Los leoneses y no los ingleses «inventaron» el parlamentarismo en el mundo
Alfonso IX de León fue el primer monarca del mundo que convocó una asamblea que hoy la UNESCO reconoce como el primer precedente del parlamentarismo en el mundo.

Los leoneses y no los ingleses «inventaron» el parlamentarismo en el mundo

Gracias al cine y a la literatura nos hemos creído que los ingleses fueron lo inventores del sistema parlamentario y de la democracia. Lo han vendido bien, es cierto.

Todo el mundo se ha creído que nació en 1215, cuando la nobleza obligó al rey Juan Sin Tierra, hermano de Ricardo Corazón de León, a firmar la Carta Magna, para mantenerse en el poder. Todo el mundo cree que esa fue la primera vez en el mundo en la que el poder de un monarca se vio limitado por una asamblea; un precedente histórico del constitucionalismo clásico.

Pero no es verdad. No fueron los ingleses sino los leoneses nada menos que 27 años antes, en 1188. Concretamente en el Reino de León, por orden del monarca Alfonso IX.

O lo que es lo mismo, los españoles -como herederos de aquellos leoneses-.

Así lo reconoció y lo proclamó la UNESCO en 2013: León es el precedente histórico mundial más antiguo del parlamentarismo en el mundo.

En la primavera de aquel año, Alfonso IX convocó en la Iglesia de San Isidoro de León lo que entonces se denominaba Curia Regia, o consejo real, que hoy es considerado «el precedente institucional más cercano a las cortes», o parlamento.

A dicha asamblea fueron llamados los representantes del clero, la nobleza, y, por primera vez en la historia, los «ciues electti», representantes elegidos por el pueblo.

Los Decreta, la Carta Magna leonesa

«En el nombre de Dios: yo Don Alfonso, rey de León y Galicia, habiendo celebrado curia en León, con el arzobispo [de Santiago de Compostela] y los obispos y los magnates de mi reino y con los ciudadanos elegidos de cada una de las ciudades, establecí y confirmé bajo juramento que a todos los de mi reino, tanto clérigos como laicos, les respetaría las buenas costumbres que tienen establecidas por mis antecesores», declaró Alfonso IX en los Decreta, la Carta Magna leonesa.

Los «Decreta» era un corpus documental que estaba compuesto por 17 estatutos o decretos que reconocían derechos, garantías y libertades y obligaba a todos los estamentos sociales, desde el monarca hasta el ciudadano más humilde, a cumplir la ley.

El Reino de León en aquel entonces comprendía lo que hoy es Galicia, Asturias, León y Extremadura.

De acuerdo con el catedrático de la Universidad de Westminster, John Keane, este impulso democrático se debió, en parte, a la necesidad de la Corona leonesa de obtener ingresos, tras el freno de la Reconquista. De ahí la participación del pueblo, como una contrapartida a la subida de impuestos.

A diferencia de la «Carta Magna» inglesa, no se conserva el texto original de los «Decreta» de 1188.

Sin embargo, las copias, contenidas en documentos diplomáticos medievales bastaron al Ministerio de Educación, Cultura y Deporte para solicitar, ante la Unesco en 2012, el reconocimiento de León como precursor mundial de las cortes democráticas. Un reconocimiento que se produjo un año más tarde.

Uno de los documentos que componían los Decreta, del Reino de León, anterior a la Carta Magna inglesa.

En el resto de Europa fue más tarde

En otros países europeos, la burguesía no participó en las decisiones políticas hasta el siglo XIII: en Alemania, la burguesía se incorporó a la Dieta en 1232; en Inglaterra, el estamento popular alcanzó representación en el Parlamento por primera vez en 1265; y en Francia, lo hizo más de cien años después, en 1302.

Como suele ocurrir, esto no se conoce mucho. Por no conocerlo, no lo conocía ni el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. O el «negro» que le escribió el artículo que se publicó en el diario The Guardian, durante la visita oficial que realizó a Londres el 5 de diciembre del año pasado, para entrevistarse con su homónima, Theresa May.

En dicho artículo concedió a Gran Bretaña el título del «parlamentarismo mundial», lo que le costó no menos críticas públicas por parte de sus conciudadanos leoneses, que no entendían que un primer ministro español -y gallego- no conociera ese dato tan crucial.

Tampoco lo conocía el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, el actualmente fugado Carles Puigdemont, cuando, en marzo de 2017, durante una visita a la Universidad de Harvard declaró que Cataluña tuvo «el primer Parlamento del mundo, mucho antes que Inglaterra».

Y se quedó tan pancho. Como se suele decir, la ignorancia siempre es muy osada.

 

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