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Por qué es ventajoso que los abogados conozcan cómo se hacen las investigaciones criminales
17/6/2017 04:57
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Actualizado: 23/8/2023 18:05
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Conocer cómo se hacen las investigaciones criminales puede suponer la diferencia entre ganar o perder un caso. Entre el éxito y el fracaso. Así de claro.
Y no estoy descubriendo América, pero, como siempre ocurre, lo evidente es lo que nadie ve hasta que alguien lo explica con claridad.
Hoy me ha tocado a mí.
El letrado penalista representa a su cliente en un proceso criminal, ya sea defendiendole o ejerciendo la acusación particular, en nombre de una víctima o afectado, o popular. Lo defiende en todo el proceso de la instrucción que será la base fundamental del juicio oral.
Durante la instrucción del sumario se trata de esclarecer lo ocurrido.
Lo que obliga a ir desgranando lo que ocurrió en un tiempo y un lugar determinado. Eso solo se consigue investigando y a la vez buscando las pruebas que permitan asegurar que efectivamente los hechos ocurrieron de una determinada manera sin género de duda.
No quisiera equivocarme, pero mucho me temo que la investigación criminal, no es una de las asignaturas de las facultades de derecho, ni tampoco de los cursos de práctica jurídica posteriores.
Lo anterior significa que el letrado estudia una causa en la que conoce perfectamente como funciona el procedimiento penal y la ley. Pero desconoce como se ha ido encontrando el camino para que los hechos se diga que ocurrieron de una determinada manera y no de otra.
Cómo se han ido obteniendo las pruebas que permiten asegurar que su cliente ha sido, supuestamente, el autor.
O que la persona que figura como investigado fue la que le causó el mal.
En el procedimiento se analizan las peritaciones y su importancia. Pero pocas veces se estudia la metodología que siguen, han seguido, o deberían seguir los investigadores.
Como puede observarse de la redacción de este último párrafo, ni siquiera pueden recurrir una determinada forma de investigar, ya que desconocen lo más básico de esa faceta.
La investigación se basa en la metodología de las hipótesis, que buscan conocer la realidad del suceso y a través de ello, a sus víctimas y a sus autores.
El perfil que tenía la víctima, junto a la escena del delito, proporciona a los psicólogos pautas suficientes para conformar el perfil de autor, que a su vez ayudará a los investigadores a centrar el segmento de población, donde es probable que puedan encontrar al autor del hecho delictivo.
La instrucción está basada precisamente en esa investigación, que va dando forma al suceso. Con pruebas directas que los investigadores encuentran o señalan a los diferentes peritos, para que acrediten su fiabilidad.
Con todo esto es con lo que los letrados y fiscales se encuentran en el sumario, que posteriormente irá a juicio oral.
Si un letrado posee ese conocimiento, de cómo se ha hecho la investigación, de la forma en que se ha desarrollado, poseeran un recurso que vale su peso en oro, tanto en la fase de la instrucción como en el juicio oral.
En la instrucción, porque podrán solicitar pruebas que consideren vitales que, de otra forma jamás hubieran considerado. Y en la vista pública, porque sabrán cómo desacreditar el procedimiento, o, por el contrario, reforzar las pruebas o indicios para defender a sus clientes.
Al nivel de los investigadores
En los plenarios, en las vistas públicas, podrán interrogar a los investigadores poniéndose a su nivel, en vez de hacer preguntas sin objetivo alguno, como en ocasiones sucede.
Serán los propios investigadores quienes puedan trasmitir sus experiencias de la investigación, así como el desarrollo de la misma desde los primeros momentos del conocimiento del suceso.
Explicar como se reúne toda la información inicial y cual es su importancia.
Como se van desarrollando las hipótesis de trabajo y la importancia de apuntalar esas hipótesis con las pruebas que van consiguiendo a lo largo de la investigación, sus fortalezas y sus debilidades.
La importancia que en todo este desarrollo tiene la óptica multidisciplinar, esto es, forenses, medios de comunicación, técnicos, psicólogos o psiquiatras, etc etc.
No hace mucho en una mesa de debate de uno de los cursos que imparte el Instituto del que formo parte, se trató la posibilidad de que un letrado estuviera en la escena de un homicidio, a sabiendas que la actual ley no lo permite.
Pero el debate intenso demuestra que hay muchas facetas que pueden sufrir variaciones en un futuro y que los letrados y demás órganos jurídicos deben tener unos conocimientos básicos sobre como debe realizarse una investigación.
Y más ahora, con un futuro en el que se van a producir cambios profundos, como la gestación de una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal, que vendrá a sustituir a la que redactó Manuel Alonso Martínez en el siglo XIX, o la modificación del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, que cederán la instrucción a los fiscales.
Por fuerza, esto supondrá un terremoto para el ejercicio de la abogacía en la jurisdicción penal que afectará de forma directa a los letrados especializados en este campo.
Nada volverá a ser cómo es hoy, como ha sido en los últimos 140 años.
En ese nuevo escenario, cabe la posibilidad de que, como hacen los estadounidenses, los abogados penalistas puedan hacer uso de detectives para realizar sus propias investigaciones, en defensa de sus clientes.
¿Es aconsejable, por lo tanto, que los abogados se preparen para conocer cómo se hacen las investigaciones criminales?
Como dicen los castizos: De cajón.
Sin duda será una ventaja competitiva sobre la que tendrán que comenzar a reflexionar, y para la que sólo hay una única respuesta.
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