Carlota Guindal, autora de «Ni vencedores ni vencidos»: “El juicio del procés ha sido un punto de referencia mundial”
Carlota Guindal, autora de "Ni vencedores ni vencidos", sobre el juicio del "procés".

Carlota Guindal, autora de «Ni vencedores ni vencidos»: “El juicio del procés ha sido un punto de referencia mundial”

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23/11/2019 06:20
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Actualizado: 06/10/2020 11:02
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El libro de la periodista de La Vanguardia Carlota Guindal es la crónica del juicio del «procés», pero también desvela los entresijos del proceso, las negociaciones, las relaciones entre los acusados, las estrategias y todas las interconexiones que tejieron la red judicial que desembocó en una sentencia que, como era de esperar, no satisfizo a ninguna de las partes.

Un juicio que ha sido,  dice, “un punto de referencia mundial”.

Carlota Guindal responde para Confilegal sobre la historia del juicio y de su primer libro.

De quienes se sentaron en el banquillo, considera: “Fueron atrapados por su propia telaraña. Agitaron a las masas y luego éstas presionaron y nos les dejaron dar un paso atrás”.

Así lo ha contado en esta entrevista.

¿Este libro, «Ni vencedores ni vencidos», fue un encargo envenenado o lo planificó usted desde la primera sesión del juicio?

La idea de este libro fue, como coloquialmente se suele decir, un “embolado” de mi editor Ramón Perelló. Yo había seguido todo el proceso judicial del «procés» y me tocaba cubrir para La Vanguardia el juicio.

Informar sobre esto a una sociedad dividida como la catalana no era nada fácil, porque se impuso una vez más aquello de “matar al mensajero”.

Es su primer libro. ¿Ha sido difícil escribirlo?

¡No sabía por dónde empezar! Tenía claro que no podía limitarme a hacer una repetición de las crónicas que había ido publicando. Me propuse explicar la verdad judicial del «procés».

Tuve que reconstruir los hechos y hablar con todo el mundo para comprender lo que había sucedido y poder explicar los entresijos, los enfrentamientos que se habían producido, la diferente perspectiva del Gobierno, los fiscales y los jueces o el enfrentamiento entre los procesados.

Y me encontré con un auténtico «thriller».

Algunos de los miembros del tribunal. En primer término, Ana Ferrer, Antonio del Moral, Juan Ramón Berdugo de la Torre, Manuel Marchena, Andrés Martínez Arrieta y Luciano Varela.

El título reinterpreta la famosa película sobre el juicio de Núremberg. ¿Cree que describe el transcurso y el desenlace del juicio por el «procés»?

Salvando las distancias, ambos son juicios que marcaron una época y escribieron una página de la historia judicial. En Núremberg se trataba de dilucidar la obediencia debida.

Es decir, si la orden de un superior debe cumplirse aunque sea ilegal.

Con la evidencia de los crímenes de guerra quedó claro que el hecho de que la orden viniera de un superior o de un gobierno no le exime a uno de su responsabilidad.

El juicio del «procés» ha contribuido a definir para el futuro qué se entiende por violencia instrumental para conseguir un objetivo político.

Los jueces han tenido el valor de definir las líneas rojas que no puede traspasar un movimiento para proclamar la independencia en un Estado democrático de Derecho.

Por esta razón, este juicio no solo es un punto de referencia para Cataluña y para España, sino para todo el mundo.

¿Si no hay vencedores ni vencidos, qué tenemos en perspectiva?

Lo que he querido transmitir es que nadie ha salido ganando con este juicio. De hecho, nadie quería celebrarlo. A la Justicia no le quedó más remedio que pronunciarse cuando el Parlamento catalán anunció una declaración unilateral de independencia.

Los dirigentes independentistas están presos o fugados, Mariano Rajoy fue expulsado del Gobierno, Pedro Sánchez no tiene un futuro mejor mientras dependa de los partidos independentistas y la Justicia ha sufrido dos años de ataques continuos poniendo en duda su profesionalidad e independencia, que únicamente ha logrado restablecer tras el juicio.

«En el libro relato cómo un dirigente del Govern de Puigdemont reconocía en privado que algunos buscaban ‘muertos’ y cientos de presos para justificar poder declarar la independencia en Cataluña»

¿Hasta cuándo va a arder Cataluña?

Hasta que los dirigentes independentistas lo decidan. El llamado Tsunami Democrático estaba planificado, como está investigando el juez de la Audiencia Nacional García Castellón. El problema es que se les está yendo de las manos.

