La transformación digital de la formación en la abogacía: Más allá del COVID-19

Se ha dicho, y es verdad, que las epidemias son un espejo para la sociedad, mostrando con crudeza quién vive y quién muere, revelando cuál es la relación de cada cual con el entorno y produciendo incluso alteraciones en los sistemas políticos y de organización profundamente enraizados en la vida cotidiana de las personas.

No durante años sino a lo largo de las dos últimas décadas se ha afrontado desde todo tipo de centros educativos el gran desafío que representaba y representa el salto de la enseñanza presencial a la «on-line» y, más importante, la fundamental razón de ser de la necesaria y complementaria convivencia de ambas.

Hoy, y en apenas semanas, no hay una sola organización en este ámbito que no esté redibujando a marchas forzadas su presente y su futuro, adaptándose a un perfil de un nuevo alumno/cliente que, más allá de la pandemia que está sacudiendo el mundo entero, se comportará de manera distinta, cambiará su jerarquía de prioridades y, por rudimentaria que pudiera parecer en otro momento la referencia, permanecerá huidizo ante el contacto con grupos medianos o grandes de personas.

En la idea de hacer de la necesidad virtud, una institución de tanta solera como el Centro de Estudios del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid ha emprendido un proceso de transformación en sus sistemas y métodos de formación irreversible e imprescindible, como respuesta inmediata al COVID-19.

Estamos en marcha y ya están aflorando, para satisfacción de la Abogacía madrileña, los primeros y fértiles resultados.

El número de colegiadas y colegiados inscritos en la formación on-line crece imparablemente, se han ofertado más de un centenar de cursos, muchos con especialísima aceptación como los de herencias, compliance, arrendamientos de locales, despidos o retórica jurídica; y, en algunos casos, tan de actualidad y específicos como el focalizado en la normativa sobre tarjetas ‘revolving’ o, por descontado, en la incidencia del estado de alarma en el derecho administrativo o la contratación pública.

TRANSICIÓN DIGITAL 

Y al tiempo, seguimos adelante con los congresos, como el que este 21 de mayo se llevará a cabo para analizar las insolvencias en pleno coronavirus.

El ICAM, sensible a las dificultades de los tiempos que corren, ha implantado un sistema de descuentos en las matrículas y ha anticipado el calendario incluso para el mes de julio.

El nivel del profesorado sigue siendo rabiosamente exigente, en el afán continuo de buscar y encontrar la excelencia; y transversal, en la intención de combinar no sólo los conocimientos sino los enfoques que pueden cruzarse desde el mundo de la Abogacía y el de la Judicatura en un mismo espacio, el del Derecho, para la adquisición de conocimiento.

Atravesar y superar momentos críticos termina por reforzar a las empresas, y encararlos con una vocación transformadora es la única manera de tener futuro.

El Centro de Estudios del ICAM asume su transición digital con un objetivo meridiano: seguir siendo especialmente útil para que compañeras y compañeras actualicen y hagan crecer sus conocimientos y lo consideren soporte potenciador de lo que cada uno de ellos puede ofrecer al mercado y a sus particulares clientes.

Otras Columnas por Raúl Ochoa:

Sobre la PPR: una reflexión jurídica urgente