Josep Tarradellas, un president de talla que profetizó el futuro político de Cataluña
Josep Tarradellas con su mujer, recién llegados a Barcelona, después de 40 años de exilio; asumió la Presidencia de la Generalitat en 1954. Nacional.cat.

Josep Tarradellas, un president de talla que profetizó el futuro político de Cataluña

El regreso de Josep Tarradellas, president de la Generalitat en el exilio, a España fue para muchos una de las mejores noticias de la Transición.

La vuelta con todos los honores de un político exiliado que había servido a la democracia y a la libertad, que había sufrido la persecución de la dictadura y que con su altura política se convirtió en un hombre clave e influyente en el difícil camino hacia la normalidad democrática de nuestro país.

Su nombre es el que ahora llevará el aeropuerto de El Prat, en honor a su aportación histórica a la democracia española.

En tiempos de zozobra como los que vive hoy Cataluña, se echan en falta político de la talla del honorable president que, en un justo homenaje del Gobierno de España, dará su nombre al aeropuerto barcelonés del Prat.

Fue además un visionario que advirtió del papel nefasto del exhonorable expresident de la Generalitat, Jordi Pujol, y preconizó el futuro político de Cataluña.

La idea de toda la operación de Estado que significó la vuelta de Tarradellas era presentar a Cataluña y Castilla como distintas pero formando parte de un todo que es España, en una ocasión única para reconciliar a catalanes y castellanos bajo el manto protector de la corona.

Esta era la tesis que el empresario y representante político de Tarradellas en nuestro país, Manuel Ortínez, planteó a finales de 1976 al vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez, Alfonso Osorio.

Pero ¿cómo?: pues reestableciendo la Generalitat con Josep Tarradellas.

President de la Generalitat desde 1954 y exiliado en Francia, Tarradellas era por entonces un gran desconocido.

Había sido fundador de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y ardiente defensor de la legitimidad de la Presidencia de la Generalitat como único poder catalán, sin tutelas sino con compresión y respeto, “como se respetan los hermanos bien avenidos”, en palabras del propio Ortínez, quien aseguro a Osorio que, como catalán, se sentía tan español como él.

La clave para la restitución de la Generalitat fue la aceptación de la Monarquía

El argumento definitivo fue que si Cataluña, a través de la Generalitat, aceptaba la monarquía, en España todo sería posible.

Tarradellas, con una autoridad que nadie discutía, recibió en noviembre de 1976 en su exilio de Saint Martin-le-Beau al militar Andrés Casinello y comenzaron las negociaciones para su vuelta.

El enviado de Suárez escribió a su regreso un largo informe en el que destacaba con admiración la concepción de hombre de estado del exiliado.

El 27 de junio de 1977, doce días después de las elecciones generales que ganó UCD, Tarradellas aterrizó en Madrid en un avión particular, pero la primera entrevista con Adolfo Suárez no dio sus frutos y ambos de despidieron convencidos de haber fracasado estrepitosamente, aunque a la salida el político catalán expresó su satisfacción a los periodistas.

Los dos presidentes que hicieron posible la paz y la democracia: Adolfo Suárez y Josep Tarradellas; curiosamente, los aeropuertos de ambas capitales, Madrid y Barcelona, han sido rebautizados con sus nombres.

Al día siguiente fue recibido por el Rey Juan Carlos, pese a las protestas del algún militar indignado, y esta entrevista sí tuvo resultados positivos inmediatos.

El Rey habló con Suárez, Tarradellas volvió a la Moncloa y esta vez sí hubo entendimiento.

El político emprendió viaje a Francia, y al llegar, le dijo a su esposa que preparara las maletas, que regresaban a su tierra.

Así sucedió el día 23 de octubre de 1977 cuando entró en Cataluña como presidente provisional de la Generalitat en virtud de un decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado, viendo así cumplidos sus deseos y sueños más íntimos, aquéllos por los que había luchado durante 38 años.

Ciutadans de Catalunya, Ja soc aquí

La Plaza de Sant Jaume estaba abarrotada de ciudadanos y senyeras que aclamaba a su presidente: ¡Libertat, Amnistía y Estatut d’ Autonomía!. Tarradellas salió al balcón rodeado de los suyos y se dirigió a los congregados: “Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!”.

