluso contra su propio patrimonio.

Desde 2007 es director de la revista jurídica Iuris & Lex y jefe del área de Normas y Tributos del diario económico el Economista. Confilegal.

Además, también hay que estar muy pendiente de la imagen corporativa, del valor de marca de la empresa.

Por supuesto, la imagen es uno de los intangibles fundamentales de los abogados tanto internos como externos. Existe un movimiento por parte de los auditores para que las auditorias no lleven solo los balances sino que incluyan también información sobre la gobernanza, la responsabilidad social…, para dar una mejor imagen de la compañía y proyección.

Todos los abogados internos y externos están haciendo una gran defensa de los intangibles como son la marca, las patentes, etc. Cosas que a este momento no tenían valor contable y que ahora tienen un valor fundamental.

Vemos en las películas y en series como «The Good Wife» o «Suits», hombres y mujeres, abogados, que se comen a sus compañeros ¿esto se parece a la realidad?

Esto no se da tanto en el caso de bufetes españoles. Sin embargo esto se da más entre la gente que está comenzando  y que tiene que hacerse un hueco para llegar a ser socio.  Es difícil llegar a ser socio de un gran bufete. Los niveles de competencia de pisarse unos a otros, que hay en Estados Unidos, no tienen parangón. Ellos hacen cualquier cosa con tal de facturar. Llega un momento en el que pierden el sentido de lo que es el compañerismo.

Aquí, en España, todavía no hemos llegado a esos niveles.

Trabajar en uno  de los grandes despachos es tremendamente duro cuando alguien empieza. Comienzas de meritorio trabajando las 24 horas del día, intentado estar siempre al servicio del bufete y los sueldos no son para tirar cohetes. Pese a su indumentaria de ejecutivos agresivos hablamos de sueldos que rondan los 30.000 euros

¿En qué consiste exactamente el «sistema Cravath» del que habla en su libro?

El despacho estilo Cravath que se forra a ganar dinero y que tiene súper explotados a los abogados  las 24 horas y cuyo lema es “pisar lo que haya que pisar” para conseguir clientes y ganar los pleitos.

La lucha ni siquiera respeta a los compañeros del propio despacho.

Impera el capitalismo salvaje. Los despachos que han seguido estas teorías han tenido un éxito enorme porque se han relacionado con todas las multinacionales. Para llegar a esto hay que ser como los abogados de película que tiene un ansia por triunfar implacable.

Aquí en España, ¿ha echado raíces el «sistema Cravath»?

Aquí ha habido sus pinitos en los grandes bufetes. En España el sistema es distinto, también es muy duro. Trabajar en uno  de los grandes despachos es tremendamente duro cuando alguien empieza. Comienzas de meritorio trabajando las 24 horas del día, intentado estar siempre al servicio del bufete y los sueldos no son para tirar cohetes. Pese a su indumentaria de ejecutivos agresivos hablamos de sueldos que rondan los 30.000 euros.

Lo que pasa en España es que los socios de estos grandes despachos cuando llevan unos años se retiran.

Se marchan de estas firmas y montan sus propias «boutiques», llevándose algunos clientes, de acuerdo con el propio bufete.

¿Nos está diciendo que lo que vemos en series como «The Good Wife» es muy parecido a la realidad?

Sí, normalmente el cine o las series son un calco de la realidad. Lo que se da es la lucha por la lucha entre los propios socios y compañeros. Es un método con el que se gana muchísimo dinero pero en el que es muy difícil aguantar.

¿En qué se parecen los bufetes españoles a los internacionales?

Cada vez se parecen más porque son empresas. Han dejado de ser pequeños bufetes dirigidos por un catedrático y eso les está acercando a lo que son los bufetes extranjeros a su forma de operar. No obstante, nosotros nos parecemos a los bufetes de derecho latino y no a los bufetes de origen inglés, donde no existen abogados del Estado, por ejemplo.

La diferencia entre los bufetes ingleses y los bufetes europeos es bastante señalada.

Xavier Gil-Pecharromán ha sido presidente de ACiJUR, la asociación de periodistas juridicos. Confilegal.

Los despachos están haciendo esfuerzos titánicos por llegar a la gente. El problema que tienen es que desconocen cómo funcionan los propios medios de comunicación

En los últimos tiempos la crisis ha provocado que desaparezcan algunos despachos. Es cierto que hay mucho trabajo pero la gente no paga. Ahora lo importante es la captación de clientes  y esto se hace de dos formas, a través del boca a boca y del marketing jurídico. ¿Hasta qué punto el marketing jurídico es eficaz?

El marketing jurídico tiene un problema aquí en España. Hasta hace muy pocos años estaba terminantemente prohibido hacer la más leve publicidad.

Ahora ya se ha comenzado a hacer publicidad.