Se ha inoculado tanto odio que ahora es difícil de revertir. Los líderes de los partidos independentistas van a tener complicado convencer a sus bases de que lo mejor es buscar un punto de entendimiento con el Gobierno, aunque sea de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

Mientras los dirigentes condenados, principalmente Oriol Junqueras y los Jordis, sigan en prisión, veo difícil recuperar la convivencia y rebajar la tensión.

Puede que como dice la sentencia no hubiera violencia en el «procés», pero ahora…, lo que estamos viendo no es precisamente pacífico. ¿A quién perjudica más la situación de protestas continuas?

Perjudica, sobre todo, al movimiento independentista, que cada vez tiene más complicado hablar de la “revolución de las sonrisas”.

En el libro relato cómo un dirigente del Govern de Puigdemont reconocía en privado que algunos buscaban “muertos” y cientos de presos para justificar poder declarar la independencia en Cataluña.

¿La sentencia ha contentado a alguien?

Es una sentencia jurídicamente brillante. Ahora bien, fuera del plano técnico, por supuesto que a unos les parece muy dura y a otros muy blanda. Los miembros del tribunal ya sabían que no iban a contentar a nadie, pero ese no es su papel.

Es muy interesante la mecánica de la deliberación de los jueces para elaborar la sentencia. ¿Por qué era tan importante la unanimidad?

Tuvieron un debate jurídicamente muy intenso, pero no les costó lograr la unanimidad.

Una sentencia con la relevancia histórica como esta no podía llegar con votos particulares, por lo menos en los puntos esenciales, porque le haría perder fuerza y recogería los argumentos jurídicos para que la defensa le diera la vuelta en los tribunales europeos.

La Sala, desde luego, no ha perdido ojo en ningún momento al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

¿Por qué la instrucción y la fiscalía cargaron tanto las tintas a favor de la rebelión?

Porque tanto Pablo Llarena como los fiscales estaban convencidos de que había una intención real de declarar la independencia de Cataluña y de que hubo episodios de violencia enfocados a tal fin.

En el debate jurídico finalmente se estableció la diferencia entre fuerza y resistencia pasiva con la violencia.

Además, hay que recordar que el delito de rebelión permitió que el Tribunal Supremo asumiera la instrucción y además dio vía libre para suspender de sus actividades a los dirigentes procesados que habían logrado acta de diputado, entre ellos el propio Carles Puigdemont.

Algunos de los acusados en el juicio; Raül Romeva y Oriol Junqueras se sentaron, en esta foto, detrás de sus abogados. Foto: Poder Judicial.

¿Por qué el juicio se convirtió en un examen para la propia Justicia?

Durante dos años, desde el independentismo, se ha producido un ataque constante a la Justicia que ha tenido efecto. Internacionalmente se llegó a cuestionar la independencia de la Justicia y se llegó a creer que realmente en España se encarcelaba a las personas por sus ideas.

¿Y cree que ha aprobado?

Sin lugar a dudas. El gran acierto ha sido retransmitir el juicio en directo. Que todo el mundo pudiera ver lo que ocurría dejó muy poco margen de maniobra para la manipulación. Todo el mundo ha podido comprobar que se ha respetado el procedimiento y los derechos de los acusados.

Desde el punto de vista técnico ha sido un juicio ejemplar y la sentencia es un aviso para navegantes para evitar que unos hechos similares se vuelvan a repetir.

¿Hubo en el juicio momentos esperpénticos? ¿Cómo cuáles?

Lo que más me llamó la atención fue la falta de respeto al máximo tribunal de España por parte de algunos testigos, que se enfrentaban directamente al presidente, Manuel Marchena.

¿Quién fue el  personaje más destacable?

Lógicamente Marchena. Quienes tenemos relación con el mundo de la Justicia de una u otra manera sabíamos perfectamente quién era. Sin embargo, para el público en general fue el gran descubrimiento.

¡Se hicieron hasta camisetas de él!

¿Y la intervención más brillante?

Llamó mucho la atención la del secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, sobre todo porque se produjo tras unas sesiones en que los máximos representantes del Gobierno, Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y José Ignacio Zoido, se habían sentado ante el tribunal para tirar balones fuera.

Ninguno quiso asumir la responsabilidad de la actuación de la Policía y Guardia Civil el 1-O.

Fue Nieto quien asumió las órdenes. Pero a mí, personalmente, me marcó el testimonio de una agente de la Guardia Civil, quien relató cómo en el 1-O en cuestión de horas se había “evaporado” el respecto a la autoridad.

