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Julia no me molesta

Julia no me molesta
Sobre estas líneas, Julia, sobre quien versa el artículo de Carlos D. Lacaci. @Lacaciabogado.
18/2/2018 06:10
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Actualizado: 17/2/2018 13:03
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Los presuntos hechos que ahora les narro sucedieron el día 13 de febrero en un evento comercial organizado por una empresa denominada Media Salud, en Motilla del Palancar (Cuenca)

Julia, una mujer de 49 años, con síndrome de Down, acudió, junto a sus dos hermanas al citado acto comercial de esta empresa dedicada a la venta y distribución de productos relacionados con la salud y el bienestar. Cuando entraron en el local, en compañía de unos vecinos, el comercial, según lo relatado por las hermanas de Julia, les dijo que sería mejor que su hermana no estuviera en el evento, «porque podía molestar a los asistentes». Han manifestado que fueron a coger una silla y el responsable de la empresa se opuso y les dijo que allí no podía estar, incluso les sugirió que dejaran a su hermana fuera y que ellas entraran.

Una de las hermanas de Julia, le preguntó que si no consideraba que eso era discriminación y el comercial le contestó que no. Ellas han comentado que intentaron dialogar con él, pero no había manera de que entrara en razones y entonces decidieron salir las tres, junto a más personas quienes, en solidaridad con ellas, también abandonaron el local.

Hasta aquí, los hechos que, presuntamente, sucedieron aquel día. La familia ya ha anunciado que presentará la correspondiente denuncia por estos hechos y que, al parecer, han tenido una llamada por parte de los responsables de la empresa para pedirles disculpas y para que, por favor, no sigan adelante, básicamente, que no les denuncien.

A partir de aquí, será la Justicia la que tenga que determinar, mediante la correspondiente investigación de los hechos y, en su caso, a la vista de las pruebas que se diriman ante el juzgado correspondiente, la inocencia o culpabilidad de quienes, presuntamente, conculcaron los derechos fundamentales de esta mujer.

Hasta que ello suceda, permítanme dedicarle estas breves líneas:

Muy estimada Julia:

No tengo el gusto de conocerla, aunque no me hace falta hacerlo para pensar y sentir todo lo que pienso y siento observando sus gestos de bondad o su tierna mirada. Desde el plano profesional, en mi condición de abogado me pondría una y mil veces a su disposición para defender sus intereses. Desde el plano personal, me pongo a su lado para admirar y aplaudir los valores que usted transmite. Estoy convencido que usted, querida Julia, camina por la vida con la cabeza muy alta, con la enorme verdad que representan sus actos, carentes de maldad, llenos de generosidad, humildad, bondad…

Como usted misma habrá comprobado, los valores que le menciono, se encuentran en serio peligro de extinción dentro de la sociedad. Aún le diría más, los valores que lleva usted consigo, no están de moda. Hoy, todo se compra y se vende. Quedan muy pocas verdades en este mundo cada vez más deshumanizado. Por desgracia, la partida la va ganando, claramente, la frialdad de las huecas apariencias grandilocuentes a la sensibilidad de los buenos y pequeños gestos reales.

Observando su rostro, deteniéndome en su mirada, no veo más que bondad y gestos sinceros. Tengo muy claro, querida Julia, que las modas son pasajeras, que la superficialidad en la que hoy nos sumergimos acabará por ahogarnos a todos y necesitaremos agarrarnos a los botes salvavidas como los que nos brindan cada día personas como usted.

Las personas con capacidades diferenciadas como las que usted tiene son un auténtico tesoro para nuestras sociedades, enfermas por el odio y la codicia generalizada. Si pusiéramos de moda comportamientos como el suyo (ojalá) construiríamos un mundo mucho más justo, un mundo mejor.

A usted, le cerraron las puertas de aquel lugar y le negaron (presuntamente) la asistencia a un evento al que asistió junto a sus hermanas. Pero es muy importante también que sepa que, hoy, somos muchos más los que ya la conocemos y que cuenta con nuevas puertas abiertas, millones de puertas abiertas. Estamos deseando recibirla, querida Julia.

No está de más recordar ahora algunos de los preceptos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos …..Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole…..Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley……Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.”

Tampoco estás de más tampoco recordar las acertadas palabras pronunciadas por Nick Newell:la palabra discapacidad es un pretexto para los débiles, para mi es mi motivación” y por Scott Hamilton: “la única discapacidad en la vida es una mala actitud” 

Gracias por tu ejemplo y tus gestos, Julia.

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