Sin embargo, la concepción que tienen los despachos en estos momentos es la de facilitar información cerrada a sus clientes y a sus posibles clientes. Están creando páginas web, escribiendo para revistas, dando conferencias…; cada uno crea un  micromundo para llegar directamente al cliente. Ahora hay bufetes especializados en causas colectivas que se han lanzado a hacer publicidad de captación masiva en los medios de comunicación. Muchos se están forrando, pero en ocasiones hay actuaciones muy discutibles, aunque los beneficios para sus clientes parece que compensan. Estas actuaciones han llevado a que una buena parte  del sector de la abogacía se haya convencido de que la publicidad en medios de comunicación atenta contra la imagen de ‘glamour’ de sus firmas.

El cliente lo primero que hace es buscar en Google el nombre del abogado o del bufete para saber quiénes son, ¿no?

Sí. Por ejemplo, al buzón de correo electrónico te llega la «newsletters» donde te indican las últimas normas que han salido, te dan consejos sobre cómo actuar en algunos casos, te ponen alarmas de que ha salido un nuevo modelo de declaración…  Hay muchísima información sobre «compliance» entre los grandes bufetes.

En el fondo, ¿lo que están intentando es vender el refuerzo, o el servicio externo de todos estos productos?

Los despachos están haciendo esfuerzos titánicos por llegar a la gente. El problema que tienen es que desconocen cómo funcionan los propios medios de comunicación. Hay miedo por parte de los despachos de abogados por acercarse a los medios de comunicación.

Fundamentalmente porque los medios te piden información y ellos no están acostumbrados a dar esa información. Siempre te remiten directamente a la empresa a la que asesoran.

En su opinión, ¿funciona el marketing jurídico?

Hay mucho interés por parte de los pequeños despachos, que están pasándolo muy mal. Lo que ocurre en estos casos es que no hay dinero para poner en marcha el marketing jurídico. Lo tienen que hacer ellos con imaginación.

A los grandes despachos les debe funcionar con sus clientes. Se intentan captar clientes y consolidar los que ya se tienen suministrándoles todo tipo de información.

Dice en su libro que el 50 por ciento de las firmas se llevan el 20 por ciento de los ingresos. 

Sí esas son las cifras. Esas firmas llevan las grandes operaciones internacionales, los grandes negocios con las multinacionales, las principales operaciones de este país. Ellos son los que se llevan ese trozo del pastel. En el mundo hay una serie de bufetes que están absolutamente metidos en todo. Por ponerle un ejemplo sería similar a lo que ocurre con los grandes bancos.

En el libro cuento como dos grandísimos despachos desaparecieron de la mañana a la noche, poniendo de relieve los riesgos que tiene el sistema Cravath. Es tal la competencia que un día se colapsa el despacho y al día siguiente cada socio está en otra firma, o a ha creado otra firma llevándose a los clientes más importantes. Es la depredación pura y dura

En el libro habla de José Manuel Romero, que es el abogado del Rey Emérito Don Juan Carlos. ¿Es difícil llegar a ser abogado de un monarca?

Aquí hablamos de un tema de absoluta confianza. La gente que trabaja para la Casa Real es gente de absoluta confianza y para llegar ahí tienes que estar en ese entorno.

Está claro que Roca i Junyent ha repondido a las expectativas en el caso de la Infanta; ha salido  lo menos perjudicada posible con todo lo que podía haber ocurrido

Sin embargo elige a Roca i Junyent para la defensa de su hija, la infanta Cristina. 

Claro, porque Roca i Junyent es amigo. Han hablado mucho durante muchos años. Miguel Roca es uno de los grandes «lobistas» de este país. Un hombre que se sabe mover por los despachos estupendamente. Además tiene un nivel de eficacia enorme. Yo creo que era jugar a caballo ganador.

En el Derecho Penal, como es este asunto, el lazo de la confianza es fundamental. Te estás jugando entrar en prisión y tienes que tener una fe ciega.

¿Cree que ha respondido a las expectativas?

Está claro que sí. Ha sido muy bien llevado. No creo que toda la labor haya sido del despacho de abogados la Infanta ha salido lo menos perjudicada posible con todo lo que podía haber ocurrido.

En el libro, el primer despacho que aborda es el despacho rey, que es Garrigues y analiza el problema que han tenido con Arthur Andersen. ¿Se han recuperado?

Creo que sí. Lo único que hicieron fue quitarle el nombre y la gente siguió confiando en ellos. Los últimos directivos que ha tenido la firma eran todos gente de Arthur Andersen.

También se quitaron a muchos abogados que eran prima donna y a efectos de crisis les ha venido muy bien.

Garrigues creó una forma de trabajar en España y marcaron un hito en la carrera. El problema les vino de fuera y tuvieron que cortar.

