En el periodo preconstitucional, en la América española existían los oidores jueces de casados como se ve en «Inés del alma mía»
La historia la cuenta muy bien la coproducción hispanochilena "Inés del alma mía", realizada sobre la novela que en 2006 publicó Isabel Allende, en la que narra la relación de los dos amantes, a los que dan vida Eduardo Noriega, como Pedro de Valdivia, y Elena Rivera, como Inés Suárez, la conquista de Chile y la fundación de Santiago, la actual capital. 

En el periodo preconstitucional, en la América española existían los oidores jueces de casados como se ve en «Inés del alma mía»

Las Audiencias eran los tribunales donde se juzgaban los casos. Y a los jueces de los órganos colegiados se les llamaba oidores, porque esa era su principal función: oír, escuchar a las partes y luego emitir sentencia.

De este procedimiento de escuchar nace la definición de Audiencia que  impera en los tribunales españoles. En cada una de las 50 provincias españolas hay una Audiencia Provincial, que juzga -en lo penal- los delitos que superen los 5 años.

Y en Madrid se encuentra la Audiencia Nacional, tribunal con competencia en lo penal, social y contencioso-administrativo para todo el territorio nacional.

En aquellos tiempos, y hasta el siglo XIX, el poder supremo de juzgar le correspondía al Rey…, y la Justicia se hacía en su nombre, pero no emanaba del pueblo, como ahora dice la Constitución. 

El Rey podía hacer y deshacer a su voluntad. Era la última instancia.

OÍDOR JUEZ DE CASADOS, EN AMÉRICA

En la América española los oidores concentraron atribuciones que en la península ostentaban otros funcionarios.

Uno de ellos fue el llamado oidor juez de casados, un juez especial que apareció por la separación de hecho de muchos matrimonios durante la conquista de América. 

Fue muy común que los maridos que se embarcaron a las Américas, pasado un tiempo, abandonaran a sus esposas legítimas y se arrejuntaran con mujeres indígenas o blancas.

La Corona ordenó crear esta figura cuya misión era obligar a los hombres, mediante la debida medida coercitiva legal, a cumplir con sus matrimonios.

Uno de esos casos fue el caso de Pedro de Valdivia, el conquistador de Chile, quien fue juzgado por el virrey del Perú y presidente de la Real Audiencia de Lima, Pedro de la Gasca, apodado «El Pacificador».

De Valdivia fue sometido al llamado juicio de residencia, un procedimiento judicial del derecho castellano que se aplicaba en América, por el que cuando un funcionario público terminaba su desempeño se sometían a revisión sus actuaciones y se escuchaban los cargos que hubiera en su contra.

Hasta que no se produjera un veredicto final, no podía abandonar el lugar en el que se encontraba ni asumir ninguna responsabilidad. Las sanciones, si las había, solían ser de multas.

El conquistador español se vio obligado a permanecer en Lima hasta el final del juicio de residencia.

Entre las acusaciones afloraron estuvo la del amancebamiento con Inés Suárez, una joven de fuerte carácter, natural de Plasencia, Cáceres. que en 1537 dio el salto a América en busca de su esposo, Juan de Málaga.

Tenía apenas 30 años. Allí descubrió que había fallecido y como viuda de soldado español recibió una pequeña parcela de tierra en Cuzco, donde se instaló.

En ese marco conoció a Pedro de Valdivia, maestre de campo de Francisco Pizarro. Los dos se enamoraron locamente y vivieron como pareja de hecho, para «escándalo» de los españoles, aunque era una cosa bastante común. Un ejemplo de la hipocresía social.

Suárez siguió, en 1539 a De Valdivia en su sueño por conquistar Chile, en su expedición hacia el sur. Y jugó un papel determinante en momentos cruciales de la epopeya, como cuando, a las puertas de ser aplastados por los indígenas, con De Valdivia ausente, tomó la decisión personal de ejecutar a siete caciques que tenía como rehenes, cortar sus cabezas y arrojárselas a los atacantes. Con ello se acabó la contienda.

Retrato de Inés Suárez (1897), por José Mercedes Ortega (Museo Histórico Nacional, Santiago de Chile).

El virrey De la Gasca, tras escuchar todos los alegatos, le exoneró por completo, salvo en lo que concernía a Inés Suárez.

De la Gasca le ordenó, primero, que cortara su relación con Inés Suárez, y, segundo, que la casara con un vecino de su elección.

Por último, le recomendó que siguiera las enseñanzas de la Iglesia Católica y que cumpliera con su esposa, Marina Ortiz de Gaete. 

El ultimatum era claro: recuperarás el mando y tu posición pero si te empeñas en seguir con tu amante, serás despojado de todo.

La historia la cuenta muy bien la coproducción hispanochilena «Inés del alma mía», realizada sobre la novela que en 2006 publicó Isabel Allende, en la que narra la relación de los dos amantes, a los que dan vida Eduardo Noriega, como Pedro de Valdivia, y Elena Rivera, como Inés Suárez, la conquista de Chile y la fundación de Santiago, la actual capital.

Cuando regresó De Valdivia a Santiago, en 1549, con su esposa, Inés Suárez, que entonces tenía 42 años, se casó con Rodrigo de Quiroga, uno de los capitanes de Pedro de Valdivia, afamado conquistador, quien llegó a ser gobernador, extendiendo a su mujer el título de gobernadora.

Pedro de Valdivia emprendió después la llamada Guerra de Arauco contra el pueblo mapuche, en la cual murió en 1553 en la batalla de Tucapel.

DE OIDORES A JUECES Y MAGISTRADOS

En 1812, con la promulgación de la primera Constitución española, se abandona el término oidor en la que se adopta la definición que se utiliza en nuestros días de jueces y magistrados.

También la función del oidor juez de casados. Dejó de ser necesaria.

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