«El gran acierto ha sido retransmitir el juicio en directo. Que todo el mundo pudiera ver lo que ocurría dejó muy poco margen de maniobra para la manipulación. Todo el mundo ha podido comprobar que se ha respetado el procedimiento y los derechos de los acusados»

¿Cree que hay odio entre catalanes independentistas y no independentistas?

Por desgracia creo que se está creando, como mínimo una gran desconfianza y odio también. Recuerdo una anécdota de un grupo de independentistas que acudían al juicio y al pasar por delante de un policía dijeron: “pulgas, pulgas”.

Estos comportamientos muestran el estado de ánimo que existe en una sociedad en la que alimenta el odio sin ninguna impunidad.

¿Quién disiente es tratado de apestado y traidor, como Santiago Vila?

En ocasiones se ha llegado al absurdo. Hay grupos de independentistas más radicales que, sobre todo a través de las redes sociales, escupen odio. Muchos periodistas lo hemos sufrido en nuestras propias carnes.

Lo de Vila clamaba el cielo. En los primeros días del juicio, prácticamente ninguno de los acusados le hablaba.

Al final, en su declaración como acusado optó por mantener una posición muy medida que le ayudó a calmar los ánimos.

Al final resulta que todo era un intento de presión para negociar mejor un referéndum y mejores condiciones de autogobierno para Cataluña. ¿No había otro camino menos desastroso para todos?

Fueron atrapados por su propia telaraña. Agitaron a las masas y luego éstas presionaron y nos les dejaron dar un paso atrás.

¿Es la hora de los políticos? ¿Están por la labor?

No queda otra opción. La independencia de Cataluña no es posible, por lo menos con el marco legal existente actualmente.

Si quieren renegociar la posición de Cataluña en España tendrán que lograr un marco de convivencia, primero, y, después, buscar soluciones.

Y éstas sólo llegan por la comprensión por ambas partes.

¿Cree que los políticos catalanes están dando la talla?

Desde luego, la postura de Quim Torra con los disturbios en Cataluña tras la sentencia del procés, no está ayudando mucho. No obstante, él ya está de salida porque ve muy próxima su inhabilitación por desobedecer a la Junta Electoral Central.

¿Y los políticos nacionales?

Ha existido una gran irresponsabilidad. El conflicto catalán se tenía que haber afrontado como un problema de Estado y no con intereses electoralistas y partidistas, como por desgracia han hecho todos.

¿Da réditos electorales echar leña al fuego?

Sin lugar a dudas. Y la prueba es el vertiginoso ascenso de Vox.

¿Le ha resultado difícil mantener la imparcialidad o al menos cierto distanciamiento?

He hecho un gran esfuerzo por intentarlo. El hecho de ser una periodista no catalana trabajando para un medio catalán me ha obligado a buscar permanentemente ese equilibrio. No sé si lo he logrado, pero he intentado hacer un trabajo lo más honesto posible.

En el epílogo se pregunta si el juicio del procés ha servido para algo. ¿Lo ha hecho?

Ha servido para impartir Justicia. No había otra opción que celebrarlo, una vez que ya no había vuelta atrás. Se podría haber evitado con otro tipo de actitudes.

Se debió buscar una solución para no llegar a aquel punto, y si resultaba imposible tal vez habría que haber activado el 155 de la Constitución tras la aprobación de las leyes de  desconexión porque aquello fue el pistoletazo de salida del desafío independentista.

Pero además, a Puigdemont se le dieron varias opciones y la última fue convocar elecciones y no declarar la DUI.

De hecho, estuvo a punto de hacerlo. La presión le pudo y el choque de trenes se hizo irremediable.

¿Qué va a pasar ahora en Cataluña?

Si finalmente convocan elecciones para el año que viene nos esperan todavía meses de gran tensión. Tras las elecciones, si logran encontrar un marco de convivencia, igual puede llegar poco a poco la calma.

¿Cree que puede reconducirse la situación?

Debe reconducirse. Esta situación es inaguantable, tanto social como económicamente. No hay más opción que recuperar la convivencia y buscar el encaje de Cataluña en España.

¿Ha sido el juicio más interesante al que ha acudido?

Sin lugar a dudas. He cubierto otros que me han marcado mucho, principalmente el del 11-M, el caso Noos, Gürtel, o muchos juicios de ETA, pero con éste he disfrutado de la responsabilidad de estar escribiendo una página de la Historia y de la oportunidad de poder contar a los ciudadanos las cosas con honestidad, como realmente se han producido.

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