Ahora, con la crisis que hemos tenido, semejante infraestructura es muy difícil de gobernar. Por ejemplo, el departamento de fusiones y adquisiciones, que era de los más grandes, han estado durante mucho tiempo mano sobre mano. Han tenido que buscar nuevas facetas de trabajo y a algunos de esos abogados especializarlos.  Esto ha hecho que Garrigues se haya convertido en una potencia en derecho deportivo.

Por cierto, que Andersen vuelve, aunque en esta ocasión sea de la mano de antiguos socios y con fusión de despachos, como el valenciano Olleros, que se encontraba en una situación de cambio generacional y de salto a  los primeros puestos de la abogacía madrileña.

Nos comentan que los grandes bufetes están pensando en el «low cost», mucha gente no acude ahora a ellos por miedo a las minutas…

Por eso antes comentaba que está desapareciendo el minutaje y que están entrado en la tarifa plana.

Hay dos Cuatrecasas, uno a nivel nacional y otro en Bilbao; es una historia curiosa 

Habla de Uría y Menéndez como una meritocracia y habla del caso Thyssen y de que sin ellos no hubiera sido posible que la colección hubiera venido a España. ¿Tan determinante fue?

Sí, este hombre estaba metido en la Academia y fue una iniciativa personal. Ahí no ganó ni un duro.  Eso se consiguió a base de moverse, de convencer a la gente… Se consiguió que el cuadro viniera al Museo del Prado.

Cuenta también de que hay dos «Cuatrecasas»…

Sí hay uno a nivel nacional y luego hay otro en Bilbao. En la ciudad de Bilbao es donde operan  los dos despachos de Cuatrecasas. Cuando llegó la guerra Civil el abuelo tuvo que pasar a Francia y de allí se fue al País Vasco, que era en aquel momento zona Nacional. Allí se encontró con una persona que le facilitó dinero para montar el despacho y lo montó con su hermano. Los dos eran dos líderes natos con muchísimo carácter y se separaron.

Tal como cuento en mi libro, el propio Emilio dice que algo muy gordo tuvo que pasar entre los dos hermanos, que él no conoce, pero que sus sobrinos no se han dignado nunca ni en ponerse al teléfono cuando ha llamado.

Hace hincapié también en Gómez-Acebo & Pombo y el caso Nike. Eso debió ser un asunto casi de película por una marca y la patente.

Es también un caso de años y años. Cambian las legislaciones, hay una persona que tiene registrada una marca y una multinacional que se implanta con esa marca. Es un caso de lobby. Es caso para estudiarlo en la Universidad. El Supremo le dio la razón a la marca española y luego el Tribunal Constitucional lo tumbó. El problema es que a lo largo de todo el tiempo que duró el proceso cambiaron mucho las leyes.

Esto hace realidad aquella frase de los gitanos de “tengas pleitos y los ganes”, ¿no?

Es un ejemplo clarísimo. El pleito se alarga años y años, donde se cambia la legislación, donde los que estaban al principio han fallecido, donde ha llegado nueva gente, donde las patentes nacionales se han convertido en patentes internacionales, etc.

En los años 90, cuando comenzaba el tema de las patentes había mucha gente que registraba marcas internacionales para pedirles dinero luego a las multinacionales cuando venían a España a solicitar sus nombres y sus registros. Al principio los tribunales fallaban a favor de los que tenían aquí la patente, luego se demostró que esta gente había comparado para extorsionar y cambió la jurisprudencia.

Cuando la Justicia se pone en marcha, ya no hay quien pare la máquina y fruto de ello es que Blesa está inmerso en un auténtico laberinto judicial

Habla también de un bufete, CBS Albiñana, que ha tendido como gran caso el de Miguel Blesa. Un caso que consiguió convertirlo en el caso Elpidio Silva. ¿Fue un éxito?

Ha sido un tema complicado. No estaba muy claro que las cosas se hubieran hecho bien desde el juzgado y agarrándose a ese clavo consiguieron levantar de su sitio al magistrado. Si lo hubiera enviado a prisión no se hubieran metido con él. Como bien consideró después el tribunal la decisión de Elpidio Silva dejaba sin defensa legal al propio Blesa.

En este asunto también hubo otro problema que fue el de los correos particulares de Blesa. Sin embargo, cuando la Justicia se pone en marcha, ya no hay quien pare la máquina y fruto de ello es que Blesa está inmerso en un auténtico laberinto judicial.

Usted fue presidente de ACIJUR (Asociación de Periodistas Jurídicos) y sabe la importancia que tienen los medios de comunicación. Existe un tribunal de justicia y un tribunal de la opinión pública. ¿Cree que un caso mediático puede llegar a influir en el resultado de un juicio?

