El Museo del Seguro, un viaje por la historia del comercio y el transporte
Algunas de las placas de compañías aseguradas que se pueden ver en el Museo del Seguro en Madrid. Fundación Mapfre.

El Museo del Seguro, un viaje por la historia del comercio y el transporte

Se puede visitar también de manera virtual

En un edificio señorial ubicado en el número 14 de la madrileña calle de Bárbara de Braganza, en la primera plata, encontramos el Museo del Seguro de la Fundación Mapfre, un lugar donde evocar la historia de la actividad aseguradora a través de una colección permanente de 600 piezas cuya antigüedad va desde mediados del Siglo XVIII hasta mediados del XX.

No hay duda de que estamos ante un sector de vital importancia en la economía global. Sólo las primas del seguro privado suponen en torno al 8% del PIB mundial.

Por eso, desde la Fundación Mapfre surgió la idea de poner en marcha este museo que se inauguró en 2006 con la adquisición al empresario y escritor Manuel Maestro de una importante colección de piezas relacionadas con el seguro.

En el inicio del recorrido por esta exposición nos encontramos ante una vitrina que protege, entre otros documentos, un libro datado en 1753 con las “Reflexiones sobre los contratos marítimos sacados del Derecho Civil y Canónico, del Consulado del Mar, y de los usos marítimos, con las fórmulas de estos contratos”.

El seguro marítimo como antecedente

El origen del seguro moderno hay que buscarlo en el seguro marítimo con el préstamo marítimo o préstamo a la gruesa como antecedente inmediato, coincidiendo con el florecimiento del comercio en el Mediterráneo y la necesidad de promover cierta protección a comerciantes y transportistas.

Con anterioridad a la aparición de la póliza como forma jurídica (del italiano polizza), el seguro marítimo se formalizaba mediante escritura notarial e, incluso, en acuerdos verbales. El asegurador se limitaba a registrar estos contratos en sus libros.

El primer contrato de seguro marítimo conocido se remonta a 1347 y fue suscrito en Génova mediante escritura notarial para amparar no solo los accidentes que pudieran ocurrir en los transportes sino también la demora en la llegada del buque a destino.

Es decir, aparecen todos los elementos que actualmente sirven de fundamento al contrato del seguro: el riesgo, su valoración a los efectos del pago de una prima por su cobertura, el objeto sobre el que recae la garantía y su tiempo de duración.

Ya como pólizas, el Museo cuenta con documentos registrados, por ejemplo, en 1839 y 1841.

La exposición también muestra las placas utilizadas por las compañías aseguradoras para identificar sus servicios y productos. Inicialmente de plomo, muchas de estas placas contenían elementos mitológicos asociados a los sectores del comercio, el transporte, la protección…

Carteles y folletos publicitarios, así como pólizas de alrededor de 250 compañías junto a antiguas ordenanzas, completan nuestro recorrido a esta exposición permanente del museo, que cuenta con un total de 1.300 piezas conservadas en sus fondos.

El Museo, de entrada gratuita, puede visitarse en grupos guiados previa petición de cita.

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