La historia del independentista escocés William Wallace, protagonista de «Braveheart», fue edulcorada por Hollywood
El William Wallace original, de acuerdo con un grabado de la época, y el William Wallace interpretado por Mel Gibson; el original jamás se pintó la cara de azul.

La historia del independentista escocés William Wallace, protagonista de «Braveheart», fue edulcorada por Hollywood

De William Wallace sabemos lo que nos ha contado la historia. Un soldado escocés que luchó por la independencia de su país ante la invasión de los ingleses en el siglo XIII.

Pero esta es una interpretación moderna de la historia.

Porque en la Edad Media no existían ni la concepción de nación y ciudadanía de nuestro tiempo. Y mucho menos de nacionalismo.

Los habitantes se consideraban a sí mismos siervos de un señor que, a su vez, debía fidelidad al rey que hubiera en el momento.

Si el monarca tomaba la decisión para entrar en guerra para ampliar su territorio, los señores feudales que le debían vasallaje acudían a apoyarlo, y con él los habitantes de su territorio, reconvertidos en soldados temporales.

Se luchaba por fidelidad a un señor, al que habían jurado lealtad, no por una bandera o un país.

Un señor que buscaba aumentar el número de tierras para obtener más rentas. 

Porque todo, al final, es economía.

Volviendo a William Wallace, su historia pasó prácticamente desapercibida hasta dos siglos después, en el XV, gracias a un poema del entonces desconocido Harry «El ciego», en el que se narraban las hazañas de este escocés.

MEL GIBSON Y SU «BRAVEHEART»

En nuestra época, gracias a la película «Braveheart», la exitosa película interpretada y producida por Mel Gibson en 1995 (ganó 5 premios Óscar) lo transformó en un mito, aunque sin ser totalmente veraz al relato histórico de Wallace (jamás se pintó la cara de azul).

Tanto es así, que se convirtió en un referente para el movimiento nacionalista escocés.

Dos años después del estreno de la cinta, en 1995, el Partido Nacional Escocés dobló el número de escaños de las anteriores elecciones (1992), pasando de 3 a 6.

Lo que quizá algunos no saben es que Wallace no era ningún campesino, como se cuenta en la película de Mel Gibson, sino que procedía de la aristocracia escocesa y tenía una educación sólida, que adquirió en la Abadía de Dunipace, como alumno de su tío paterno, donde aprendió a hablar francés, latín, gaélico e inglés.

Fue una reinterpretación «hollywoodiana» de la historia, como tantas otras películas de la factoría estadounidense; no dejes que la realidad te fastidie una buena historia.

Wallace nació alrededor de 1270 en Elderslie, en Escocia (según la mayoría de las creencias), y fue el tercer hijo de Malcolm Wallace, un terrateniente con propiedades y rentas en Elderslie y Auchinbothie. Además, eran vasallos de los Estuardo, dinastía que accedería al trono de Inglaterra siglos después.

Su hermano mayor, el primogénito –y heredero de las propiedades de todo– se llamaba igual que su padre, Malcolm Wallace.

La familia descendía de Richard Wallace, Richard el Galés, que llegó a Escocia en el año 1130.

El futuro de William Wallace, que medía casi dos metros de alto, visto lo visto, y como era la norma, fue orientada hacia el clero. De ahí su formación en la mencionada Abadía, lugar donde, tras leer a los clásicos latinos, forjó su idea de libertad.

Pero las circunstancias políticas del momento lo cambiaron todo.

LA SUCESIÓN AL TRONO DE ESCOCIA, LA CHISPA DEL CONFLICTO

La muerte del último rey escocés, Alejandro III, en 1286, tras un próspero y pacífico reinado de 37 años, dejó al país en un futuro incierto.

La persona que debía ungirse la corona de escocía era una niña de 3 años de edad, conocida como Margarita, la dama de Noruega, conocida así porque la joven princesa había nacido y vivía en aquel país.

En un giro inesperado de la historia, la pequeña, tras llegar a Escocia en barco, falleció, a consecuencia de su frágil salud. Lo que provocó un problema de sucesión.

Los diferentes clanes escoceses comenzaron a disputarse la corona. Se produjeron fuertes tensiones entre las familias nobles escocesas, los Bailleul y los Bruce.

Hasta 13 nobles llegaron a competir por el trono. Ante esto, el monarca inglés Eduardo I aprovechó la situación para ofrecerse como mediador y que finalmente se coronara a John Balliol, quien le juró lealtad de inmediato.

La mayoría de nobles escoceses le debían vasallaje al monarca inglés porque tenían tierras en sus dominios.

Eduardo pensaba que el nuevo rey escocés sería una marioneta suya, pero no fue así. Cuando intentó que Escocia se uniera a su guerra contra Francia (la Guerra de los Cien Años) los barones escoceses se negaron, surgiendo así lo que luego se conoció como la Vieja Alianza Franco-Escocesa contra Inglaterra.