Sí. Es lógico que la presión de la opinión pública entre dentro de las variables que se pueden analizar en un tribunal.

¿Cree que los abogados son conscientes de que tienen que actuar ante el tribunal de justicia y ante el tribunal de la opinión pública para tener más posibilidades de éxito? 

Llega un momento en el que la sociedad reacciona ante la falta de realidad del sistema político y obliga a que se tomen las medidas. Normalmente la sociedad  va muy por delante de las normativas y de las decisiones políticas. Los políticos siempre van a remolque y toman las decisiones cuando no les queda más remedio.

Los jueces tienen un tamiz que es el cumplimiento de la Ley, pero tienen la interpretación. Y la interpretación sí se presta a adoptar esas medidas que se están reclamando desde la calle.

¿Hay muchos abogados que utilizan los medios de comunicación?

Pienso que no son muchos, pero los que hay saben hacerlo muy bien. Hablamos de Javier Cremades, a quien en el libro se le llama “el conseguidor”, que sabe manejar muy bien a los medios. Él actúa a través de plataformas o colectivos de gente que han tenido problemas con la justicia. Ecija también es un ejemplo pero en el caso de las nuevas tecnologías. Son estrategias y formas de actuar. Ha habido gente que ha subido gracias a los medios de comunicación muy alto.

¿Cuánto tiempo fue presidente de ACIJUR?

Estuve tres años, cuando estaba dando sus primeros pasos. Al principio había cierta reticencia de los periodistas de tribunales para afiliarse. Unos consideraban que su independencia pasaba por encima del estar asociados y otros decían que hoy estaban haciendo tribunales y mañana otra cosa. Es problemático crear una asociación de periodistas. Eso lo vimos cuando se creó APIE (Asociación de Periodistas de Información Económica). Esta asociación se creó para acabar con el “periodismo sobrecogedor”, los que cobraban sobres.  Y es que el periodismo económico lo hacía gente que eran publicitarios, les daban las notas de las Juntas Generales de los bancos, compraban el espacio y de ahí se creó ese tipo de periodismo.

Hubo un momento en el que había periodistas económicos, que habían salido de las facultades, que dependían del periódico y este otro tipo de periodistas que habían vivido toda su vida de los bancos y de los sobres. También ocurrió con los periodistas taurinos.

Quizá los propios periodistas no se dan cuenta del poder que tiene ACIJUR…

Ese es el asunto.

¿Cuánto tiempo le llevo hacer el libro?

Un año para recopilar y todo eso, pero escribirlo unos dos meses. En este libro colaboró todo el mundo, de otra forma no se podría haber sacado porque no existía ninguna documentación. Hubo algún bufete que no lo hizo y se quedó fuera.

Había bufetes que no sabían ni en qué fecha se habían fundado, ni quiénes eran los socios que lo habían fundado. No había en los bufetes una conciencia histórica.

Cuenta una anécdota de KPMG en un aeropuerto. Donde una abogada escucha a unos ingleses hablando de que no han encontrado ningún bufete en España que les pudiera representar. Y ella no se lo piensa dos veces. Habla inglés, irrumpe y se ofrece a ayudarlos. Aquello dio pie a una relación duradera y beneficiosa para ambas partes. ¿Eso ocurre en los negocios?

Digamos que es una circunstancia especial pero así es como se consiguen clientes. Por eso se hacen muchos congresos, para entablar relaciones públicas.

La función de los gabinetes de comunicación de los bufetes es la de acaparar toda información posible para dársela a los clientes. Hacer que los clientes dependan informativamente de los bufetes. Hacen todo lo que hasta hace unos años hacían las editoriales jurídicas

Hay bufetes como Ramón y Cajal que han venido apostado por el secretismo como seña de identidad…

Eso ya no es así. Han empezado a moverse. Además ellos tienen la ventaja de que cuentan entre sus clientes a medio IBEX. El problema es que cuando no tienes arraigo puedes contratar a gente importantísima pero también estás a expensas de que te los quiten. Cosa que ya le ha pasado a este bufete en varias ocasiones, pero siempre ha sabido recuperarse.

¿Cuál es la función de los gabinetes de comunicación de los bufetes?

Su función es la de acaparar toda información posible para dársela a los clientes. Hacer que los clientes dependan informativamente de los bufetes. Hacen todo lo que hasta hace unos años hacían las editoriales jurídicas. Quitando las bases de datos todo lo demás se lo dan ellos a sus clientes. Lo que buscan es consolidar la marca del propio bufete.

¿Son eficaces?

Al cliente lo que le interesa es la confianza en el abogado.  Yo creo que el bis a bis, el contacto directo, las noticias que se publican en los medios de comunicación dan ese plus de confianza. El que le mandes todo tipo de información variada no es una forma de mantener al cliente.

 

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