Fueron palabras con un gran simbolismo histórico que pusieron fin a la dictadura franquista, abriendo un periodo de esperanza hacia la deseada autonomía.

Al dirigirse a los ciudadanos de Cataluña y no a los catalanes, el president Tarradellas aludió a toda la población, y no sólo a los nacidos allí.

Y añadió: “¡Ya estoy aquí! ¡Porque yo también quiero el Estatut! ¡Ya estoy aquí! Para compartir vuestras penas, vuestros sacrificios y vuestras alegrías por Cataluña. ¡Ya estoy aquí! Para trabajar con vosotros por una Cataluña próspera, democrática y llena de libertad. ¡Ya estoy aquí!”.

Tras la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña de 1979 y la celebración de las primeras elecciones autonómicas, Tarradellas se retiró de la vida política, pero siguió expresando sus opiniones con contundencia y sinceridad y también con asombrosa clarividencia.

El 23 de octubre de 1977, Josep Tarradellas, desde el balcón de la Generalitat, en la plaza de Sant Jaume, en Barcelona, pronunció una frase cargada de emoción a una gran multitud que se dio cita para recibirlo: «Ciutadans de Catalunya: ja soc aquí!». RTVE.

Pujol utilizaría el «España nos roba»

Sus relaciones fueron siempre tensas con Jordi Pujol.

En una entrevista con Julio Merino en 1980 dijo textualmente sobre el tema Banca Catalana: “Conociendo al personaje, yo lo tengo claro. Luchará y pactará hasta con el diablo para ser president, porque ahí espera tener su mejor escudo. Mire, amigo mío, este hombre en cuanto estalle el escándalo de su banco se liará la estelada a su cuerpo y se hará víctima del centralismo de Madrid… Ya lo estoy viendo: ‘Catalans, España nos roba… No nos dan ni la mitad de lo que nosotros les damos y además pisotean nuestra lengua… Catalans, ¡Visca Catalunya!’. Sí, esa será su política en cuanto llegue a la Presidencia, el victimismo y el nacionalismo a ultranza”.

Seguidamente, al ser preguntado directamente por Pujol, respondió: «Señor Merino, yo de enanos y corruptos no hablo».

Su pensamiento político

El pensamiento político de Josep Tarradellas era republicano y catalanista, en defensa de cultura catalana pero sin vulnerar los derechos lingüísticos y culturales de los castellanohablantes.

En su tarea política siempre pretendió establecer la conciliación y la concordia entre Cataluña y el resto de España.

Abogó por los gobiernos de unidad en Cataluña con el propósito de que ésta fuese más fuerte, así como del diálogo positivo y constructivo con Madrid.

Personalmente, según recordó Casinello ocho años después y cuando aún estaba vivo, “es un símbolo, una persona extraordinaria que irradiaba carisma y una gran honradez intelectual. A lo largo de aquella entrevista con Tarradellas yo tuve la sensación de tocar el Estado”.

Recordaba también la impresión que le produjo la extrema pobreza pero gran dignidad con que vivía. Ocupaba la planta baja de una casa de campo, sin calefacción ni comodidades, pero “siempre encontré, tanto en la visita, en su exposición, en todo, que había algo muy por encima de lo que se podía tocar o ver. Una calidad humana tremenda, impresionante”.

Y efectivamente, el propio Manuel Ortínez recordó por las mismas fechas que en principio todo se planteó como una operación de Estado: “Cataluña reconocía a la Monarquía y la Monarquía reconocía a la Generalitat. Tarradellas, que era un verdadero animal político, fue una solución momentáneamente”.

Su actitud de concordia y entendimiento le supuso muchas críticas, sobre todo por su actitud contraria a la independencia, desde diversos sectores nacionalistas e independentistas, que lo tacharon de “traidor a Cataluña”, de “mal político” y de “vendido a la monarquía española”.

Sin embargo, por parte del catalanismo moderado y de sectores no nacionalistas, a Tarradellas se le considera un gran político, avanzado a su tiempo e incluso un visionario sobre hacia dónde se dirigiría la política catalana.

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