Como castigo, el inglés dio orden de invadir Escocia en 1296. Además, se llevó prisionero a Londres a Balliol acusándolo de traición; así como la Roca de Scone, de gran simbología en las coronaciones de los reyes escoceses.

En la villa de Ayr, y aunque no se menciona que hubiera salido del país ni que tuviera alguna experiencia militar antes de 1297, William Wallace orgnizó a algunos hombres y atacó el destacamento inglés destinado en el condado, liderando las fuerzas de las que disponían los escoceses.

Una consecuencia fue la muerte del sheriff de Lanark, quien había matado a Marion Braidfute, esposa del guerrero. Un acto de violencia por el que Wallace fue declarado como proscrito por los ingleses.

Sin embargo, lejos de esconderse, siguió hostigándoles.

PUERTE DE STIRLING, UNA GRAN VICTORIA…

Wallace organizó entonces un ejército de campesinos. El único otro líder escocés que también avanzo en la resistencia fue Andrew de Moray.

El 11 de septiembre de 1297, Wallace obtuvo junto a sus compañeros de armas una victoria de gran calado en el Puente de Stirling, Escocia, hecho que encumbró al guerrero escocés.

«No estamos aquí para hacer la paz, sino para luchar y liberar nuestro reino», cuentan que dijo Wallace antes de la batalla.

Lo memorable del enfrentamiento se centro en la diferencia entre los ejércitos.

Inglaterra disponía de una fuerza de caballería de 3.000 jinetes y unas 10.000 unidades de infantería. Pero no fueron capaces de doblegar a los 5.000 aguerridos escoceses.

Tras varias batallas, consideraron el trabajo hecho y regresaron a Escocia, donde nombraron caballero y Guardián de Escocia, hecho insólito dado que no pertenecía a la nobleza.

…QUE PRECEDIÓ A LA DERROTA FINAL

Después, envalentonado, Wallace se lanzó a la toma de York, ciudad del norte de Inglaterra, que saquearon.

Sin embargo, la lógica de la superioridad militar inglesa, tocados por las derrotas en el campo de batalla, se impuso, finalmente. Wallace y su ejército fueron derrotados finalmente en Falkirk.

Los arqueros galeses del ejército inglés diezmaron a los escoceses antes de llegar al cuerpo a cuerpo.

Tampoco hubo irlandeses que cambiaran de bando, como cuenta la película de Gibson.

Tras esta dolorosísima derrota, William Wallace perdió el título de Guardián de Escocia. Huyó y se convirtió en un fugitivo.

Por su parte, los nobles escoceses hicieron la paz con Eduardo y renovaron sus juramentos. Robert Bruce y John Comyn, los dos nobles más influyentes, pasaron a ser los nuevos Guardianes de Escocia.

EL PEOR DE LOS FINALES

El 5 de agosto de 1305 fue capturado cerca de Glasgow, tras ser traicionado por uno de sus compañeros de armas, John de Menteith.

Wallace fue entregado a los ingleses, que hicieron caer sobre él todo el peso de la ley.

Wallace fue encadenado y enviado a Londres, donde fue acusado de alta traición al Rey Eduardo I y por el asesinato del sheriff de Lanark.

La sentencia fue brutal: fue condenado a morir ejecutado y desmembrado vivo. Con todo el ensañamiento posible.

A Wallace lo desnudaron y lo arrastraron por Londres, atado de los talones a un caballo desde el Palacio de Westminster hasta Smithfield, a seis kilómetros -eso sí, lo envolvieron en una piel de buey para evitar que se les muriera antes de tiempo-.

Su «ajusticiamiento» fue mucho más allá de todo el horror imaginable: Fue ahorcado, emasculado, eviscerado, decapitado, y posteriormente desmembrado vivo.

Fue el 23 de agosto de 1305. Tenía 35 años. 

Su cabeza se clavó en una pica y se expuso en el puente de Londres. Su cuerpo se dividió en cuatro; una parte fue enviada y expuesta en la ciudad inglesa de Newcastle, que Wallace había asolado. Las partes restantes se enviaron a las ciudades escocesas de Berwick, Perth y Stirling como advertencia.

LEYENDA EN ESCOCIA

Su historia hubiera pasado al olvido si no hubiera sido por el poema que el citado Harry «el ciego» escribió 172 años después de que Wallace fuera ejecutado titulado «Los actos y los hechos del ilustre y valiente campeón sir William Wallace», que dieron pie a otros escritos, y, en especial, a la película «Braveheart».

Hoy, gracias al cine, Wallace se ha convertido en el héroe del independentismo escocés: patriota y mártir.

En Stirling, donde mandó sus tropas a la victoria en la batalla del Puente de esa localidad, le han levantado un monumento. El Monumento Nacional de Escocia a William Wallace.

Una imponente torre construida en 1869 como recuerdo de la batalla del puente de Stirling, donde además se conserva la espada de 163 centímetros del guerrero.

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